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Sentimientos peligrosos por tenshi_kun

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Notas del capitulo:

Hola!! ¿Como están?... yo maso, aqui en mi pais se juntaron varios acontesimientos tristes.

Murio un gran hombre, la seleccion perdio por goleada, y se recuerda un nuevo aniversario de la guerra de Malvinas.

Pero por suerte hoy salió el sol despues de dos días de lluvia, y ya se ve todo con otros ojos.

Bueno... a leer!!.

 

Astoria ya no soportaba mas el desinterés que mostraba su marido, la indiferencia, la falta de consideración, la falta de amor.

Desde que se habían casado se sentía como una intrusa en esa casa, como una desconocida. Pero mas lo notaba en la cama, Draco jamás intentó ponerle un dedo encima, siempre inventando excusas para no hacerle el amor, y si lo hacía, parecía que su marido no sentía nada, no la besaba, no la hacia sentir mujer… a ese paso jamás tendría un heredero.

 

En ese momento Astoria pensó: su marido no estaba libre del juramento inquebrantable aun, hasta que el bebe no nazca, Draco tendría que estar a su lado.

Fue en ese momento, en que la despechada chica comenzó a elaborar pociones anticonceptivas. Trataría de atrasar su embarazo el mayor tiempo posible… eso significaba, mas tiempo alado de Draco. Si no era de ella, no era de nadie.

 

Astoria no podía estar más equivocada, ya que en ese momento, su marido, estaba preparando la sorpresa más romántica que jamás pensó realizar.

Aprovechó la ausencia de Harry para fraguar un plan de bienvenida, que le demostrara cuanto lo amaba, y lo extrañaba.

 

Recordando el hechizo de duplicación, Draco tomó una vela que encontró en la cocina y  la duplicó, y esas dos las volvió a duplicar, y esas y esas, hasta que hizo cientos. Lo mismo hizo con una rosa que arrancó del jardín de Harry.

Desde la puerta de entrada, comenzó a pegar las velas al piso con su misma cera, haciendo un camino perfecto de un lado y del otro, que finalizaba en la puerta de la habitación de Harry. Ese camino perfecto que hizo con las velas, decidió cubrirlos con pétalos de rosas. Finalmente tapizó la cama con ellas, y se sentó paciente a esperarlo.

 

Cuando el reloj dio las doce del medio día y Harry aun no llegaba, Draco comenzó a impacientarse.

 

Fuera de su casa, Harry trataba de buscar la varita para deshacer el hechizo de seguridad que cerraba la puerta. De su espalda colgaba la mochila con las cosas del instituto, y en la mano traía varios apuntes mas, acompañados de una caja de pizza y un par de películas, al parecer pensaba que pasaría el fin de semana solo… estaba equivocado.

 

Cuando finalmente entró, casi tira todo lo que traía, la sorpresa que se llevó fue inmensa, y totalmente agradable. Solo había una persona que podía hacer eso.

Dejo todas sus cosas arriba de la mesa, y se dispuso a seguir la alfombra de pétalos de rosas.

Cuando llegó al final de ésta, encontró la puerta de su habitación cerraba, antes de aventurarse a abrirla, le rogó a Merlin encontrar dentro a la persona que tanto anhelaba.

 

Su habitación estaba plagada de velas también, y su cama estaba repleta de pétalos de rosas, y sobre ella, la persona más hermosa del mundo lo esperaba, parecía como un ángel caído con ese traje negro que tan bien le sentaba.

 

Harry estaba tan sorprendido que apenas podía hablar, Draco notó esto y actúo.

Se puso de pie elegantemente, y caminó hasta Harry.

 

-Te dije que pasaríamos el fin de semana juntos – comenzó Draco.

 

-Esto es maravilloso.

 

-Bastante cursi, lo se.

 

-Jaja, nada de eso. Es perfecto.

 

-Te extrañe – cambio de tema Draco, no quería seguir hablando de velas ni pétalos de rosas.

 

-Yo también, muchisimo.

 

-Te amo Harry, y jamás estarás en segundo lugar.

 

Draco tomó del cuello a Harry, con una suavidad descomunal, como si entre sus manos tuviera una joya preciosa. Se acercó y lo besó.

Una ves que se separaron, Draco no podía quitarle la vista de encima, Harry lucia absolutamente maravilloso. Las cortinas de su cuarto eran de un color beige y marrón, y eran tan pesadas y gruesas que no dejaba pasar el sol fácilmente.

Esa claridad tan hermosa que se reflejaba, la daba a los ojos verdes de Harry un brillo hipnotizante.

 

Deseando perderse para siempre en esos ojos, Draco le quito las gafas para poder apreciarlos mejor.

Volvieron a besarse, pero esta ves de forma más fogosa. Las lenguas se enroscaron como llamas, al igual que sus brazos. Harry los pasó por el cuello del rubio, y Draco rodeo la cintura del moreno, éste era un poco mas bajo de estatura, y siempre quedaba parado en la punta de sus pies.

 

La respiración de ambos comenzó a gritarse considerablemente, sus pulmones pedían a gritos un poco de aire, pero ellos no parecían obedecer, seguía cada uno fundido en la boca del otro.

Harry deslizó sus manos por el pecho de Draco, hasta encontrar la abertura de su saco. Cuando lo hizo se lo quitó, dejándolo caer al piso. Sin darle tiempo, sus manos siguieron bajando hasta toparse con la evilla de su cinturón, comenzó a aflojarla junto al cierre de su pantalón.

 

Mientras tanto Draco, estaba tratando de destraban el cierre de la chaqueta de Harry, la pasión ya los había invadido, entorpeciendo sus movimientos, la euforia, la alegría y las ansias eran tantas, que ni siquiera se podían deshacer de la ropa.

 

-Déjame ayudarte – le dijo Harry, que ya se había impacientado.

 

Él mismo se quitó la chaqueta, mientras Draco hacia lo suyo con su corbata y su camisa.

Harry atacó el pálido y estilizado cuello de Draco, oliendo esa piel que tenía perfume propio, esa suavidad sedosa que lo hacía temblar.

Bajó mas por su cuerpo, besando los hombros, el pecho.

Draco estaba muy quieto, disfrutando del contacto, enterrando su rostro en el cabello de Harry.

 

 

El moreno siguió bajando más, y de un solo tirón se deshizo del pantalón y la ropa interior de Draco.

 

-Espera – dijo el rubio, volviendo a subir a Harry – tenemos tiempo para eso. Primero quiero besarte, acariciarte… disfrutarte.

 

-Me parece perfecto.

 

Draco besó delicadamente a Harry, y con su cuerpo lo fue empujando hasta la cama.

El moreno sintió los pétalos de rosas sobre su espalda, y descubrió una sensación completamente nueva y placentera.

El rubio se quito la ropa atorada en sus tobillos, y luego le quito el resto de ropa a Harry. Ambos en igualdad de condiciones, desnudos, y deseosos de sentir el calor del otro.

 

Cuando Draco posó su cuerpo sobre el de Harry, éste se estremeció.

 

-Ahh, te extrañe tanto – le susurró Harry a Draco sobre sus labios.

 

-Igual yo – le contestó.

 

Sus labios volvieron a encontrarse,  sus cuerpos comenzaron a moverse lentamente, disfrutando de la tibia piel, de las suaves caricias.

 

Harry no tenía finas sabanas de seda como tenia Draco en su habitación, pero sin duda, esos pétalos de rosas imitaban a la perfección la suavidad de la seda.

Harry tomó con sus dos manos un puñado de pétalos, y acarició la espalda de Draco con ellos.

 

-Eso… se siente bien – dijo el rubio, al sentir el contacto en su espalda.

 

Harry los dejó ahí, sobre Draco, le daba la impresión de estar abrigándolo, protegiéndolo. 

El rubio llevó su mano derecha hasta el miembro erguido de Harry, y comenzó a masajearlo. Sus ojos grises estaban fijos en el rostro de su amante, admirando las hermosas facciones, los gestos de placer.

 

El sudor comenzaba a invadir sus cuerpos, el olor a sexo y deseo se mezclaba con el delicado aroma de los pétalos de rosas, que se pegaban juguetonas a la piel de ambos.

Los gemidos de Harry comenzaron a incrementarse debido a las caricias de Draco, éste ya casi no podía aguantar estar fuera del moreno.

 

-¿Ya me disfrutaste Draco? – Le preguntó Harry, bastante agitado – Es que no creo poder aguantar mucho tiempo más.

 

-¿Qué dices?... Si a ti te encanta que yo haga esto.

 

-Huum si, pero te prefiero dentro mío.

 

-Yo también prefiero eso.

 

Sin más rodeos, Draco convoco una cantidad considerable de lubricante sobre su mano, y las aplicó en los lugares a usar.

 

-¿Lo quieres hacer así? – le preguntó Draco, en tono juguetón.

 

-Tú sabes muy bien que así es como me gusta.

 

Harry rodeó con sus piernas la cintura de Draco, levantando un poco la cadera para darle más fácil acceso.

El rubio acomodó su miembro en la entrada del moreno, y empujó.

Harry tuvo que contenerse un poco, la realidad era que llevaban tiempo sin tener sexo, y dolió bastante la penetración. Pero el rubio lo conocía demasiado, y se percato de ese detalle.

 

-Tu dime cuando – le dijo, luego de darle un beso tranquilizador en la frente.

 

-Es fabuloso volver a sentirte.

 

-No hay nada más hermoso que hacer el amor con la persona que se ama.

 

Ambos se besaron apasionadamente, y comenzaron sus movimientos al unísono.

Harry amaba esa posición, estaba a total merced de Draco, sentía su cuerpo refregarse contra el suyo, los sensuales movimientos de cadera en medio de sus piernas. Como Draco se ocultaba en su cuello, como besaba sus mejillas y sus labios, la fuerza que ejercían sus brazos para sostenerse, hacia que los músculos se marcaran.

 

Harry deseaba tener mas de dos manos, era un desperdicio que ese hermoso cuerpo no fuera acariciado en su totalidad. Por su piel aun había pétalos de rosas, ahora pegados a la piel, producto del sudor.

 

-Te extrañaba tanto Harry – Gemía Draco, mientras lo besaba e incrementaba el movimiento de su cuerpo – extrañaba tu piel, tus besos…

 

Harry no lo dejo seguir hablando, ya que metió su lengua en la boca de Draco, tan profundo como jamás lo había hecho.

Las placenteras vibraciones comenzaron a recorrer ambos cuerpos, el sudor hacia que la piel pareciera más deseable, y emitiera un sensual sonido al chocar con la otra.

 

La cama se mecía al mismo ritmo que los dos cuerpos sobre ella, los pétalos de rosas caían al piso, o se pegaban a los amantes, que en ese momento, se recordaban cuanto se amaban, y llenaban el cuarto de jadeos.

 

Estaba llegando, cada vez mas y mas cerca, se veía en los ojos, se sentía en lo acelerado del corazón. El acto tan placentero, excitante, caliente y dulce, llegó a su fin con un audible grito de satisfacción.

 

Draco salió delicadamente de Harry, y apoyó su cabeza en el pecho de éste. Podía sentir su corazón agitado, al igual que su respiración. Estaba sudado, y tenía algunos pétalos de rosas pegados en la piel.

Con esas sensaciones tan embriagadoras y hermosas, Draco se durmió, al igual que Harry.

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Las pociones anticonceptivas debían quedar de un color azul oscuro, Astoria las miró detenidamente a contra luz, y comprobó que estaban en perfectas condiciones.

El sexo con su marido era casi nulo, así que siete botellitas de poción, le pareció suficiente.

Recordaba que debía tomar una antes de la relación sexual, y el efecto sería una protección al 100 %. Claro que si fallaba algún ingrediente, el efecto sería contrario, y las probabilidades de quedar embarazada serían al 100% también.

Las guardó en su mueble del baño, y se fue mediante traslador a visitar a sus padres.

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Y ya que tenía el fin de semana libre también, Severus invitó a Narcissa a pasar un bello día en las costas de Grecia. Ahí se daría una gran fiesta en honor al matrimonio de uno de los mejores pocioniestas de Europa, y ayudante directo en los laboratorios Malfoy.

 

Y hablando de los Malfoy, el más joven de la familia despertaba lentamente en otra parte del mundo.

Le extraño no sentir el cuerpo de Harry contra el suyo, se volteó para abrazarlo, pero descubrió horrorizado que Harry no estaba ahí ¿Acaso había sido un hermoso sueño?... No. Los pétalos de rosas seguían ahí, algunos inclusive pegado en su piel. Estaba arropado con las sabanas, y se podía ver que el sol había bajado completamente.

 

Se levantó y se puso su pantalón y su camisa, y bajó a la planta inferior de la casa. Ahí respiró aliviado, ya que vio a Harry ordenando unos papeles sobre la mesa. Se sorprendió un poco al ver que ya estaba todo ordenado, no había ninguna vela, ni ningún pétalo de rosa en el piso.

 

-Buenos días – le dijo Draco, y Harry que estaba concentrado, se sobresaltó un poco.

 

-Ay, que susto. Buenas noches querrás decir – contestó, para luego darle un beso en los labios.

 

-¿Qué hora es?

 

-Como las once de la noche.

 

-Diablos, con razón tengo tanta hambre.

 

-Si, yo igual. Espera que termine de ordenar estos papeles de la academia y caliento la pizza que traje.

 

-Ok.

 

-Podemos ver las películas también, si quieres.

 

-Claro, jamás vi una película muggle.

 

Mientras Harry seguía ordenando sus papeles, Draco se sentó frente a él y comenzó a ver las tres cajitas delgadas que estaban sobre la mesa. Dos de las cajitas planas tenían nombre y una foto que no se movía, y la tercera era completamente negra.

 

-¿Cuál es esta? – preguntó Draco. Pero al intentar abrir la caja, Harry se la quitó de las manos, y no pudo ocultar el sonrojo de sus mejillas.

 

-Nada.

 

-¿Acaso es una película prohibida para menores?

 

-¿Qué?… nada de eso.

 

-Entonces déjame verla.

 

-No, ahora no. Después la vemos.

 

-¡Dame eso Harry! – dijo levantándose de la silla, con mirada juguetona.

 

-¿La quieres? – contestó el moreno, dando pasos hacia atrás.

 

-Si, la quiero.

 

-Pues ven por ella – dijo, para luego ponerse a correr por la casa, seguido rápidamente por Draco.

 

Corrieron por toda la planta baja de la casa, hasta salieron al jardín, en donde finalmente Harry se dejó atrapar.

Draco se sentó sobre Harry para que no pudiera escapar, le sacó la cajita de la mano y la abrió.

 

-¿Policías y ladrones?

 

Draco miró a Harry algo confundido, pero éste le dedicó una sonrisita picara, mordiendo su labio inferior. En ese momento el rubio comprendió que tipo de película era.

 

-Eres un pervertido ¿sabias?

 

-Ahja, y también se que te gusta así.

 

-Eres increíble San Potter – Draco se inclinó y lo beso apasionadamente. Por suerte el jardín estaba oscuro, y la noche avanzada, porque sino cualquier vecino los habría visto.

 

Se metieron a la casa con intención de comer y pasar una maravillosa y entretenida noche mirando esa película que prometía muchas cosas. Claro que antes, Harry tuvo que explicarle a Draco que era un policía y un ladrón.

 

Dejaron la caja de pizza y las sobras en la cocina, oscurecieron la sala, y se acomodaron en el sillón.

Solo habían transcurrido quince minutos de película, y ambos tenían la erección más grande que hubieran imaginado.

 

-Estos muggles son muy exagerados – comentaba Draco.

 

-¿Por qué?

 

-Mira el tamaño de esa…cosa. Es imposible.

 

-¿Y quien lo dice?

 

-Nunca vi algo tan grande… Pobre chico ese, lo va a romper.

 

-Ja ja, Merlín bendito.

 

-Eres un degenerado Potter, me haces mirar esto a mí, que soy un chico decente.

 

-Eso si que no te lo cree nadie.

 

-Jajaja… ¿Por qué grita tanto?

 

-Tú también gritas así – dijo Harry, dándole un golpecito juguetón.

 

-Mentira.

 

-¿Quieres ver que si?

 

-¿Perdón?

 

-¿Quieres que le hagamos la competencia?

 

-Estas jugando con fuego ¿Sabias?

 

-Me encantaría quemarme.

 

Harry se lanzó sobre Draco, dispuestos a ganarles a ese tonto policía, y su escandaloso ladrón.

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Había que reconocer que se pasaron de la raya, obviamente no eran viejos, pero tampoco tenían veinte años. Eso se decía Narcissa cuando despertó en la habitación del apartamento de Francia… ¿Cómo habían llegado a Francia?, solo Merlín sabía.

 

Esa fiesta había sido una locura, aunque más locura había sido lo que sea que habían hecho y que los había dejado en ese estado.

 

-¿Severus? – lo llamó, ya que no estaba en su cama.

 

Como pudo la mujer se levantó, y se asustó al encontrar a su novio tirado en el piso.

 

-¡Sev! – le grito, tratando de hacerlo reaccionar.

 

-Eh, que… que carajo – fue lo único que balbució el hombre.

 

Narcissa llegó a la conclusión que lo mejor era seguir durmiendo hasta que estuvieran en condiciones de cuadrar un pensamiento, o unir dos frases seguidas.

 

Al parecer, ese fin de semana había sido muy loco para todos… menos para una joven francesa.

Astoria había llegado temprano el domingo por la mañana para encontrar la mansión absolutamente vacía.

Nadie ahí le dio la bienvenida, ni siquiera los elfos domésticos. Ya se estaba cansando de esa maldita familia, de los constantes desplantes, y porque no también humillación.

Algo dentro de ella estaba creciendo, algún tipo de odio y resentimiento, que cada día se hacía mas fuerte.

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Todo el amor y la pasión que los había envuelto el día anterior desapareció de repente, una pequeña chispa hizo explotar una discusión entre Harry y Draco.

 

-¿¡Como!? – le gritó Harry.

 

-Que te molesta… casi no tengo sexo con ella.

 

-Es que ese es el problema.

 

-Yo te amo a ti, ¿sabes lo que se siente hacer el amor con alguien que no quieres?

 

-Lo imagino Draco, pero si no lo haces, esto nunca acabará ¡Tienes que hacerlo!

 

-Pero me cuesta, mierda. ¿No lo entiendes?

 

-Si que lo entiendo, pero esto es por tu cu… - Harry paró de hablar, pero había sido tarde.

 

-¡Anda! ¡Termina lo que ibas a decir!

 

-Esto es ridículo.

 

-¡Esto es mi culpa! ¡Eso es lo que quisiste decir!

 

Las cosas se había puesto muy feas cuando Draco mencionó su falta de sexo con Astoria, Harry saltó furioso por este tema, si Draco no la dejaba embarazada, jamás sería libre.

 

-Draco, por favor, esto se nos fue de las manos… no debemos pelear.

 

-Tú lo comenzaste.

 

-¿Y como no iba a hacerlo? .Draco, si no lo haces no podremos estar juntos.

 

-Lo se, lo se… es tan difícil. Me siento como un monstruo cada ves que lo hago. Pienso en ti.

 

-Escúchame. Tú tienes la parte más difícil, pero estamos juntos en esto. No te sientas mal por mí, al contrario.

 

-¿Al contrario?

 

-Si, cuando estés con ella piensa que es la última etapa, el último paso para estar juntos por siempre.

 

-Podría funcionar… ya pasé por muchas etapas.

 

-¡Eso es!

 

-Además el bebe, siempre quise ser padre.

 

-Tendrás un hermoso bebe, luego debemos pelear por el ¿Entiendes?

 

-Lo se.

 

-Pero será más fácil, por que estaremos juntos, libres, sin ningún juramento.

 

-Lucharemos por el.

 

Harry tenía el don de provocar la discusión y luego arreglarla, pero también sabía como contener a Draco, y como convencerlo de hacer las cosas correctamente. El rubio ya se sentía mas motivado para ir y poner manos a la obra, para terminar de una ves y para siempre con toda esa mierda que tanto mal les hacia.

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Como pudieron, Narcissa y Severus llegaron a la mansión. Sobre la mesa había una nota de Astoria que les avisaba que aun estaba en Francia. La chica, molesta por la ausencia de su supuesta nueva familia, decidió volver más tiempo con sus padres.

 

-Cissy – la llamó Snape, que estaba desplomado en el sillón – Trae una poción para el dolor de cabeza.

 

-Y yo que se donde están, tu eres el pocionista aquí.

 

-Si, pero yo no se donde guardan las cosas.

 

-Yo tampoco, para eso tengo elfos domésticos.

 

-Iré al laboratorio, seguro que hay ahí – dijo, poniéndose de pie como pudo - Tú busca por la casa por las dudas.

  

-¿Que? Eso no tiene sentido para mi.

 

-Cissy, quiero ir al laboratorio, estuvo a la deriva todo el fin de semana, hazme el favor y busca una poción por la casa y tómatela, estoy seguro que hay por aquí.

 

-Si, como sea. Vete, que se me parte la cabeza.

 

Luego de prepararse un café, Narcissa comenzó a buscar por la casa la bendita poción para la resaca, con ayuda de los elfos, claro está.

Recordó que el cuarto matrimonial de Draco era bastante grande, seguramente su hijo o Astoria tendrían algunas pociones por algún lugar.

 

El cuarto de baño era enorme y elegante, tenía dos piletas individuales y dos muebles para que ninguno se estorbara a la hora de arreglarse. Abrió el mueble del lado de Draco pero lo único que había eran jabones y colonias muy caras. 

 

Cuando abrió el mueble de Astoria… se sorprendió, y quedo paralizada.

Narcissa vio siete botellitas con un líquido azul, cualquier bruja reconocería una poción así… anticonceptiva.

Tomó una botella y lo miró a contraluz, era inconfundible, ella misma había elaborado esas pociones después de tener a Draco.

 

-Maldita – susurró entre dientes.

 

Solo la bruja que iba a consumirla era capaz de preparar la poción anticonceptiva. Si estaba bien hecha, la poción ofrecía una protección total, recordaba Narcisa. Pero si algún elemento fallaba, el efecto era a la inversa… o sea, ella quedaría irremediablemente embarazada.

 

Narcissa era una mujer sumamente inteligente, si cambiaba las pociones o las alteraba con algún hechizo, lo mas seguro era que Astoria se diera cuenta… pero jamás sospecharía de un ingrediente muggle.

 

Buscó en la cocina el tazón de azúcar que tenía, subió nuevamente al baño del cuarto matrimonial de su hijo, y arruinó las siete pociones anticonceptivas, tirando dentro de ellas, una pizca de azúcar con sus dedos.

 

Esa maldita francesita no sabía con quien se acababa de meter.

  

 

 

 

                  

 

 
Notas finales:

Wow, que foto sexy, no?

En realidad les hice una pequeña trampita jeje, estos son Maxxie y Tony de la serie Skins, pero se parecen mucho a Draco y Harry, asi que lo puse para estimular la imaginación, jaja.

En este capi pasaron varias cosas... !!!Grande Narcissa!!! jaja, espero que les haya gustado.

Dejen reviews. Besooos :)

 


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