Siempre Igual
By AthenaExclamation67
Llegaban las fechas. Unas que siempre odió puesto que creía que el propósito principal se había perdido dando paso al puro consumismo y nada más.
Veía como la gente salía a la calle y abarrotaba las tiendas gastando y gastando, cuando lo que a él le hacía feliz era estar en compañía de familiares y amigos.
Pero eso cambió un buen día, se enamoró y casi por compromiso, debía hacerle algún presente. Pero lo que Aioria no sabía, era que Shaka, el amor de su vida, pensaba lo mismo. Shaka salía por su lado, a escondidas para comprarle algún regalo. Así que ambos, sin imaginarse nada, pasaban ese trance amargo en el que se devanaban los sesos escogiendo algo que fuera perfecto.
Este año no fue una excepción, salieron a la calle después de inventar una excusa que el otro creyera para poder marcharse a comprar.
Shaka, se esforzaba mucho siempre, siempre tenía pensado lo que deseaba regalarle a Aioria, aso que encontraba todo en poco tiempo y sin gastar demasiado. Justo todo lo contrario que Aioria que pasaba horas y horas buscando y nunca quedaba convencido de que a Shaka le gustase lo que había regalado.
Por supuesto, Shaka siempre disfruto de cada uno de los regalos que Aioria le compró y los recibía con una gran sonrisa.
Pero ese año, a pesar de ir con todo el tiempo del mundo, a pesar de querer ir con calma para no tener que comprar el obsequio en el último momento, no hallaba nada que le agradara o que le llamara la atención.
Los días pasaban y el día de Navidad se acercaba mientras Aioria empezaba a desesperarse por qué no encontraba el regalo ideal para Shaka. Finalmente en Nochebuena, se desesperó. Ya no sabía que comprar y mucho menos donde buscar, así que resignado, regreso para casa, ofuscado y cabizbajo, lamentándose de no haber encontrado el regalo adecuado.
Caminaba lento, muy pesado y triste ya que lo único que él deseaba era estar siempre con Shaka. Lo amaba y no precisaba nada más, solo su presencia, su compañía, ese calor agradable tan especial que sentía siempre cuando estaban juntos. Era su único deseo por Navidad, lo único que le apetecía realmente aunque con sus amigos y familiares pasarán momentos divertidos en las celebraciones.
De pronto, algo le deslumbró. Un escaparate con una luz deslumbrante que atraía a cualquiera, más al ver las preciosidades que había en el escaparate. Entró sin pensarlo dos veces ya que esas luces resplandecientes pusieron a trabajar su mente y en segundos, encontró el detalle perfecto el que además, tendría un significado especial.
Eligió el más bonito, sin importarle el precio y espero como el resto de clientes a que lo prepararan adecuadamente y se fue corriendo a casa ya que estaba seguro que los invitados esperaban por él.
Y así era, tras saludar a todos los presentes, entro en la pequeña cocina del piso en el que vivían donde se encontraba Shaka al que beso y obsequio con una gran sonrisa.
Se disculpo por la demora y sin preguntar qué hacer, se puso a ayudarle para acabar lo antes posible de preparar la cena de Nochebuena.
Los invitados, charlaban animados, viendo de vez en cuando como los enamorados, estaban perfectamente compenetrados y organizados.
Terminaron y tras colocar todo cuidadosamente en la mesa, se sentaron y cenaron mientras hablaban y bromeaban, mientras se contaban anécdotas divertidas de sus vidas.
Después, como ya era habitual todos esos años, jugaron y se lo pasaron en grande bebiendo, bailando, incluso cantando hasta altas horas de la noche, poniendo fin a la celebración cuando unos golpes secos del piso superior les indico que era tiempo de cesar cualquier ruido para dejar dormir a los vecinos.
Los invitados se despidieron, haciendo todavía algún ruido mientras descendían las escaleras para llegar al vestíbulo de la calle. Ruidos que siguieron una vez estuvieron en ella mientras los anfitriones observaban desde su balcón como el jolgorio y las risas seguían hasta que llegaron los taxis que los llevarían a sus casas. Sin más, sonriendo por la escena, se acostaron agotados, cayendo rendidos por el sueño y la agitación de la fiesta.
Por la mañana, Aioria se levantó y recogió toda la casa, preparó el desayuno y se lo llevo a Shaka para que pudieran desayunar juntos en la cama entre besos, caricias y carantoñas.
Una vez terminaron, llego el esperado momento de los regalos que Aioria se preocupo de poder ser el primero en darlo.
- Deja que este año sea yo el primero - pidió - ¿te importa? - añadió sonriente.
Shaka, accedió encantado y después de acomodar la bandeja del desayuno a un lado, se sentó correctamente en la cama y lo miró expectante.
- Cierra los ojos... - le susurró en los labios, besándole mientras lo hacía y tras separarse, abriendo el cajón de su mesilla lentamente para sacar una pequeña cajita, tomando las manos de Shaka para hablarle.
"Quiero que tú, seas siempre mi regalo en Navidad. En esta vida, también en la siguiente, por y para siempre jamás.
Sin ti mi vida no vale, sin ti, mi vida no tiene sentido, quiero que estemos juntos para siempre, que me pertenezcas y pertenecerte. Hoy... Mañana... Siempre"
Acabó y coloco la cajita en las manos de Shaka que temblaban nerviosas después de oír esas bonitas palabras.
- ¿Quieres casarte conmigo? - pregunto viendo como Shaka abría sus ojos de par en par y lo miraba emocionado.
Shaka salto encima de Aioria quedando sobre él, abrazándole fuerte, incluso privándole de aire y mirándole fijamente para contestarle.
"Mi vida es tuya. Siempre lo fue y siempre lo será. Porque a nadie más le pertenece, porque solo a ti te amo y porque así siempre será"
Dijo sin dejar de mirarle, besándole después suavemente, entrelazando los dedos de sus manos.
- Será un placer casarme contigo Aioria - susurró tras separarse y recobrar el aire.
Se miraron y rápidamente se abrazaron, amándose entre caricias y besos, entre jadeos y gemidos, sabiendo que desde ese día, la Navidad sería diferente ya que el regalo que se entregaron fueros sus vidas para siempre. Vidas repletas de alegría y felicidad que por siempre duraría.
- Fin -