Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Tais toi mon Coeur por KakaIru

[Reviews - 13]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Pues un pequeño One-shot sobre mi pareja fav (en parte tmb para pedir disculpas por el otro fic que subí y que por causas de fuerza mayor yano está en la pagina ._.). Espero que les guste, y que se entretengan un poco ^^

Notas del capitulo:

Y pues el título está en francés y significa: "Calla tú, mi corazón". Y ya bueno, esto es un AU, y un PWP (Dios salve al PWP! *_* Jejeje si no saben qué es, se los dejo de tarea xD. 

De igual forma espero que les guste ^^





"Mi nombre es Lee..."

Así comenzaba el pequeño diario que cierto pelinegro había decidido completar. Nunca antes había tenido curiosidad por ese tipo de cosas, las cuales pensaba que simplemente le quitaban el tiempo, pero ahora, más que curioso, estaba necesitado. Necesitaba hablar con alguien urgentemente, una persona a la cual contar su terrible secreto y, a falta de alguien con la suficiente confianza, allí estaba, en aquella librería medio recluida, el cuaderno con forro de cuero y un pequeño candado. Sin duda alguna era casi lo mejor que podía hacer. De eso se convenció luego de una profunda charla consigo mismo revisando los pros y los contras de poseer semejante arma auto-destructiva.

Pero, finalmente, allí estaba, en su departamento, sentado en el pequeño escritorio, la suave luz de la lámpara iluminando la estancia y el bolígrafo de tinta negra en las manos.

"... y estoy enamorado de mi estudiante."

Lee hizo una pausa, no muy contento con lo que había escrito. ¿Era necesario decirlo tan directamente?

"Claro que si se dice así, suena mal."

Acomodó un poco e hizo un gesto de desagrado.

"Mejor voy a explicar bien a qué es a lo que me refiero, aunque el concepto en sí sea bastante claro. Mi nombre completo es Rock Lee, tengo veintisiete años y enseño clases de Álgebra en una famosa institución que no pienso nombrar, más que nada por si a alguien se le ocurre leer esto. Soy una persona optimista, alegre y un tanto obsesiva con el trabajo duro (lo cual puede lograr cualquier cosa, ¡cualquier cosa!). Tengo el pelo negro, muy negro, al igual que mis ojos. Y también soy muy alto, lo cual me hace captar la atención de muchas personas. Aunque, lo que más sorprende a los demás, es mi rostro. No soy especialmente apuesto, pero mis facciones se podría decir que son un tanto... diferentes. Mis ojos son excesivamente redondos y llamativos, como los de un muñeco, y mis cejas son grandes y espesas. Pero, definitivamente, no soy nada del otro mundo."

"Claro que no empecé a escribir este diario simplemente para hablar de mí. Sino de mi pequeño gran problema. Y este problema tiene un nombre: Sabaku no Gaara, un pelirrojo hermoso, decidido, inteligente y perspicaz. Es excesivamente apuesto, de piel pálida y ojos aguamarina. Tiene una voz grave y casi sensual, y es prácticamente perfecto. Pero he aquí el problema: es uno de mis estudiantes. ¡Sí, lo sé! ¡Está mal! No está bien el que uno de los maestros se acueste con un estudiante, ¿pero qué puedo hacer si estoy completamente enamorado de él? Sé que no debería. ¡Diablos! ¡Si ni siquiera es mayor edad! Tiene diecisiete años, ¡diecisiete! Y aún así no puedo dejar de pensar en él, y en sus besos y en su belleza."

"¿Qué puedo hacer? Por momentos siento que no puedo con esto, con la presión al sentirme feliz en ocasiones y no poder compartir mi alegría con nadie. O la sozobra al pensar que podemos ser descubiertos en cualquier momento (y esto sería el fin de mi carrera como profesor y muchísimos problemas para él). Y no sólo es eso. Lo peor es que a veces no puedo controlar los celos que siento cuando alguien se le acerca o una chica se le declara, a pesar de que él siempre las rechaza y me repite que soy yo quien le gusta. ¿Pero puedo fiarme de sus palabras? Sé que es joven, y sé que soy muy grande para él. Sé que en cualquier momento se enamorará de otro chico o chica y yo pasaré a ser aquel experimento de su juventud que quedará en el pasado como un lindo recuerdo."

"Y eso es lo que no quiero que pase. Mi corazón se estremece tan sólo al pensar en esto. ¿Pero cómo evitarlo? Sómos tan diferentes..."

"Tan... diferentes..."

Rock Lee soltó un suspiro y ladeó la cabeza a un lado. Contempló vagamente la cama que descansaba en medio de la habitación, con las simples sábanas de color verde pastel. En noches como esa se sentía bastante solo. Y entonces pensaba en lo que podría haber tenido si tan sólo hubiese buscado o insistido lo suficiente.

No debí haberme rendido tan pronto con Sakura-chan, pensó brevemente, pero al momento desechó tales pensamientos.

Lo de Sakura nunca hubiera funcionado, además, a él le gustaban los hombres. Aún así, a veces se sentía algo melancólico (¡nunca triste!) al llegar a casa, sin tener a nadie que le recibiera ni con quien hablar, o con quien compartir experiencias o cenar tranquilamente. Tampoco había nadie para calentar su cama o a quien abrazar en las noches. Y entonces se sentía... así. Un tanto vacío.

-Creo que es hora de que descanse.

Su voz cortó el silencio reinante en la habitación y, como si buscara darle una respuesta, las cortinas se movieron con gracia.

El pelinegro cerró el pequeño cuaderno y lo colocó en uno de los compartimientos del escritorio.

Después tan sólo se fue a su solitaria cama, a soñar con nadie.




*




-¡Buenos días, sensei!

-Buenos días- respondió Lee entrando al salón de clases, contento al saberse recibido con tan juvenil entusiasmo.

Ese día, como todos los demás, portaba la hermosa y contagiante sonrisa en el rostro. Sabía que la clave para llevarse bien con sus estudiantes era ser cordial y amable, y mostrarles todo el amor que sentía por su trabajo. Y no se había equivocado, logrando hasta en los peores chicos un mínimo de aceptación que había sorprendido al resto de los docentes y les había dejado con la boca abierta.

-¡He traído sus exámenes!- exclamó con alegría, su sonrisa agigantándose al notar los suspiros derrotados de la mayoría de sus alumnos.

Con pasos rápidos se dirigió al escritorio y acomodó sus cosas y papeles.

De una de sus carpetas sacó un puñado de exámenes ya corregidos (tratando de no pensar en los que aún le faltaban por corregir) y les dedicó una última mirada, notando los rostros espectantes de los alumnos.

El pelinegro alzó la mirada, un tanto sorprendido por él súbito silencio, y entonces comprendió.

-¡Han salido muy bien!- felicitó sinceramente, y enseguida obtuvo la respuesta esperada.

Los chicos suspiraron de alivio y comenzaron a reír en cortas y nerviosas carcajadas. Entonces el bullicio volvió a reinar en el salón, con los cuchicheos entre amigos sobre las cosas que habían hecho el fin de semana, a quiénes habían conocido y lo cool que era cierto chico. A Lee le gustaba todo eso, lo llenaba de alegría, el entusiasmo siempre reinante en los jóvenes.

Mientras pasaba distraídamente los papeles, sus ojos se detuvieron en un examen en especial.

Es él suyo.

Contempló con perdida fascinación la perfecta caligrafía tan estilizada y las hermosas G's y S's que adornaban el tan poco común nombre. Y es que nada en aquel joven era común.

Un examen perfecto, como siempre; reconoció con cierto entusiasmo.

Desde un principio le había llamado la atención la excesiva inteligencia del pelirrojo y la facilidad que tenía para los números. Al comienzo había pensado que el chico era un prodigio para las matemáticas, ¡pero luego sobresalía en todas las materias! Gaara no era un prodigio, ¡era un genio! Y, como todo genio, odiaba equivocarse.

Rock Lee sonrió al notar algo en el examen del pelirrojo.

Oh, no tan perfecto, se guardó una risita burlona. Se moría por ver la cara que pondría Gaara al darse cuenta de que no había sacado una nota de diez.

-Muy bien- dijo finalmente, captando la atención de todos-, ya es hora.

Los estudiantes rompieron en cuchicheos (nuevamente) y uno de ellos murmuró algo parecido a: "hora de la tortura". Lee les ignoró con una nueva sonrisa y fue llamándoles uno a uno. No les había engañado, realmente lo habían hecho bastante bien. Pero con el tiempo había aprendido a aceptar que su materia no era una que generara demasiada confianza en los estudiantes. Finalmente, llegó a la hoja del pelirrojo. Sus labios se movieron con parsimonia, saboreando cada letra.

-Sabaku no Gaara- le llamó.

El pelirrojo se levantó de su asiento y se acercó al escritorio. Por el camino Lee no pudo evitar notar las miradas, unas asustadas, otras embelesadas y unas tantas celosas, que le dirigían los demás. Pero todo quedó de lado cuando llegó hasta él y le penetró con sus ojos azules tan particulares.

Un escalofrío le recorrió.

Gaara tenía una mirada profunda, devoradora, demasiado intensa para un chico de su edad.

Se mantuvieron unos segundos en silencio, hasta que la voz del pelirrojo interrumpió el aparente hechizo.

-Lee-sensei, mi examen- recordó.

El pelinegro abrió los ojos como platos.

-¡Ah! ¡Es cierto! ¡Gomen, gomen!- se disculpó por su torpeza mientras se rascaba la nuca nerviosamente.

Gaara sonrió con suficiencia al notar el evidente sonrojo en las mejillas de su profesor.

-Bien hecho, Gaara- le felicitó Lee tendiéndole la hoja-. Has obtenido el puntaje más alto.

El chico asintió, restándole importancia al asunto. Así había sido siempre. De forma descuidada tomó la hoja, siempre procurando rozar sus dedos con los de Lee, levemente pero lo suficiente como para desconcentrar al otro. Casi como un autómata dirigió la vista a su examen (más por costumbre que otra cosa) y su respiración se detuvo al notar su calificación. Sus ojos se abrieron desmedidamente.

-Lee-sensei...

-Te has equivocado en una pregunta- aclaró el pelinegro de inmediato.

Un bochornoso 'Oooohhhh' se extendió por todo el salón.

Todos los estudiantes estaban conscientes de la obsesión de Gaara por obtener notas perfectas (oh, porque todo lo que hacía tenía que salir perfecto, ¿por qué más?), así que no podía resultarles más que gracioso ver su expresión por momentos turbada. Y es que... ¿qué tan a menudo se podía evr alguna expresión en ese chico? No muy seguido.

-Entiendo- aceptó Gaara con un leve tono de mal humor que tan sólo Lee fue capaz de advertir.

Resultaba extraña la personalidad del chico, la forma que tenía de mostrarse como un témpano de hielo, y a menudo Lee se veía preguntándose qué habría ocurrido al joven que hubiese endurecido su espíritu de esa manera. Porque Lee nunca le había visto mudar de expresión, o siquiera mostrar una sonrisa. Era comosi el pelirrojo se prohibiera tales cosas. Y entonces sus ojos eran tristes y apagados, pero fríos y altaneros. A Lee le gustaba especialmente su personalidad, un poco arisca y muy antisocial. Pero le fascinaba su determinación, la forma en que los comentarios de los demás no podían afectarlo. Y en el fondo el propio pelinegro sabía (se había hecho la promesa) de que arrancaría de Gaara una sonrisa.

-Muy bien- llamó la atención de los estudiantes-. Es hora de empezar la clase.

Los chicos no tuvieron tiempo ni de quejarse cuando Lee se acercó al pizarrón y comenzó a copiar la lección. En el fondo se guardaba una pequeña sonrisa, porque aún sin verle era capaz de sentir la penetrante mirada de Gaara que parecía querer traspasarlo.




*



La última clase había acabado, y Lee estaba a punto de salir del salón para irse de una vez a casa. Era parte de su rutina, pero la misma se vio interrumpida cuando una figura pelirroja harto conocida se materializó en el marco de la puerta. Dentro de todo, Lee sonrió alegremente pues la actitud del otro era bastante previsible. Lo único que le había sorprendido era que no le abordara con anterioridad. Es que Gaara a veces era demasiado obsesivo, y de esto estuvo completamente seguro cuando vio el examen que aún pendía de las manos del chico.

-¿Sucede algo, Gaara-kun?- preguntó Lee fingiendo no saber a qué se debía la presencia del otro.

El pelirrojo se acercó a él:- Te equivocaste en mi examen, Lee-sensei.

Lee alzó una ceja a modo de incredulidad:- ¿Me equivoqué?

El chico asintió.

-Hiciste mal el cálculo.

Y, de haberse tratado de otro profesor, Gaara esperaba que el pelinegro saltara diciendo un par de tonterías sobre lo de que 'los maestros nunca se equivocan', pero con Lee era diferente. A Lee le gustaban ese tipo de cosas, a pesar de que el pelirrojo aún no terminara de entender el porqué. Lo único que sabía era que su nota era perfecta.

-Déjame ver- el maestro tomó el examen entre sus manos y comenzó a revisar el ejercicio en cuestión.

Sonrió ampliamente al terminar.

-Tienes razón, me he equivocado- aceptó tranquilamente mientras usbaa su bolígrafo y marcaba un diez sobre la hoja.

Gaara no hizo el intento de recuperar el examen; en cambio, se acercó a Lee y pasó sus brazos por los hombros del mayor, hundiendo el rostro en su cuello. Y, a pesar de la sorpresa inicial, Lee correspondió la inusitada muestra de afecto.

-Podría jurar que lo hiciste a propósito- murmuró Gaara directamente en el oído del otro, haciéndole que se estremeciera al tiempo que jugaba con su lengua y el lóbulo de su oreja.

-Ahmm... ¿Qué cosa?- inquirió Lee fingienro inocencia.

El pelirrojo mordió su cuello levemente, depositando pequeños y húmedos besitos por toda la piel al descubierto.

-Lee-sensei- gimió contra la sedosa piel-, he estado esperando por esto todo el día.

Y el hombre se contuvo de decir: yo también. En lugar de esto soltó una breve risa ahogada.

-Gaara- dijo mientras le apartaba; el pelirrojo le miró fijamente-, ¿no crees que soy muy mayor para ti?

El pelirrojo soltó un resoplido de disgusto. El sensei siempre le hacía la misma pregunta, y él siempre le daba la misma respuesta. ¿Es que acaso no se cansaba siempre de lo mismo? Además, el resultado final siempre era el mismo. De igual modo iban a terminar haciendo el amor fogosamente, sin importar que fuese mayor ni que ocho cuartos.

-No, no lo creo- respondió el muchacho sin muchos miramientos.

Entonces Lee no pudo soportarlo más y se lanzó sobre los labios de Gaara y hundió sus manos en el sedoso pelo rojo tan brillante. Y el joven se abandonó al incitante beso y su lengua se coló por entre los entreabiertos labios del sensei, y ambas lenguas se fundieron en una danza lujuriosa y casi sublime que arrancó gemidos de ambas partes. Lee sintió entonces el deseo bullir en sus mejillas y concentrarse en su entrepierna. La verdad es que deseaba al muchachito, con desesperación. No podía soportar tenerlo tan cerca, disfrutar sus labios, y no poder tocar su piel.

Nada pudo hacer cuando sus manos, como con vida propia, comenzaron a desabotonar los botones de la camisa del uniforme de Gaara. Pero entre beso y beso fue arrebatando cada prenda al tiempo el pelirrojo hacía lo mismo, desabrochando la camisa y el pantalón de Lee. Prontamente ambas pieles se encontraron, y las manos de Lee rodearon el cuerpo más bajo del otro y besó su cuello con pasión. Le encantaba saborear su piel y su sabor acanelado. Era simplemente un deleite, y succionar levemente por su pecho hasta atrapar los inocentes pezones.

Gaara ahogó un gemido al sentir los labios de su sensei saborear cada palmo de piel al descubierto. A esas alturas ambos se encontraban muy excitados ya, ¡pero no era justo! Gaara también quería tocar al sensei, y probar su piel y morderlo y arañarlo y dejarle esas marquitas que tanto le gustaban y que tan bien lucían en su piel.

-Sensei...- ronroneó sensualmente mientras apartaba al pelinegro de sí.

Lee le dedicó una mirada turbia, sin comprender a lo que iba el otro. Pero ante los labios de Gaara que se cerraron sobre los suyos, enseguida entendió que lo que el chico quería hacer. Y se lo permitió porque le gustaba ver hasta que punto llegaría el más joven. En un comienzo se había sorprendido ante la total inexperiencia de Gaara (que por supuesto se le había hecho sumamente adorable), pero incluso en ese sentido el pelirrojo quería ser perfecto. Y a menudo se habían encontrado para perfeccionar sus habilidades en la cama. Con una sorpresa enorme (y un delatador sonrojo en las mejillas) Lee recordó las tardes de prácticas imparables. Gaara quería ser el mejor. El mejor amante, por así decirlo, y se esmeraba en ello.

-Ahh...

La voz de Lee, para Gaara, era como un coro de ángeles que desataba en él sus más bajas pasiones. Con toda la fuerza que poseía su delgado cuerpo empujó al sensei sobre el escritorio. Lee no se quejó por la extraña muestra de rudeza, al contrario, le gustaba. Y a Gaara también, así como le gustaba la piel de Lee, la cual degustó a su antojo una vez le tuvo sentado sobre la mesa. Con total parsimonia lamió cada pezón, succionando con fuerza hasta escuchar la voz de Lee-sensei pidiendo por más. Descendió luego, dejando un camino de besos húmedos por toda la reluciente piel hasta llegar al sexo desnudo del pelinegro. La visión de la hinchada carne hizo que Gaara se relamiera los labios.

Abrió las piernas de Lee suavemente, y acercó su rostro hasta besar la punta de su sexo, que se alzaba hambriento e insultante. Lee se mordió los labios al sentirle acariciando su intimidad de esa forma, y al mismo tiempo le hizo desear que engullera todo su miembro de una vez. Pero Gaara no iba a hacer eso, por más que le gustara y por más que se muriera de ganas por sentir el sabor de su sensei. En cambio juntó ambas caderas, creando una fricción deliciosa que desencadenó miles de chispas en ambos.

Los ojos negros lo miraban con deseo absoluto, y Gaara sintió una nueva punzada en la entrepierna. Tomó entonces el sexo de Lee entre sus largos dedos y comenzó a mover su mano a un ritmo casi frenético. El pelinegro tuvo que acallar sus labios con una de sus manos, porque simplemente se sentía demasiado bien y había esperado ese momento desde hacía días, desde la última vez que estuviera con el pelirrojo.

-Lee-sensei, te deseo- susurró Gaara con voz grave, sabiendo lo mucho que le gustaba al otro que le dijera así.

Continuó masturbándole hasta que sus dedos se llenaron del pre-semen de su maestro. Contempló los dedos lubricados y reprimió una sonrisa de triunfo.

Tendrá que servir, se dijo el chico mientras volvía a juntar sus caderas con las del otro.

Lee gimió audiblemete al sentir la entrepierna de Gaara rozar la suya. Los ojos del pelirrojo se clavaban en él, lujuriosos, deseosos. Y es que para Gaara no había cosa mejor que tenerle allí, con las piernas abiertas y las mejillas sonrojadas, los labios rojos a causa de los insaciables besos y los ojos negros llenos de lascivia desmedida. Sonrió con suficiencia cuando otro gemido brotó de los suaves labios. Le gustaba jugar con su sensei, porque era divertido verle perder el control, cuando comenzaba a rogar porque le follara de una vez.

-Gaara...

-Shhh... ni siquiera hemos empezado, Lee-sensei- susurró Gaara juguetonamente mientras introducía uno de sus lubricados dedos en la entrada de Lee.

-¡Ahhh!- gimió el pelinegro al sentir el largo apéndice estrechando sus paredes interiores.

Siempre había un poco de dolor, al comienzo, antes de que Gaara alcanzara ese lugar preciso que le hacía ver las estrellas. Pero no aún, por más que su cuerpo sudoroso y necesitado se arqueaba para poder profundizar más la escasa penetración. Gaara le observaba, divertido, excitado, como su sensei batallaba intensamente para recibir más estimulación. Y la visión, tremendamente erótica, se le hizo demasiado. Después de todo le gustaba la expresión necesitada de su sensei, pero la verdad es que su miembro estaba dolorosamente rígido, más que listo para irrumpir en la estrecha carne de Lee y poseerlo como tantas veces antes.

Añadió un segundo dedo y Lee largó un extenso gemido cuando comenzó a mover ambos dígitos en su interior, desencadenando esa corriente de placer que subyugaba al pelinegro. ¿Cómo era posible que alguien tan joven como Gaara supiese hacer cosas como aquellas? Lee prefirió ni pensar en eso, ni en la forma en que el pelirrojo le asaltaba con una curiosidad en cuanto al sexo casi enfermiza. Tampoco que pudiera decirle nada, ni reclamarle, porque apenas se abrieron sus labios un gutural gemido salió de su garganta y ambos dedos tocaron su próstata.

-¡Ah! ¡Gaara!- gritó de placer mientras sus caderas se movían más rápidamente.

El pelirrojo le miraba, extasiado por el tono de su piel. Sin dudar ni un poco más introdujo un tercer dedo y Lee gritó sensualmente y sus ojos se cerraron ante la nueva oleada de placer y dolor entremezclados. Sí, ahora dolía, pero Lee sabía ya que era el pequeño precio a pagar por lo que vendría después, cuando Gaara le penetrara con su hambriento sexo y llenara todo de él, cada espacio vacío. Y le ansiaba tanto, le deseaba tanto que no podía controlar de pronto las súplicas que habían comenzado a inundar su cabeza.

-Gaara... ah... por... por favor...- pidió suavemente, entre jadeos y gemidos al sentir los tres dedos que se movían rápidamente, más que preparándolo era como un espectáculo que el pelirrojo encontraba especialmente fascinante.

-¿Por favor qué, Lee-sensei?- preguntó de forma juguetona, tan malvado. Le gustaba que Lee pidiera, prácticamente se arrastrara a sus pies cuando ya no había cordura ni inocencia ni delicadeza en sus palabras.

-Hazlo... ah.. ¡ah! ¡Hazlo ya!- gimió sonoramente, temblando.

Gaara sonrió de forma macabra y le dedicó su mirada más falsamente inocente.

-¿Qué cosa debo hacer?- susurró en su oído, asegurándose de lamer a gusto.

-¡Ahh! ¡Por favor! ¡Penétrame! ¡Hazme tuyo, Gaara!

Y tan sólo mencionar esto el pelirrojo extrajo sus dedos con rapidez y se posicionó entre sus piernas. No podía soportarlo más, ¡tenía que poseerlo! Y aún así, a pesar de lo mucho que necesitaba encontrarse dentro de él, no se movió ni un ápice. Volvió a sonreír.

-Voy a entrar, Lee-sensei- avisó dulcemente, aunque en realidad lo que quería era regocijarse ante la desesperación del otro.

Y entró en él, de forma tortuosamente lenta pero disfrutando infinitamente la calidez que de pronto lo envolvía. Un calor extremo se apoderó no sólo de su vientre sino de su cabeza, de su cuerpo entero. ¡Y es que no tenía comparación! Poseer a su sensei, entrar en él lenta y pausadamente, sintiendo milímetro a milímetro como se hundía en él, más y más profundo.

-¡¡¡Gaara!!!- gimió Lee sin saber qué hacer. El ritmo lo estaba matando, ¡necesitaba del incesante movimiento y lo necesitaba ya!

Por su parte, Gaara no tenía ningún apuro en moverse. Contemplaba su miembro penetrar aquel indefenso agujero rosa que lucía tan pequeño pero que podía tragarlo hasta llevarse todo de él. Sus labios se abrieron apenas un poco para permitir que unos tenues gemidos acompañaran los de Lee. Cerró los ojos al encontrarse completamente dentro. Tan profundo que parecía casi imposible. Ellos dos, allí, eran como un sólo ser, casi fundidos. Le gustaba, era eso lo que pretendía. Calar tan hondo en su sensei, apoderarse de cada uno de sus pensamientos, ¡y se sentía tan bien entonces! Y quería más y más e ir más hondo e imprimir más fuerza.

-¡Gaara, muévete, por favor!- exigió lo mejor que su estado se lo permitía.

Sentir a Gaara no tenía comparación alguna. El sexo con él siempre era placentero y siempre parecía llevar a un punto de locura que no tenía retorno. Pero no le importaba porque para él no había mejor sensación que el tenerle adentro. Y gimió de nueva cuenta cuando Gaara comenzó a sacar su sexo y luego volvió a entrar, como probando resistencia. Pero el cuerpo de Lee no se resistía; se entregaba. Y a Gaara le gustaba su entrega. Gaara era adicto al rubor que se apoderaba de las mejillas del sensei cada vez que se movía dentro y fuera de él, por eso le embistió con fuerza y el gemido más excitante que hubiese escuchado nunca salió de los labios de Lee.

-¡Sí! ¡Ahh! ¡M-Más rápido!- y Gaara le complació y se movió lo más rápido que sus fuerzas se lo permitieron.

También él gruñó y jadeó de placer. ¡Nada se comparaba con esto! La calidez era abrumadora, y el placer indescriptible. La mesa se movía frenéticamente, tratando de acompañar las fuertes estocadas de Gaara. En ese momento tan sólo se escuchaban los gemidos, los gritos de placer, y el movimiento de la mesa que parecía colapsaría de un momento a otro. Pero no les importó, a ninguno, que estuviesen en la escuela aún, o que alguien pudiese verlos.

Para Gaara esta posibilidad era parte del encanto y lo hacía embestir a Lee aún con más fuerzas. El rostro del sensei se contrajo y Gaara le observó, fugazmente, maravillado ante su expresión de éxtasis total.

-¡Más fuerte!- pidió Lee, y el pelirrojo le embistió a un ritmo casi salvaje.

Y lo sentía de pronto. No soportaría mucho más. El placer parecía cegarlo, consumirlo.

-Di... d-di que e-eres mío- exigió dándole una fuerte estocada.

Lee se retorció.

-¡Dilo!

-¡Aaahhhh!- era como si no pudiese comprenderlo. Escuchaba la voz de Gaara pero en su cabeza no había espacio más que para la divina sensación.

-¡Dilo, sensei!- exclamó Gaara entre un gemido y una orden- ¡Di que me perteneces!

El pelinegro gritó de éxtasis:- ¡¡¡Te pertenezco!!!

Las embestidas se hicieron más fuertes, alcanzando un punto que parecía el mismo cielo. Era demasiado, ¡demasiado! Pero Gaara quería escuchar otras palabras, esas que siempre trataba de recordar cada vez que veía a su sensei junto a sus otros compañeros de trabajo. ¡Porque Lee-sensei era suyo! Lo estaba demostrando en ese instante cuando entraba y salía de él a una velocidad vertiginosa y sus pieles chocaban divinamente cada vez que se encontraban y provocaban un ruido sordo.

-Grita mi nombre, Lee-sensei.

Lee apretó los puños. Estaba a punto de correrse, podía sentirlo.

-¡Grita mi nombre!- dio una viciosa embestida que hizo a Lee arquear la espalda en un ángulo imposible, y cerró los ojos cuando el orgasmo lo golpeó de pronto y un agudo grito escapaba de sus labios.

-¡¡¡GAARA!!!

Su exlamación pareció resonar por todo el salón de clases y Gaara le miró justamente cuando se corría y toda la espesa semilla salía disparada sobre el abdomen del sensei, ensuciando un poco su propio pecho. Y la visión de un Lee llegando al orgasmo frente a sus ojos, cuando aún estaba en su interior, cabe destacar, y sus paredes internas apretaban su miembro de una forma morbosamente deliciosa, hizo que también él terminara corriéndose, inundando con su semen el interior del pelinegro.

Lee gimió quedo al sentir la esencia de Gaara invadirle las entrañas. Y a duras penas pudo atinar a recibir al jadeante cuerpo que caía sobre él indeteniblemente, exhausto pero satisfecho. Sonrió al abrazarle, al aún sentirle dentro pero de pronto como si no hubiese mejor sensación que esa. Dulcemente, y con una hermosa sonrisa en los labios, besó los húmedos mechones de cabello rojo. Y había tanto amor, tanto cariño y tanta adoración en este acto, que los ojos aguamarina se fijaron en él y confrontaron los otros negros. Le besó lentamente, como si disfrutara de un manjar, tratando de grabar en su memoria el sabor de sus labios.

-¿Qué tal lo he hecho, sensei?- preguntó el pelirrojo una vez se hubo separado de él, saliendo de su interior finalmente y suspirando al sentir el frío ambiente golpeándole la piel.

Lee se incorporó con suavidad y sonrió ante la expresión triunfante que le dedicaba el más chico.

-Has mejorado- dijo únicamente mientras tomaba del suelo toda su ropa desperdigada sin cuidado alguno.

El pelirrojo sonrió con suficiencia mientas se colocaba la ropa sin muchas prisas.

Por su lado, Lee también sonrió. Terminó de vestirse justo a tiempo para ver a Gaara abotonando los últimos botones de la camisa de su uniforme. Cómo le gustaba ese chico... Le tomó de la mano y lo arrastró en un beso fogoso y apasionado. Gaara gimió dentro del beso y le abrazó por la cintura de forma posesiva. Le mordió los labios al separarse.

-Creo que es hora de irnos- reconoció Lee dirigiendo una fugaz mirada al reloj que llevaba en su muñeca.

Él pelirrojo se separó de él, aunque de manera reticente.

Asintió débilmente y se dirigió a la salida, sin mirar atrás. Lee sonrió melancólicamente. No le gustaba verlo partir, porque le recordaba que su relación estaba prohibida y tal vez no tuviera futuro. Porque Gaara se iría y algún día decidiría no regresar. Entonces él iba a sufrir, como ahora, al ver su pequeño cuerpo de adolescente y su pelirroja ardiente cabellera. Gaara se marcharía, y si llegara a aburrirse o encontrar a alguien más, sería el fin de Lee. Lo sabía.

Se mordió los labios, desviando la mirada a un costado. No iba a llorar frente a Gaara, porque él ya era un adulto y sabía desde un comienzo que nada de eso tenía sentido. Pero entonces... entonces escuchó la grave voz que guiaba sus sueños.

-Lee-sensei, quiero verte después de la escuela.

El pelinegro alzó la vista rápidamente, sorprendido.

-¿Quieres qué?

Gaara soltó un suspiro, fastidiado por tener que repetirse:- Quiero que nos veamos cuando acabe la escuela. Que tengamos una cita.

-¿U-Una cita?- el rostro de Lee se notaba terriblemente confundido, su corazón dando tumbos dentro de su pecho.

-Sí, como todos los demás amantes normales.

-Pero...- dudó un poco; la verdad es que no quería pensar en eso- Pero no somos amantes normales, Gaara-kun. Soy tu maestro y tú eres mi estudiante.

El pelirrojo frunció el ceño:- ¿Y eso qué? No me importa que seas mi sensei, eso quiere decir que tienes experiencia. Me gusta.

Lee decidió ignorar el último comentario, por el bien del chico que de nueva cuenta le dirigía palabras tan sugerentes.

-Aún así...

-Nos veremos a las ocho en el Parque de la Ciudad- interrumpió Gaara antes de que Lee pudiese objetar algo.

Y por la mirada que le dirigió, el pelinegro no tuvo más remedio que reír ante su propia derrota y aceptar renuentemente.

-Está bien Gaara, nos veremos a las ocho.

El chico asintió y se dispuso a salir. Antes de irse, sin embargo, murmuró en tono bajo pero de forma lo suficientemente audible:

-Lee-sensei- el hombre le miró-, te amo.

El rostro de Lee se puso rojo como tomate. Contempló, con los ojos bien abiertos, como Gaara abandonaba el salón. Y sin darse cuenta una gigantesca sonrisa adornó su rostro, y un calorcito increíble le inundó el pecho. No era la primera vez que le dedicaban esas palabras, pero sí que era la primera que se emocionaba tanto. Se llevó una mano al pecho, sintiendo su propio corazón. Y entonces, por primera vez en su vida, se sintió completamente feliz.





*




Con una ingenua sonrisa en el rostro y tarareando una tonta canción, Lee se acercó a la oficina de maestros. El lugar, como esperaba, estaba vacío. Rápidamente, para tener tiempo de prepararse para su cita, fue directamente hacia sus cosas. Con una agilidad extrema recogió las carpetas llenas de documentos, su abrigo y su bolso. ¡No tenía tiempo que perder! ¡Estaba tan feliz! A punto de irse una hoja resbaló de entre las demás.

Era una carta.

Un tanto sorprendido, pues no recordaba haberla puesto allí, contempló el sobre blanco sin remitente, únicamente su propio nombre. Así que era para él. Pensó en abrirla una vez estuviera en casa, pero simplemente no era de los que atrasaban posibilidades, por lo que colocó sus cosas a un lado y abrió el mencionado sobre. Dentro sólo había una pulcra hoja blanca, con unas ligeras líneas escritas con bolígrafo azul.

Leyó con rapidez las cortas palabras de la misiva, y con cada palabra que leía sus ojos se iban abriendo más y más de puro espanto, hasta que en su rostro sólo hubo una mueca de horror que desfiguraba sus dulces facciones. Al terminar de leer se llevó una mano a los labios mientras con la otra sostenía el pedazo de papel. Su corazón repicaba dolorosamente, como adivinando una marcha fúnebre. Pero es que... no había otra cosa. Ahora sí, ahora sí estaba todo perdido. Porque el corazón, las ilusiones y los deseos de Lee de estar junto a su amado estudiante, se quebraron cual frágil cristal con tan sólo esas pocas palabras:

"No sabía que fuese ético tener sexo con uno de sus estudiantes, Lee-san."

Y allí estaba todo el entendimiento que necesitaba. Porque los habían visto. Y ahora, definitivamente, todo estaba perdido.

 

 

Fin.

Notas finales:

Sí, sí, es el fin ^^U aunque no lo parezca xD

Y pues, por si no han adivinado aun lo que es un PWP significa Plot? What Plot? (que vendría siendo: Trama? Que Trama?) o bien Porn Without Plot (Porno sin Trama xDDD), o sea, una excusa barata para escribir un lemon xD

Demo, es que tenía ganas de hacer uno, en realidad ^^U

Espero que no haya estado tan malo, que se que se me dan fatal X3 Pero pues, sus comentarios son bien recibidos, y son libres de decirme lo que les gusta y lo que no ^^ 

Pero de antemano, MUCHISIMAS GRACIAS X LEER! *3*

Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).