CAP 1 EL NUEVO ENEMIGO
Habían pasado ya tres años desde que Haruka Tenoh, sin razón aparente, había dicho adiós a Michiru Kaioh, a Setsuna y Hotaru con una explicación que para bien o para mal no satisfacía a ninguna de las tres chicas. Según la misma Haruka se enamoró de otra persona y se fue con ella.
Los primeros meses para Michiru fueron terribles, casi no comía y apenas podía conciliar el sueño. Se preguntaba una y otra vez que era lo que había hecho mal. ¿Por que el amor de su vida la había desechado como si nada? ¿Todas las batallas que tuvieron con el enemigo fueron en balde? ¿Aquellas frases y promesas de amor eterno fueron falsas?
Sin embargo a través del tiempo y con la ayuda de todas las chicas, inclusive Serena y las otras, Michiru había podido salir adelante. Incluso había comenzado una relación con Yiam Sawachika, una relación que culminaría en matrimonio, que se celebraría hoy mismo…
-No puede ser! No puede ser! Se ha hecho tarde.- gritaba Michiru corriendo de un lado a otro de la habitación tratándose de arreglar para el gran evento. Se encontraba nerviosa, demasiado, no había ninguna duda de que amaba a Yiam y por esa razón quería estar perfecta para el.
-Tienes tiempo mama-Michiru- respondió Hotaru, una adolescente de 15 años atractiva pero con un espíritu fregativo…- claro, eso si salimos ahora, no hay tránsito y mama-Setsuna manejara como si el diablo la persiguiera.
-Hotaru…-dijo Setsuna.
-Mentí?- preguntó esta.
-Quieres salir el próximo sábado?- respondió la otra.
-No serías capaz…!-rezongó la adolescente.
-Quieren preocuparse por mi para llegar a mi boda?- interrumpió Michiru.
-Lo siento- dijeron al mismo tiempo.
-Vamos solo ayúdenme a ponerme el vestido…ojala pudieras ver el futuro Setsuna y decirme que pasará.
-Es la desventaja de no ser ya Sailors.
Así es desde su última batalla con Galaxia ellas ya no necesitaron sus poderes y comenzaron a vivir esa, tan anhelada vida normal. Aunque Yiam sabía todo al respecto ya no le preocupaba el que Michiru pelease o no.
Toc-Toc.
-Se puede?
-Adelante…¡Darien! Que haces aquí?
-Las chicas me enviaron para asegurarse de que llegaras a tiempo, soy el mejor manejando después de…- guardó silencio un momento.
-No te preocupes Darien eso ya quedó en el pasado, lo he olvidado- respondió dulcemente Michiru.
-Sí, claro!- susurró con sarcasmo Hotaru- Por esa razón aun no tira la foto que está en su cajón.
-Yo creo que alguien no quiere ir a la fiesta el próximo sábado- sentenció Michiru.
-No! Ya me callo!
-Bueno ya hay que irnos que se nos hace tarde ya casi son las ocho de la noche- terminó Darien.
Durante todo el camino a la iglesia Michiru se tronaba los dedos una y otra vez. Tenía un mal presentimiento. ¿Pero por que? Ya no había enemigos, Haruka estaba descartada, eso creía o quería creer, pero realmente amaba a Yiam. ¿Entonces? ¿De donde venía este miedo? Se sintió aun peor cuando escuchó la voz de Hotaru.
-Un terrible silencio se está acercando.
-¿Un silencio?- preguntó Setsuna- ¿A que te refieres?
-¡Llegamos!- anunció Darien. El se bajó primero para ayudar a las tres chicas. Le ofreció e brazo a Michiru para que ella lo tomara y con un asentamiento de cabeza por parte de él la música comenzó a sonar.
Michiru avanzaba lenta pero firmemente sobre el alfombrado rojo. Su vista se clavaba en la mirada de el. Yiam era un joven alto y de muy buen parecer, cabello castaño y de ojos grises. Tez blanca y una encantadora sonrisa. Y ahí estaba, él, esperándola. Siempre pensó que este día llegaría pero con Haruka.
-Que vueltas da la vida-pensó. Pero lo único predecible de la vida es que es impredecible.
Llegó a su lado, Darien se apartó entregando a su amiga en las manos de Yiam, este agradeció el gesto y luego miró a su amada. Por fin, después de dos años de noviazgo y ahora su sueño se iba a hacer realidad. Sí, hoy era el día.
Todas las chicas estaban hasta adelante mirando a Michiru embobadas. Serena lloraba y hacía lo posible por mantener sus lágrimas.
-Serena no llores que todavía no empieza- dijo Rei.
-Cállate! Tú estás igual o peor que yo!
La ceremonia comenzó, ambos amantes se miraban, probablemente no prestaron atención a nada de lo que dijo el sacerdote. Sus miradas eran de deseo, ¡como querían que ya acabara todo y poder marcharse a su luna de miel!
-Señor Yiam Sawachika acepta usted por esposa a Michiru Kaioh para amarla y respetarla, en la salud y en la enfermedad, en la riqueza y en la pobreza, hasta que la muerte los separe?
-Acepto- su respuesta fue sin titubeos, limpia cual trueno.
-Y usted señorita Michiru Kaioh acepta a Yiam Sawachika para amarlo y respetarlo, en la salud y en la enfermedad, en la riqueza y en la pobreza, hasta que la muerte los separe?
-Ace…-Pum!!!
Una explosión se escuchó en la entrada. La puerta de la iglesia estaba destruida, Yiam abrazó a Michiru para protegerla. Cuando todo se tranquilizó se escuchó una risa.
-Lo siento, no era mi intensión interrumpir tan feliz celebración.- una figura apareció detrás de los escombros y el polvo. Era un hombre joven, con el cabello blanco y ojos azules. Llevaba una ropa negra muy extraña y una capa de color rojo.
-Que quieres y que buscas!- ordenó Darien.