Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Makoto... historia de una adopción por chibiichigo

[Reviews - 7]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Hola!!! espero que les guste. Es un fic que me pone a pensar un poco...  espero que les guste

Notas del capitulo:

Hola. ¿como se forma una familia? esa fue la pregunta que me nació en ese momento. Creo particularmente que una familia se forma en el corazón. No es necesario que existan lazos de sangre... familia es esa microsociedad donde están aquellos que viven en tu corazón.

En mi caso... la parte de mi familia que más quiero ni siquiera tiene mi apellido. Son mis amigos y son esa microsociedad de la que les hablo.. de aquellas personas a quienes adoptamos en nuestro corazón y en quiernes confiamos incondicionalmente.

bueno... no tiene nada que ver con el fic pero ando melosa. 

Besos y espero que lo disfruten

Hoy les contaré la historia de Makoto…  posiblemente sea una historia corta, pero creo que necesito explicarles lo menos complejo posible todas esas cosas que ocurrieron cuando este niño hermoso, adorable y lleno de vida llegó a nuestra vida a llenarnos de amor.

Esto sin duda, puede servir como experiencia a muchos padres y madres o incluso a algún pequeño que no se dé cuenta que a pesar de no haber nacido de nuestras entrañas, fue igualmente esperado, igualmente ansiado y toda la vida será igualmente querido que un bebé biológico.

Gaara y yo nos casamos hace unos cuatro años… casi cinco. Nos conocimos, curiosamente, en un accidente de tránsito. Golpeó mi auto porque no frenó a tiempo al ver el alto… podría decirse que amor a primera vista o simplemente un poco de comicidad en la ajetreada vida de cualquier citadino que va llegando tarde al trabajo. Fuera como fuese, le invité por un café mientras llegaban los seguros para arreglar el problema.

Pero… bueno, ese incidente no viene a cuento en este momento.

Gaara y yo nos casamos. Ahí es donde la historia comienza oficialmente.

Los primeros años de nuestro matrimonio, fuimos una feliz pareja de dos. Salíamos al cine, teníamos muchas noches con amigos o simplemente tomabamos el auto y conducíamos hasta algún lugar alejado de la ciudad donde pudiéramos relajarnos un rato de todo el ruido y el estrés.  Así era como vivíamos, y puedo decir, sin temor a equivocarme que eramos verdaderamente felices.

Yo lo veía en los ojos de Gaara, podía sentir que lo necesitaba. Lo deseaba aunque no me lo dijera, y yo sabía… aunque no hiciera más que pensarlo, que sería un padre sensacional. Cada vez que estaba con el hijo de su hermana… parecía otro. Sus ojos se llenaban de ternura, de cariño y de una dulzura inexpresable. Ahí  fue que comencé a plantearme la idea de que posiblemente, a nuestra pequeña familia pudiera llegar otro integrante.

Lo planee durante muchos meses. Investigué agencias de adopción y todos los tipos que existían. Desde el programa de adopción abierta hasta los programas normales e incluso los de adopción internacional. Desde adoptar un bebé en el vientre de la madre hasta la adopción de niños en casas hogar y en casas cuna.   Todos sonaban bastante bien… especialmente porque conforme empezaba a indagar y a adentrarme en ese mundo, hasta entonces desconocido, un poco de esas ideas de paternidad se iban impregnando en mi mente y, sobretodo, en mi corazón.

Cada vez que estaba trabajando en casa, me sentía tentado a entrar a alguna pagina de internet para ver la cara de alegría de esos angelitos. Sin embargo, cada día era más cuidadoso de no ser descubierto hasta el día crucial en que quería desvelarle la sorpresa a mi amado esposo. El día de nuestro tercer aniversario de casados.

Fuimos a cenar al restaurant italiano donde le había propuesto matrimonio. Era una especie de tradición… simbolizando que ese día habíamos comenzado a formar nuestra pequeña familia.

Las cosas pintaban de lo más tranquilas. Descorchamos un vino tinto y comenzamos a charlar.

-Te quiero dar tu regalo  ahora- fue lo único que le dije para captar su atención. Él se inclinó hacia adelante en la mesa, dejando ver como sus cabellos color rubí combinaban perfectamente con sus inaguantablemente bellos ojos y su marmolea piel. Se veía… ilusionado, pero quería disimularlo.

-pensé que habías olvidado que era hoy nuestro aniversario- dijo él. Era una costumbre darnos nuestros regalos por la mañana, pero yo había decidido dárselo al final del día. Se lo había dicho la noche anterior, pero sabía que Gaara pensaría que lo había olvidado.

-Llevo demasiado tiempo planeando tu regalo como para olvidar dártelo el día indicado, Manzanita- sonreí amablemente mientras él hacía gesto de enfurruñamiento.

-No me digas “manzanita” Sasuke… sabes que no me gusta- sonreí con descaro, mientras él me miraba altanero- Dame ya mi regalo… esposo.

-De acuerdo… pero cierra los ojos y dime que es lo que más deseas en este mundo…

-No te lo diré porque… no se volverá realidad.

Mientras tanto, yo saqué una pequeña bolsa de envolver y se la puse entre las manos. Él, como siempre impaciente, la abrió y sacó lo único que había puesto en ella… una nota

Valido por un bebé”

Se quedó mirándome desconcertado, sin entender nada pero sin esconder su emoción tampoco. Parecía un niño pequeño, y yo sentí deseos de abrazarlo en ese instante.

-Gaara… cuando nos casamos te prometí hacerte el hombre más feliz de la Tierra.- tomé su mentón con una mano- Y sé que esto es lo que más quieres…dejame mostrarte que los deseos si se vuelven realidad.

Sus ojos comenzaron a llenarse de lagrimas de emoción. Parecía tan…indefenso en ese momento que no atinaba a que hacer. Quería besarlo, pero no sabía si era el momento adecuado para hacerlo… lo siguiente que sentí fue un ferreo abrazo de su parte.

-Gracias… - fue lo único que farfulló. No necesitaba decir nada más.

 

Y así comenzó nuestra travesía. Pasamos mucho tiempo viendo las agencias de adopción que ya había investigado. Llenando formularios para ver si aplicábamos para adoptar y sobretodo…esperando.

Esperamos mucho tiempo… casi el suficiente para hacerme perder la esperanza de lograrlo alguna vez. Pero…con una de esas miradas de Gaara cada vez que veía una cuna, un juguete o cualquier cosa, bastaba para que las fuerzas volvieran a mí.

Una mañana, justo antes de que yo me fuera al trabajo, sonó el teléfono.

Era la agencia. Nos habían elegido como candidatos de adopción…

No recuerdo si grité de emoción o si solo entré en un colapso nervioso, porque lo siguiente que recuerdo fue entrar en ese lugar, acompañado de Gaara  que temblaba como gelatina.

Esos minutos en la sala de espera me iban a volver loco… quería irrumpir en esa salita y ver el perfil de mi hijo.

No pasó mucho tiempo antes de que nos pasaran a ver lo que sería nuestro pequeño. Era un niño de ascendencia franco-oriental. Realmente era hermoso y tenía unos rasgos tan finos y dulces que me resultó imposible no enamorarme de él en ese mismo instante.

Podía ver como a Gaara le pasaba lo mismo, ya que miraba embobado la fotografía sin siquiera escuchar lo que la encargada tenía que decirnos.  A decir verdad… yo tampoco escuché mucho.

Veía el perfil de mi hijo. Makoto. Dos meses. Su madre había muerto al dar a luz y vivía en una casa de cuna en Okinawa. Los demás datos eran de vacunación. Cuanto había pesado al nacer y esos datos. Pero la foto… la foto me tenía cautivado. No podía comprender como alguien tan pequeño e inocente había pasado por tantas desgracias al momento de nacer.

Volteé a mirar a Gaara y sonreí. Seguramente era porque había nacido para ser nuestro hijo. Para que le llenáramos de amor y de cariño… para que nos ayudara a formar una familia.

Lo que dijo la señora al final de la reunión… bueno eso era realmente lo único que importaba de todo lo que había estado parloteando. Nuestro hijo llegaría en un par de semanas, tan pronto se arreglaran los trámites burocráticos obligatorios de Japón.

 

Gaara sufrió un cambio tramático durante ese par de semanas. No dormía, o si lo hacía llamaba al bebé en sueños. Se pasaba en día entero en la habitación que habría de ser de Makoto, pintándola, metiendo ropita, que luego sacaba para lavarla o doblarla y desdoblarla para meterla de nuevo en su sitio. Cambiaba la cuna de lugar, o la mecedora… o cualquier cosa que estuviera al alcance de su mano.

Se veía emocionado en exceso, así como me encontraba yo, pero se malpasaba y estaba demasiado fatigado incluso como para prestar atención a lo que fuera.

-Gaara- lo reprendí una de las noches en que lo vi a las cuatro de la mañana acomodando los muñecos y los peluches del niño, que había reorganizado apenas unas seis horas antes. – Ve a dormir en este momento. Piensa que una vez que nuestro pequeño esté aquí no dispondrás de mucho tiempo para hacerlo.

-No puedo, Makoto llegará en tres días y su cuarto está hecho un desastre…

No me dejó más opción… le di una pastilla para dormir en contra de su voluntad. No quería que cayera enfermo o que se agotara el día que llegara.

 

Pareciera que cambiamos los papeles. La noche anterior a que el niño llegara, acompañado de una de las enfermeras de la casa-cuna de Okinawa, yo no podía dormir ni por accidente. Comprendí un poco la manía de mi marido por tener todo arreglado.

Curiosamente, cuando quieres que todo sea perfecto, comienzas a ver defectos en todos lados… y esa noche fue el turno de las mamilas, que no estaban lo suficientemente esterilizadas después de siete veces ese día que Gaara lo había hecho. Una más no sería problema…

 

Finalmente, llegó el día tan ansiado como temido. Veía en los ojos de Gaara que pensaba exactamente lo mismo que yo… ¿Y si no éramos buenos padres? ¿Y si la visitadora de servicios sociales no nos concedía a nuestro bebé porque creía que éramos extrañamente obsesivos? Mi mente estaba hecha un desbarajuste en ese momento.

En la camioneta, rumbo al aeropuerto, ninguno de los dos hablaba. Supongo que era más fácil dejar la música inundar nuestros sentidos en vez de atrevernos a ser participes del nerviosismo y los miedos del otro…

Sala de espera. Gente pasando. Anuncios por altavoz imposibles de comprender.

El aeropuerto cumplía con su rutina diaria. Parecía que para ellos era un día normal, cuando yo quería gritar a los cuatro vientos que todos debían presenciar como veía por primera vez a mi hijo. Ese niño que se había transformado en la razón de mi existir hacía casi 2 años. Sin incluso haber sido concebido, se había vuelto el niño más deseado del universo entero y espacios anexos.

Dentro de lo que cabe, nuestro hijo había sido tan deseado como si hubiera nacido de alguno de nosotros dos… de nuestras entrañas.

Los segundos parecían horas, y por cada minuto que pasaba yo sentía los pies más pegados al piso y el corazón con más ganas de correr a abrazarlo. Ir volando al avión en ese momento para verlo… para entregárselo a Gaara y ver esa sonrisa en sus ojos al ver cumplido su más grande sueño. Nuestra familia.

Esperamos pacientemente. No se como lo logramos, pero mantuvimos la cordura el tiempo suficiente como para asimilar que pronto tendríamos a nuestro adorado, esperado y ansiado hijo en brazos y jamás nos separaríamos de él.

Y así… así fue como lo vimos por vez primera. Bajando a la sala de espera junto con su enfermera, cubierto en cobertores  y en los brazos de la chica que se había vuelto la portadora de un sueño.

Vi la cara de mi esposo. Los ojos aguamarina de Gaara estaban desbordando lagrimas de alegría. Estaba conmovido y emocionado por ver a su hijo, a su deseo más grande por primera vez. 

Lo tomó en brazos. Se veía tan frágil que temía se fuera a romper. Era tan… pequeño. Se veía más hermoso que en la foto, que a comparación de Makoto real, era un dibujo hecho por un niño de dos años en blanco y negro. Esa calidez, la inocencia y la necesidad de amor que imprimía con solo verlo… no tenían precio.

Mi amado pelirrojo me lo entregó después de unos momentos, sin ocultar el dolor que le procuraba separarse de su bello regalo de la vida así fuera sólo por unos instantes…

Me dio miedo romperlo si no lo tomaba de la manera adecuada. Que si momento de agarrarlo mi sueño se desvaneciera… pero también comprendí la vida en ese momento. Entendí que a partir de que lo ví por primera vez, no en persona, sino en la foto, yo me había convertido en responsable de esa pequeña vida que apenas comenzaba a florecer. Que en mi quedaba el educarlo correctamente,  amarlo y cuidar de él para toda la vida…

También, me di cuenta que él sí había nacido de parte de las entrañas de Gaara y mías… había nacido en nuestro corazón. Y era un lugar de donde nunca saldría. Ahora él formaba parte de nuestro órgano más vital… de ese pequeño lugar en el pecho donde habíamos guardado todas las esperanzas de conocerlo finalmente. Jamás dándolo por perdido… luchando día a día porque todo fuera perfecto para él.

Y así es como formamos nuestra pequeña familia de tres.

De eso hace poco más de un mes… desde entonces Makoto ha crecido. Sigue durmiendo todo el día y llorando toda la noche. Luciendo como un ángel e iluminando nuestra casa a cada instante.

Dentro de una semana cumpliremos cinco años de casados. Será la primera vez que nuestro hijo visitará ese restaurant donde formamos las dos ideas más importantes de nuestra vida. Nuestro matrimonio y nuestro hijo.

Ahora somos una familia entera… y no hay día que no le de gracias a la vida por ello.

 

 

 

 

 

Notas finales:

espero que les haya gustado. dejenme reviews bonitos va?

besos


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).