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¿Niñera? ¡¡Dirás supernanny!! por devil may cry

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Notas del capitulo:

Siento mucho no poder actualizar antes, de verdad, ¡¡pero es que es imposible!! Como muestra de arrepentimiento en este capítulo cuento un poco de lo que le pasó a Naruto. Aviso que es un poco fuerte, pero es así.

 

¡¡Que lo disfrutéis!! :D

 

 

 

 

Capítulo 7: el temor de un niño asustado

 

- Tenemos que hablar con Naruto –respondió el hombre.

 

- No quiero hablar con usted –dijo el rubio–. No tengo nada que decir sobre nada, y sea lo que sea no he sido yo.

 

- Naruto –intervino Gaara–, es imperativo que hablemos contigo.

 

- ¿Por qué? –preguntó ya asustado, temiéndose lo peor.

 

- The Fun Clowns han vuelto a atacar aquí, en Japón.

 

- No… –retrocedió el rubio asustado– No es posible.

 

- Naruto –Gaara intentó acercarse al rubio–, lo siento pero es cierto. Yo mismo he visto la escena del crimen. No hay duda, son ellos.

 

 

Naruto le miró, incrédulo, y se fue hacia el salón parsimoniosamente. Se sentó en el sofá y se quedó mirando el suelo, como si fuera muy interesante. Deidara le siguió preocupado y se sentó a su lado, pasando un brazo alrededor de sus hombros. Gaara y su padre entraron cerrando la puerta y les siguieron hasta el comedor. Ambos se sentaron también en unas sillas que había por ahí.

 

 

- Naruto, créeme, no te molestaría si no tuviera la certeza de que son ellos. Tenemos que hablar contigo –intentó sonar comprensible.

 

- De todos modos –dijo sin apartar la vista del suelo– ¿para qué habéis venido a decírmelo? –Gaara y su padre se miraron. El mayor asintió y se dispuso a contarle a Naruto lo que su hijo creía;

 

- Naruto, me ha dicho Gaara que ahora estáis en la misma clase –el rubio asintió–, y también me ha dicho que mentiste en el interrogatorio de hace unos años –Naruto apartó la vista del suelo bruscamente la dirigió hacia Gaara.

 

- ¿Por qué crees eso? –Naruto se agarró las manos– Yo no mentiría en algo como eso –dijo aparentando estar indignado, e ignorando el tic que lo delataba.

 

- Mentiste. Y averiguaré en qué –dijo convencido.

 

- Vamos Gaara, yo no…

 

- ¿No nos dijste todo lo que te hicieron? –Naruto se tensó– ¿O lo que te dijeron? –se puso nervioso y evitó su mirada– ¿Quizá estás intentando proteger a alguien? –el rubio aumentó la velocidad de sus dedos– ¿A tu hermano? –preguntó al aire intentando interpretar las acciones del rubio– No, ¿a ellos o a alguno de ellos? – Naruto se levantó de golpe mirando al pelirrojo con rabia.

 

- ¡Basta!

 

- ¡No! –Gaara también se levantó y le miró airado– ¡¿Es que acaso estás intentando protegerlos?! ¡¿Es aquél que te repetía una y otra vez que hicieras lo que ellos te dijeran para que no te mataran?!

 

- ¡Para por favor! –dijo cayéndose al suelo de rodillas– ¡Tú no sabes nada! –se puso las manos en la cara, tapándola para que no lo vieran llorar.

 

- ¿Por qué lo defiendes, acaso sabes quién es? ¿O es que le tienes cariño porque crees que te salvó la vida? –dijo Gaara imponiéndose. Su padre, que le miraba perplejo, se levantó e intentó clamarlo, pero Gaara lo ignoró.

 

- ¡Gaara para de una vez! –se levantó Deidara de golpe, sin poder aguantar más la situación– He aguantado hasta ahora porque sois de la ley, ¡¡pero nadie ataca así a mi hermano!!

 

- Sólo estoy tratando de saber por qué defiende a un ser tan repugnante como ése.

 

- Yo no estoy defendiendo a nadie –le dijo Naruto asustado–. Eso es lo que tú crees.

 

- No lo creo, lo sé –dijo mirándole seriamente a los ojos–. Me lo dicen tus dedos –dijo señalando sus manos. Naruto se miró las manos separó una de la otra rápidamente poniéndolas en los lados–. No puedes mentirme, tienes un tic que te delata siempre.

 

- Yo… –Naruto no sabía qué hacer.

 

- Naruto –Deidara se agachó y le cogió de las manos–, ¿es cierto lo que dice este chico? ¿Estás intentando defender a alguno de ellos?

 

 

Naruto no respondió, sólo bajó la mirada y agachó la cabeza. Todo estaba viniendo muy de golpe. De repente se oyó la puerta de la entrada abriéndose y a Sasuke discutiendo con Itachi. Todos voltearon hacia la entrada y cuando los hermanos entraron en el comedor se quedaron de pie, mirando la escena que se había montado en su comedor. Itachi miró a Gaara, a su padre y a Deidara con Naruto, y luego miró a su hermano, que estaba igual que él.

 

 

- Hola –dijo simplemente Itachi.

 

- Hola Itachi –se levantó Deidara y se dirigió hacia él–, ¿podríais ir a comprar la cena para esta noche? Además falta leche, pan y huevos –sonrió forzadamente. Ambos se miraron e Itachi entendió que no tenían que estar ahí.

 

- Claro, vamos Sasuke –dijo agarrándolo del codo y empujándolo hacia la salida.

 

- Oye espera un momento –se zafó del agarre de su hermano mayor–, ¿qué está pasando? ¿Por qué está Naruto llorando? –dijo intentando acercarse.

 

- Sasuke, por favor –Deidara se puso delante–, nos falta pan –le miró seriamente.

 

- De acuerdo –dijo entendiéndolo todo–. Volveremos en un rato –dijo dirigiéndose a la salida junto con su hermano.

 

- Gracias –les dijo antes de que salieran por la puerta. Deidara se giró hacia su hermano pequeño y vio que estaba más calmado.

 

- Siento haber sido tan brusco –Gaara se agachó y abrazó a Naruto. Él le devolvió el abrazo y negó con la cabeza.

 

- Tienes razón, no debo protegerle –dijo separándose y secándose las lágrimas–. Os lo contaré todo, pero tendréis que sentaros, es una historia muy larga, fue medio año antes de que todo ocurriera…

 

_____________

 

- Amor, ¿dónde estás? –preguntaba una mujer pelirroja de mediana estatura.

 

- ¡Aquí mamá! –respondió un dulce muchacho rubio de doce años de edad.

 

- No intentes escaquearte, ¿vale? –le dijo reprendiéndole– Sé que has llegado tarde del colegio para evitar esta cita.

 

- No má, te prometo que no –le miró con carita de cordero degollado.

 

- Anda va, cámbiate y ve al comedor, tu profesor te está esperando. ¿Tienes ganas de conocerlo? –dijo su madre contenta.

 

- ¡Por supuesto! –dijo sonriendo sinceramente– ¡Quiero saber tocar el violín ya para tocarle a Deidara la Sonata número seis para su cumpleaños!

 

- Vaya, ¿te refieres a las sonatas de Niccolò Paganini? –se sorprendió su madre.

 

- ¡Por supuesto! –exclamó con decisión– Su Sonata favorita es la sexta, ¡y yo voy a saber tocarla para su cumpleaños! ¡Lo prometo!

 

- Jajaja –rio su madre– Va hijo, ve a cambiarte.

 

- ¡Sí! –dijo Naruto corriendo para su cuarto a cambiarse el uniforme escolar.

 

 

Diez minutos más tarde el rubio bajaba por las escaleras emocionado por las clases de violín. Se dirigió al comedor y vio a sus padres y a un chico peculiar. Tenía la cara llena de pircings y el pelo naranja. Vestía con unos vaqueros no muy ajustados de color azul oscuro y una camisa negra con todos los botones abrochados. Naruto, que llevaba pantalón pirata marrón y una camiseta blanca ceñida, le miró con atención y curiosidad.

 

 

- Naruto, él es Hikari Amane, tu nuevo profesor. Está estudiando violín en el conservatorio, así que es de los mejores profesores que hemos podido encontrarte ­–sonrió su padre satisfecho.

 

- Mucho gusto en conocerle, profesor Amane –le tendió la mano.

 

- El placer es mío, Naruto –le estrechó la mano y le sonrió con cariño.

 

 ________________

 

- Fue entonces cuando empecé a estudiar violín –Naruto sonreía con pena–, quería darte una sorpresa con el violín –le sonrió a su hermano.

 

- No sabía que supieras violín –dijo Deidara sorprendido.

 

- No me dio tiempo a sorprenderte en tu cumpleaños –borró su sonrisa.

 

- ¿Aprendiste a tocar la Sonata número seis? –preguntó su hermano.

 

- Sí, en cinco meses –los tres se sorprendieron mucho.

 

- No es posible, ¿en cinco meses? –Deidara no podía creerlo– Pero si lleva mucho tiempo aprender a tocar el violín, ¿cómo lo hiciste?

 

- Bueno, tuve otro profesor antes, durante dos meses –todos le miraban atentos–. Solía decir que yo era un prodigio con el violín –rió.

 

- Vaya, ¿y qué pasó entonces? –Deidara y los demás se acomodaron.

 

- … –el rubio se quedó en silencio, lo que provocó un silencio incómodo.

 

- ¿Naruto? –Gaara le instó a continuar.

 

- Pasó… que nos enamoramos –dijo el rubio bajando la cabeza avergonzado.

 

- ¡¿Que qué?! –se indignó Deidara.

 

- ¡Déjame explicarte!

 

 ________________

 

Hikari ya llevaba cuatro meses dándole clases a Naruto, y el pequeño se había dado cuenta de que estaba empezando a sentir algo por su profesor, algo que iba más allá de la amistad y del compañerismo. Siempre que le tocaba dar clases con él se ponía nervioso y erraba en la partitura. Hikari sólo sonreía y le decía que lo repitiera desde el principio. En una de estas veces, Naruto se exasperó.

 

 

- Se acabó, estoy harto, ¡no valgo para esto! –dejó el violín sobre la mesa y se sentó en el sofá de brazos cruzados.

 

- ¿Qué te pasa? –dijo su profesor sentándose con él– Últimamente no pareces el mismo Naruto.

 

- No es nada, tonterías mías –dijo el rubio alejándose para evitar el contacto físico.

 

- Vamos pequeño –Hikari se levantó del sofá y se puso enfrente del rubio, de rodillas. Le cogió la cara con ambas manos y le miró a los ojos. Naruto se puso como un tomate y apartó la mirada–. Dime qué te pasa, y no me mientas, sabes que puedes contármelo todo.

 

- Yo n-no, yo no… –se levantó de golpe sorprendiendo al mayor. Hikari se puso de pie también y se apartó un poco. Le miró detenidamente y esperó a que terminara de hablar– ¡Yo no sé lo que siento por ti exactamente! –Hikari se sorprendió y retrocedió un poco– Creo… ¡creo que me gustas, profesor! –dijo cerrando los ojos fuertemente para no ver la cara de desprecio del otro. Pero en lugar de eso, sintió que Hikari lo abrazó con fuerza.

 

- Eres el chico más dulce, carismático, persistente y divertido que he conocido en mi vida –dijo separándose del menor y sentándose en el sofá. Naruto se quedó de pie enfrente de él. Tú me gustas mucho, Naruto, es más, creo que te quiero –sonrió alegremente.

 

 

El rubio, al escuchar la confesión de su maestro, se lanzó hacia él y cayó sobre sus piernas. Hikari rió y le abrazó con fuerza. Naruto correspondió su abrazo y estuvieron así durante unos minutos, que a ambos les parecieron segundos. Cuando se separaron, Hikari le miró a los ojos, le puso la mano en la nuca y lo besó castamente. Naruto, sin saber cómo reaccionar, se acomodó más en su regazo sin romper la unión y le pasó ambas manos por encima de los hombros para acariciar su espalda. Cuando se separaron, Naruto estaba rojo como un tomate y Hikari sólo rio. Naruto infló sus mofletes de aire por la indignación y el mayor le hizo cosquillas en el costado. El rubio rió soltando el aire que se había guardado y empezó a reír a carcajadas.

 

Naruto terminó estirado en el sofá y Hikari entre sus piernas haciéndole cosquillas, apoyado en el sofá para no hacer daño al pequeño. Ambos se quedaron quietos de nuevo y Hikari se acercó a Naruto y le besó. El rubio le correspondió y el mayor introdujo su lengua lentamente para que Naruto no se alarmara. Al principio le pareció raro, pero luego el pequeño siguió su juego. Se separaron y se abrazaron fuertemente el uno al otro.

 

Fue entonces cuando la puerta de la entrada se abrió, dejando pasar a los padres de Naruto. Los amantes se separaron y se fueron cada uno por un lado. Cuando los padres del rubio entraron al salón y los vieron separados sonrieron.

 

 

- ¿Estáis haciendo un descanso? –preguntó Minato.

 

- Sí, señor. Naruto estaba algo cansado del colegio –sonrió a ambos.

 

- Voy a prepararos la merienda entonces –sonrió Kushina llevándose las bolsas de la compra a la cocina.

 

- ¡Bien! –exclamó Naruto contento. Minato la siguió y la ayudó con las bolsas. Naruto iba a ir detrás, pero Hikari le detuvo.

 

- Naruto –el chico se giró–, será mejor que lo guardemos en secreto, no creo que tus padres están de acuerdo –dijo llevándose el dedo índice de la mano derecha a los labios.

 

- Claro –sonrió el rubito. Se asomó a la cocina asegurándose de que no los miraban y se acercó a su profesor y le abrazó. Hikari sonrió, bajó hasta su altura y se besaron castamente en los labios.

 

 ________________

 

- ¡NO me lo puedo creer! –exclamó Deidara indignado– ¿Cómo se atreve? ¡Con un niño de doce años! Por el amor de Dios…

 

- Deidara, no me dejas acabar –dijo Naruto sonriendo tristemente.

 

- Es que… es que… –Deidara refunfuñaba sin dejar hablar a los demás. Gaara simplemente miraba a Naruto, esperando la continuación, pero como vio que no tenía ninguna prisa, decidió interrumpir.

 

- Naruto, ¿estaba él implicado en lo que te pasó? ¿En lo que te hicieron? –preguntó intrigado. Su padre sólo escuchaba, le dejaba el trabajo a su hijo porque sabía que Gaara estaba muy implicado en el caso, suponía, por Naruto.

 

- Sí –respondió con amargura–. Por supuesto yo no sabía nada. Recuerdo que mi cumpleaños la noche en que… –hizo una pausa e intentó que no le salieran las lágrimas respirando hondo– En que nos asaltaron.

 

 _______________

 

- Y recuerda Naruto, no llegues tarde que va a venir tu hermano mañana por la mañana para que lo celebremos todos juntos –sonreía su madre poniéndole la ropa en los cajones de la cómoda.

 

- Ya mamá, ya –contestó el pequeño mientras se ponía una sudadera naranja y los pantalones tejanos–, pero mi cumpleaños es hoy, ¿por qué no ha podido venir hoy a casa? –preguntó apenado.

 

- Ya lo sabes, no es su culpa que esté nevando en Londres y hayan cancelado los vuelos hasta mañana –sonrió su madre girándose hacia él–. Seguro que te llama en un rato, recuerda el cambio horario.

 

- Sí mamá –sonrió saltando de la cama–. ¿Ya le has dicho a papá que no ceno en casa esta noche? –preguntó un poco preocupado.

 

- Tranquilo, te dejará ir –sonrió la mujer.

 

 

Tras esta preocupante discusión el teléfono comenzó a sonar. Naruto sonrió y fue corriendo a contestar porque estaba seguro de que era su adorado hermano.

 

 ________________

 

- Y sí que eras tú –sonrió el menor mirando a su hermano.

 

- Recuerdo que estabas contentísimo porque te ibas a cenar con tu mejor amigo –contestó poniéndole una mano en la cabeza–. Me gustaría que volvieras a estar así –le sonrió apenado.

 

- ¿Fue aquella misma noche? –preguntó Gaara algo triste.

 

- Sí. Recuerdo que volví de cenar bastante tarde, y como mi madre me dijo que no llegara tarde, tenía miedo por si me castigaban sin regalos o algo así –sonrió.

 

 ________________

 

- Mierda, seguro que están despiertos, esperándome de brazos cruzados –pensaba el rubio al abrir la puerta principal–. Será mejor que vaya a mi cuarto rápidamente sin hacer ruido –cerró la puerta con cuidado y vio que no había ninguna luz encendida.

 

 

Usó la luz de su móvil para guiarse hasta las escaleras y así pudo ver algo. El suelo de éstas estaba manchado de rojo, formaba un rastro desde el comedor hasta el piso de arriba. El rubio se agachó y tocó el rastro. Aún estaba húmedo. Se asustó porque reconoció rápidamente el olor de la sangre. Sin saber qué hacer oyó unos fuertes golpes arriba y unos gritos de su madre. Fue a la cocina a por un cuchillo sin hacer ruido pero rápidamente y subió las escaleras todo lo rápidamente que pudo intentando ser silencioso.

 

La luz del cuarto de sus padres estaba encendida, por lo que se acercó lentamente hacia allí. Asustado miró por la rendija de la puerta y vió a sus padres ensangrentados sobre la cama, retorciéndose e intentándose librar de los hombres que los tenían aprisionados, eran cuatro, dos sujetando a uno y otros dos sujetando al otro. Naruto se quedó helado y de le cayó el cuchillo al suelo de la impresión. Todos se quedaron quietos y la puerta se abrió de par en par desde dentro de la habitación.

 

 

- ¿Naruto? ¿No se supone que te quedabas a dormir en casa de un amigo? –preguntó el que había abierto la puerta. Todos iban vestidos de payaso, con máscaras de plástico de la frente hasta la nariz, con la sonrisa pintada y con pelucas.

 

- ¿Qué…? ¿Qué…? –le cayeron lágrimas al menor y miró al payaso que le habló– ¿Hikari?

 

- Vaya, vaya –uno de los payasos soltó a la madre y se dirigió hacia la puerta. Todos estaban ensangrentados, y sus guantes antaño blancos eran ahora rojos–. ¿Así que éste es el famoso Naruto? –preguntó riéndose a carcajadas– Pasa, pasa, no seas tímido –lo cogió del brazo derecho y lo echó para adentro.

 

 

Naruto, en el centro de la habitación, inmóvil por el miedo y el horror miraba a los payasos y luego a sus padres. Su madre le miraba con pena, llorando, e intentó hablar, pero no pudo, sólo escupía sangre. Su padre estaba ya inmóvil sobre la cama. Ambos estaban cogidos de la mano.

 

 

- ¿Bueno pequeño, qué se supone que debemos hacer ahora contigo? –los cinco payasos lo rodearon– Como mínimo sonríe a la cámara –dijo señalando a una cámara de vídeo sobre la cómoda enfrente de la cama–. Vamos, sonríe –le cogió la cara y se la dirigió hacia el objetivo–. Holaaa –saludó con su mano libre–. Vamos, saluda tú también.

 

 

El rubio, asustado, le dio un empujón y el payaso rió a carcajadas de nuevo. Reaccionando por fin, intentó salir corriendo de la habitación, pero uno de ellos le agarró del pelo con fuerza y lo tiró al suelo. El rubio rabioso, le dio una patada en el estómago y el otro se encogió. Los otros cuatro sujetaron a Naruto rápidamente, cada uno de una extremidad.

 

 

- Naruto, por favor, si no haces lo que te dicen te matarán –intentó calmarlo el otro.

 

- Tú –le miró con rabia–, tú eres un hijo de la gran puta –le escupió–. Espero que ardas en el infierno –las lágrimas no paraban de caer.

 

- Entiéndeme, por favor, ¿qué querías que hiciera? –le acarició la mejilla– Son mis amigos, y son muy importantes para mí.

 

- ¿Todo ha sido una mentira? –la rabia salía por todos los poros de su piel– ¿Te reías de nosotros? ¿De mí? –se removió e intentó zafarse del agarre de los payasos, pero estos lo agarraron más fuertemente. Notaba cómo la presión en su piel le provocaba escozor.

 

- No, no –dijo Hikari–. Yo estoy enamorado de ti –el rubio sollozó y apartó la mirada, avergonzado de sí mismo, de su estupidez e insensatez.

 

- Te odio –murmuró el pequeño–. ¡¡Te odio!! –le gritó con todas sus fuerzas intentando de nuevo escapar de los payasos.

 

- O no, no, no, pequeño –un payaso le tapó la boca con su mano libre–. No puedes gritar, o te arrancaré esa lengua tan bonita que tienes –le dijo alegremente.

 

 

Naruto abrió los ojos y siguió intentando librarse de esos malditos canallas, pero no conseguía más que divertir a los mayores. El quinto payaso se levantó del suelo y le miró con rabia. Se acercó a ellos y se agachó y se puso al lado de su cabeza. Se acercó y le habló.

 

 

- Si crees que no voy a vengarme por la patada que me has dado, lo llevas muy claro –apartó la mano del otro payaso y le besó con fuerza. El rubio, que se sorprendió, intentó apartarse, pero él le sujetaba la cabeza para que no pudiera moverla. Se apartó y le miró con rabia–. ¿Qué os parece si le hacemos protagonista de una película porno? –rió con fuerza, estremeciendo a Naruto.

 

- Pues me gustaría bastante –dijo uno de ellos–, sujetarlo así me está poniendo muy cachondo –le lamió la mejilla.

 

- No, ¡basta! –gritó el rubio y le dio un cabezazo.

 

- Jajaja –rió uno de ellos–. Yo empiezo, me encanta este chico –dijo bajándose la bragueta.

 

 ________________

 

- Ya sabéis lo que pasa después –intentó no mirar a nadie a lo largo de todo el relato.

 

 

Un silencio incómodo se abalanzó sobre ellos. Ninguno dijo nada aunque todos querían hacer preguntas. Finalmente fue Gaara el que rompió ese silencio:

 

 

- Pero –todos le miraron, excepto Naruto–, ¿por qué lo escondiste? Sigo sin saber por qué intentas defenderle.

 

- Él no me toco –todos le miraron algo sorprendidos–, y si no fuera por él ahora estaría muerto. Hikari me salvó, aunque, la verdad, lo único que hizo fue conseguir que quisiera morirme.

 

- ¡Naruto! No digas esas cos…

 

- ¡Cállate! –le miró con rabia– Tú no sabes lo que se siente.

 

- También eran mis padres, Naruto, y tú eres mi hermano –le dijo muy serio.

 

- ¡Pero no los mataron delante de ti! –se levantó del sofá– ¡Ni tampoco te violaron, se burlaron de ti y te dieron una paliza! –Deidara se calló lo que iba a decirle– ¡Tú no sabes la impotencia que sentí… –apretó los puños– La impotencia que sentí cuando empezaron a descuartizarlos –todos apartaron la vista, evitando su contacto–. ¡La impotencia que sentí cuando me pegaban y me violaban una y otra vez! ¿Por qué no pude hacer nada? Si sólo hubiera llamado a la policía nada más ver ese rastro… –volvió a sentarse– Todo habría ido mejor –Deidara le abrazó con fuerza. Gaara decidió intervenir.

 

- Nada de aquello fue culpa tuya –se acercó al sofá y se puso de rodillas delante del rubio

–. No podrías haber hecho nada para evitar lo que pasó. Pero ahora puedes evitar que esos canallas sigan haciéndoles a otras familias lo que le hicieron a la tuya. Podrías describirnos a ese tal Hikari, y así tendríamos más pistas. Ahora que no lo tienes tan reciente puede que seas capaz de darnos más detalles de los demás hombres –Naruto le miró. Se calmó y apartó a Deidara.

 

- Siento haberte hablado así, por supuesto que tú también lo pasaste mal –miró a su hermano–. Gaara, os diré todo lo que recuerdo, no tengo por qué seguir protegiendo a ese hijo de puta –lo miró decidido.

 

- Gracias –Gaara le cogió de la mano con las suyas y Naruto sonrió. El padre de Gaara se sorprendió, pues su hijo normalmente evitaba cualquier contacto humano. Sonrió ante la situación y se levantó de la silla. Todos le miraron.

 

- Me alegra oírte decir eso, Naruto. Si me permitís voy al lavabo. Podrás contarnos todo lo que sabes sobre ellos después.

 

- Por supuesto –Deidara se levantó–, yo le acompañaré.

 

- Gracias –ambos salieron del comedor.

 

- Gaara –el rubio le habló a su amigo–. Gracias por estar aquí conmigo ahora –el pelirrojo sonrió y se sentó a su lado, lo abrazó y le besó la frente.

 

- No tienes que dármelas, nunca volveré a dejarte solo, lo prometo –Gaara lo miró seriamente pero de manera amable y Naruto le sonrió. El pelirrojo le secó las lágrimas con sus manos y le sostuvo la cara–. ¿Podrás perdonarme el haberte dejado solo tanto tiempo?

 

- No hay nada que perdonar –le miró a los ojos–, sólo… sólo quiero que me apoyes siempre, que me pares cuando me acelere y que me perdones cuando no sepa lo que hago.

 

- Eso no tendrás que repetírmelo dos veces –el rubio rió–. No quiero que recuerdes aquello, pero tendrás que hacerlo sólo una vez más, ¿de acuerdo? –Naruto asintió– Gracias.

 

- Ya hemos vuelto –dijo Deidara. Ambos se separaron, pero Gaara le cogió la mano.

 

- Podemos empezar –dijo el comisario sentándose en la silla sacando su teléfono móvil–. Naruto, ahora llamaré a una persona que hará un retrato robot de aquel hombre, ¿de acuerdo? –el rubio asintió con decisión– Mientras yo te haré algunas preguntas de su comportamiento, de sus actitudes y cualquier otro detalle que te venga a la mente.

 

- De acuerdo –el rubio apretó la mano de Gaara, y él le sonrió, tranquilizándolo. Llamó a la comisaria y pidió que le enviaran a un dibujante rápidamente. Tras colgar miró al rubio y a Gaara.

 

- Bueno, dime todo lo que te venga a la mente –dijo sacando una pequeña libreta y un boli. Naruto asintió y se dispuso a hablar.

 

- Siento no poder decir nada de sus físicos, pero sí puedo decir que eran muy fuertes, y eran amigos desde hacía mucho tiempo por cómo se trataban. Se pedían permiso entre ellos siempre, por lo que no me quedó claro quién era el jefe –Naruto recordaba poco a poco todo lo que podía–. Recuerdo que se quitaron las pelucas como a las tres de la mañana, lo sé porque lo único que hacía era mirar la hora en el reloj de pared de la habitación –sonrió triste al recordarlo–. Hikari, aunque no creo que ése sea su verdadero nombre, tenía el pelo naranja y corto, otro lo tenía largo y oscuro, dos lo tenían largo y blanco y el otro corto y negro –intentaba recordar con claridad–. Sé que el último era el más grande y el más fuerte. Tenía una voz ronca y grave, era muy bruto. El del pelo largo y negro tenía la voz siseante… –calló al recordar la voz de su profesor de matemáticas.

 

- ¿Qué pasa? –preguntó Gaara.

 

- Es que… si no es su voz, se parece mucho –dijo pensando confundido.

 

- ¿A quién te refieres? –preguntó Gaara confundido– ¿Lo conozco?

 

- Orochimaru, el profesor de matemáticas –le miró.

 

­- ¿Cómo? –le miró serio– ¿Estás seguro?

 

- No lo estoy, por eso dudo –se puso nervioso– pero en la clase me dijo lo mismo que ese hombre me dijo entes de…

 

- ¿Cuando te desmayaste en clase? –preguntó asustado.

 

- Sí –agachó la cabeza.

 

- ¿Qué fue lo que te dijo? –preguntó el padre de Gaara.

 

- “Vamos chiquitín, pórtate bien” –Naruto se estremeció–. Aunque seguramente fue una coincidencia, no creo que… bueno, no creo que el que me hizo eso  esté ahora como profesor de matemáticas en una escuela tan prestigiosa –el Sabaku lo apuntó de todas formas.

 

- Continúa, por favor –le pidió.

 

- Sí –asintió Naruto–. Uno que tenía el pelo largo no paraba de reír a carcajadas y decía no sé qué de su religión. Recuerdo que tenía los ojos lilas, y no era muy considerado… –se quedó pensativo y cerró los ojos. Apretó la mano de Gaara y el otro le devolvió el apretón. Le pasó el brazo libre por la espalda hasta tocar su hombro–. Perdón –susurró–.

 

- Tranquilo –Gaara le miró a los ojos–. Continúa cuando estés preparado.

 

- Puedo hacerlo –dijo sonriendo débilmente–. El otro de pelo blanco era muy callado, y siempre me miraba con desprecio. Tenía los ojos verdes y tristes.

 

- ¿Cómo puedes recordar el color de sus ojos? –preguntó el hombre desconcertado. Naruto le miró y agachó la cabeza. Se puso rojo y dijo en un susurro desesperado:

 

- Me obligaban a mirarles a la cara mientras me violaban –todos se tensaron y el mayor se golpeó mentalmente por haber preguntado semejante tontería. La tensión volvió a palparse en el ambiente, pero entonces sonó el timbre.

 

- Ya voy yo –dijo el hombre levantándose rápidamente. Al abrir la puerta se encontró con el dibujante y le dejó pasar. Volvió al comedor con él y le presentó a Naruto.

 

- Encantado, soy Yamato –le ofreció la mano.

 

- Naruto –sonrió estrechándole la mano.

 

- Muy bien –dijo sentándose en una silla–. Tienes que darme todos los detalles que recuerdes, absolutamente todo es importante –decía sacando un bloc de dibujo DIN-A3 y un lápiz y una goma.

 

- Claro, cuando diga– dijo convencido. El hombre asintió–. Tenía la cara alargada y una mandíbula marcada. Llevaba el pelo de punta, corto. Sus ojos eran grandes, expresivos y lilas. Siempre estaba serio, y sus cejas eran finas. Su nariz era alargada, un poco puntiaguda, y tenía tres pircings en cada lado. Sus labios eran gruesos, pero tenía una boca pequeña. Tenía también dos pircings en el labio inferior. Sus orejas eran pequeñas y no sobresalían mucho, pero también llevaba siete pircings en cada una.

 

- ¿Más o menos así? –le enseñó el dibujo.

 

- Los pómulos los tenía un poco menos pronunciados, y su barbilla era un poco más puntiaguda –le dijo señalando los lugares mencionados. El hombre lo corrigió y volvió a enseñárselo. Naruto miró el dibujo y se quedó callado. Muchos recuerdos de ellos dos juntos le vinieron a la cabeza. Asintió y se tapó la cara con ambas manos.

 

- Es suficiente –dijo Gaara. Yamato asintió y guardó el bloc de dibujo junto con sus utensilios. De repente se oyó cómo se abría la puerta de la entrada y entraban los Uchiha en casa. Sasuke se dirigió directo al salón, pero Naruto se levantó nada más oír la puerta y se fue hacia su habitación para que no le vieran llorar los hermanos.

 

- Traemos la compra –dijo Sasuke buscando al rubio sin  encontrarlo.

 

- Gracias Sasuke, dejadla en la cocina por favor –Deidara se levantó de la silla y Gaara, su padre y Yamato lo hicieron también.

 

- Por supuesto –dijo Itachi apareciendo por detrás–. Vamos Sasuke.

 

- Sí –dijo algo decepcionado siguiendo a su hermano a la cocina.

 

- Bueno, nosotros nos iremos ya –dijo el Sabaku mayor–, espero que podáis perdonarnos –saludó a Deidara, un poco arrepentido por sus modales.

 

- No os preocupéis, no hay nada que perdonar –sonrió–. Os acompañaré a la puerta.

 

 

Una vez en la puerta, se despidieron con educación y se marcharon. Cuando Deidara cerró la puerta y se giró, Itachi le estaba esperando, de pie, sin hacer nada. Sasuke subía las escaleras acelerado para ir a preguntarle al rubio qué había pasado, pero cuando entró, éste estaba en el lavabo, duchándose. Se dijo a sí mismo que le preguntaría más tarde qué estaba pasando, y tendría que decírselo sí o sí.

 

 

CONTINUARÁ

 

 

Notas finales:

Bueno, ahora actualizaré los demás fics e intentaré actualizar éste pronto, pero como siempre, ¡no prometo nada! La universidad me está matando por dentro...


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