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Sentimientos peligrosos por tenshi_kun

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Notas del capitulo:

Hola gente!!! ¿Como estan?, yo algo triste porque este capi es el anteultimo :(

Asi es, la proxima vez sera la ultima ves que leeran este fic... pero no se preocupen, viene otro en camino.

Pasan muchas cosas en éste... asi que a leer!!

Dos días después de que Narcissa se enterara del sufrimiento oculto de su hijo, ésta decidió poner su plan en marcha, no había tiempo que perder.

La decisión la había tomado en el mismo momento que Severus le había informado sobre la amenaza a su hijo, ahora sólo quedaba resolver el problema.

 

Narcissa apareció en la mansión Malfoy antes de que su hijo se fuera al laboratorio.

 

-Mamá, que sorpresa –dijo Draco al verla, éste ya iba de salida poniéndose su sobretodo negro mientras caminaba hacia la chimenea.

 

-Hola hijo, espero que no te moleste que me quede aquí a pasar el día.

 

-Claro que no, ésta es tu casa.

 

-Gracias hijo. Ve tranquilo, que yo cuidaré a Leo.

 

-Mamá… gracias, no me siento tranquilo dejándolo con los elfos… ni con Astoria, ella no es muy maternal.

 

-Ya me percaté de ese detalle ¿Dónde está ella?

 

-Salió de compras, creo.

 

-¿Tan temprano? Ya veo que le encanta malgastar tu fortuna, hijo.

 

-No me importa, mientras le traiga cosas lindas a Leo.

 

-Jaja, de acuerdo. ¿Aun duerme?

 

-Si, está en su cunita.

 

-Ok, iré a verlo. Tú ve tranquilo, aquí está mamá.

 

Draco respiró de alivio luego de darle un beso a su madre. Ese día tenían una importante reunión todos los jefes de los laboratorios, y estaría fuera hasta entrada la noche. Por suerte su madre estaba ahí y no tenía nada de que preocuparse.

 

Abrió suavemente la puerta de la habitación de su hijo y, al instante, pudo percibir el aroma a bebé que despedía el perfumito de su nieto. Draco lo tenía siempre impecable, limpio y con la mejor ropa, aunque siempre intentaba peinarlo, pero era imposible. Leo tenía el mismo cabello negro y rebelde de Astoria… o de Harry.

 

Luego de quedarse un rato mirándolo y tocándolo, le pidió a los elfos que lo cuidaran, que si llegaba a despertar, le avisaran de inmediato.

Se dirigió a la cocina a preparar un poco de café, ya que no había desayunado.

Se sentó en la mesa, con su tazón lleno entre las manos y la azucarera a su lado, dispuesta a esperar a Astoria para hablar largo y tendido.

  

Cuando Astoria llegó, cargada de bolsas de compras, el elfo doméstico Lido la recibió, le informó que la señora Narcissa estaba en la cocina y que planeaba quedarse a pasar el día.

Con cara de repulsión y sentimiento de odio se dirigió a la cocina para enfrentar a Narcissa y, si era posible, echarla de su casa, ya que ahora la señora de la casa era ella.

 

-Querida –dijo Narcissa cuando la vio entrar, con voz sumamente irónica–, que sorpresa.

 

-Corrección: Que desagradable sorpresa.

 

-Siempre tan encantadora.

 

-Siempre tan irritante.

 

-No estoy aquí para pelear como dos colegialas. Si realmente eres una mujer, te sentarás frente a mí para hablar claramente.

 

-Yo no tengo nada que hablar contigo –Astoria estuvo a punto de salir por la puerta, cuando la mano de Narcissa la aferró fuerte del brazo.

 

-Lo querrás hacer cuando te diga que es de mi hijo que quiero conversar.

 

Astoria le clavó la mirada, dura, pero algo curiosa también.

 

-Anda –dijo Narcissa–, sírvete café, tenemos mucho de que hablar.

 

Astoria le pareció prudente seguirle el juego, hablarían todo lo que quisieran, y ahí seria un buen momento para demostrarle quien de las dos era más inteligente y audaz.

Cuando la chica se sentó, Narcissa le pasó de forma descuidada la azucarera para que le pusiera a su café.

 

-¿Qué modales son esos Narcissa?

 

-No pienso gastar mis buenos modales contigo.

 

Astoria se sirvió tres cucharadas de azúcar y, al estar muy concentrada revolviendo su taza, no se percató de la sonrisa de costado que se había formado en el rostro de Narcissa.

 

-Ve al grano Narcissa. Cuanto antes termine esta pesadilla, mejor –le dijo, dando su primer trago al café.

 

-Creo que pesadilla es lo que está viviendo mi hijo.

 

-¿De qué habla? –dijo desentendida, dando un segundo sorbo a su café.

 

-Sé que lo estás amenazando. ¿No puedes soportar que no te ame? Ten un poco de dignidad.

 

-Yo soy su esposa, su lugar está a mi lado.

 

-Eso no es lo que él quiere.

 

-Él ya es un hombre y debe cumplir con su deber. Tú ni siquiera sospechas la humillación que sentí cuando me enteré que me engañaba con un hombre. ¡Con un hombre!

 

-Harry es mucho mejor persona que tú, eso ni lo dudes… Pero, ¿Tan desesperada estabas para darle la poción de vinculación? ¿Las tres dosis?

 

Astoria comenzó a sentir un calor extraño recorrer su cuerpo, le era difícil respirar y sentía como su garganta se cerraba.

 

-Yo lo amo, y a Leo también. Ellos son míos.

 

-¡Ellos no son una cosa! Y mi hijo jamás te amará, no importa la poción que le des.

 

-¿Cómo sabes lo de la poción?

 

-¡Yo se muchas cosas, niña idiota! Soy más de lo que tú serás nunca.

 

-¿Ah si? Lo único que pudiste hacer fue arruinar mis pociones anticonceptivas, y eso no me detuvo.

 

Astoria se estaba sintiendo realmente mal. El nudo en su garganta le impedía respirar casi por completo y, ahora, se le sumaba un intenso dolor de estómago, que apenas podía disimular.

 

-Lo recuerdo –siguió Narcissa, como con aire soñador, tocando la azucarera- ¿No te encanta el azúcar?

 

Astoria se levantó de la silla, se sentía mareada como nunca, el dolor en su estómago era insoportable y ya casi no podía respirar.

 

-¿Qué sucede, querida? –dijo Narcissa, levantándose también, pero sin la mínima intención de ayudarla- ¿Te hizo mal el café?

 

-¿Qué… le pusiste…? Maldita –dijo Astoria, con increíble dificultad.

 

-¿Yo? Tú se lo pusiste… aunque, creo que me equivoqué. Ups, no era azúcar, que tonta soy.

 

-¡Maldita! –le dijo, cayendo de rodillas al suelo, retorciéndose.

 

-¿Sabes? –dijo Narcissa, agachándose hasta el piso, para ponerse a la misma altura que ella– Los muggles tienen un método infalible para matar a las ratas…

   

Los ojos de Astoria estaban llenos de lágrimas y, aunque intentaba esforzarse por respirar, no lo lograba.

 

-… No te preocupes, querida. Puse suficiente para matar a una gran rata como tú.

 

Astoria quiso decir algo, un insulto seguramente, pero ese fue su último aliento antes de que el veneno para ratas que Narcissa había comprado y mezclado en la azucarera, le hiciera alcanzar la muerte.

 

Narcissa levantó la cabeza y respiró hondo, aliviada. La miró, ahí, muerta en el suelo de su cocina y no pudo sentir ni una pizca de culpa, de remordimiento o arrepentimiento.

Por su hijo era capaz de todo, ese día lo había demostrado, se lo había demostrado a ella misma.

 

La peor parte llegaría luego, cuando tuviera que enfrentarse a  Severus y sobre todo a Draco. Levitó el cuerpo sin vida de Astoria, lo llevó hasta su cuarto y lo posó sobre la cama.

Informó a los elfos que la señora Astoria no se sentía bien y que no se atrevieran a molestarla. Luego buscó a su nietito Leo, y se dispuso a pasar un hermoso día con él.

 

Salieron a pasear, jugaron en los jardines de la mansión y, al caer la noche, lo acostó a dormir después de su baño; más tarde, se dispuso a esperar a su novio y su hijo.

Ambos llegaron sonriendo y se sorprendieron al verla ahí.

 

-Mamá ¿Por qué nos esperaste? –dijo Draco acercándose, depositó un beso en la frente de la mujer, y Severus, uno en sus labios.

 

-¿Tienen hambre? Les guardé algo de comer.

 

-No, estamos bien, cenamos en el laboratorio –contestó Severus.

 

-¿Y Leo?

 

-¿Duerme como el ángel que es?

 

-¿Te dio mucho trabajo? A veces es terrible.

 

-Es igual a ti cuando niño.

 

-¿Y eso es bueno o malo?

 

-No sabría que decirte.

 

Draco y Severus reían, pero a Narcissa le costaba un poco. En ese momento comenzó a sentir miedo al no saber cual sería la reacción de ambos hombres.

 

-¿Y Astoria? –preguntó Draco.

   

-Draco… –dijo Narcissa, compartiendo una mirada con Snape–, ya sabemos lo que esa mujer te está haciendo.

 

-¿Qué?

 

-Potter me citó en su oficina –interrumpió Snape–. Me contó sus sospechas… sus acertadas sospechas.

 

-¿Por qué lo ocultaste, hijo?

 

-Mamá, shh… –dijo Draco, seguramente Astoria percibía la conversación.

 

-Ella no te escucha, jamás volverá a molestarte.

 

-¿Has hablado con ella?

 

-Algo así, sígueme.

 

Draco obedeció algo confundido, pero más atrás venia Severus bastante preocupado. Recordaba cuando Narcissa había amenazado con matarla, pero jamás imaginó que se atrevería.

La mujer abrió la puerta, para sorpresa de Draco y espanto de Snape.

 

-Pero… que… -Draco se acercó a su esposa y, a simple vista supo que estaba muerta- ¿Qué sucedió mamá?

 

-Hice lo que cualquier madre haría.

 

-¿La mataste? ¿Tú la mataste, mamá? –le preguntó Draco, horrorizado. En otra parte de la habitación, Severus se tomaba la cabeza con ambas manos.

 

-¡Era lo que se merecía! Ahora tu puedes continuar tu vida y ser feliz con Harry. ¡Lo hice por ti!

 

-¿¡Pero a qué precio!? ¿Convirtiéndote en una asesina?

 

-¡Draco! –le gritó Snape, llamando su atención. Éste estaba igual de sorprendido, pero mantenía la compostura.

 

-¡Como pudiste mamá!

 

-Por ti hago lo que sea, ahí tienes la prueba –dijo, señalando el cuerpo sin vida de Astoria–. Esa infeliz te tuvo amenazado durante todo este tiempo.

 

-Habríamos encontrado otra solución juntos ¿Por qué llegaste a este extremo? –preguntó Severus.

 

-Severus… yo sé que esto te ha sorprendido, incluso decepcionado. Pero todos aquí sabemos que esa poción es irreversible.

 

-Pero mamá… podrían mandarte a Azkaban, los padres de Astoria…

 

-… Ya inventaré algo para eso. Pero si no lo logramos, me iría encantada a Azkaban o a donde sea.

 

-No digas eso Narcissa –la retó Snape.

 

-Jamás sentiré culpa o me arrepentiré de lo que hice –dijo, mirando a los dos hombres–, porque lo hice por ti, hijo. Por tu felicidad y la de Leo… y la de Harry.

 

-No puedo… no puedo agradecerte lo que has hecho. Es demasiado.

 

-Creo que en este momento lo más importante es pensar una buena cuartada –acotó Snape.

 

-No cuenten conmigo –dijo Draco saliendo del cuarto, aun sin poder creerlo. Dentro quedaron Severus y Narcissa, ésta en estado muy afligido.

 

-Lo siento Severus, pero debía hacerlo. Entenderé si no quieres estar más conmigo.

 

-¿Qué?... yo no te dejaría por nada, Cissy. Reconozco que yo pensé en lo mismo cuando me enteré, la diferencia fue que tú si lo hiciste. Te apoyaré en esto. Te amo.

 

-Gracias Sev –dijo ella, abrazando muy fuerte a su hombre.

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Luego del impacto y la discusión con su madre, Draco se fue a su habitación, sacó a su hijo de la cunita y lo llevó a su cama. Ahí lo abrazó y se durmió junto a él.

No supo exactamente cuánto tiempo descansó, pero las manitos y la risa de Leo lo despertaron. Leo Lucius había desarrollado la mala costumbre de tirar del cabello a su papá, ya que lo tenía bastante largo. El fino cabello platinado le llegaba hasta los hombros, dándole una apariencia más misteriosa y sexy.

 

-Basta Leo –dijo Draco algo dormido aún.

 

-Jaja, pa pá –dijo Leo. Para alegría de Draco, era la primera y única palabra que decía su bebé.

 

-Con eso no me convences ¿sabias? –le decía, haciéndole cosquillas y produciendo en su bebé esa risita tan hermosa.

 

Tres golpecitos en la puerta detuvieron los juegos y, sin esperar orden, Severus entró a la habitación.

 

-Merlín bendito –dijo sorprendido–, es como haber usado un giratiempos.

      

-¿Por qué?

 

-Recuerdo un día que vine de visitas, y encontré a Lucius y a ti así, igual como están ahora tú y Leo.

 

-¿De veras?

 

-Si, pero en el sillón de la sala.

 

-Me pareció bueno ponerle su nombre a su nieto.

 

-Fue una magnifica decisión. Pero… no venía a hablar de eso.

 

-Me imagino de que quieres hablar.

 

-Hay que hacer algo pronto, Astoria lleva muerta desde la mañana de ayer.

 

Draco hizo cara de asco, y volvió a mirar a Leo que jugaba con las sábanas de seda, ocultándose y luego saliendo, pretendiendo asustar a los dos hombres.

 

-Draco… yo sé que fue algo bastante fuerte, que nos sobrepasó. Pero tú sabes que no había otra solución.

 

-Lo sé. En todo este tiempo no logré revertir la poción.

 

-Tu madre lo hizo por ti, por tu hijo y por Harry.

 

-Lo sé, pero se convirtió en una asesina, la mató ¿Ya comprendiste eso?

 

-Si, y no me sorprende cuando lo pienso. Una madre es capaz de hacer cualquier cosa por un hijo. Ponte en su lugar, eres padre también. Si alguien daña a Leo ¿Qué harías?

 

-¡Lo mato! –dijo al instante, dándose cuenta de su respuesta un segundo después.

 

-Exacto –dijo, levantándose de la cama–. Piénsalo ¿Si?

 

Finalmente dejó a su ahijado y al hijo de éste solos en la habitación. Draco suspiró profundo y agarró a Leo para ir a darle su acostumbrado baño del día. Luego pensaría en lo ocurrido.

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A Harry casi se le cae la taza de café cuando leyó en la primera plana de “El profeta”, que Astoria Malfoy había muerto.

Muy atentamente leyó la noticia, al parecer había sufrido de un extraño virus mortal. Los medimagos no pudieron descifrarlo ni hacer nada para salvarla, ya que parecía ser de algo proveniente de una comida muggle en mal estado.

 

Harry no podía creerlo, Draco era libre… nuevamente. Temía porque alguna nueva piedra se interpusiera en el camino de ambos, pero también sospechaba que algo raro encerraba esa noticia, que no sabía como describirla. 

 

Como siempre, las corazonadas de Harry eran acertadas.

 

Luego de una larga noche, desvelados y nerviosos, Draco, Narcissa y Severus, encontraron una coartada convincente.

Varias pociones y algunos hechizos de memoria, hicieron que los señores Greengrass no preguntaran ni investigaran acerca de la muerte de su hija.

 

En el entierro de la chica, Draco no sabía como reaccionar, como pensar o que sentir.

Miraba de reojo a su madre, y veía como ésta se tapaba la mitad del rostro con un pañuelo. Para todos ahí parecía que la mujer lloraba, pero Draco sabía muy bien que estaba tratando de ocultar su risa. Se sentía pésimo… esa no podía ser su madre.

 

Los días pasaban y Draco aun no superaba lo que había hecho su madre. Por un lado se sentía aliviado, ya no había nada que le impidiera estar para siempre con Harry. Pero, por otro lado, no podía sacar de su cabeza que su madre era una asesina. No podría seguir su vida normalmente sabiendo que su madre cargaba con una muerte en su espalda.

 

Decidió ir a hablar con ella. Se metió en la chimenea de su oficina y apareció en la casa de New York de su madre y su padrino.

 

-Draco, mi amor –lo recibió su madre.

 

-Hola mamá.

 

-¿Quieres almorzar? Puedo hacerte lo que quieras.

 

-No mamá, quiero hablar contigo.

 

-Bueno, tú dirás.

 

-Ayer en el entierro, pude ver como tratabas de ocultar tu alegría.

 

-Bueno, hice lo que pude. Tú te veías muy convincente, te felicito.

 

-En ningún momento fingí, estaba destruido. ¡Aun no me entra en la cabeza lo que hiciste!

 

-Otra vez con eso Draco, ya lo hablamos.

 

-No sé como puedes dormir en las noches.

 

-Duermo perfecto, relajada y en paz, aunque no lo creas. Porque se que tú estás a salvo y feliz.

 

-¡Te equivocas! No tengo paz, ni siquiera pude ir a ver a Harry, no tengo cara para contarle lo que hiciste.

 

-Eres un desagradecido, Draco. Te libre de esa mujer, de esa maldita.

 

-Siento que ya no te conozco, mamá –continúo Draco, bajando la mirada, afligido.

 

-Yo sigo siendo la misma de siempre, hijo.

 

-Para mi cambiaste mamá, lo que hiciste no puedo agradecértelo, no tiene perdón.

 

Narcissa estaba destrozada, las palabras de su hijo eran como puñales en su corazón. Se llevó las manos a la cara y dejó fluir las lágrimas que estaba conteniendo.

 

-¿No entiendes que lo hice por ti? –dijo entre sollozos.

 

-¡Pero yo no quería que te convirtieras en una asesina!

 

-Ya te dije que no me importa.

 

-Algún día lo harás, tarde o temprano te carcomerá la conciencia… y eso no quiero verlo.

 

Narcissa frunció el ceño y se le paró el corazón, cuando vio a su hijo sacar la varita de su saco y apuntarle directo a su rostro.

 

-Draco… –dijo la mujer, asustada y confundida.

 

-Es lo mejor para ti mamá. Voy a hacer esto porque te amo.

 

Sacudió un poco la varita, viendo como su madre abría grande los ojos… estaba haciendo lo correcto. Con voz clara convocó:

 

-Ovibliate.

 

Una luz blanca salió de su varita y envolvió la cabeza de su madre, luego de unos segundos, la mujer cayó al suelo, desmayada, y Draco cayó de rodilla, exhausto por el esfuerzo.

 

Cuando recuperó la fuerza, tomó delicadamente a su madre y la recostó en el sillón de la sala. Se dirigió a la chimenea y se comunicó con su padrino, exigiéndole que se apareciera en la casa.

 

-¿Qué diablos pasó? –exclamó Severus cuando vio a la mujer acostada en el sillón, y a Draco con expresión triste en el otro sillón.

 

-Le lancé un ovibliate, padrino.

 

-¿Qué?

 

-Yo nunca quise que ella llegara a esos extremos.

 

Severus simplemente se agarró la cabeza con las dos manos, se le había hecho una costumbre en ese último tiempo.

 

-¿Cuán fuerte fue? –preguntó el hombre.

 

-Olvidará todo lo referido a la poción que me dio Astoria… y a su muerte.

 

-¿Qué caso tiene haber hecho esto? De todos modos, tú y yo sabemos la verdad.

 

-Podría ser nuestro secreto. Yo no tengo cara para contarle a Harry lo sucedido, y tampoco tengo el valor para dejar a mi madre vivir con una muerte a cuestas.

 

Snape se sentó junto a su ahijado y respiró hondo. Luego de un largo rato en silencio, habló.

 

-Ok.

 

-¿Qué cosa?

 

-Este será nuestro secreto. Que Narcissa y Potter crean que murió por un virus, como cree todo el mundo.

 

-En realidad no me gusta mentirle a Harry, pero realmente me da vergüenza contárselo. Prefiero que crea lo que todo el mundo.

 

-Si eso es lo que quieres.

 

-Pienso que será lo mejor.

 

-Probablemente tengas razón.

 

-Padrino, debo ir a ver a Leo. Cuida a mamá, yo volveré en un instante.

 

-De acuerdo.

 

Draco desapareció mediante red flú. Snape miró a Narcissa, se acercó y la besó. Probablemente su ahijado tenía razón. Muy en el fondo, Snape no estaba orgulloso del actuar de su novia… pero el amor es más fuerte.

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Cuando Draco regresó con Leo, su madre ya estaba despierta. Seguía recostada en el sillón junto a Severus, y se la veía algo confundida.

 

-Hola mamá ¿Cómo te sientes?

 

-Mas o menos, aun no entiendo que pasó.

 

Leo, al verla, le estiró los brazos; ella lo tomó feliz y lo besó. Ambos tenían una relación muy particular y muy hermosa.

 

-Ya pasó, pero debes descansar –le aconsejó Snape.

 

Ambos le ayudaron a llegar hasta la cama, la acostaron y le ordenaron al elfo que le llevara la comida. Cuando todos terminaron y Leo se durmió, Draco y Snape decidieron hablar.

 

-Mamá, sucedió algo que debes saber.

 

-Es algo grave Narcissa.

 

-No me asusten ¿De qué se trata?

 

-Astoria… murió.

 

-¿Qué?

 

-La atacó una especie de virus proveniente del mundo muggle.

 

-Pero… ¿Cuándo? ¿Cómo es que yo no lo supe? No me acuerdo.

 

-En su entierro –prosiguió Snape–, su familia estaba muy nerviosa. No sabemos bien como sucedió, pero algunas de las personas ahí presentes comenzaron a pelear.

 

-¿De veras?

 

-Si, no conocemos el motivo… cuestiones familiares –acotó Draco.

 

-Lo cierto es que un hechizo te dio a ti –continúo Snape–. Llevas inconciente un par de días.

 

-¿Es algo grave?

 

-Para nada. Ya te vio el medimago, sólo necesitas reposo.

 

-¡Merlín! Que locura… ¿Cómo estas tu, hijo?

 

-Voy a estar bien mamá.

 

-¿Y Harry?

 

-Iba a verlo en este instante… ¿La cuidas, padrino?

 

-Por supuesto, como siempre.

 

Draco le dio una mirada cómplice antes de irse. Sin duda, se sentía más aliviado, no le había gustado mentirle de esa manera, pero era necesario.

Todo se volvería más llevadero con el paso del tiempo… pero ahora, en ese instante, solo le importaba y deseaba sentir la reconfortante piel de la persona que amaba y que había recuperado… esta vez, para siempre.

Notas finales:

¡¡¡Tres hurras para Narcissa!!! jaja, pasaron muchas cosas, es bastante largo, pero me gustaria que puedan opinar sobre todo lo que paso... si es posible, para saber que les gusto :)

Como dije anteriormente el proximo capi será el último, pero ahí mismo les develaré el titulo de mi proximo fic y un poco de la trama tambien.

Besos... Los adoooro!!


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