-¿En donde esta Cocolove?- pregunto Hao entrando a la cocina. Había decidido darse un baño y hacer que su erección se fuera (por un rato).
-Esta con Hanna en el patio- contesto Horo preparando el desayuno.
-¿Qué quería?- quiso saber Hao acercándose por atrás a Horo.
-Pues dice que estaba de paso y quería saludar- Horo vio a Hao con cara desconfiada. Chocolove quería algo.
Hao tomo la barbilla de Horo y le planto un beso sin importarle en donde estaban.
-HAO- grito el peliazul empujando levemente al otro.
-Nadie nos está viendo- repuso Hao agarrando las manos de Horo y aprisionándolo contra el refrigerador (¿y la comida?) (Bien gracias).
-Hao- murmuro Horo intentando zafarse de Hao.
POV Hao
-Te amo- susurre en su oído.
-Hao- su voz se volvió suave e insegura.
-Te amo- repetí esperando alguna respuesta de parte de el otro, aunque sabia que iba a ser un poco difícil que me lo dijera tan fácilmente.
-Hao, yo…- su voz se hizo un susurro.
-¿Sí?- pregunté alentándolo a que siguiera.
-Yo…-
No podía esperar más. No aguantaba la incertidumbre de saber si me amaba o no. No estaba seguro de si sentía lo mismo por mí. Pero eso no me detuvo en ningún momento anterior, así que pase por alto el punto, a pesar de desear con todas mis fuerzas que Horo me amara.
-Te amo- le dije tomando su barbilla y besándole los labios.
Mis labios se movieron insistentes en busca de una respuesta de Horo. Sentí una desilusión al sentir que Horo me pegaba en la rodilla.
-¿Qué te pasa?- le dije separándome de él.
-Tío- la voz de Hanna hizo que me tensara por unos segundos.
-¿Qué pasa?- le pregunté volteando a verlo.
-Juega conmigo- me pidió corriendo hacia mí.
Lo agarre de la cintura y lo alcé.
-¿No estás jugando con el moreno?- pregunté dejando que me rodeara con sus brazos el cuello.
-Pero es aburrido. Tío es más divertido- Hanna recargo su cabeza en mi hombro y sentí cómo agarraba un mechón de mi cabello.
-Chocolove- dijo espantado Horo viendo a la puerta de la cocina.
-Ho…ola- Vi al moreno ése y me aguante la risa. Estaba todo sucio de lodo y tenía golpes por todos lados. No eran graves pero le había quedado marca.
-Cocolove no aguanta- la voz de Hanna sonó burlona.
-Hanna- dijo Horo con una gota en la cabeza.
-Ese es mi sobrino- murmure dándole un beso en la mejilla.
*****
-Len- la voz dulce de Jun resonó en toda la estancia.
-Estoy ocupado- dijo molesto mi chino favorito.
-Tienes que comer algo- Jun volvió a golpear la puerta para que Len le abriera.
-Al rato- respondió el pelivioleta suspirando cansadamente.
-Len- la voz de Jun sonó enojada- Tienes que comer algo- su voz se volvió autoritaria.
-No quiero- contesto Len haciendo pucheros.
-DEJA DE ESTAR DEPRIMIDO POR HORO- (Bueno, como podrán ver…) Jun se desespero por la actitud de su hermano.
-NO ESTOY DEPRIMIRDO POR ÉL- respondió Len abriendo de golpe la puerta del cuarto.
Jun sonrió triunfante. Sabia que la única forma se hacer que Len saliera de ese cuarto, era metiendo a Horo en la platica. Claro que se preocupaba por su hermano. Pero cuando tienes un hermano que es terco, la única forma de hacer que salga de su encierro era hablar de la persona a la que amaba con toda su vida.
-Ahora, come- Jun le tendió una bandeja con comida a su hermano y después se fue caminando tranquilamente.
-Que fastidio- dijo Len entrando de nuevo a su cuarto.
Se sentó en el sillón y comenzó a picar la comida. El hambre lo vencía y lo sabía. Sabia que necesitaba algo en su estomago, sabia que debía de comer algo. Tenia que seguir vivo (no me refiero a que se fuera a matar, simplemente se iba a morir de hambre por no dejar de pensar en Hao y Horo. Estos ukes deberían de pensar en otras cosas Jajaja).
El pelivioleta dejo la bandeja en la mesa que estaba a su lado y se fijo en la carta que había ahí. No recordaba haberla visto en algún momento, no recordaba cuando y cómo había llegado hasta ahí. Pero no le intereso eso y la abrió.
-Silver se casa- murmuro sorprendido.
Vio la fecha que decía en la carta y luego vio un calendario. Tenía tiempo de sobra para poder pensar en que llevar. Lo que le importaba en esos momentos era saber si Horo iba a ir.
****
Mientras tanto un peliazul, un pelilargo, un peli esponjado y un niño estaban sentados en la mesa desayunando. El único que disfrutaba del desayuno era Hanna que no tenia ninguna preocupación aparate de jugar con su tío.
-¿Saben de la boda de Silver?- dijo de pronto Chocolove viendo su comida cómo si fuera lo más interesante de la vida.
-¿Silver se casa?- preguntó sorprendido Horo.
-Sí, dentro de unos días- Horo vio a Hao y luego vio Chocolove.
-Genial, podre ver a Len- dijo contento el peliazul sonriendo.
Hao se levanto molesto y le dirigió una mirada asesina al peliazul.
-Vamos Hanna- dijo abriendo la puerta y siendo seguido por un castañito.
-Tío, vamos al parque- pidió el niño tomando de la mano al Asakura mayor.
-Claro- respondió Hao golpeándose mentalmente. No tenía ninguna razón para enojarse con Horo. Sabía que amaba a Len, sabía que debía de extrañarlo, sabía que Horo deseaba estar con Len, pero no podía dejar de pensar en eso. Él quería ser el que estuviera en los pensamientos de Horo, quería ser él quien estuviera siempre al lado del peliazul. Pero ahora lo veía un poco difícil.
Hao y Hanna llegaron al parque en cuestión de minutos. El pelilargo dejo que su sobrino corriera un rato, hasta que él decidió jugar con el menor. Tenía que distraerse de alguna forma.
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-¿Qué le ocurre a Hao?- pregunto Chocolove sentado junto a Horo en la sala.
-No lo sé- respondió el peliazul frunciendo el ceño.
No entendía lo que le pasaba al otro, realmente le costaba trabajo entenderlo. Pero por alguna razón había querido ir detrás de Hao cuando salió, y ahora no sabía en donde estaba. Eso le preocupaba un poco, no es que desconfiara de Hao, sabía que cuidaría de Hanna pero sentía algo un poco extraño.
-¿Van a ir a la boda?- pregunto Chocolove después de un rato de silencio.
-No creo que Hao quiera ir, no se lleva bien con Silver, y yo no lo sé- respondió el peliazul viendo el cielo. Tenía muchas ganas de ir, quería ver a Len, pero no quería dejar a Hao solo.
-Horo, el teléfono- Chocolove golpeo levemente a Horo en la cabeza, que parecía estar muy distraído.
El peliazul se levanto y tomo el teléfono.
*******
-Marco, tengo que dormir- la voz de Lyserg sonó confidente.
-Nadie te lo impide- respondió el güero acariciando los cabellos del otro.
-Marco, deja de hacerme eso- murmuro el peliverde soltando un gemido.
-Pero es mi forma de pagarte- contesto Marco pasando sus manos por la espalda del otro.
-Marco, mañana le seguimos. Tengo que despertarme temprano- Lyserg intento levantarse pero Marco lo empujo de nuevo contra la cama.
-Yo te despierto- susurro Marco en el oído del peliverde.
-Ahhh, Marco- Lyserg se mordió el labio en demostración de placer.
-Ves, lo disfrutas- Marco volvió a tocar ese lado en donde Lyserg sentía placer.
El peliverde volvió a gemir levemente dando un reforzador a la afirmación de Marco.
-Marco, de…tente- pidió el peliverde logrando hacer que Marco lo soltara.
-Pero todavía no acabo el masaje- rezongo el güero levantándose de la cama.
-Mañana puedes seguir. Tengo que dormir- Lyserg saco unas cobijas del armario y las coloco en el suelo a manera de cama.- Ahora necesito descansar, y si no me dejas puedes ir a buscar otro lado- Lyserg muy decididamente movió a Marco de su cama y se metió a ella.-Hasta mañana- dijo tapándose y acomodándose en la cama para dormir sabrosamente.
-Hasta mañana- respondió Marco besando la mejilla de Lyserg y acomodándose en el suelo.
Lyserg agradeció que Marco no se hubiera dado cuenta del sonrojo que lo invadió cuando sintió los labios del mayor en su mejilla.
El peliverde se durmió pensando en si Marco tendría suficientes cobijas.
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-Len, vas a ir- la voz de Jun sonó autoritaria.
-Si no va Horo, yo no voy- respondió Len cruzándose de brazos.
-No me importa si él va, tú tienes que ir- dijo Jun viendo a su hermano de forma amenazante.
-No- dijo Len respondiendo a la mirada de su hermana.
-Len- la voz de Jun se volvió atemorizante, alrededor de ella se formo un aura asesina y Len empezaba a perder las esperanzas de faltar a la boda si no iba Horo.
-Está bien- dijo en voz baja volteándose.
Jun sonrió y dejo a su hermano en paz, por unos días.
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-Annita, quiero ir- rogaba Yoh arrodillado a lado de su esposa.
-No Yoh, ya te lo dije- Anna tenía una vena saltona en la frente, quedaría viuda en poco tiempo.
-Annita- lloraba un pobre castaño- ¡¡Hao se va a divertir y yo no!!- Yoh se hizo bolita en una parte del patio, llorando su suerte.
Anna vio a su esposo y por primera vez, no quería golpearlo por lo que había dicho.
-¿Quién dijo que Hao podía ir?- pregunto Anna levantándose de su asiento y caminando al teléfono.
Yoh se levanto de su lugar y siguió a su esposa. Por primera vez sentía que se hacía justicia en la vida.