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La leyenda del fantasma por Shiochang

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La leyenda del fantasma

Para mi amiga Carmín que me dio la idea que hizo posible el inicio del epílogo.

Epílogo: Dos ángeles y un bebé

Ya hacía casi dos meses desde que la mansión Maxwell dejó de tener malas vibraciones y estaba casi restaurada por completo, ahora iban quedando sólo algunos pequeños detalles que Trowa y Wufei debían ultimar para que la casa tuviera todo su esplendor de antaño, pero para eso debían pasar mucho tiempo en los archivos del pueblo, buscando los antiguos archivos de la casa.
Dúo estaba trabajando en el jardín limpiando las malezas con furia y en silencio, cosa rara en él, enfadado con Heero porque el japonés lo había sacado de la biblioteca ya que lo interrumpía demasiado en su labor hablándole a cada rato distrayéndolo y lo había hecho equivocarse una vez tras otra y aquello era algo que "don perfecto" no podía soportar.
- "Tiendes a sacarlo de paciencia, pequeño Maxwell" - le dijo el fantasma divertido - "deberías haberme escuchado cuando te advertí que lo harías enojar y no se habría peleado contigo así".
- Odio a Heero - reclamó enfadado.
- "Sabes bien que aquello es una gran mentira" - le sonrió divertido - "lo amas hasta la médula"
- Pero eso no lo autoriza a tratarme mal - le reclamó fastidiado - yo sólo pretendía ayudarlo a que se relajara e hiciera mejor su trabajo, nada más.
- "Lo que pasa es que el sonido de tu voz le alborota los sentidos y en lo único en que puede pensar al tenerte cerca es en... hacerte cosas"
- ¿Qué clase de cosas? - lo miró intrigado.
- "Tú sabes, esas que hacen por las noches en su habitación"
- ¿En serio? - sonrió complacido levantándose - yo tengo loquito a Heero.
- "Por eso te mantiene a distancia cuando está trabajando, más si tiene que concentrarse en algo específico"
- Está bien, perdonaré a Heero su rudeza conmigo y le llevaré un refrigerio, de seguro tiene un poco de hambre y calor con todo el día allí encerrado buscando información de quien sabe qué, porque el muy pesado no me quiso decir nada, también podría darle un masaje o...
- "Mejor lo invitas a dormir la siesta, pequeño" - se rió el fantasma y desapareció.
- Muy buena idea - sonrió complacido y volvió adentro para prepararle todo a Heero.

Heero estiró los brazos por sobre su cabeza como gato, al parecer ya no encontraría más datos que lo ayudaran a conseguir los papeles para Dúo, pero con lo que tenía era más que suficiente, había un chico, desaparecido desde hacía un par de años, huérfano, de un orfanato en Texas que se llamaba como él, se le presumía muerto dado que la última vez que se le vio fue en una carretera en el desierto de Arizona, así que perfectamente su Dúo podía pasar por él, tal vez hasta tuvieran la misma edad. Cerró la aplicación y apagó su laptop, ahora iría a buscar a Dúo, se disculparía con él y aprovecharía que estaban solos en la casa para hacerle el amor.
Pero cual fue sus sorpresa al ver a su Dúo entrando con una bandeja llena de bocadillos, dulces y salados, y una jarra de limonada. De inmediato desocupó la mesa de los papeles y lo ayudó a colocarla encima.
- Pensé que podías tener algo de hambre, amorcito - le sonrió el trenzado - espero no molestarte - y dejó la bandeja sobre la mesa.
- Acabo de terminar - le tomó la mano con ternura y se la llevó a los labios - perdona que antes te haya tratado así, yo...
- No importa, sé que te distraigo mucho algunas veces - lo interrumpió de manera inconsciente - soy muy hablador y justo se me ocurre buscarte cuando estás haciendo un trabajo importante, no pensé que te fuera a distraer de tu labor porque ¿sabes? Te amo mucho y quiero estar todo el tiempo contigo, besarte, acariciarte y... - un beso que cortó sus palabras - ¿por qué lo hiciste?
- Hablas demasiado, Dúo Maxwell - lo volvió a besar en la boca - yo también te amo - se sentó y lo hizo sentarse en sus piernas con las piernas de su trenzado alrededor de sus caderas - en este momento tengo malas intenciones contigo.
- Ya lo siento - le dijo el trenzado sonrojado sintiendo la dureza de Heero contra su vientre y la suya propia - yo quería que comieras algunas cosillas y que luego fuéramos a dormir la siesta - le propuso acomodándose en sus brazos - pero si tú tienes otros planes - agregó malicioso.
- Eres un chico travieso - sonrió también acariciándole la nuca - pero acepto.
Comieron un poco de lo que estaba en la bandeja, se bebieron la limonada y subieron a la habitación dándose de besos y caricias. Una vez en ella se sacaron la ropa a tirones, esos juegos sensuales solo conseguían hacerles subir la temperatura y ansiar sus cuerpos pegados piel contra piel, boca contra boca, acariciándose íntimamente por todos lados y sin reparos.
La ropa quedó repartida por todos lados sin ningún cuidado, ninguno se preocupaba por dejar las cosas ordenadas, les interesaba más besarse por todos los rincones de la piel que otra cosa.
Lentamente Heero descendió por el pecho desnudo del trenzado chupando y mordiendo levemente para luego suavizar su ataque con caricias de su lengua. Mientras, Dúo se retorcía de placer acariciando el cabello de su amante y dejando salir deliciosos sonidos de placer de su boca que al japonés lo volvían loco, así que comenzó a descender por su vientre hasta tomar su miembro impaciente que palpitaba de ansias.
- ¡Heero! - gritó Dúo al sentir que su lengua jugueteaba en la punta - ¡ah!
- Mi Dúo - sonrió antes de introducirlo por completo en su boca y comenzar a chuparlo como si de un helado se tratara - gime para mí.
Dúo no podía dejar de hacerlo, en especial cuando sintió que un dedo travieso se abría camino por su trasero y se adentraba en su cavidad dilatando el camino hacia el placer. Y los gemidos comenzaron a aumentar de volumen e intensidad hasta que Heero sintió que su trenzado estaba por acabar y se detuvo.
- ¿Qué haces? - le reclamó molesto pero Heero no le respondió, simplemente se puso de pie y lo levantó entre sus brazos antes de depositarlo con suavidad sobre la cama - entiendo - sonrió también y se colocó en posición para que lo penetrara por completo - ¿qué acaso esperas que me enfríe? - le reclamó al ver que se demoraba demasiado.
Heero se colocó detrás de Dúo y volvió a introducir los dedos, pero esta vez con vaselina procurando dilatarlo un poco más, no quería que Dúo sufriera un desgarro ya que en esa posición la penetración sería más profunda y quizás más dolorosa.
- ¡Heero! - le rogó casi llorando - no puedo más.
Y Heero se adentró con suavidad lentamente en el interior caliente del trenzado procurando atrapar entre sus dedos el miembro que seguía palpitando para de esa manera contrarrestar el dolor. Pero Dúo sólo sentía placer, un enorme placer que lo recorría por completo, así que sin esperar demasiado se comenzó a mover para darle placer también a su Heero procurando apretarlo en su interior con cada embestida.
- ¡Ah, Dúo! - gritó Heero embriagado de placer - así, más - y comenzó a acelerar sus movimientos apretando y soltando el miembro de su amado con cada embestida hasta hacerlo acabar e irse el también en su interior.
- Te amo, Heero - le dijo el trenzado sonriendo sintiendo como se salía de su interior y se dejaba caer a su lado - mucho - agregó recostándose sobre su pecho sin acordarse ninguno de los dos que estaban desnudos y destapados.

Trowa estaba sentado en uno de los escritorios de la biblioteca del pueblo buscando datos acerca del único vitral que no había conseguido reparar dado que los colores de este estaban muy desvanecidos y, aunque la mayoría estaba en el catastro, aquel no aparecía en ninguna parte. Le había preguntado a Dúo acerca de él y el fantasma les dijo que ese vitral estaba allí desde antes que los Maxwell llegara a vivir al hogar y le recomendó que lo reemplazara, pero su querido Quatre estaba empeñado en que lo restaurara y por él seguiría buscando.
- Hola - le dijo una voz masculina a su lado - el otro asiento ¿está ocupado?
- No - respondió sin levantar la cabeza de los libros - mi compañero todavía no regresa de su almuerzo con su novio.
- ¿Y qué es lo que buscas con tanto interés? - le sonrió cuando al fin el latino lo miró - soy ayudante de la biblioteca y podría ayudarte - le coqueteó.
"Es este pueblo los hombres son muy peligrosos" se dijo preocupado, allí tenía de ejemplo a Dúo, que a la primera se agarró de Heero, y a Traize, que no dejaba sólo a Wufei ni a sol ni a sombra, como si temiera que se lo fueran a quitar, a secuestrar o algo parecido.
- ¿Y bien? - le volvió a sonreír con coquetería esperando su respuesta.
- ¿De casualidad conoces la mansión Maxwell? - el joven asintió - la casa la compró mi amigo hace un par de meses y yo estoy restaurando los vitrales, pero uno de ellos es casi imposible de reparar dado que los colores casi no se ven.
- ¿Vives en una casa embrujada? - dijo espantado - Debes ser muy valiente.
- La casa no está embrujada - le dijo divertido - sólo hay un fantasma amigable que no daña a nadie - se encogió de hombros - y no le tengo miedo, más bien me divierto a costillas suyas.
- ¿Y me puedes decir cómo te llamas?
- Trowa Barton, especialista en arte de iglesias y restauración de cuadros.
- Guau, yo soy Alexander Macmillan - volvió a sonreír - veré que libros puedo encontrar sobre el tema, no te vayas a ir, guapo - le dijo y se fue.
- Esta ciudad esta llena de tipo locos - murmuró y siguió ojeando los libros que tenía sobre la mesa - me preguntó ¿qué haría Quatre si me viera con él?
- Ya volví, Trowa - le dejó cinco libros sobre la mesa - creo que este es el mejor porque habla de las pinturas que adquirió la familia que construyó la casa que conocemos como Maxwell, pero eran anteriores a ellos - le mostró las imágenes - espero que te sirvan.
- Gracias - dejó los otros a un lado y comenzó a mirar el libro.
- Oye, cuando termines ¿te puedo invitar a tomarnos algo?
"Se oye como Traize hace dos horas y todavía no regresa Wufei a ayudarme"
- No será problema para ti ¿verdad? - insistió el muchacho.
- No, no lo creo - dijo pensando que Quatre estaba en la casa - acepto.
- ¡Genial! - sonrió - vendré a buscarte dentro de una hora ¿de acuerdo?
- Claro - respondió sin prestarle atención.

Wufei seguía pensando si aquello estaría bien, o sea, había ido a trabajar con Trowa cuando su Traize lo encontró en la biblioteca y prácticamente se lo secuestró para que lo acompañara a comer, según él, él había pensado que lo llevaría a algún restaurante del pueblo o algo parecido cuando accedió pero jamás se imaginó que a su departamento. Claro, si trataba de seducirlo, se iba a dejar, pero que lo hiciera de manera sincera, no con engaños.
- ¿Pasa alo malo, mi pequeño? - le dijo el hombre sentándose a su lado.
- ¿Cuántas veces te he dicho que no me gusta que me llames así? - replicó - además, debo regresar a ayudar a Barton a encontrar la imagen de ese vitral.
- Pero si él sabe que te invité a comer - le acarició la mejilla suavemente.
- Hace como dos horas - se puso de pie - además, no me dijiste que me ibas a traer aquí, sólo que iríamos a comer - lo regañó.
- ¿No quieres quedarte a dormir la siesta conmigo? - se acercó a él.
- Ya te pareces a Maxwell - replicó retrocediendo al reconocer en sus ojos sus malas intenciones.
- ¿Acaso ese aparecido te ha estado haciendo insinuaciones? - le dijo muy molesto y celoso.
- Yuy ya me habría matado - dijo divertido - me refería que actúas como él lo hace con Yuy - lo abrazó apoyando la cabeza en su hombro - me pregunto sí serás así con todos los chicos guapos que se cruzan en tu camino.
- Por supuesto que no - replicó ofendido - eres al primer chico guapo al que... - dijo bajando la voz ruborizado.
- ¿En serio? - dijo Wufei mirándolo a los ojos y este asintió - que alivio - le rodeó el cuello con los brazos - así que serás exclusivamente mío.
- Bueno... - sonrió también - supongo que sí - y lo besó en los labios dulcemente.
- ¿Cómo que supones? - se alejó un poco de él.
- Es que nunca me había gustado un chico - lo atrajo de nuevo mientras le soltaba el cabello - pero si he tenido mujeres, espero que no te moleste.
- Mientras no tengas un montón de hijos repartidos por allí - le sonrió ofreciéndose en un nuevo beso - pero vas a tener que enseñarme, yo nunca lo he hecho siquiera con una mujer - le dijo ruborizado.
- Eres tan hermoso - le susurró en la oreja mientras se la atrapaba entre los dientes y la mordía suavemente - te enseñaré todo lo que sea necesario y lo demás lo aprenderemos juntos, amorcito mío.
Wufei sintió una corriente eléctrica que le recorría la espalda y viajaba hasta la parte baja de su abdomen despertando lo que hasta el momento había permanecido dormido. Casi sin darse cuenta sus manos comenzaron a viajar por la espalda de su novio y encontraron algo que las estorbaba así que le quitó la chaqueta y comenzó a desanudarle la corbata.
- ¿Wufei? - dijo este intrigado por lo que hacía el chino.
- Con ropa no podremos hacer el amor - le dijo este concentrado en quitarle la ropa - ¿o acaso no quieres hacerlo conmigo?
- Bien - sonrió y lo ayudó a desnudarlo y lo desnudó también - ven, en la cama lo haremos mejor - le levantó entre sus brazos y lo llevó a su habitación mientras se seguían besando apasionadamente.
Las caricias calentaban sus cuerpos, en especial el del joven chino que no hacía más que imitar las caricias que el jefe de policía le prodigaba hasta que este descendió por su pecho y le atrapó un pezón que de inmediato se puso erecto con el roce de su lengua traviesa, que lo rodeó, lo jaló y lo acarició trazando círculos a su alrededor. Lo soltó e hizo lo mismo en el otro para luego descender hacia su miembro palpitante que esperaba expectante lo que haría su amante sobre él.
- ¡Traize! - gritó al sentir su lengua recorrerlo de arriba abajo arrastrándose por la piel - ¡Ah! - volvió a gritar cuando lo chupo suavemente y sus manos comenzaron a masajear sus testículos - ¡Ah!
Traize sólo sonrió y siguió trabajando allí mientras veía cono Wufei se movía cada vez más alcanzando cúspides desconocidas para él de placer. Sintió que estaba por venirse y lo dejó tratando de tragarse su cálido semen. Untó sus dedos con un poco de él y hundió un primero en su ano y lo sintió tensarse.
- Relájate, corazón, o te dolerá más.
- Duele - gimió el chino cerrando los ojos con fuerza.
- Espera un poco y verás como se te pasa - le dijo dándole un nuevo beso en el miembro con lo que este volvió a despertarse, así que comenzó a acariciarlo de nuevo mientras lo preparaba. Y le resultó bien porque el chino se perdió en el placer y el dolor desapareció por completo. Pero casi acababa de nuevo y esas no eran las intenciones de Traize, así que se detuvo y se colocó entre las piernas del moreno y colocó su propio miembro en su entrada - te dolerá un poco, pero verás que luego hay sólo placer - le advirtió tomando sus caderas y entrando de un solo envión.
Wufei gritó, el dolor fue grande, pero de pronto no estaba, sólo un mar de sensaciones placenteras que comenzaron a crecer junto con sus gemidos que cambiaron de tono y se hicieron cada vez más fuertes y descontrolados a medida que los movimientos eran más rápidos y más bruscos, y lo fue más cuando el jefe de policía le atrapó el pene entre sus dedos y comenzó a acariciarlo con la misma intensidad que sus movimientos en su interior.
- ¿Te... gusta? - le preguntó casi sin voz
- Sí, dame... más - le dijo - más fuerte - pidió - más... ¡Ah!
- Si, mi... pequeño - le dio más fuerte - lo que quieras... ¡Ah!
Y el vaivén de sus caderas se hizo más fuerte y más duro, sus cuerpos estaban cubiertos de sudor y sentían que ya no daban más y terminaron casi al mismo tiempo con un fuerte grito de placer mientras se prometían amor.
Traize se salió de Wufei y se acostó a su lado a descansar, jamás había sentido algo tan fantástico, a este muchacho no lo iba a soltar nunca más, sería solo suyo, para siempre.
- Te amo - le dijo el chino y se acomodó en su pecho y se durmió profundamente olvidado de sus obligaciones por completo, estaba agotado, pero estaba dispuesto a repetirlo cuando Traize quisiera.
Traize se sonrió complacido abrazándolo contra su pecho mientras lo cubría, era algo recíproco y estaba realmente feliz.
- Espero que ahora accedas a venirte a vivir conmigo - le dijo y se durmió también.

Quatre se decidió a ir a buscar a Trowa y a Wufei a la biblioteca pública, no iba a regresar a casa cuando sabía que Heero y Dúo estaban solos y de seguro haciendo "cosas". Se sonrió pensando en la felicidad de esos dos, no se dejaban solos ni a sol ni a sombra, incluso hasta sospechaba que se bañaban juntos por todo el alboroto que causaban en el baño del segundo piso, pero a él no le molestaba. Suspiró, varias veces le había propuesto a Trowa que compartieran la habitación, pero el artista se negaba diciendo que no quería perder su intimidad. Subió los peldaños hacia la puerta de la biblioteca y vio que estaba cerrada. Pues ¿qué hora era? Se dijo mirando su reloj. Las 18:30, le respondió, así que se dio media vuelta, tal vez había regresado a casa.
Caminaba por las calles mirando las vitrinas de los negocios cuando su vista se clavó en algo que le llamó mucho la atención, dentro de un café había dos jóvenes conversando animadamente, uno de ellos tenía el cabello rubio algo largo tomado en una coleta en la nuca y le sonreía con coquetería al otro joven de cabellos castaños y de ojos verdes...
- ¡Trowa! - gritó furioso entrando en el café empujando con violencia las puertas de cristal - ¿que diablos crees que haces?
- ¿Quatre? - lo miró preocupado, sobresaltado por su actitud, y vio que estaba realmente furioso.
- ¡Vámonos a casa! - ordenó tomándolo del brazo haciendo que se pusiera de pie tratando de llevárselo.
- Oye, Trowa está conversando conmigo ¿con que derecho te lo llevas? - le dijo el rubio de coleta obligándolo a soltarlo.
- Con el derecho que me da el ser su novio - le dijo Quatre echando chispas.
- Trowa no me dijo que tuviera novio - miró al latino.
- ¡Así que andas de ofrecido por allí! - le gritó sin importarle que el resto de los comensales los mirara - ¿cómo te atreves?
- Quatre, no te pongas así - intentó calmarlo - no estaba haciendo nada malo.
- Claro, claro - respondió sarcástico y furioso - yo te hago trabajando, te paso a buscar para invitarte a comer, y que hace el perla, se va a un café cualquiera y le pone los cuernos a su novio con cualquiera.
- ¿Quién diablos te crees que eres para tratarme así? - le dijo el otro muchacho perdiendo la paciencia, enojado.
- Quatre Raberba Winner - le respondió este molesto - y como te vuelva a ver cerca de mi novio vas a conocer de lo que es capaz este árabe - le dijo y tomó nuevamente del brazo a Trowa y prácticamente se lo llevó a la rastra.
"Con que sé que Quatre se iba a poner en este plano si me descubría, jamás habría aceptado venir con Alexander a tomar un café, nunca pensé que un chico tan coqueto como él fuera tan celoso" se dijo Trowa preocupado mirando su brazo, siempre lo había creído un joven frágil y delicado, pero acababa de descubrir que las apariencias engañan, y eso que lo conocía hacía varios años ¿Qué otras cosas más ocultaría el pequeño árabe? De seguro era una verdadera caja de sorpresas en el interior.
- Quatre - le dijo tratando de tantear el terreno.
- ¿Qué? - le contestó de mala manera soltándolo, aún estaba furioso por haberlo encontrado con otro.
- Perdóname, no quería que te enojaras conmigo, sólo le estaba devolviendo el favor a Alexander, él me ayudó a encontrar la imagen del vitral que no podía reparar.
- ¿Y tenías que ponerte a coquetear con él a vista y paciencia de todo el mundo?
- No coqueteaba con él - le dijo asombrado por su actitud - sabes perfectamente que no soy así.
- ¿Y que se suponías que hacías allí, mirándolo como tonto?
- No seas infantil, Quatre - replicó - te amo sólo a ti, no me interesa nadie más.
- Pues vas a tener que demostrármelo - replicó apurando el paso alejándose de él mientras sus ojos se llenaban de lágrimas.
- ¡Quatre, espera! - le gritó siguiéndolo pero sin lograr alcanzarlo ya que este se había echado a correr colina arriba - ¡ten cuidado! - gritó viendo que esquivaba los vehículos en su loca carrera.

Heero se despertó y vio los ojos del fantasma fijo en los suyos, a veces no le daba importancia al encontrarlo así en su cuarto, pero en esta ocasión no era así, porque no podía olvidar que amaba a su Dúo y que trató de destruirlo a él, y que estaban ambos desnudos sobre la cama a vista y paciencia suya.
- "No te enojes, Heero, sólo vine a avisarte que tus amigos vienen peleando por el camino, parece que Quatre está celoso por algo"
- Quatre es un joven coqueto, pero también es muy celoso cuando quiere - admitió Heero - varias veces me hizo un drama a mí y eso que entre nosotros no hubo nunca nada.
- "Pues el pintor no viene nada de contento"
- De seguro Trowa no lo conocía así - tapó a Dúo con la colcha y comenzó a vestirse - iré a verlos, no quiero que lo despierte - salió de la habitación y cerró la puerta con cuidado tratando de no despertar al trenzado y bajó a la entrada.
- ¡No quiero oír tus excusas, Trowa! - le gritó el rubio tapándose los oídos grtó abriendo la puerta de calle - ¡ni verte tampoco! - agregó empujando a Heero mientras subía corriendo las escaleras y se encerraba de un portazo en su habitación.
- ¡Quatre, no despiertes a Dúo! - le dijo Heero.
- No te va a escuchar, está muy ofuscado por los celos - admitió Trowa bajando la cabeza - pensé que entendería lo que yo sentía cuando coqueteaba con alguien más, pero tuvo una muy mala reacción al verme conversando en un café con un joven que me ayudó a encontrar lo que buscaba en la biblioteca.
- Lo siento, supongo que nunca te las habías visto con los celos de Quatre - le dijo Heero comprensivo - ya se le pasará.
- ¿Tú crees? - le dijo preocupado - estaba furioso, me sacó a la fuerza del café, nunca creí que tuviera la fuerza necesaria para arrastrarme así.
- "La ira le prestó fuerzas" - le dijo el fantasma - "está llorando ahora, yo creo que tiene miedo de perderte"
- ¿Perderme? - repitió Trowa - pero si yo no le he dado motivos.
- "Me temo que el piensa que él si te los ha dado a ti y que por eso estabas con ese otro muchacho, porque ya no lo quieres"
- ¿Y qué puedo hacer?
- "Sigue tus sentimientos, es la única manera que tienes de recobrarlo".
- Lo haré - aceptó y subió corriendo.
- Ese Quatre es todo un caso - dijo Heero moviendo la cabeza y se dirigió a la cocina - sólo falta que Wufei tenga problemas con su novio.
- "Su novio es más aterrizado que ustedes"
- ¿Por qué no te evaporas? - replicó Heero molesto y el fantasma desapareció.

Dúo se despertó solo en la habitación y de manera inconsciente buscó a Heero, pero escuchó el llanto de Quatre y a Trowa tratando de convencerlo que lo escuchara, como este abrió la puerta, escuchó el grito de Quatre diciéndole que no lo abandonara y luego la puerta que se cerraba y los susurros de los dos...
- Mejor bajo con Heero - se dijo y se vistió antes de bajar a la cocina en donde encontró a Heero sentado bebiendo una humeante taza de té - ¿qué pasó?
- Quatre se puso celoso de Trowa - se encogió de hombros sin mirarlo.
- Ah, y ahora están haciendo las paces, creo - se sentó junto a él - creo que deberíamos dejarlos solos, así no seremos testigos de sus locuras ¿no te parece?
- Tal vez, pero no así como andas - le dijo mirándolo.
- Pero si esta ropa me queda muy bien, parezco modelo de revista - se puso de pie luciéndose ante él - se me pega como segunda piel, cualquiera se da vuelta a mirarme cuando ando por la calle...
- Por lo mismo - lo interrumpió.
- También eres celoso, Heero - dijo divertido.
- No seas vanidoso y ve a cambiarte - le ordenó.
- Oh, vamos - le pidió sonriendo - yo sé que mi apariencia te excita.
- Dime algo, si yo anduviera vestido así, mostrando al mundo mis atributos ¿Tú que harías? ¿dejarías que todos me vieran y me comieran con los ojos o tratarías de conservarme sólo tuyo?
- Te conservaría sólo para mí - dijo sin dudarlo siquiera.
- Allí está tu respuesta, ve a cambiarte - volvió a ordenarle.
- Oh, bueno, si lo vemos de esa manera - sonrió y le dio un delicado beso en los labios antes de ir a cambiarse.
Heero movió la cabeza y se dedicó a lo que estaba, pero el sonido el teléfono lo interrumpió. Se levantó y lo descolgó.
- ¿Aló? - contestó molesto.
- Yuy, soy Wufei, me voy a quedar esta noche con Traize.
- Supongo que allá dormirás lo mismo que duermes aquí - le dijo malicioso.
- ¿Estás seguro que eres Heero Yuy?
- Bueno, de todas maneras es mejor que te quedes con tu novio, Quatre y Trowa tuvieron una pelea y están haciendo las paces en este momento, así que voy a llevar a Dúo al cine y luego a bailar.
- Con lo que te gusta - se rió el chino.
- De seguro tu tampoco querrías oírlos mientras lo hacen ¿o me equivoco?
- Prefiero hacerlos yo - admitió - en fin, me quedo con Traize.
- Bien, nos vemos mañana, si te dejan salir de la cama - se burlo y le colgó.
- ¿Con quién hablabas? - le dijo Dúo abrazándolo.
- Wufei llamó para decir que se iba a quedar con su novio - lo miró y se quedó con la boca abierta.
- ¿No te gusta? - miró al japonés y vio que este hacía denodados esfuerzos por cerrar la boca y dejar de babear - ¿qué te pasa, Heero mío?
- Te ves fantástico - dijo al fin - pero voy a tener que cambiarme yo.
- Pero si te ves muy bien - hizo un puchero.
- Si, pero tu andas muy elegante y yo quiero verme igual - le dio un beso en los labios - iremos a cenar a un lugar elegante ¿te parece?

Trowa se sentó en la cama con Quatre oculto contra su pecho llorando a mares, se sentía tan mal por verlo en ese estado, nunca se imaginó cuan frágil era la autoestima de su pequeño árabe, con cuanta facilidad podía herirlo, si lo hubiese sabido, no habría tratado de celarlo jamás.
- No llores, Amor mío - le pidió destrozado - me desgarra el alma verte así - le dijo - venga, no llores - trató de hacerlo levantar la cara - dame un beso ¿si?
- Trowa, tu no vas a abandonarme nunca ¿verdad? No vas a ser como mi padre que me dio mi parte de mi herencia y me echó de la casa - lo miró al fin.
- Por supuesto que no, Quatre, jamás te abandonaría - le acarició el cabello - ¿qué clase de padre te tocó, amorcito? ¿Sabes por qué lo hizo?
- Porque nunca me han gustado las mujeres - admitió enderezándose - dijo que yo era una deshonra para la familia y que no quería volver a saber de mí, que no volviera a acercarme a mis hermanas ni nada que tuviera que ver con los Winner de Qatar.
- Mi pobre amorcito - lo besó en los labios - yo no soy como tu padre, yo te protegeré siempre, sabes bien que te amo de corazón, aunque eres un poco coqueto - le sonrió - pero te conocí así y así te amo.
- ¿Sabes? - se limpió las lágrimas con la manga de la camisa - Creo que hay cosas en las que sí te pareces a él, se parece a ti físicamente, pero creo que por dentro son muy opuestos, gracias a Alá, porque no quiero sufrir tu desprecio.
- No te preocupes, no seré como él, preferiría pegarme un tiro que hacerte llorar de nuevo - lo abrazó de nuevo y lo hizo sentarse sobre sus rodillas con una pierna a cada lado de sus caderas - ¿te gustaría que te demuestre cómo te amo?
- Sí - aceptó ruborizado - me gustará.
Trowa le acarició las mejillas suavemente con los labios para borrar las huellas de las lágrimas en su tersa y blanca piel que ahora tenía un intenso tinte rojizo. Sonrió al ver que tenía los ojos cerrados y los labios separados esperando ansioso que lo besara, así que no lo hizo esperar más y juntó sus bocas en un apasionado beso tratando de dejarle sin aire en los pulmones. El beso fue largo e intenso, Quatre no quería que se detuviera, pero cuando al fin lo soltó, su respiración era agitada y su cuerpo tenía claras evidencias del deseo que se había despertado en su carne.
- ¡Trowa! - gimió echándole los brazos al cuello - hazme el amor - le rogó.
- Claro - le sonrió y comenzó a quitarle la ropa con delicadeza, pero Quatre no estaba dispuesto a que lo hiciese tan lento, así que le ayudó a quitársela lo más rápido posible y procuró desvestirlo con la misma celeridad - calma, tenemos toda la noche por delante - le dijo atrapando su oreja entre los dientes.
- Pero si lo hacemos así, lo haremos más veces - le dijo coqueto.
- Mi Quatre - sonrió de nuevo y comenzó a acariciarlo sintiendo que los dedos del árabe imitaban sus caricias en su piel - eres tan hermoso - le dijo bajando por su pecho hasta atraparle un pezón entre los dientes, allí se detuvo un buen rato para luego soltarlo y repetir la operación en el otro mientras sus manos viajaban por la espalda suave de su Quatre hasta alcanzar su redondeado trasero y hundir delicadamente uno de sus largos dedos en su interior.
- ¡Trowa! - gimió bajito tratando de hacer el movimiento más firme - tómame - le pidió, pero el latino se negó, el cuerpo se su pequeño aún no estaba listo para recibirlo, así que continuó torturándolo un poco más hasta que tres de sus dedos se movían en su interior, sólo entonces se acomodó y entró en él - ¡Trowa! - volvió a gritar, pero esta vez más fuerte - ¡ah!
- ¡Quatre! - gimió el otro comenzando a moverse suavemente mientras sus dedos atrapaban el miembro olvidado de su pequeño haciendo figuras en su contorno procurando el placer del árabe antes que el suyo.
Lentamente las embestidas se hicieron más fuertes y más duras y el movimiento de la mano de Trowa lo imitó sobre el miembro de Quatre haciendo que este gritara de placer cada vez con más ganas hasta hacerlo acabar en su mano y contra su abdomen, antes de seguirlo él, vaciándose en su interior.
- Lo haces tan rico - dijo Quatre medio en broma, medio en serio.
- ¿Acaso me estás comparando con alguien?
- Sabes que no - le sonrió al sentir que se salía de su interior - soy coqueto, pero no he tenido otro novio que no seas tú.
- Eso está muy bien - le dijo y se recostó en la cama - pero podemos mejorarlo ¿no crees? - lo atrajo hacia él y lo vio bostezar - descansa, mi pequeño, después seguimos.
- Te amo, Trowa - le dijo besándolo en el pecho y se durmió.
- Yo también, Quatre - respondió y también se durmió.

Dúo sonrió apoyando la cabeza en el hombro de su amado, Heero se había esmerado mucho en darle la mejor noche de su vida, el lugar que escogió para cenar era de lo más elegante del pueblo y muy romántico, el ambiente que se respiraba incitaba al amor, luego lo llevó al cine y la película fue igual de romántica y el baile, bueno, eso había sido lo mejor, sentir como se movían por la pista apegados, nunca esperó algo así del pragmático Heero Yuy, debía de atesorar las ocasiones en que se ponía en ese plano.
- ¿Tienes sueño, amor mío? - le dijo Heero pasando el brazo por su espalda mientras permanecían sentados en una banca de la plaza mirando la luna llena.
- No, sólo estoy disfrutando del momento - le sonrió sin levantar la cabeza - esta ha sido la mejor noche que he tenido en mi vida - se abrazó a su pecho - ni en mis mejores sueños imaginé que fueras tan romántico, Heero.
- Yo tampoco - admitió tranquilo - creo que sacas lo mejor de mí.
Dúo sólo se sonrió cerrando los ojos mientras soltaba un suspiro, le gustaría que esa noche tan perfecta, con su luna llena y estrellada, durara para siempre, que se hiciera eterna, pero sentía que el sueño le vencía de a poco y comenzó a relajarse sobre el pecho amado.
- Dúo, no te duermas - le dijo Heero divertido remeciéndolo un poco - ven, vamos a caminar un poco para que despiertes y nos vamos a casa a descansar, supongo que esos dos estarán bien dormidos ya.
- Me gustaría que repitiéramos esto más seguido - le dijo el trenzado poniéndose de pie esperando que Heero lo imitara para volver a abrazarse a él - estoy tan feliz de tenerte al fin que a veces creo que voy a despertar y darme cuanta que sólo ha sido un hermoso sueño y que te tendré que seguir esperando encerrado en la casa como fantasma hasta el fin de los tiempos y...
- Dúo, no hables así - le levantó el mentón con la mano acallándolo - no es un sueño, estamos juntos y seguiremos así - lo besó en los labios - te amo.
- Yo también - separó los labios esperando que profundizara el beso pero notó que el japonés se tensaba - ¿qué te pasa?
- Hola, mis queridos ángeles de la guarda - les dijo una voz muy conocida para ambos y Dúo se volvió hacia él - veo que están juntos de nuevo - les sonrió complacido - siempre pensé que hacían una muy bonita pareja.
- San Rafael - le dijo Heero preocupado - ¿qué lo trae por aquí?
- Bueno, es que tengo una nueva misión para ustedes - y se sonrió divertido al verlos tensarse - no, no volverán a ser los ángeles de la guarda que fueron en otro tiempo - y se rió en voz alta al verlos soltar el aire - pero sí recobrarán sus poderes porque los necesitarán para cuidar al bebé - se acercó y lo puso con cuidado y delicadeza en los brazos de Dúo - sus alas aparecerán cuando las llamen pero sólo en caso de emergencia.
- Se parece a Heero - dijo el trenzado recordando al Heero bebé que el demonio le había mostrado en la cueva - no es hijo tuyo ¿verdad? - le dijo preocupado.
- ¿Cómo crees? - le dijo ofendido.
- Aquel bebé es el hermano menor de Heero - le dijo el arcángel divertido - era un ángel de la guarda también, pero él se sintió culpable de no poder ayudar a su custodiado a ser feliz y se suicidó - movió la cabeza negativamente - no era su culpa, por eso le dieron la oportunidad de hacerlos felices a ustedes.
- Entonces ¿es un regalo de Dios? - le preguntó Dúo.
- Por supuesto, pequeño Dúo, lo es.
- ¿No será extraño que tengamos bebés en una casa donde sólo hay hombres? - dijo el trenzado - quizás traten de quitárnoslo.
- Nadie lo hará, recuerda, es un regalo de Dios - le sonrió y desapareció.
- Volvamos a casa, debemos cuidar a nuestro hijo - le dijo Heero y regresaron a casa acunando con mucho cuidado al niño.

Trowa se movió apenas al sentir que la luz del sol le daba de lleno en los ojos tratando de ocultarse de él, pero las voces de Heero y Dúo que hablaban bajito en el pasillo lo alertaron ¿habría pasado algo malo en la casa? No, porque lo habrían despertado, pero de todas maneras se safó del agarre de Quatre y se puso la ropa. …l, al sentirse abandonado, se sentó en la cama y miró a su novio.
- ¿Me vas a dejar? - le dijo temeroso sentándose en la cama.
- No, amor - se volvió hacia él y lo abrazó - sólo tengo curiosidad porque escuché a Heero y a Dúo cuchicheando en el pasillo.
- Te acompaño - sonrió más tranquilo y se vistió, luego bajaron a la cocina tomados de la mano sonriéndose mutuamente.
- Buenos días - les dijo Heero sirviendo la mesa - veo que se las arreglaron bien anoche - les miró las manos enlazadas.
- Si - admitió Quatre mirando las manos entrelazadas - te prometo no coquetear nunca más - le dijo a Trowa.
- Por mí está bien - le sonrió este sonriéndole - ¿y Wufei?
- Se quedó con Traize - le dijo Heero.
- Los hombres de esta ciudad se las traen - miró a Dúo y se asombró al ver al niño en los brazos del trenzado - ¿y ese bebé de adónde lo sacaron?
- Somos sus ángeles custodios por gracia divina - le dijo el trenzado - ¿no es hermoso? Y se parece a mi Heero, que es lo mejor.
- ¿Cómo que por gracia divina? - dijo Quatre mirándolo preocupado.
- Un ángel nos lo vino a dejar anoche, cuando veníamos de regreso de nuestro paseo romántico - suspiró Dúo feliz - fue la mejor noche de mi vida, salimos con Heero a cenar al mejor restaurante, al cine a ver una película romántica y a bailar, y ha sido coronada con el mejor de los regalos de este mundo: un hermoso hijo, pero creo que debemos buscarle un nombre bonito, Heero no quiere que se llame como él y a mí me parece...
- Dúo - lo regañó Heero - cállate.
- Heero - lo miró molesto pero se sonrió al ver que le sonreía también - de acuerdo, hablo demasiado.
- Así que tenemos un bebé en casa - sonrió el rubio acariciándole una mejilla al bebé - quiero ser al padrino - le dijo.
- ¿No crees que eso deben decidirlo ellos? - le dijo Trowa divertido también.
- Tengo todo el derecho del mundo de pedirlo - le dijo muy seguro - además, si no fuera porque a mí se me ocurrió comprar esta casa quizás Heero y Dúo jamás hubiesen vuelto a reunirse.
- Quatre tiene razón - admitió Heero pensativo mirando al bebé - yo hubiese preferido que se comprara una casa en un lugar más grande donde hubiera más casos para resolver, pero aquí le dijeron que había fantasma y no hubo quién lo sacara de eso y la compró sin escucharme y me arrastró hasta aquí.
- Muy bien, serás el padrino de nuestro niño - sonrió Dúo complacido.
De repente aparecieron en la cocina Wufei y Traize también tomados de la mano, el chino tenía las llaves de la casa, así que entraba y salía a su gusto sin molestara a los demás se notaban que estaban muy contentos.
- Al fin estamos todos ¿nos ayudan a darle un nombre al bebé?
- ¿De a dónde sacaron a ese bebé? - le dijo Traize.
- Te contaremos la historia, aunque se la perdieron - se sonrió Dúo - todo empezó con una noche de luna llena muy romántica que salimos a disfrutar con Heero...

El pequeño Antoine Dúo Yuy Maxwell, que al final le pusieron ese nombre porque a Quatre le gustaba y le parecía ideal por ser sus padres ángeles, fue bautizado en el pueblo y se dedicó a darle color y calor a la vida de sus padres, pero su vida correría grave peligro muy pronto y ellos tendrían que usar sus poderes para protegerlo...

Continuará...

Sí, ya había dicho que era el final, pero he cambiado de opinión, la idea de Carmín me ha dado muchas otras para continuarla, pero no será más que un capítulo o dos cuando mucho.
Les regalo tres lemons en este capítulo porque en el siguiente no habrá, eso creo, espero que queden conformes.
Shio Chang (Voy a desarmar a Wing Zero en una de estas, se me ha puesto muy insubordinado)

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