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Extraño por Dazel Tenshi

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Notas del capitulo:

Bueno es un pequeño relato que surgió en una noche de insomnio (creo que del 100% de autores que escriben en esta página, un 95% utiliza sus noches de desvelo como fuente de inspiración) tenía mi cuaderno de dibujo abierto en mis piernas y esto fue lo que salió.

Ya saben que Naruto no me pertenece, le pertenece a ese desquiciado mangaka con todas las ganas de lucrar que yo no tengo. Por tanto con esto solo gano un par de lectores que se den el tiempo de dejar reviews.

Por último lindos lectores, dedico esto a aquellos que disfruten con esta pareja. Y no sean tan tacaños, dejen críticas.

Los quiero lindos lectores!

Si le preguntaran por lo más extraño que había visto en su vida, se tomaría algunos minutos para pensárselo. Quizás la respuesta la sabía de antemano, pero le gustaba saborear la instancia y permitirse un momento de duda.

Sin embargo tenía la certeza de aquello que más le perturbaba, y eso era Hidan.
Eran esos ojos de color violeta, esos indescifrables ojos que se encendían con fulgor cuando las emociones le atacaban sin piedad. Porque sus pupilas se dilataban cuando sus presas caían muertas y el dolor autoinfligido le producía retorcido placer, o por el contrario sus pupilas se contraían cuando el mismo lo hacía enfadar o motivaba una de sus salvajes y desmedidas peleas.
También estaban esas cejas, delgadas y de color plata, esas que siempre se tensaban cuando el le gritaba unos cuantos insultos o estallaba en chillidos caprichosos. Esas mismas que se relajaban en una fina línea cuando se dormía luego de un día de agotadoras misiones.
Pero por sobre todo estaban aquellos labios, era definitivamente lo más extraño que Kakuzu había visto en Hidan, porque esos blancos y delgados labios eran capaces de soltar maldiciones por doquier, unas cuantas plegarias a su dios, insultos malintencionados a todo aquel que molestara en su camino, risas sicóticas, comentarios sardónicos y también melifluos suspiros de placer.
Porque cuando él se le acercaba, ese extraño Hidan cerraba sus ojos con un pestañeo suave y calmado, o los apretaba muy fuerte al momento en que el orgasmo satisfactorio se acercaba.

Esas cejas se curvaban deliciosamente con una mueca de inocencia y gozo mientras él le acariciaba con inusitada devoción.

Y sobre todo porque aquellos pérfidos labios temblaban ligeramente cuan el respiraba sobre ellos, y se abrían tímidos cuando le besaba con ímpetu y algo de nombre prohibido mezclados en su lengua. También soltaban aquellos gemidos tan necesitados cuando él le tomaba, se sumergía entre sus piernas, le apretaba su cintura y le hacía el amor después de alguna absurda y brutal disputa.
Definitivamente Hidan era lo más extraño que Kakuzu había visto en su vida, pero ya no le importaba, no se empecinaba en comprenderlo.
Porque sabía que por las noches fingía estar dormido para que lo abrazara sin suponer un acto de debilidad para ambos. O porque prefería incitar sus berrinches y gritos para sacarse la máscara y besarlo con la excusa de hacerlo callar.

Kakuzu tan solo prefería sentirlo.

 

 

 

-*-

 

 

Si le preguntaran por lo más extraño que había visto en su vida, no lo pensaría por mucho, tan solo diría lo primero que se viniera a la mente, sin importarle mucho el porqué o las causas.
Y eso que indiscutiblemente más lo desconcertaba era su compañero de equipo, Kakuzu.
Porque eran esos ojos, esos extraños ojos de tono brillante esmeralda, esos que parecían penetrar sin culpas ni remordimientos todo aquello que mirase. Esas verdes esferas que se encendían en chispas cuando algo involucraba ingentes cantidades de dinero, esas mismas que se volvían violentas cuando enfrentaban a una potencial víctima.
Pero también estaban aquellas manos, esas extremidades que se veían duras y maltratadas, que apretaban con fuerza cuando se encontraba en medio de una violenta trifulca, y parecían querer desgarrar. Y por otro lado eran esas mismas manos las que tenían una delicadeza enfermiza cuando tocaban dinero u objetos que suponen algún valor monetario.
Pero definitivamente lo que más confundía los pensamientos de Hidan era esa voz, esa excepcional voz de grave sonido, muy ronca y con tintes salvajes cuando una de sus peleas verbales se hacía presente, o con esa entonación irónica y ácida cuando se burlaba de su presa, o con aquel susurro escalofriante cuando soltaba alguna amenaza que implicara muerte y dolor.
Exactamente era Kakuzu quien más le perturbaba, y era porque ese inexplicable y frío porte se volvía tan intimidante cuando su cercanía aumentaba. Porque esas esmeraldas refulgentes adquirían una mirada de superioridad mientras le agarraba contra la pared con furia, y parecían achicarse con aquel pestañeo de sensualidad cuando iba a hacerlo suyo.

Y eran esas manos que volcaban toda su locura y suavidad en caricias sobre su cintura, y que apretaban sus piernas con necesidad cuando se avecinaba el momento cúlmine del placer, esas que también le acariciaban con delicadeza inusual su rostro con un avergonzado sonrojo.
Pero por sobre todo era aquella voz, esa voz que parecía gutural en cuanto se le acercaba a su oreja y le susurraba un insulto con sabor a cumplido, era esa misma voz la que adquiría un rintintín de placer mientras intentaba esconder los gemidos que lograba con caricias furtivas, y esa misma voz era la que con tono neutro le lanzaba alguna amenaza o advertencia cuando quería decir lo contrario.

Definitivamente Kakuzu era lo mas extraño que conocía Hidan, y aunque tampoco le importara, jamás intentó descifrarlo, solo se rendía a los sentidos y por las noches prefería fingir estar dormido para que su compañero lo abrazara sin que se sintieran débiles con ese acto de humillación. O prefería aumentar sus chillidos caprichosos para que Kakuzu se quitara su máscara y lo besara queriendo hacerlo callar.

Sí, porque cuando se miraban mutuamente pensaban que eran lo más extraño que conocían. Y que nadie dijera que tras eso se escondía otra clasificación.

Notas finales: Espero hayan disfrutado, un besote a todos, sobre todo a mi encanto Totoro!

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