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El Ser Que Más Amo por chibiichigo

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Notas del capitulo: Este es mi primer fic original. espero que lo disfruten^^

Es difícil sonreír y fingir que no pasa nada cuando por dentro te estás desgarrando. Es difícil decirle a alguien que estás bien cuando realmente lo que quieres es ponerte a llorar en sus brazos. Sin embargo, no hay nada más difícil que aprender a callar, aprender a ser la mejor amiga, la incondicional, consejera y apoyo moral de la persona que amas. La única persona que sabes que no podrás tener jamás. 

“… soy gay”

En el momento que me dijo eso simplemente sonreí con tranquilidad y le agradecí por la confianza que me había tenido, sin embargo, algo en mi frágil universo interno se rompió en ese momento… eso no podía ser cierto. Sentí que era una broma… no quería creer que  lo fuera. ¿Qué era esa extraña opresión en el pecho? ¿Alegría o tristeza? Una extraña mezcla de extasis y desesperación me inundó desde lo más profundo. No podía negar que me sentía feliz, incluso halagada que me hubiera elegido precisamente a mi para confesar su secreto, sin embargo… me dolía la aseveración profunda que jamás lo iba a poder tener a mi lado. O al menos no como yo quisiera…

 

 

Nací en Tokyo. Una ciudad llena de rostros, pero donde no habitaba nadie. Siempre había estado sola, o por lo menos siempre lo había sentido así. Mi madre se marchó de la casa y de mi vida cuando yo tenía apenas cinco años de edad, y mi padre nunca se había caracterizado precisamente por su buen desempeño. Salía con distintas mujeres, cuyo nombre ni siquiera logro recordar por solo haberlas visto una vez y se sumergía en el trabajo con tal de no recordarla.

Siempre me ha dicho que me parezco a ella… y eso me duele, porque veo la tristeza en sus ojos. Incluso he llegado a percibir un poco de resentimiento conmigo por haber nacido. Digamos que soy catalogada como el .1%... esas eran las posibilidades de que el condón fallara y yo fuera creada.

Como toda adolescente acudo a la escuela. No es que me encante, pero me ofrece la posibilidad de salir de mi casa y estar con mis amigas sin tener que preocuparme por otra cosa que por ser yo. Un escape. Ellas no me conocen a profundidad, pero es mejor así… mi vida es demasiado dolorosa como para relatársela a alguien que no pueda decir más que “aww” o “todo estará bien”. Esa básicamente comprendía toda mi existencia hasta hace menos de un año.

Él era mi compañero  de escritorio en algunas clases. Ambos teníamos predilección por sentarnos en la parte trasera del salón y perdernos cada cual en sus pensamientos. Casi nunca hablábamos y pocas veces notábamos, siquiera, la presencia del otro. Yo prefería dibujar o escribir a prestarle atención al maestro o a él.  Y él, por su parte, se sumergía en su planeta, haciendo no se qué cosa con su computadora.  Y así transcurrió todo un semestre, siendo simplemente un fugaz recuerdo de la persona que se sentaba al lado mío.

Pasaron las vacaciones de invierno y reanudamos clases. Nada fuera de lo normal. Casi no tenía clases con mi hermana y eso me ofrecía de nuevo la posibilidad de no hacer absolutamente nada.  Podía dedicarme a dejar vagar mi imaginación todo lo que yo quisiera… ese único lugar donde yo no me sentía mal.

No fue una sorpresa que él se sentara junto a mí en las clases aburridas, sin embargo, lo que si lo fue era que la maestra nos asignara como compañeros de equipo. Y ahí, básicamente ahí comienza mi historia…

-Yuu y Shinoe… ustedes serán pareja para el proyecto y durante todo el semestre.- lo miré casi por reflejo y logré captar su mirada tan confundida como la mía. Ninguno estaba siquiera enterado que debíamos formar parejas para las actividades. Le sonreí… siempre el gesto más cordial para dedicar a las personas. El sonrió con amabilidad y listo, eso fue todo. Implícitamente nos habíamos saludado, reconocido y aceptado.

Todo lo demás terminó con normalidad en la clase. No me importaba lo que la profesora estuviera diciendo al frente, ni estar en un equipo con el chico técnicamente desconocido en todos los aspectos para mí. Solamente quería que el día terminara.

A la salida, yo me encontraba terriblemente agotada. Las pocas horas de sueño a las que me veo sometida son, sin dudas, el mayor enemigo a la hora de la escuela. Caminaba distraídamente por los pasillos, en parte buscando a Okimi, mi hermana, y en parte deseando llegar a mi casa a hacerle compañía a mi tan ansiada almohada.

Sentí que me tomaron por el hombro y voltee instantáneamente. De nuevo le sonreí al ver que era él… comencé a fijarme que era verdaderamente lindo.  Cabello castaño, piel blanca, más alto que yo por una cabeza o más (no es que yo sea muy alta) y delgado. Transmitía una seriedad que pocas veces se borraba de su expresión. Totalmente contrario a mí con las personas… alegre e hiperactiva, con un aire siempre infantil.

-Yuu…- lo saludé anonadada. Él se desenfadó un poco de la expresión que tenía y comenzó a hablar, en voz baja. Lo único que tenía seguro es  que era una persona particularmente reservada.

-Etto… hola. Solamente quería que supieras que me alegra que seas tu mi pareja.

-Vaya. A mi también me agrada que se trate de ti. ¿Dónde vas?- eso era incomodo, pero quería hacerle un poco de conversación, ya que en apariencia pasaríamos una temporada trabajando juntos.

-A casa, pero debo apresurarme porque mi autobús sale dentro de unos minutos- dijo perdiéndose de vista, entre toda esa manada de alumnos que corrían de un lugar a otro.

-_-*-_-*

Los siguientes días fueron tranquilos. De vez en cuando charlaba con Yuu y bromeaba mucho con él. Era una persona cerrada, pero no pasó mucho para que me diera cuenta que estando con él, mis sensaciones eran totalmente diferentes a cuando estaba con el resto de la gente. Estando con él me sentía auténticamente feliz.

Era un chico de ideas bastante definidas y, como él mismo se auto-nominaba, de carácter difícil.  Siempre con su mayor adicción al frente, su computadora. Sin embargo, yo aprendí a quererlo tal cual era… lo consideraba una persona verdaderamente linda. Y, bueno, aunque por lo regular nos molestábamos o lanzábamos algún comentario sarcástico al aire o entre nosotros, sabía que él sentía aprecio por mí también.

Nunca lo decía, pero lo demostraba con actos. Siempre estuvo ahí para mi, dispuesto a escuchar lo patético de mi día a día. Evidentemente, al tratarse de un tema tabú para mi, no le relaté nada de mi familia o de la situación en la que vivía, y logré percatarme que él tampoco parecía querer hablar de la suya o de su pasado.

No le pregunté nada. Finalmente, no tenía derecho a hacerlo.

 

 

No me di cuenta cuando ocurrió, pero comencé a sentir algo distinto cuando me acercaba a él. Comencé a soñar en esos momentos donde estábamos juntos y él me abría parte de su vida y yo parte de la mía. Me  encantaba como me sentía a su lado y sabía, en cierta manera extraña, que él también se sentía distinto conmigo que con la mayoría de las chicas, por no decir todas. 

Incluso mi hermana me lanzó un comentario bastante extraño un día al llegar a casa. Me recibió con una sonrisa que de inmediato reconocí con el letrero de “chisme” y se acercó a mi.

-Shi… ¿tienes algo que contarme?- preguntó intrigosa. Yo, evidentemente no sabía que decirle, que responderle o cómo reaccionar.

-No…- dije dubitativa. Ella rodó los ojos y me comenzó a hablar como si tuviera retraso mental.

-Tontita… ¿Qué pasa con Yuu y contigo?

-Nada- dije extrañada. Era mi amigo, y a decir verdad un amigo bastante especial. Algo que no había tenido nunca… por fin tenía una persona verdadera en mi vida aparte de mi gemela. Alguien que no solo comprendía una mancha, ni era pasajera… era una persona de verdad, como contadas personas en mi vida.

-¿En serio?- preguntó, y luego agregó, con su tonito de “reclamo” por no decirle- Últimamente se han pasado todo el tiempo juntos. Creo que eres la única chica con la que habla y tu… bueno te ves feliz con él nee-chan. Hermosamente feliz.

-Solo es mi amigo nee-san. Lo quiero mucho pero solo es eso- aseguré y luego en tono conciliador- Sabes que tu eres a quien le diría primero esas cosas. Entre hermanas no hay secretos.

Sin embargo, pese a que quería creer fervientemente que eso era verdad, entendía que había algo en mi interior que comenzaba a crecer, lenta y paulatinamente, aunque yo me empeñara en cuerpo y alma en negarlo. Ni yo misma me lo aceptaría…

Atinadamente, hay quien dice que la verdad, no por negarse deja de existir. Eso, sin quererlo me ocurrió…

Habían pasado unos meses desde que comenzamos nuestra amistad, y cada vez que lo miraba quedaba totalmente hipnotizada por él. Lo escondía, por supuesto, pero me había dado cuenta que me estaba enamorando de él.

Amaba su carácter, tan diferente al mío en todos los aspectos, su sencillez, su objetividad, la forma tan directa como decía las cosas. Sobre todas las cosas… amaba como se comportaba a mi lado, y como me hacía sentir especial que con ninguna otra chica estableciera un contacto tan íntimo.

Al estar con él, me sentía libre… sabía que con él podía expresar todos mis pensamientos y no me catalogaría. Una de las cosas que más amaba de él era que tenía ideas semejantes a las mías en muchos aspectos. Era refrescante contar con él y saber que él podía contar conmigo de igual forma.

Salíamos juntos al cine o a comer de vez en cuanto. Nos contábamos algunos problemas que teníamos y poco a poco fuimos desvelando al maravilloso ser que él otro llevaba dentro. Éramos perfectos el uno para el otro. O eso creía yo…

Salimos de clases temprano, así que comenzamos a caminar a la parada del autobús. Lo notaba extraño por momentos demasiado callado y ausente. Comencé a pensar que tenía algún problema que necesitaba comentar conmigo, pero no quise preguntarle antes de que él estuviera listo para hacerme participe de lo que revolvía su cabeza.

-Oye Shi… necesito platicar de algo contigo.- dijo de golpe al ver que el autobús que yo debía tomar se aproximaba. Se escuchaba alterado… nervioso. Seguramente se me notó en la cara que me asustó saberlo así, por lo que sonrió levemente, como si estuviese apenado…

-Sabes que puedes hablar conmigo de lo que desees. ¿quieres ir a mi casa para platicar?- lo invité. A esas horas, mi hermana estaría en clases todavía… tenía clases vespertinas. Yuu negó con la cabeza.

-No… pero- agregó- vamos por un café.

No sabía qué  era lo que quería decirme, pero mi activa imaginación comenzó a pensar en muchas cosas. Sobre todo en aquellas palabras que ansiaba tanto escuchar. “¿Quieres ser mi novia?” o algo semejante. Si bien yo seguía actuando como su mejor amiga y escondía todo lo que podía mis sentimientos,  tenía todavía el deseo, o mejor dicho la ilusión, de que él sintiera lo mismo por mi que yo por él. Una sonrisa se dibujó en mi rostro…

Llegamos a la cafetería y tomamos una mesa alejada del resto. Yuu simplemente se veía con ojos ansiosos, que recorrían todos los elementos de la mesa y se paseaban con innecesaria curiosidad en la decoración de paredes y techo del local.

Yo, por mi parte, producto del nerviosismo o del simple reflejo de verlo tan disperso, comencé a jugar distraídamente con la cuchara que estaba recargada en la taza. Tenía la mirada baja y simplemente me preguntaba qué era lo que quería decirme…  me estresaba ese silencio.

Sin previo aviso, tomó mis manos entre las suyas. Estaban frías…

Intentó tranquilizarse un poco y encontrar las palabras para comenzar a expresar sus ideas. Se veía en su rostro que aquello que estaba a punto de confesar era extremadamente difícil. Hinchó el pecho para retomar el aire.

-Yuu…me estás poniendo nerviosa ¿te importaría decirme que tienes?- dije golpeadamente. No quería que mi voz sonara así, pero ese silencio lleno de dudas me corroía por dentro. Yo tenía la inocente ilusión de escuchar esas palabras tan dulces como la miel de su boca.

Aparentemente, mi comentario le hizo reaccionar y me miró a los ojos, profundamente.

-Shi… verás… no es fácil decirte esto. Eres muy especial para mi y por eso siento que puedo sincerarme contigo…- hizo una pausa. Yo apreté mis manos  en las suyas, intentando infundirle confianza.

-Yuu… sabes que puedes contarme lo que sea. Yo no voy a juzgar nada…

-Es que… es complicado. Se que esto puede y va a asombrarte mucho…- bajó la vista. ¿Por qué no podía conservarla directo a mi? ¿Acaso era algo tan grave?

-No importa cuán complicado sea. Sabes que te adoro y siempre tendrás mi apoyo incondicional…

Guardamos silencio. Yo lo miraba insistente a los ojos, que continuaban analizando la mesa, ausentes. Él, de pronto me miró, con renovado aire de valentía, ese furor de fortaleza. Presionó mis manos un momento, para soltarlas al tiempo que decía esas palabras que asesinaron todas mis esperanzas de tenerlo a mi lado más que como un amigo.

-…soy gay.

Mis brazos cayeron pesadamente sobre la mesa. No tenía idea de cómo reaccionar ante eso… tal y como él había dicho estaba sorprendida. Pero, no solo sorprendida por la declaración. Estaba teniendo una lucha interna por saber que sensación debía prevalecer en mi. Si el desasociego y las ilusiones rotas, o la felicidad plena por ser tan importante para él que me había compartido uno de sus mayores secretos. Estaba agradecida por él por haberme confesado eso, pero no podía reprimir esas lagrimas de desesperación, de saber que la persona a la que más amaba jamás me iba a ver más que como una amiga… más que como su mejor amiga.

Me recompuse casi al instante. Comprendí, en medio del caos que en ese instante reinaba tanto mi mente como mi estomago,  que quien importaba era él, no yo… no en ese momento. Ya podría llegar a llorar y desgarrarme las entrañas a mi habitación. Llorar de impotencia, de desilusión por saber que mis sentimientos no serían correspondidos.

Sonreí. Respuesta estúpida, pero no sabía que más podía hacer. Ahora fui yo quien tomó sus manos entre las mías, infundiéndoles un poco de calor mientras recuperaba su atención y lo miraba directamente a los ojos.

-Escucha… eres más importante para mí que nadie en este mundo, y me llena de orgullo saber que yo soy igualmente importante y me puedes confiar esto. Muchas gracias.- mi voz infundía esa tranquilidad, confort y alivio que yo realmente no sentía. Quería llorar a mares, quería esconderme en la seguridad de mi cama a deprimirme, sin embargo… en verdad estaba orgullosa de formar parte de su vida. Comprendía que debía ser extremadamente difícil para él compartir algo como eso conmigo.

Lo abracé para que no viera como corrían algunas lágrimas de emoción y desaliento por mis mejillas. Ya las limpiaría después…

-Shi… eres la persona más importante de mi vida, eso deberías saberlo a la perfección. Eres mi mejor amiga.

Esas palabras me dieron por primera vez un sabor amargo. Eran las últimas palabras que deseaba escuchar, sin embargo… sabía que era lo más a lo que podría aspirar.

Es difícil sonreír y fingir que no pasa nada cuando por dentro te estás desgarrando. Es difícil decirle a alguien que estás bien cuando realmente lo que quieres es ponerte a llorar en sus brazos. Sin embargo, no hay nada más difícil que aprender a callar, aprender a ser la mejor amiga, la incondicional, consejera y apoyo moral de la persona que amas. La única persona que sabes que no podrás tener jamás.

 

 

Notas finales: Bueno... agradecería que me dieran su opinión.

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