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¿Niñera? ¡¡Dirás supernanny!! por devil may cry

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Notas del capitulo:

Vale, no me gusta nada, es una porquería, pero hoy no he dado a más... lo siento, el próximo será mejor, ¡lo prometo! Ò_Ó

 

 

Capítulo 5: luces, cámara y acción…

 

Era un nuevo día en Konoha. Los jóvenes se preparaban para ir al colegio y algunas de las madres se desesperaban porque sus hijos no se levantaban, y no eran las únicas…

 

 

- ¡¡Narutoooo!! –gritaba Itachi desde el otro lado de la habitación del rubio. - ¡¡Naruto por el amor de Dios, despiértate de una vez!! –aporreaba la puerta. -¿Rubiales? Voy a entrar… -dijo abriendo la puerta lentamente.

 

 

Itachi entró en la habitación. Estaba totalmente a oscuras, pero gracias a la luz que entraba por la puerta abierta de par en par, se podían distinguir más o menos bien todos los objetos de la habitación, por lo que el bulto en medio de la cama le era totalmente visible. El moreno se paró en frente de la cama, enfadado, por haberle hecho entrar en una habitación con olor a adolescente encerrado.

 

Justo cuando iba a retirar las sábanas y mantas que tapaban el gran bulto, escuchó unos sollozos y se paró en seco. Se asustó. Retiró lentamente las sábanas y se quedó petrificado, sin saber qué hacer. Naruto estaba encogido, rodeándose las piernas, también encogidas, con ambos brazos. Sollozaba medio ido, balbuceando Dios sabe qué cosas. Temblaba. Itachi se sentó junto a él y le abrazó como pudo. Naruto se asustó y se sentó rápidamente. Intentó deshacerse del abrazo del moreno con fuerza y gritando.

 

 

- No me hagáis daño por favor, no… -lloraba con más fuerza –por favor, no me hagáis daño…

 

 

Repetía la misma frase todo el rato. Itachi, sin saber qué hacer le abrazó con fuerza intentando que el rubio dejara de pegarle. Intentó calmarle diciendo;

 

 

- Naruto, soy yo, tranquilo, no voy a hacerte daño… -decía asustado- Tranquilo, no voy a hacerte daño, soy Itachi, soy yo…

 

 

Se miraron a los ojos, e Itachi abrió los suyos sorprendido. El rubio le miraba con miedo, un fuerte e intenso miedo mezclado con ira y dolor. De repente, Naruto bajó la mirada, le abrazó y lloró fuertemente en su pecho. Itachi le apretó fuerte contra él.

 

Sin previo aviso, el rubio se separó y se levantó de la cama. Fue directamente al lavabo y se encerró en él. El moreno se quedó sentado, anonadado por lo ocurrido. Decidió llamar a Deidara, el rubio mayor tenía que saberlo. Se levantó algo incrédulo aún y fue directo al piso inferior.

 

 

- ¿Dónde está mi desayuno? –preguntó enfadado Sasuke, abordándolo al pie de las escaleras.

 

- Naruto se está duchando. –respondió secamente el mayor pasando al comedor.

 

- ¿Eso significa que tengo que preparármelo yo? –preguntó más molesto aún y frunciendo el ceño en la puerta de acceso a la sala.

 

- Eso significa. –acabó cogiendo Itachi el teléfono y marcando el número de teléfono que se sabía de memoria.

 

 

Sasuke le miró cabreado, y decidió ir a visitar al rubio para ordenarle que preparara su desayuno. No podía ir sin comer al instituto, y hoy no tenía ganas de incendiar su casa. Iba subiendo las escaleras cuando a Itachi le contestaron en la otra línea del teléfono.

 

 

- Mnh… ¿Dígame…? –preguntó un somnoliento Deidara.

 

-  Oh, lo siento Dei, no recordaba la diferencia horaria…

 

- ¿Itachi?... –dijo acabando de despertarse- ¡Son las tres de la mañana! ¿Puede saberse qué quieres? –dijo bastante enfadado.

 

- Lo siento, aquí son las siete…

 

- Maldito seas tú y toda tu raza de estúpidos idiotas que… -seguía despotricando el rubio hacia la raza de Itachi.

 

- Naruto estaba llorando cuando he ido a despertarle y me ha pedido por favor que no le hagamos daño yo  y mis compañeros imaginarios.

 

- … -Deidara calló de repente.

 

- ¿Puedes explicarme qué coño pasa? –dijo poniéndose una mano en la cintura mirando, enfadado, la pared.

 

- Verás… -empezó pausadamente –Puede que haya olvidado, sin querer… –remarcó la aposición– comentarte que Naruto sufre pequeños episodios de pánico por las mañanas…

 

- ¡¿Qué?! –exclamó enfadado– Pues  sí, se te olvidó –dijo con los dientes apretados.

 

- Lo siento, yo…

 

- ¿Y qué puedo hacer al respecto? –le cortó.

 

- Pu-pues nada. La verdad es que el psicólogo nos dijo que no se puede hacer nada. Al parecer por las noches sufre pesadillas constantes que aceleran su pulso cardíaco, y por las mañanas suele entrar en una especie de trance que le hace revivir aquella noche.

 

- ¿Aquella noche? –preguntó curioso.

 

- La noche en que… -pensó antes de responder- … le hicieron daño.

 

- Ya… oye… ¿qué pasó con vuestros padres? –preguntó seriamente.

 

- … Yo-yo ya te lo conté, tonto –dijo con la voz temblorosa.

 

- Ya, el accidente de coche. Una buena tapadera.

 

- No sé de qué me hablas… -cerró los ojos asustado. El teléfono le temblaba en las manos.

 

- Deidara… “por favor, a mis padres no Hikari, por favor, a mis padres no, mátame a mí….”, ¿un accidente de coche? –preguntó cerrando los ojos con dolor.

 

- Yo… -Deidara rompió a llorar al otro lado del teléfono –Itachi por favor, no te metas en esto. –le temblaba la voz –Recuerda que Naruto no sabe lo que hace cuando está en trance, así que no lo recordará.

 

- Espera, Deidara no… -exclamó Itachi agarrando con fuerza el teléfono.

 

 

Tut-tut tut-tut tut-tut…

 

Deidara había colgado el teléfono, pero Itachi no desistió y volvió a llamarle. Para su mala suerte, el rubio había apagado el aparato. El moreno colgó el teléfono y se dejó caer en el sofá. ¿Qué demonios estaba pasando?

 

 

oooooooOOOooooooo

 

 

- ¿Naruto? –preguntaba Sasuke enfadado, aporreando la puerta de la habitación del rubio. –Voy a entrar… -avisó antes de su incursión.

 

 

Sasuke entró abriendo la puerta de par en par y se quedó parado en la puerta, mirando. El rubio estaba de pie, junto a su cama, con una toalla larga atada en la cintura, cayéndole grácilmente hasta unos pocos centímetros antes de los tobillos. Se hallaba de espaldas, secándose el pelo con otra toalla más pequeña. Se giró y vio a Sasuke. Se asustó y se le cayó la toalla con la que se secaba el pelo. Le miró enfadado y giró su cuerpo hacia él.

 

 

- ¿Qué demonios crees que haces irrumpiendo de golpe en mi habitación, Sasuke? –dijo cruzándose de brazos. Se miró la mano derecha al notar que no tenía su muñequera y abrió los ojos. Escondió el brazo tras su espalda y frunció el ceño mientras buscaba su negra y querida muñequera.

 

- ¿Qué haces? –preguntó el moreno extrañado y molesto–. ¿Por qué escondes tu mano? ¿Qué tienes? –dijo acercándose.

 

- ¿A ti qué coño te importa idiota? –dijo enfadado cogiendo la muñequera que estaba tirada en el suelo, un poco escondida bajo su cama.

 

- Tranquilito, ¿eh? No hace falta que te pongas tan borde. –dijo enfadado cruzándose de brazos el mayor.

 

- Habló Mr. Simpatía. –habló sarcásticamente el rubio.

 

 

El moreno le miró, cogió la puerta y salió de la habitación dando un portazo.

 

 

- ¡Quiero mi desayuno! –exclamó cansado Sasuke.

 

- ¡Largo! –se oyó al otro lado de la puerta.

 

- Tsk…

 

 

El moreno bajó las escaleras airado, dando pasos fuertes y mirando por donde pisaba. Seguramente por eso no llegó a percatarse de que Itachi estaba al pie de las escaleras y chocó contra él. Se miraron, y como ambos estaban enfadados…

 

 

- ¡¿A ti qué coño te pasa ahora?! ¡¿Por qué rayos no miras para el frente?! –chilló Itachi colérico.

 

- ¡¿Perdona?! ¡Eres tú el gilipollas que se para en medio de las escaleras para mirarme! ¿¡Es que te gusto o qué!? –dijo golpeando la pared.

 

- ¡Oye estúpido! ¡No des golpes en la pared o la romperás! ¿¡O es que acaso la vas a pagar tú!? –dijo acercándose al menor y dándole un empujón que hizo que cayera de culo en las escaleras.

 

- ¡Serás idiota! –se levantó– Muy bien, no golpearé la pared. –le miró y le atestó un puñetazo en la mejilla derecha.

 

 

Itachi retrocedió unos cuantos pasos del impulso causado por el golpe y se tocó la zona afectada con su mano derecha. Le miró furioso y le devolvió el golpe en el mismo lugar donde él había recibido. A partir de ahí, la cosa se desmadró y se pusieron más violentos que nunca. Estaban furiosos, y se pegaban mutuamente. Ni siquiera intentaban esquivar los golpes del contrario, simplemente atacaban.

 

Naruto, al escuchar los fuertes golpes provenientes del piso inferior, se asustó y salió corriendo de su habitación para ver qué estaba pasando. Bajó las escaleras lo más rápido que pudo, y una vez abajo, vio pequeñas gotitas de sangre en la moqueta y se asustó aún más. ¿Es que habrían entrado a robar? Se puso a temblar y siguió el rastro de sangre hasta el comedor. Una vez allí vio a esos dos estúpidos hermanos pegándose mutuamente y pasó de estar asustado a estar enfadado.

 

 

- ¿¡Puede saberse qué coño estáis haciendo!? –exclamó intentando separarlos–. ¡¿Os habéis vuelto locos o simplemente sois estúpidos?!

 

- Tú cállate criajo… –dijo Sasuke parando un momento– Todo esto es culpa tuya… –hablaba apenas perceptiblemente por el  cansancio.

 

- Sí Naruto… –jadeaba el mayor– Si no hubieras venido no nos estaríamos peleando…

 

- ¿Q-qué? –preguntó Naruto confundido– ¿Puede saberse qué… qué he hecho yo para que os peleéis… bueno, así? –retrocedió unos pasos.

 

- ¡Pues venir! –exclamó el menor.

 

- Es que esperas que nos traguemos tu comportamiento y no digamos nada al respecto, pero ya cansa un poco. –dijo Itachi mirándolo enfadado.

 

- Sí, esperas que pasemos por alto lo borde que estás y tu chulería, pero lo cierto es que jode mucho…

 

- … -Naruto se irguió y les miró lo más dignamente posible, pues las lágrimas amenazaban con salir– Muy bien, entonces me marcho y se acabó todo, ¿no?

 

- … –ninguno de los dos dijo nada.

 

- Perfecto… –cayó tristemente una lágrima por su mejilla izquierda– Pues hasta nunca.

 

 

El rubio salió corriendo del comedor y fue directamente al garaje exterior. Cogió su moto y su casco y salió de allí lo más rápidamente posible. No podía parar de llorar. Sólo podía pensar en la respuesta a su pregunta. ¿Es que no lograría nunca poder encontrarla? ¿Para qué había venido a este mundo? Únicamente traía problemas. A su hermano le molestaba y por eso le había llevado con esos dos Uchiha, pero ellos tampoco le soportaban. ¿Qué haría ahora? ¿A dónde iría? Sólo encontró una única solución que pasó por su mente un solo momento. ¿Y si ya era hora de marcharse… para siempre del mundo?

 

 

oooooooOOOooooooo

 

 

- Mierda –maldijo Itachi- ¿A dónde coño habrá ido? Joder…

 

- … Puede que… nos hayamos pasado un poco… –admitió Sasuke.

 

- ¿Un poco? ¿¡Un poco, Sasuke!? –se levantó el mayor del sofá- ¡Un poco dice! Dios, ¡un poco más y casi le decimos explícitamente que se vuelva por donde ha venido porque aquí no vale una mierda!

 

- Itachi… eso es exactamente lo que le hemos dicho pero con otras palabras. –le miró con cara de mala ostia y perdiendo la paciencia.

 

- Oh… ¡¡¡Mierdaaa!!! –se puso como loco –Mierda, mierda, mierda, mierd-… ¡Deidara! –cayó en que él podría ayudarles– Espero que tenga el teléfono encendido… –cogió el teléfono de casa y marcó el número de Deidara.

 

- Iré a buscarle mientras, cuando sepas algo llámame. –dijo Sasuke cogiendo su chaqueta y sus llaves para salir seguidamente a buscar su Mercedes.

 

 

Para la suerte de Itachi, el rubio tenía el teléfono encendido, sólo hacía falta que contestara. Pero no lo hizo. Itachi persistió y le volvió a llamar. Esta vez, el rubio sí que cogió el teléfono.

 

 

- Mmmnh… –el suspiro fue más largo que la vez anterior- ¿Quién coño es ahor-…?

 

- Dei, lo siento y sí –dijo antes de que el rubio le cortara– son las cuatro de la mañana donde tú estás, pero tengo un grave problema…

 

- Pues lo hablamos luego estúpido –dijo bostezando –a este paso no voy a dormir en toda la maldita noch-…

 

- Naruto ha desaparecido –dijo cerrando los ojos fuertemente al saber lo que se avecinaba.

 

- …

 

- ¿D-Dei? ¿Deidi, estás ahí? –preguntó con miedo.

 

- ¿¡QUE NARUTO HA DES-…!? ¿¡QUE QUÉ!? –exclamó colérico el rubio despertándose de golpe–. ¡¡¿Qué quieres decir con eso?!! –se levantó de la cama y empezó a vestirse con una sola mano, pues con la otra sujetaba el teléfono.

 

- Lo- lo siento Dei, es que hemos tenido una discusión y… bueno le hemos dado a entender, sin querer, que es un… bueno; un estorbo y… ha dicho que no nos preocupemos, que iba a desaparecer. Y eso ha sonado un poco a “me voy a suicidar”…

 

- No… no, no, no, no, no, no, no… ¡¡Otra vez no!! –cogió su monedero y un bolso y empezó a meter ropa en él.

 

- Deidara, ¿qué haces? –dijo Itachi sin saber el motivo de aquel estruendo al otro lado de la línea.

 

- ¿¡Tú qué crees que hago estúpido incompetente!? –dijo soltando por un momento el bolso– ¡¡Pues ir para allá!! –cogió el bolso, lo cerró y se guardó la cartera en el bolsillo del pantalón. Cogió las llaves del coche y del apartamento y cerró el piso con doble seguro. Picó al ascensor y esperó impacientemente.

 

- Lo siento, yo… -intentó hablar el moreno.

 

- ¿Lo sientes? ¿¡Lo sientes!? ¡Eres un inútil! Te envío a mi hermano para que me lo cuides, ¿y qué haces tú? ¡Pues decirle que es un estorbo! ¡¡Sabes lo emocionalmente inestable que es!! –subió al ascensor.

 

- Yo… no creí que se lo tomaría así, ¡no sabía que reaccionaría de esta manera! –intentó defenderse, sintiéndose completamente culpable.

 

- Tú no lo entiendes –rompió a llorar cuando llegó al garaje para coger su coche– No lo entiendes, de veras… es capaz de suicidarse en serio, encontradle por favor… por favor –rogaba en llanto.

 

- Deidara tranquilo, no creo que se atreva a suicid-…

 

- ¡Cállate! No lo entiendes… -lloró más fuertemente. Puso el manos libres y se dispuso a dirigirse al aeropuerto– Itachi, ya lo ha intentado otras veces…  

 

- ¿Que qué? ¿Qué ha intentado otras veces? –preguntó completamente sorprendido.

 

- ¡Suicidarse, estúpido! –gritó.

 

 

oooooooOOOooooooo

 

 

Sasuke pensaba dónde demonios podría haber ido el rubio. No tenía ni idea. Quizás a un sitio al que solían frecuentar de pequeños… pero no se le ocurría ninguno por el que no hubiera pasado ya. Se le ocurrió algo. Podía sonar estúpido, pero sólo le quedaba eso. Cogió el teléfono móvil y marcó el número del rubio menor. Esperó impacientemente, tamborileando sus dedos sobre el volante. Puso el manos libres cuando se oyó algo.

 

- ¿Naruto? Naruto contéstame…

 

- … ¿Qué quieres? –se oyó una débil voz al otro lado.

 

- Oh Dios, estás bien… ¿no?

 

- ¿Qué quieres? –repitió con el mismo tono de voz.

 

- ¿Dónde estás? –preguntó inseguro.

 

- No te importa.

 

- Por favor Naruto, no me hagas esto…

 

- ¿El qué? ¿Me he ido, no? ¿Qué más queréis? –preguntó molesto y triste.

 

- Escúchame… yo… me arrepiento muchísimo de lo que he dicho. ¿Vale? –dijo apretando fuertemente el volante con ambas manos– Lo siento. –le costaba muchísimo expresar lo que sentía– Nada de lo que te he dicho lo pensaba en realidad. Es sólo que tenía hambre, y tú no bajabas para darme los buenos días y… me he peleado con Itachi. Pero no por ti, lo juro.

 

- …

 

- Por favor Naruto, vuelve a casa…

 

- No –respondió secamente.

 

- ¿No? –preguntó incrédulo– ¿Te pido perdón y tú respondes “No”?

 

- No seas sarcástico –respondió molesto.

 

- Pero serás… -se controló– Naruto, ambos queremos que vuelvas, no cometas una estupidez de la que luego te puedas arrepentir.

 

- Tranquilo, no me arrepentiré. –habló con la voz débil.

 

- Naruto, por favor, no me cuelg-…

 

 

Pero fue demasiado tarde. El rubio le colgó y Sasuke se puso furioso. ¿¡Cómo se atrevía a colgarle a él!? ¡¡A él!! Ya vería cuando le encontrara, porque le iba a encontrar, y entonces le cantaría las cuarenta bien cantadas. Estúpido niñato buscaproblemas…

 

 

oooooooOOOooooooo

 

 

- Gaara… –le llamaba su padre golpeando la puerta del chico.

 

- ¿Qué? –preguntó el chico sin salir de la habitación.

 

- ¿Qué haces? Vas a llegar tarde al instituto.

 

- ¿Y?

 

- ¿Cómo que “y”? –se enfadó el mayor– Voy a entrar.

 

 

Y así lo hizo. Al entrar vio a su hijo menor ante un televisor, con el mando en la mano y muy atento a la pantalla. Al acercarse vio que Gaara observaba la cinta de vídeo de un caso archivado no resuelto.

 

 

- ¿Se puede saber qué haces? –preguntó el padre poniendo los brazos en jarras.

 

- Cállate. Necesito concentrarme… –dijo rebobinando la cinta.

 

- ¿Qué…? –el hombre se acercó a la pantalla y vio a un chico rubio de unos catorce años sentado en una silla metálica, delante de una mesa donde, al otro lado, se encontraba él mismo–. ¿Naruto Namikaze? –preguntó sorprendido.

 

- Sí. He estado toda la noche mirando los vídeos y mira; tiene un tic. Lo hace cuando miente.

 

- Bueno, es normal. –dijo el padre confundido. ¿Toda la noche?

 

- No lo entiendes; mira…

 

 

Gaara le dio al botón play y empezaron a hablar.

 

 

- Gracias Naruto. ¿Entonces… no tienes más información? –preguntó inquisitoriamente.

 

- No. –respondió poniendo las manos bajo la mesa, y haciendo el tic.

 

- ¿Nada? –preguntó decepcionado– Ni siquiera un nombre, una persona sospechosa… ¿nada?

 

- Nada, señor. –la velocidad de su tic aumentó muy notablemente.

 

 

Gaara paró el vídeo y miró a su padre. Él estaba completamente perdido. Durante años… ¿Cómo fue posible engañarle a él y al psicólogo?

 

 

- ¿A qué viene esto, Gaara? ¿Cómo lo has…? –preguntó confundido.

 

- Naruto Namikaze, o Naruto Uzumaki como quiere que le llamen ahora, está en mi clase. –respondió seriamente–. Y me he dado cuenta de su tic cuando hablaba con él.

 

- Dios mío, eso es muy importante… aunque, Gaara. –Le miró– El caso está archivado. Se quedó en un punto muerto.

 

- Pero podemos reabrirlo… –se levantó de golpe de la silla en la que estaba sentado– Souta, debemos reabrir el caso.

 

- No digas tonterías, hijo. Eso no tiene sentido. Además yo no soy nadie para…

 

 

Pero el sonido de su teléfono le cortó la frase. Lo cogió y respondió. El hombre al otro lado de la línea hablaba tan rápidamente que no se le entendía. Le dijo que se calmara y que le contara qué le pasaba. Era su ayudante de oficina. Cuando él le explicó la situación, el padre de Gaara enmudeció y empalideció de golpe. Le dijo que inmediatamente iría para allí y colgó.

 

 

- ¿Qué? –preguntó Gaara.

 

- El caso queda reabierto.

 

- ¿Qué? –preguntó el pelirrojo confundido.

 

- Pero esta vez en Tokio.

 

- ¿A qué te refieres? –preguntó asustado.

 

- The Fun Clowns han vuelto. Y esta vez en un barrio residencial de Tokio.

 

 

Gaara se asustó. Cogió su abrigo y salió de la habitación. El padre al verle, salió de la habitación y le siguió. Ambos se subieron en el coche del mayor. Éste iba conduciendo y mirando a Gaara de vez en cuando. El pelirrojo estaba nervioso, y su padre estaba sorprendido. Su hijo no era de esos que van mostrando sonrisas y preocupaciones a las personas. Realmente le importaba. Al llegar al lugar del crimen ambos se bajaron, y el menor entró corriendo en la casa.

 

 

- Eh tú, chico… –intentó detenerle un guardia.

 

- Viene conmigo. –habló Souta enseñando su placa.

 

 

El guardia se hizo a un lado y se irguió. Le pidió perdón y le dejó pasar sin decir nada.

 

 

- Gaara… –su padre empezó a hablarle.

 

- No sé…  –empezó el pelirrojo– No sé si entrar o no.

 

- Hijo, si no quieres…

 

- Entraré. –el chico le miró decidido y abrió la puerta.

 

 

Nada más entrar, el pelirrojo se mareó por el olor a sangre. Se tapó la boca y entró. Estaba horrorizado. Había restos de lo que parecían ser dos cadáveres descuartizados y esparcidos por toda la habitación. Sin duda eran ellos, habían vuelto a las andadas. La sangre salpicaba incluso el techo; aquello era una completa y repugnante carnicería. ¿Por qué justo en ese momento?

 

 

- Gaara –Souta le reclamaba– Mira, en la pared…

 

 

El comisario le indicó el lugar y Gaara miró. Allí, sobre los muebles de la parte derecha de la habitación estaba escrito algo con sangre;

 

Hemos vuelto, ¿nos echabais de menos?

The Fun Clowns

 

Gaara se acercó al escrito en la pared y se quedó mirándolo fijamente, sin pestañear. Souta se acercó por detrás. El pelirrojo se giró y ambos se miraron a la cara. El comisario empezó rompiendo el hielo;

 

- Gaara, creo que es hora de hablar con Naruto Namikaze Uzumaki. –miró la frase con desprecio y cerró los ojos–. Los encontraremos, y nunca más volverán a ver la luz del sol.

 

- Así se habla, padre. –ambos se miraron y salieron de la habitación. Era hora de hablar con el único  superviviente de los ataques de esos monstruos.

 

 

oooooooOOOooooooo

 

 

Sasuke seguía intentando localizar a Naruto, y cada vez estaba más desesperado al no encontrarlo. Iba dando vueltas por la ciudad en su Mercedes sin encontrar la cabellera rubia que tanto buscaba. Harto de ir por la ciudad, cogió la ruta para llegar a un lago. Éste estaba situado en las afueras de la ciudad. Allí podría pensar con claridad.

 

Cuando llegó, se bajó de su coche y se dispuso a sentarse a las orillas del lago, completamente destrozado por lo que había hecho, cuando le pareció ver algo. Era más bien alguien. Esperanzado, aceleró el paso acercándose por detrás a esa persona.

 

 

- ¿Naruto? –preguntó vacilante.

 

- ¿Mnh? –el chico se giró y sí, efectivamente, era Naruto-. ¿Pero qué coño…? ¿Cómo sabías que estaba aquí? –dijo girándose.

 

- Serás…  –Sasuke le miraba fijamente, enfadado–. ¡Estúpido criajo! –Sasuke se acercó y le dio un puñetazo en la cara.

 

- ¿Pero qué coño crees que haces? –preguntó el rubio tapándose con la mano el golpe.

 

- ¡Deja de hacerte la víctima! ¡Sólo eres un niñato estúpido que se cree el centro del universo! ¡Como se te ocurra una vez más escaparte de casa, yo mismo te mataré! ¿¡Me entiendes!?

 

 

Naruto le miraba perplejo, sin saber qué decir. Solamente estaba de pie, mirando al furioso moreno que le gritaba completamente ido. Sonrió.

 

 

- Lo siento, ¿vale? –el rubio se cruzó de brazos e intentó no mirarle a la cara directamente.

 

- ¿Qué lo sientes? –preguntó el moreno.

 

- …

 

- Te has ido sin hacerme el desayuno… y vamos a llegar tarde al instituto, imbécil.

 

- Lo siento… cuando volvamos te lo preparo –el rubio le sonrió cálidamente mientras una lágrima caía por su mejilla izquierda.

 

- ¿Y ahora por qué llo-…? –preguntó el moreno sin entender nada.

 

- Y no seas estúpido, el que se cree el ombligo del mundo eres tú. Yo SOY el ombligo del mundo. –dijo subiéndose a la moto.

 

 

Sasuke le miró perplejo. Sonrió apenas perceptiblemente, viendo al rubio cómo se alejaba. Se subió en su coche y se aseguró de seguirle hasta casa. La reprimenda aún no había acabado.

 

 

CONTINUARÁ

 

 

 

Notas finales:

Lo dicho, la próxima vez estará mejor >//<


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