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Mi Decisión por AthenaExclamation67

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Notas del fanfic:

Hades & Shun

Mi Decisión
By AthenaExclamation67

Hacía días, meses que algo extraño le sucedía.
Todo era paz y armonía en esa casa, la gran mansión. Se habían relajado después de tanta batalla, después de todas las guerras pasadas. Pero uno de ellos, Shun, un buen día empezó a comportarse de un modo extraño.
Sus hermanos le preguntaban y él solo hacía que darles excusas baratas, unas que no creían, unas que descartaban, y otras que no tenían ningún sentido.
Empezaron a preocuparse, especialmente Ikki que lo vigilaba más que ningún otro, viendo como los ratos que pasaba en la casa, ratos cada vez más cortos en los que parecía ausente, en los que miraba por la ventana pensativo, riéndose solo y con un brillo especial en los ojos.

Ikki, un buen día, harto de tanta sonrisilla boba, decidió preguntarle, y no pensaba dejar que se fuera de allí sin que le dijese la verdad, una que él creyese o que le diera respuestas más coherentes que las que habían tenido que escuchar hasta ese momento.
Ese día, uno en el que Ikki se había levantado con el pie izquierdo tras una “pequeña” discusión nocturna con Hyoga, se fue enfurruñado al salón donde se encontró a Shun hablando por teléfono, riendo a pierna suelta, nuevamente con ese brillo en sus ojos.

- ¡YA BASTA! – gritó Ikki, dando un porrazo sobre el respaldo del sofá - ¿DE QUE DEMONIOS TE RIES? – añadió dándole tremendo susto a Shun que pego un brinco y lo miró acongojado.
- Nada – contestó Shun temblando – discúlpame, ahora vuelvo a llamarte – añadió colgando el teléfono – Que sucede Ikki… ¿Es que no puedo reírme?

Ikki se acercó y se sentó a su lado en el sofá, mirándole apenado.

- Shun… que te sucede… ¿ya no confías en mí? – preguntó triste, exagerando.
- Ikki yo… - lo miró y desvió su mirada al suelo – no me sucede nada, de verdad, solo que… que… - decía.

Shun no sabía cómo explicarse, tenía miedo de la posible reacción de todos, sobre todo de Ikki al que conocía perfectamente, pero también sabía que algún día debería decirle, así que se armó de valor y le dijo todo lo que le estaba sucediendo en esos meses.

- Conocí a alguien Ikki… - susurró flojito – yo… yo… estoy enamorado – acabó y se quedó callado, mirando a su hermano.
- ¡Joder Shun! – renegó saltando para abrazarle – me tenias preocupado, a todos en realidad – continuó –bien, dile que venga esta noche, quiero conocerle y en cuanto le diga a los demás, estarán de acuerdo conmigo – añadía – así que está decidido, esta noche que venga a cenar – terminó y salió corriendo sin dejarle hablar, sin poder dar su opinión del asunto para decirles a todos la buena nueva.

Shun suspiró aliviado, pero solo medio aliviado ya que aun quedaba el peor trance. Cuando conociesen a la persona de la cual se había enamorado, una persona que lentamente fue metiéndose en su corazón, una que a pesar de todo. Le demostró lo mucho que había cambiado, una que se comportaba de un modo distinto desde que todas las batallas habían finalizado, después de que se les concediera una segunda oportunidad a todos los caballeros, guerreros divinos y dioses incluidos. Los mismos que causaron tantos daños y fueron resucitados solo con el poder necesario para sobrevivir sin tener opción de dañar a nadie.

Ni él mismo sabía como había ocurrido, simplemente sucedió, se enamoró del que más daño causo, del que casi los mata a todos, del que casi acaba con toda la humanidad, uno que supo aprovechar muy bien la segunda oportunidad que le ofrecieron y cambió totalmente.

Este, era Hades. El rey del averno, del inframundo, que fue devuelto a la vida con el resto de los dioses a los que dejaron vivir en la tierra con el consentimiento de Athena para que aprendieran porque ella, porque la diosa, amaba a los simples mortales.

Cada uno de estos dioses, siguió su camino por separado y dio la casualidad que Hades, acabó muy cerca, en el mismo Japón, decidiendo dedicar su vida a estudiar a los seres humanos, más concretamente a los jóvenes. Jóvenes a los que él se parecía mucho ya que la segunda oportunidad les fue concedida simulando ser unos jóvenes muchachos de 20 años. Pero con todos los recuerdos de los acontecimientos pasados presentes, para que supieran, para que jamás olvidaran a lo que les condujo sus ambiciones.

Solo fue cuestión de tiempo que se encontraran ya que hades recorría todas y cada una de las universidades, viendo y aprendiendo cosas de las que jamás había podido disfrutar y de las que ahora empezaba a gozar.

Y fue en una de estas, en la última que le faltaba por entrar donde se reencontraron todos. Un reencuentro que no fue fascinante ya que por más que sabían que Hades ya no podía causar ningún daño, siempre desconfiaban de que tuviese buena voluntad.
Hades trató de integrarse, de hacerles ver lo mucho que había cambiado, solo consiguiendo que Seiya y también Shun fuesen amigos suyos, lamentando que los tres mayores no comprendieran lo que había llegado a cambiar.

Seiya, a pesar de comportarse con él como con cualquiera de sus conocidos, siempre guardaba las distancias, quedaba mirando de lejos como Shun y Hades se convertían en uña y carne.

Así fueron pasando los días, y todos se fueron tranquilizando sin llegar a sospechar que hades y Shun se enamoraban, sin darse cuenta de que cuando Shun salía solo, lo hacía para verle a él.

- Hola… - se oyó una voz suave por el teléfono que sujetaba Shun.
- Hola – contestó este nervioso – Hades... – callo unos segundos – tenemos que hablar. Ikki desea conocer esta noche a la persona con la que estoy saliendo y no me dio opción de negarme – acabó y se escucho un suspiro.
- Está bien Shun… Que sea esta noche. De todos modos, algún día debíamos decírselo, así que solo espero que no te dañen con sus comentarios ya que lamentablemente, seguro que tendremos que escucharlos – acabó.

Shun permanecía callado, escuchando y asintiendo como si Hades estuviese enfrente, contestando a todas y cada una de sus afirmaciones y colgando una vez tomaron la decisión de revelar el secreto esa misma noche.

Tras acordar con Hades que esa sería la noche para darles la noticia, una que Shun sabía que le traería muchos dolores de cabeza, pero una que estaba dispuesto a defender, a enfrentarse a todos sus hermanos para poder estar al lado de la persona que estaba amando.

- Está bien Ikki – dijo después de llegar al salón donde estaban todos escuchando a Ikki que entusiasmado les decía a todos que Shun se había enamorado.
Todos sin excepción le felicitaron, pero solo con uno de ellos, el último que se hubiese imaginado, se dio cuenta de la mirada nerviosa de Shun. Se dirigió a él y sin ninguna pena, cuando consiguió que los dejaran solos le preguntó.

- ¿Está todo bien Shun? – preguntó Seiya.
- Sí, sí – contestó nervioso – solo que tengo miedo de vuestra reacción – acabó y quedó mirando fijamente a Seiya que por primera vez en la vida, dijo una cosa sensata.
- Tranquilo Shun – dijo serio – si tú lo escogiste, no cabe duda de que será una gran persona.

Seiya, solo contestó así para tranquilizarle, en el fondo, sabía lo que Shun quería decir. Pero de algo estaba seguro. Si se lo había dicho a Ikki y no a él como siempre hacía cuando le explicaba quien le gustaba, era porque iban en serio, aunque seguro que Ikki fue muy insistente para que se lo explicase.

La tarde se pasó muy rápida. Más para unos que para otros ya que a Shun no parecían pasarle las horas por la ansiedad de que ya supiesen la verdad. Buscaba con que entretenerse, leer, jugar con Seiya a la PlayStation y como no consiguió relajarse, decidió bañarse.
Eso sí que lo tranquilizó ya que mientras se bañaba, no podía dejar de pensar en Hades enjabonando su espalda o dándole suaves besitos por todo el cuerpo, algo que no había sucedido por el momento, pero algo en lo que no podía dejar de pensar, entregarse a él, a la persona que amaba era algo que recorría su cabecita, algo que imaginaba sin desperdiciar detalle, algo que le hizo excitarse y que lo obligó a abrir el paso del agua fría, por no decir helada para no tener que aliviarse él solo.

Cuando quiso darse cuenta, la hora había llegado y aun debía acabar de vestirse y de acomodar sus cabellos. Quería ser él el primero que viese cuando abriera la puerta de la mansión. Deseaba con todas sus fuerzas que sus hermanos vieran lo bien que estaban juntos, lo felices que eran, pero lamentablemente, eso no sucedió. Hades, llego antes de lo previsto y el recibimiento romántico que Shun esperaba, se convirtió en uno mucho menos deseado.

- ¡Qué demonios buscas aquí! – gritó Ikki después de abrir la puerta, provocando que el resto de sus hermanos se acercara.

Los tres mayores, quedaron mirándole fijamente, tratando de entender lo que sucedía, justo al revés que Seiya, que después de mantener la pequeña conversación con Shun, ni se sorprendió.

- Que recibimiento – dijo sarcástico – justo el que me esperaba – añadió - ¿está Shun? – finalizó dejando a los mayores con la boca abierta, confirmando las sospechas que empezaban a forjarse en sus cabezas.

Shun llegó corriendo, tanto, que tropezó con el ultimo escalón y cayó de bruces al suelo.
Hades, corrió a socorrerle, levantándolo del suelo, limpiando las rodillas de su pantalón que se ensuciaron ligeramente.

El asombró reinó entre los presentes, se miraban unos a otros viendo como Hades y Shun se sonreían felices, olvidando el recibimiento de Ikki y compañía.

- ¿Te lastimaste? – preguntó Hades, dejando a Ikki con la palabra en la boca ya que se disponía a preguntarle lo mismo a su hermano – ven… siéntate – añadió, tomando su brazo, pasándolo por su cuello para ayudarle y caminar al sillón más próximo.
- Estoy bien. Gracias – susurró sonrojándose, mirándole tiernamente a los ojos.

Hades sonrió y lo besó suavemente, posando sus labios sobre los de Shun unos instantes. Acción que tuvo por consecuencia el enfurecimiento de Ikki que al verlos, salió corriendo de la mansión, internándose en el bosque después de dar un sonoro portazo.

Seiya, fue hasta donde se encontraban los enamorados y los saludó, uniéndose Siria y Hyoga al poco rato que después de ver como Hades cuidó de Shun, aceptaron que no habría mejor persona que lo cuidase.

Todos, empezaron a conversar animadamente, a relatarse como empezó todo, como por casualidad, Cupido unió sus corazones.
A medida que avanzaba la tarde, Hyoga empezó a preocuparse y se marcho en busca de Ikki, al que sabía perfectamente dónde encontrar ya que siempre meditaba sus preocupaciones en el mismo lugar, bajo el gran sauce donde le besó por primera vez.

- Ikki… - murmuró Hyoga, llegando a su lado – debes dejarle crecer, cometer sus propios errores – decía abrazándose a él – tú me tienes a mí. Debes entender Ikki…
- ¿Pero por qué él? Con toda la gente que hay en el mundo. Precisamente Hades… - suspiraba.
- Mira, dale una oportunidad. Deberías ver como se miran, como cuida de él. Se quieren Ikki – dijo mirándole fijamente a los ojos – anda… volvamos. Si te comportas así, Shun jamás te lo perdonará – acabo tomándole la mano, tirando de ella para que le siguiera.

Caminaron charlando hasta la mansión, y cuando llegaron, lo encontraron todo listo para cenar. Se fueron a buscar al resto de sus hermanos y cuando los encontraron, Ikki volvió a renegar al ver como Hades y Shun se hacían arrumacos.

- ¡Cenamos! – gruño al ver como se besaban apoyados en la ventana del salón. Se dio la vuelta y se sentó en su lugar de la mesa, seguido del resto que lo miraban con cara de susto, esperando cualquier tipo de reacción.

La noche avanzaba bajo una calma aparente, mientras todos ellos excepto Ikki que solamente se limitaba a engullir, reían y conversaban alegres.
Esta actitud, empezó a incomodar a Shun que en cuanto vio que su hermano mayor se levantaba para ir a por más comida a la cocina, lo siguió para poder hablarle.

- ¿Puedo ayudarte? – pregunto tratando de romper el hielo.
- ¡Haz lo que te venga en gana! – espetó – es lo que siempre haces – añadió dándole la espalda.
- Ikki… - musitó – eso no es cierto – añadió en voz muy baja, sintiéndose peor.
- ¡Eres un niño caprichoso! – renegó – no esperes que apruebe esta relación – seguía increpándole hasta que se calló al ver como Shun se giraba y salía por la puerta de la cocina que daba al bosque.

Ikki quedó en silencio, viendo desde los cristales de esa puerta como su hermano corría en medio de la noche a un lugar que conocía perfectamente. Se apoyó en la nevera, enfadado consigo mismo por haber dicho algo que realmente no sentía, quedando por minutos solo en la cocina hasta que decidió volver a la mesa.

Caminó lento, sin mirar a nadie, en especial a Hyoga que le conocía mejor que nadie, que sabía leer en la mirada la pena, la ira, la perversión y la lujuria en la intimidad. Volvió a sentarse y empezó a comer nuevamente, sin pronunciar palabra, con el ceño fruncido, sintiendo la rabia controlar su cuerpo por lo que acababa de sucederle con Shun.

Este silencio y también el hecho de que Shun no regresaba, extrañó a Hades que sin pensárselo dos veces, le preguntó.

- ¿Dónde está Shun? – dijo mirándole fijamente, preocupándose por que no aparecía.

Ikki no habló, y ese mutismo, fue suficiente para Hades que sin dudarlo, salió a buscarle en medio de la noche.

- ¿Qué demonios has hecho? – dijo Hyoga levantándose, poniéndose a su lado, mirándolo fijamente, sin conseguir que le dijese nada, solo logrando que también se enfadase después de mucho interrogarle – bien, pues yo pienso ir a ayudarle – dijo – todos sabemos dónde está Shun menos él. No dejaré que sufra por tus celos y por tu forma inmadura de comportarte – añadió y se marcho hasta la gran puerta que daba entrada a la mansión.

Pero algo retuvo a Hyoga, justo cuando iba a tomar el picaporte con su zurda, alguien regresó desde el exterior, alguien que tenía los ojos inyectados en sangre, alguien que corrió hasta Ikki al cual levantó por las solapas de su camisa para amenazarle.

- Si algo llega a pasarle por tu culpa, lo pagarás con tu vida – renegaba – ¿tan celoso eres de tu hermano que jamás permitirás que sea feliz al lado de alguien? – increpaba – pues abre bien los ojos y madura. Shun ya escogió, y te guste o no, esa persona soy yo, así que acéptalo de una buena vez y deja de ser tan egoísta – finalizó, soltando la camisa de Ikki, dejándole caer de culo al suelo, dándose la vuelta para marcharse de nuevo a buscarle.

Ikki ni se movió, permaneció quieto en el suelo, mirando asombrado a Hades que le dejó ver todo lo que sentía por Shun sin decirlo claramente, aunque las palabras que utilizó fueron suficientes incluso para él.

- Está en la cabaña – susurró Seiya – yo te llevaré – añadió tomando su chaqueta del perchero, esperando a Hades.

Este, camino y salió con Seiya que se dirigió hacia su lugar secreto, el que todos conocían, esa preciosa cabaña que construyeron un día, donde solían explicarse sus aventuras y desventuras de la vida.

- Cuidarás siempre de él… ¿verdad? – pregunto Seiya, aunque sabía de sobras la respuesta.
- Siempre Seiya… Daría mi vida por él – contestó viendo como Seiya se detenía bajo un enorme árbol, mirando hacia arriba igual que hacia él, asombrándose al ver una pequeña construcción en la copa de la que salían unos sollozos.

Subió muy deprisa, completamente angustiado, preocupado por si Shun estaba lastimado físicamente ya que de sobras sabía que tenía su precioso y dulce corazón hecho trizas.

- Shun… - corrió y le abrazó, sintiendo como Shun se abrazaba muy fuerte a su cuerpo y empezaba a llorar más intensamente – por favor, no te vuelvas a marchar así, me diste un susto de muerte – añadió levantando su mentón, secando sus lagrimas que rodaban furiosas por sus mejillas – venga, regresemos, todos estaban muy preocupados, incluido el celoso de tu hermano que debe creer que va a perderte si estás conmigo. Aunque le entiendo – decía – si yo estuviese en su lugar, te ataría a la pata de la cama para que nadie osara acercarse a ti – finalizó con una gran sonrisa.

Shun empezó a reírse, sonrojados también, entendiendo con esas últimas palabras que Hades le correspondía, que le amaba igual que él.

Bajaron del árbol, primero Hades para después ver como descendía Shun, preparado para agarrarle por si llegaba a caerse.

- Disculpad – se oyó muy flojito, algo que les sorprendió, más cuando se giraron y vieron de quien se trataba.
- Niisan… - susurró Shun, tomando la mano de Hades.
- Os pido perdón. A ambos. Fui un estúpido egoísta que no se quería dar cuenta de que juntos sois inmensamente felices.

Hades sonrió algo más tranquilo, aunque sabía que debería lidiar con Ikki cada día desde ese mismo instante, pensando mientras veía feliz como Shun se lanzaba al cuello de su hermano para abrazarle.

Los tres, después de intercambiar algunas palabras más, regresaron a la mansión donde les esperaban impacientes, temiendo que si Ikki volvía a meterse entre ellos, Hades le cortaría la cabeza y la ensartaría en un palo para adornar el jardín de la mansión.

Hyoga, suspiro aliviado al ver que su novio, regresaba de una pieza y después sonrió igual que todos mientras pasaban al salón, frente a la chimenea para poder finalizar la noche viendo algo de televisión.

Se sentaron, ocupando todos los sofás sin darse cuenta de que por inercia no le dejaron lugar a Hades al lado de Shun ya que Ikki como era habitual, se sentó a su lado.
Hades suspiró, no sabía donde sentarse, los tres sillones individuales estaban ocupados y el único doble, estaba ya asignado a Ikki y Shun que miraban felices la TV.
Volvió a suspirar y con decisión mientras los ocupantes de los sillones miraban de reojo, se sentó en medio de los dos. Quedándose incómodamente apretujados, pero a Shun y Hades no les importó demasiado.

Ikki giró su cabeza y los miró. No podía creer que Hades fuese tan atrevido, pero algo le distrajo de sus pensamientos. Una tos, como un carraspeo del cual rápidamente vio al dueño que le increpaba con la mirada para que se levantase del lugar donde estaba sentado, para que dejase solo a los muchachos.

- Coff... Coff... – volvió a toser con más insistencia Hyoga.

Finalmente, con una mueca de disgusto, Ikki accedió y se levantó. Se fue hasta el sillón donde estaba Hyoga y tras obligarle a levantarse, se sentó y lo agarró para que se sentara sobre sus piernas. Gesto que los hizo reír a todos y que los tranquilizó mientras miraban relajados el televisor.

El cansancio y la elección de Siria respecto al programa de televisión que escogió, los dejó a todos medio dormidos, aunque a Hades y Shun el sueño les venció del todo y quedaron profundamente dormidos, semi abrazados, descansando de la noche tan agitada que habían pasado.
Shun despertó y sonrió feliz al ver a Hades abrazado a su cuerpecito, dormido como un angelito.

- Hades… - susurró dando un suave besito en sus labios – nos dormimos – añadió viendo como Hades empezaba a despertarse.
- Mmmnn… - parpadeó, tratando de ver todo mejor en la noche, sintiéndose guiado por los preciosos ojos de Shun que brillaban de un modo encantador – será mejor que me vaya – sonrió.
- ¡Nada de eso! – espetó Shun – te quedarás a dormir conmigo – añadió tomándole la mano, llevándose lo a su habitación.

Hades no podía dejar de sonreír mientras Shun lo arrastró, pensando que no había un modo mejor para acabar el día. Poder compartir la noche con el amor de su vida, abrazándole, aspirando su olor.
Cuando entraron, solo la luz de la luna iluminaba la habitación, dándole un toque romántico perfecto.

- Ya vengo, voy al baño. Si quieres, puedes usar cualquier pieza de mi ropa para que te sientas más cómodo – añadió y se encerró en el baño.

Lo miró todo, curioseo mientras esperaba por Shun, abriendo algún que otro cajón, conociendo cada pequeño detalle de es linda habitación, desnudándose, quedando solamente en bóxers y metiéndose en la cama, esperando a Shun mientras imaginaba lo bonito que sería poder tocarle, aunque no estaba convencido de que Shun quisiera eso… Craso error.

Shun, corrió desde el baño hasta la cama, completamente desnudo, saltando encima de hades que no podía creer lo que veían sus ojos.

- Hades… etto… ya no puedo más – se sonrojó.
- Shun te amo… - dijo mirándole a los ojos – yo también lo estoy deseando – susurró, tomando sus mejillas para besarlo y acariciarlo, volteando sobre la cama, quedando encima de él.

Hades terminó de desnudarse, volviendo a estirarse encima de Shun, recreándose en las caricias, besándole, tocando cada milímetro de su piel, concentrándose en que se relajase, en excitarle hasta que sintiera que estaba completamente preparado, momento en el que sus cuerpos se fundirían en uno solo mientras se amaban.

- ¡IKKI! – se oyó en el pasillo - ¿Qué demonios haces? – añadió Hyoga acercándose hasta él, tomándole de una oreja para llevarlo a su habitación.
- Hyoga… que solo fui al baño. ¡Joder! Que es verdad – dijo mientras su oreja izquierda ardía por el tirón.

Unas risas salieron del interior de todos los cuartos en los que sus ocupantes se reían a carcajadas imaginándose a Ikki siendo arrastrado por Hyoga al interior de su habitación.

- Te amo… - dijo Shun, reclamando la atención de Hades.

Este entendió perfectamente y encantado continuó. Se desvivió haciéndole el amor, acariciando el cuerpo de Shun que se retorcía y arqueaba por el placer, pegando su blanquecina piel al cuerpo de Hades cuando le penetró, estremeciéndose, moviéndose, acompasando los movimientos de sus cuerpos, interpretando el delicioso baile del amor hasta que el éxtasis les venció y terminaron al mismo tiempo, quedando después dormidos victimas del agotamiento, completamente felices de poder gozar libremente de su amor.

Por la mañana, ni el cantar de los dulces pajarillos, ni los primeros rayos del sol los despertó, sino que fueron los “suaves” golpecitos que Ikki dio sobre la puerta para que bajaran a desayunar al comedor. Y eso hicieron, después de hacerse algún mimito y después de que Hades hiciese una petición.

Se sentaron a la mesa y en cuanto estuvieron cómodos, Hades puso en conocimiento de todos la petición de la cual recibió una respuesta afirmativa.

- Shun vendrá a vivir conmigo – dijo sin tapujos.
- ¡DE ESO NADA! –gritó Ikki rojo de celos, bajo la atenta mirada de todos.

Hades se levantó e incorporó su cuerpo hacia adelante, quedando a escasos centímetros de la cara de Ikki.

- ¡Si él no se viene conmigo, me mudaré yo! – exclamó, mirando fijamente a Ikki, sonriendo malicioso sin darle más opciones.
- Eso me parece mejor – respondió, cayendo en la trampa, dando inicio a una sonora carcajada ya que todos se dieron cuenta de que ese era el propósito inicial. Todos menos Ikki que se sonrojó avergonzado cuando se percató.


- Fin -

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