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El profesional por Schizophrenic Waluigi

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Notas del fanfic:

Entrad en un mundo lleno de violencia, drogas y amor... adentraros en la historia del mayor sicario del Reino Champiñón.

Notas del capitulo:

Aquí esta de nuevo la verdadera historia de amor entre la victima su asesino.

 

Luigi estaba dormido en el tren. Había llorado como nunca, por nadie había llorado tanto. Hasta había soñado con él, con sus ojos, con su cuerpo y con su gran corazón.

El tren paró, despertó con el sonido al frenar iba abriendo poco a poco los ojos. Los tenía rojos y le dolían mucho. Cogió las maletas y se fue, no sin antes mirar hacia los lados.

Salió de la estación y cogió un taxi. 

Taxi: ¿A dónde?
Luigi: A mi empresa. –El taxista miró por el retrovisor y se quedó sorprendido.
Taxista: ¿Luigi? ¿Eres tú?
Luigi: Si, soy yo.
Taxista: Por fin tu secuestrador te dejó libre, me alegra que estés bien. Tu familia esta muy preocupada, se temían lo peor.
Luigi: No me secuestraron. 

El taxi salió hacia la empresa de Luigi. Volver a reencontrarse con todos, iba a ser difícil miraba por la ventanilla. El cielo estaba azul, muy azul como el mar de Ciudad Diamante, ese que admiró junto a Waluigi en la noche más bonita de su vida, en la que se dejó amar. 

Delante de él se levantaba el edificio de seis pisos. Le pagó al chico y cogió la maleta. Se dirigió hacia la puerta, en su cabeza recordaba “vete a sarasaland y vive la vida” pero ¿qué vida iba a vivir? no seria nada sin su amado. 

Decidido entró, todos le miraron y susurraban. 

Capataz: ¿Luigi?
Luigi: Si, soy yo. –Sonrió levemente.
Capataz: Menos mal que estas bien, ¿te hicieron daño?
Luigi:
No.
Capataz: ¿Quién te secuestró?
Luigi: NO ME SECUESTRARON. –Alzó la voz tanto que se escuchó por toda la empresa. 

Se fue a su despacho, al entrar estaba Roberta mirando hacia la calle, no le sorprendió ver a Luigi. 

Luigi: Que raro que no me digas si me han secuestrado.
Roberta: Ya sabía que no estabas secuestrado.
Luigi: Gracias por cuidar de la empresa.
Roberta: Ha sido un placer.
Luigi: ¿Has llorado? –Dijo al ver que tenía los ojos rojos.
Roberta: No, ¿y tú?
Luigi: Tampoco. –Sonrió, tiro la maleta y le abrazó.  

Se sentó encima del escritorio y ella en una silla. 

Roberta: ¿Qué has estado haciendo estos días?
Luigi: ¿Días? dirás semanas. Nada pensar… he conocido a alguien muy especial.
Roberta: Yo también, muy especial. Me gusta tenerte como amigo, eres tan leal.
Luigi: Ya pero… el estupido matrimonio concertado. 

Ella se quedó callada y cruzó una pierna. 

Roberta: No me gusta eso.
Luigi: Ni a mí. –Sonrió. 

En el hotel, Waluigi dormía bocarriba en el suelo, por la nariz corría un hilillo de sangre. Se despertó y cogiendo un pañuelo se taponó la nariz. 

Waluigi: Tengo que dejar la puta coca. Dios, mi cabeza. –Veía borroso, estaba mareado y tenia nauseas. 

Miró en el ordenador había un e mail con una dirección y una hora: las tres y media. Y un texto. 

“Se que eres el mejor, necesitamos tus servicios” 

Se levantó, sus piernas temblaron y casi le hizo caer.

Buscó su maletín negro y lo cogió, el reloj de su muñeca marcaba las dos del mediodía. Con el maletín en la derecha cogió las llaves del coche y se metió. Todo a su alrededor se movía, arrancó el motor. El sonido sonaba como un trueno en sus oídos. 

Waluigi: Ya esta… tengo que dejar de verdad la coca. Mi cabeza. –Se apoyó en el volante y bajó la misma unos segundos. 

Pronto el coche se movió, siguió las instrucciones y llegó a una callejuela mal oliente; de las alcantarillas salía vapor y las fachadas estaban oscurecidas por la humedad. Frente a él se levantaba una preciosa casa, de dos plantas con un balcón muy grande. 

Llamó a la puerta, por una rendija se vieron unos ojos grises. 

Chase: ¿Quién eres?
Waluigi: Me habéis mandado el E-mail. Soy Waluigi.
Chase: Espera un momento. –Sonaba ruidos de cerrojos. 

Se abrió la puerta, un hombre con una capucha le llevó a una sala gigantesca, iluminada por las velas. La gente estaba sentada en el suelo, otros tenían sexo en sofás y rincones.

Algunos se metían coca y se drogaban, era como una gran orgía.  

Pasó por una puerta, un chico joven de pelo rubio estaba sentado en una gran mesa de madera. 

Alan: Bienvenido, siéntate. –Se sentó en una silla de terciopelo azul- Ya puedes retirarte. –El otro chico salió.
Waluigi: ¿Me mandaron el correo?
Alan: Si, así es. Me han dicho que eres el más eficaz y bueno.
Waluigi: Exacto.
Alan: A ver la misión es matar a un jeque del petróleo.
Waluigi: Vale, acepto.
Alan: Quieres algo de beber. –Dijo dirigiéndose a donde tenía las botellas.
Waluigi: No bebo pero gracias.  

El chico se puso un culín de whisqui y se sentó nuevamente, le miró a los ojos fijamente y cerró los suyos.

Pronto los abrió. 

Alan: Pareces un chico frío, sin sentimientos.
Waluigi: Claro por eso soy sicario ¿no?
Alan: Tienes razón. –Sacó una bolsita y esparció una línea de polvillo.
Waluigi: Yo que tu dejaría esa mierda, mata a Dios.
Alan: Cuando te enganchas no puedes dejarlo. –Aspiró.
Waluigi: Touche.
Alan: ¿Quieres?
Waluigi: No, lo estoy dejando.
Alan: Una al mes no hace daño. 

Por la puerta apareció una chica de cabello castaño rojizo, con preciosos ojos azules y algo baja, su sonrisa era perfecta y sus labios preciosos.

Vestía un vestido rojo a juego con el pintalabios, sombra de ojos negra. En un lado del vestido tenia un broche de una margarita. 

Alan: Te la presento, ella es Daisy.
Waluigi: ¿Asesina?
Daisy: Algo así, a veces. ¿Tu nombre? –Educadamente se levantó.
Waluigi: Yo soy Waluigi Wario, a tus pies. –Le besó la mano.
Daisy: Buen caballero aunque tus ojos son fríos como tu personalidad.
Waluigi: Que bien me conocéis. –Entrecerró los ojos.
Alan: Los ojos son el espejo del alma o eso dicen. 

Waluigi sacó su paquete de cigarrillos y sacó uno, se lo puso en la boca y buscó en su bolsillo el mechero.

Rápidamente ella sacó uno. 

Daisy: Toma, usa el mío.
Waluigi: Gracias. –Lo encendió, dio una calada que le llegó a los pulmones.
Daisy: Creo que nos vamos a llevar bien.
Waluigi: Yo creo que también. –Se sonrieron mutuamente.
Alan: El encargo tiene que estar completo esta noche a las doce, si no has cumplido yo mismo te cortaré el cuello.
Waluigi: Perfecto, que así sea. -Le dio la mano.
Alan: Mátalo lo más discreto posible.
Waluigi: Inyecciones al ataque. –Dijo sacando un pequeño maletín dorado, lo abrió y tenía jeringas y botecitos de muchos colores. 

El chico se reclinó en su asiento y sonrió. 

Alan: Veo que eres muy bueno, ¿desde cuando llevas?
Waluigi:
No me acuerdo creo que desde los trece o catorce. –El chico se quedó con los ojos abiertos.
Alan: ¿Tan joven? Pobrecillo.
Waluigi: Nadie sabe lo que he pasado yo… mis padres y mi hermano fueron asesinados… me quedé solo. –Una lágrima bajó por su mejilla.
Daisy: Te comprendo, yo también he tenido que vivir sola. Buscándome la vida por las calles, si tienes ganas de llorar llora, el llorar no te va a hacer más flojo. Tus ojos son poderosos como tu alma. –Le secó la lágrima.
Waluigi: Gracias.  

Se levantó y le besó la mano, al chaval le dio la mano y sonrió. 

Alan: Cumple y te daré una buena recompensa.
Waluigi: Tranquilo cuando lo acabe te enviaré un mail.
Alan: Así me gusta. 

Cogió su maletín y se fue lentamente, el chico le esperaba en la puerta. Daisy le sonrió, sus pasos sonaban fuertes, en la gran sala solo quedaban tres personas hablando tranquilamente. 

Chase: Estaremos esperando tu respuesta, adiós.
Waluigi: Adiós. 

Abrió el maletero del coche y dejó la maleta allí, arrancó el motor que rugió suavemente.  


Tenia que descansar para cumplir correctamente con su encargo.

Notas finales:

Espero que os haya gustado, a ver si me dejais algún review.

Dark kisses...


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