Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Pasión Prohibida por chibiichigo

[Reviews - 98]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Disclaimer: Los personajes aquí utilizados son propiedad intelectual de Masashi Kishimoto.Yo únicamente los utilizo si fines de lucro para su entretenimiento.

Notas del capitulo:

Bueno, este es mi primer ItaSasu y o tengo mucha confianza en dejarlo arriba de la página, pero pues si no les agrada lo quitaré xDDD

Este es el fic con el que inauguro 2009, un año que espero que esté lleno de bendiciones y buenaventura para todos ustedes.

Sin más, espero que este nuevo proyecto les guste

 

NOTA: juro que lo terminaré (al igual que los otros fics)

¡Quítale las manos de encima! ¡¡¡Mi hermano me pertenece!!!

Esas palabras las había gritado un pequeño niño de cabellos oscuros al ver que una chica, a su parecer una cualquiera, abrazaba con cierto aire de pertenencia a su hermano mayor.

Y con eso empezó lo que bien pudo haber sido el fin del mundo.

El pequeño golpeaba con sus manitas las piernas de aquella mujer, demasiado molesta o apenada como para decir nada, pero que continuaba sosteniendo al motivo del berrinche con cierta malicia y oculto placer. El mayor, entre avergonzado y extrañado simplemente se pasmó y observó unos momentos a su hermano patalear en el piso y soltar manotazos contra la causante de la discordia. Cuando por fin reaccionó, ya con algunas miradas curiosas por parte de los otros alumnos del instituto encima, se separó de su amiga y se puso en cuclillas frente al menor que parecía un poco más calmado.

-Sasuke.- le habló con severidad y firmeza- necesito que te calmes.

-¿Por qué esa golfa te abrazó?- gritó el pequeño todavía fuera de sí. Itachi se sorprendió, al darse cuenta que esa palabra figuraba en el vocabulario de un niño de seis años, y sin darse cuenta de en qué momento había pasado sintió su mano derecha impactarse en la mejilla izquierda de su hermanito. El pequeño Sasuke no dijo nada. Los ojos se le llenaron de lágrimas furiosas que no dejó escapar y miró fijamente al de la coleta, que se había incorporado y se disponía a tomarlo por el brazo para llevárselo a casa. Sobre la chica, bueno, ella se había escandalizado al momento de que se sintió cambiada por un mocoso de primaria y se había volteado con indignación para dirigirse a cualquier otro sitio, que no implicara a ningún Uchiha.

Itachi se veía furioso mientras andaba casi a zancadas por la calle llevando prácticamente a rastras a su hermano. Sin dirigirle ni una sola palabra.

Entraron en la casa y casi por reflejo se volteó y dirigió una mirada reprobadora al niño que lo miraba con el orgullo lastimado.

Silencio por parte de ambos.

Después de lo que bien pudieron ser horas o ser tan solo breves segundos de esa carencia total de sonido e incluso de movimiento por parte de ambos, un simple desvío de miradas y una actitud hosca, lograron que sus caminos se separaran.

Sasuke caminó a su habitación mientras Itachi se lanzaba contra un sofá para descargar un poco la ira que contenía. No comprendía el motivo del golpe de su hermano, pero eso le resultaba mucho menos doloroso que la mera concepción de que alguien aparte de él pudiera abrazarlo y estar a su lado. Era SU Itachi y de nadie más. No tenía porqué soportar que otra persona, sobretodo una de apariencia tan callejera, llegara a intentar tomar lo que por derecho le correspondía a él.

Se acostó mirando el techo de su habitación, poniéndose inconscientemente la mano sobre el lugar donde había recibido el golpe que seguía ardiendo ligeramente. Quería llorar, quería golpear y quería destrozar todo aquello que tuviera la mala fortuna de cruzarse en su camino, pero no. Se mordió suavemente el labio inferior y contuvo esas lágrimas de coraje que amenazaban con salir. No se los permitiría. Demostraría a su hermano que él era mejor que cualquiera. Finalmente, como su padre siempre había dicho, los Uchiha eran especiales.

 

La tarde parecía transcurrir en calma. Ninguno de los dos hermanos hacía más ruido que el de las pisadas o el de sus respiraciones. Se podía ver esa tensa calma que no funge más que como el preludio de la tormenta que llegará.

Y sin desear eso ninguno de los dos, se encontraron en la cocina. Se miraron unos segundos hasta decidir que el otro no comprendería más que una momentánea molestia. El menor abrió el refrigerador para sacar un yogurt y entonces lo escuchó.

-¿Por qué lo hiciste?- preguntó Itachi a sus espaldas sin más ceremonias. Parco. Sin mostrar siquiera un resquicio de ese enfado que le había mostrado horas antes. Sin reproches y sin relevancia. Una simple pregunta era la que había caído con todo su peso sobre aquella cocina. Y sin embargo, ese tono indiferente y sereno arremetió como un golpe en el estómago contra Sasuke, quien, totalmente indispuesto a dejar notar su reacción contestó con la misma casualidad que quien charla sobre el clima. Quería dejárselo en claro de una vez por todas, pero no se pondría de nuevo en el papel de víctima que había tomado antes.

-Porque eres mío. Me perteneces Itachi, así como yo te pertenezco a ti.  La diferencia es que a mí no me agrada que se te peguen a la ropa.- y salió de la cocina, comiendo tranquilamente su yogurt y dejando a su hermano con la boca seca, sin saber que decir, cómo actuar o cuál sería el significado de las palabras de su hermano.

Se sentó en el borde de su cama, todavía sintiéndose pálido ante esa declaración tan simple pero tan cargada de secretos que abría ante el mayor una nueva gama de posibilidades antes improbables y, para ser sincero, impensadas.  

Todo se lo achacó a la admiración infantil, o a una versión extraña del complejo de Edipo.

Quería creer que se debía a la falta de figuras familiares que tenía. Sus padres siempre estaban viajando o asistiendo a reuniones a favor de la beneficencia. Simples medios y recursos para destacar en una sociedad tan elitista, engañosa y cerrada que cualquier paso en falso, sea cual fuere traía graves consecuencias frente a esas amistades que no lo eran.

Recurriendo a pretextos simples, como lograr que las empresas tuvieran más auge en el exterior del país su padre constantemente los dejaba por largos periodos. Por supuesto, de los asuntos importantes para las empresas nunca se trataban esos viajes que, como Itachi sabía, se reservaban para ir a acostarse con su amante en turno. Su madre también lo sabía y era ese el motivo por el cual ella se refugiaba en esas cenas con fines de desarrollo social. Quería ser considerada una entretenida y vivaz mujer, aunque lo único que la movía en realidad era que  prefería pasar todo el tiempo posible lejos de esa casa que representaba la traición constante de su marido. Una especie de secreto a voces dentro de la familia, que terminaba en un hilarante círculo de engaños y amantes mutuos y no en un divorcio por el siempre latente temor del “qué dirán”.

Como siempre había dicho Itachi, medio en sorna y medio enserio frente a sus padres, lo único que faltaba era que ambos decidieran traer a sus parejas en turno y sentarse los cuatro a tomar el té y a charlar de la economía y el clima.

Él, en cambio, siempre metido entre la espada y la pared en cuanto a los dimes y diretes de sus padres intentaba ser para su hermano pequeño un símbolo de estabilidad en su vida. Evitar que se sumiera en toda esa mierda que era la “perfecta” familia Uchiha. No obstante, ahora con esas palabras posesivas que resonaban en su cabeza dudaba ser aquello que tanto aspiraba a ser para el menor. Estabilidad.

Se echó en la cama sin siquiera cambiarse de ropa y se quedó dormido. Estaba exhausto y confundido.

Esa fue la primera noche que soñó con Sasuke.   

 

 

Diez años después...

 

Las cosas parecían no haber dado ningún indicio de cambio durante todo el tiempo transcurrido. Itachi y Sasuke seguían siendo los únicos habitantes de esa enorme casa, con excepción de las ocasionales visitas de sus padres al sitio.

El rencor disimulado y la indiferencia aparente eran los únicos factores recurrentes en una familia que parecía cada vez más desmoronada y que no obstante pretendía seguir junta simulando perfección. Tal y como un viejo edificio que pretende soportar un terremoto en un estado casi lacónico.

Itachi lo odiaba, pero lo respetaba. Sasuke, en cambio, no se limitaba a simplemente odiarlo, sino que no tenía reparos en gritar a los cuatro vientos o en demostrar en cada una de sus acciones, para espanto de sus progenitores, que la familia en la que vivía era una porquería.

-¿Por qué haces eso?- preguntó un día el calmado hermano mayor. Sabía que había motivos de sobra para desear un poco de sinceridad en un núcleo lleno de mentiras, pero la actitud de su hermano le parecía excesiva en ocasiones.

-Y ¿Por qué no hacerlo?- de nuevo, la manía que tenía su hermano para evadir las preguntas por otras alteraban un poco su escasa paciencia. Era casi como seguir tratando con un pequeño caprichoso de seis años.  

-Por salud mental al menos- contestó frío pero cortés.

-¡Salud mental y un cuerno!- exclamó el menor de los dos.- ¿Qué clase de beneficio puede traer pintar la mierda de esta familia de color de rosa? La mierda seguirá siéndolo por mucho que la disimulemos Itachi. Lo único que ocurre es que ya me cansé de fingir.

-Sasuke… comprende un poco la situación.- pidió intentando acercarse al chico. Sabía que molesto podía tener reacciones adversas. Prácticamente se volvía una bomba de tiempo.

-Comprender ¿qué? ¿Que mis padres están huyendo de todo y prefieren acostarse con quien se deje antes que venir? ¿Que a la única persona con la que cuento es contigo? Itachi, ellos no nos aman. Aman la farsa en la que viven pero a nosotros, o mejor dicho, a mí no. A los ojos de mi padre tú eres el triunfador y yo el mezquino y arrogante ser que procreó en una noche de copas con una mujer que no amaba pero con quien tiene que seguir por el resto de su vida para evitar esos “molestos escándalos con los amigos”.

-Sasuke no digas estupideces…- lo reprendió subiendo un poco el tono. Le dolía que su hermano actuara de esa forma, pero comprendía su punto a la perfección.

-No es una estupidez. Mi madre prefiere irse de golfa con cualquier hombre al que le pueda sacar partido mientras que a mi padre se la debe estar chupando una chica de mi edad o incluso menor que yo.- Itachi, ante esas palabras levantó la mano como acto reflejo, pero se detuvo al instante. Únicamente una vez había golpeado a su hermano y el remordimiento después de hacerlo había sido terrible.  

-¿Qué? ¿Quieres pegarme?- cada palabra, gesto o mirada fija que Sasuke le dedicaba le indicaba que se lo estaba tomando como un reto. Lo miraba como incitándolo a hacerlo, con unos ojos tan cargados de ira que parecía que ardían en fuego.

 El mayor bajó la mano y sostuvo la mirada. -Sí quiero, pero prefiero irme de aquí. Haz lo que se te antoje.- y se dio la vuelta saliendo de casa.

Al verse solo de nuevo, el menor volteó la mirada y se dirigió a su habitación. Quería ver televisión o jugar con su consola de videojuegos, escuchar música a todo lo que daba con tal de acallar esa perversa sensación que tenía de ver a Itachi, a su hermano, enfadado y perfecto. Incapaz siquiera de ponerle un dedo encima.

Sin embargo, ese sentir no lo abandonó, sino que se encontró aquejándolo más y más. Se preguntaba y se odiaba al mismo tiempo que sentía un extraño placer recorriéndole poco a poco la espina dorsal. Se sentía corrompido por esa esencia de su hermano.

Perdió en el videojuego. Un simple nivel que en ocasiones normales podría pasar con los ojos cerrados ahora se le antojaba como la cosa más compleja en el mundo. Lo apagó.

-Ahhh- musitó mientras se tiraba en su cama y miraba el techo blanco de su habitación- maldita sea… No entiendo por qué me ocurren estas cosas a mí. – se cubrió con la almohada la cabeza. Necesitaba dormir, distraerse, dejar de pensar por un momento en aquellos temores y certezas que lo consumían.

Sabía que no era correcto. Había distintas clases de amor, pero todas convergían en la única persona que no le podría corresponder. Amaba a su hermano como hombre más que como hermano y eso era llegar a límites insospechados de la perversión y la corrupción.  Estaba mal amar a su hermano, era depravado, inmoral. Sobre todo porque no podría ser correspondido con la misma intensidad.

Pensaba, y en la acción llevaba la penitencia, en esa situación tan compleja en que se hallaba envuelto. El mero hecho de recordar había traído a él más problemas que alivios. Desde siempre, Itachi lo había cuidado, se había preocupado por él y le había consagrado una pequeña parte de su existencia. Y él, desde que tenía uso de razón se había sentido dueño de la vida de su hermano. Era suyo. Bueno, eso era lo que creyó hasta que lo encontró ahí, parado a la salida del colegio abrazado con una chica. Y no pudo soportar eso, le daba rabia a un nivel más que infantil y burdo. No entendía que alguien más pudiera tocar a ese hombre. Era suyo. Le pertenecía, por siempre y para siempre.

Suspiró al recordar la escena. Fue la primer y única vez que su hermano se había atrevido a ponerle la mano encima. Y ahí lo comprendió. Tenía que estar con él y no permitirle a nadie más formar parte de su vida, pero siempre recordando ser sutil y no recurrir al berrinche infantil que en otros casos habría logrado lo que se propusiera.

No quería tener que compartir a su hermano con nadie.

Años después, a pesar de intentar recordar eso como el mero capricho y sentimiento de desplazo por ver a su hermano con alguien más se dio cuenta de la inexorable e ineludible verdad que era su bisexualidad. Y peor aún, asumió por primera vez que aquello que sentía por su hermano iba más allá de la admiración.

Había amado a Itachi desde que podía recordar, de las formas más insanas y perversas que podían existir en la gama inmensa del amor, hasta llegar a las más castas y puras, casi platónicas.

Eso era lo que más le dolía. Su hermano simplemente lo veía como lo propio. Un hermano.

 

 

 

Itachi andaba pesadamente por las calles. La mirada retadora de Sasuke, esa sensación que tenía cada vez que pensaba en él, el cariño malsano con el que lo miraba de vez en cuando y las palabras hirientes que lo cortaban como dagas lo estaban destrozando poco a poco. Era demasiado para él, aunque le costara trabajo admitirlo. Y todavía se sentía peor al saber que con esa imagen soñaría durante la noche. Sabía que al despertar tendría una erección solamente de recordar la cara de su hermano transformándose por la ira. Odiaba amar a su hermano. Era la clase de cosas que sólo a un pervertido sexual se le podrían ocurrir.

Y ¿cómo se había dado cuenta que amaba a su hermano? Desde el día que lo golpeo pudo notar un cambio interior. Comenzó a odiarse y a preguntarse lo que pasaría por la tierna cabeza de un niño de seis años.  Quería comprender a Sasuke y al tiempo que le reprochaba la pataleta sentía un insano deseo de estar con él. Se sentía alagado por causar que las lágrimas brotaran por los oscuros ojos del pequeño y eso a su vez lo hacía pensar en sí mismo como un monstruo.

Lo negó como primer impulso, pero al pasar de los días, de los meses e incluso de los años llegó a afrontar el hecho de que lo amaba. Lo deseaba e incluso fantaseaba con el incesto. Se repudiaba. Incluso quería cortarse el pene por el mero asco que se provocaba. Pero no. Eso no arreglaría en nada eso que sentía por su hermano, agravándose más al estar con otros hombres, con otras mujeres y sabiendo que el único cuerpo que jamás podría poseer sería el suyo.

Volvió a casa después de pensar por largo tiempo en sus demonios internos. Había aprendido a lidiar con ellos y a aceptar, en un nivel casi espiritual, que por mucho que lo amara tenía que seguir adelante. Sasuke no podía pertenecerle.

Tocó la puerta de su habitación, intentando anunciar su regreso, pero al no contestar nadie decidió pasar. Quería asegurarse que estuviera en casa y no hubiera salido. Mera precaución. Y lo vio ahí, encima de la cama, profundamente dormido y con la playera a medio subir por los constantes movimientos.

No pudo más. Salió del cuarto al notar como una disimulada erección comenzaba a desarrollarse. Era inaguantable esa situación. El poder de seducción que ejercía su propio hermano en él podía llevarlo hasta límites donde tanta perversión no podía quedar impune. Ese era su mayor miedo.

 

Notas finales:

Espero les haya agradado ¿Soy merecedora de un review? Por cierto, el título del fic es provisional, así que si tienen algún otra idea o desean sugerir otra cosa (o que se quede así) no duden en informarme.

Recuerden que  amo sus comentario y me hacen sonreir


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).