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Fuga por Aphrodita

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Notas del capitulo: Dedicado muy especialmente a Sunshine. No sé si esta pareja es de tu agrado, pero igualmente espero que te guste n.n
Lo recordaba todo como si hubiese ocurrido ayer... La primera vez que vio a dos personas besarse con verdadera pasión.
No había sido la intención de Ginji espiar al "señor" Teshimine, pero este se encontraba retrasado, por lo que el impaciente Amano salió en su búsqueda sin sospechar en su ingenuidad con lo que se toparía. Y allí, detrás de un gran contenedor, cobijados y resguardados de miradas curiosas y quizás inquisidoras, los vio...
Dos chicos abrazándose, a medio vestir... Dos hombres besándose con real sed. Uno de esos sujetos era quien consideraba su mentor, su padre; y el otro, el ser que más admiraba sobre la Tierra, su ídolo a seguir.
No supo como sentirse en ese momento, era aun muy pequeño para verse envuelto en la telaraña del prejuicio. Y comprendiendo que eso, ante sus ojos, era una escena que supuestamente no debía ver, se retiró sigiloso y volvió sobre sus pasos.
Recordaba todo, con tan perfecta nitidez, que sentía una conmoción general en su cuerpo... La madrugada de torrencial lluvia en la que Kurusu lo tomó.
Era apenas un adolescente con sus quince años de vida, sin embargo, algo confundido, lo aceptó. Con reticencia al principio pero luego, al sentir las lagrimas de Masaki sobre su hombro desnudo, no pudo más que entregarse por completo.
Comprendió en parte su dolor, o al menos pudo sentir, palpar y sumergirse en ese pesar aunque no conociese bien las razones.
Y esa mañana en la que Ginji despertó desnudo y adolorido en su precaria cama, fue el día que Teshimine desapareció. Amano desde entonces ocupó un lugar importante en la vida del emperador de la luz. Aunque supiese que nunca, jamas, lograría su amor, pues este se había ido junto a Takeru la noche que decidió partir.
Luego apareció "él" llevándose consigo a Ginji...

En el presente, convertido en un hombre, caminaba con paso seguro a través de desoladas calles reteniendo estos recuerdos en su mente, sin poder evitar plasmar una sonrisa melancólica en sus labios. Y tal vez por todos esos recuerdos se encontraba allí, enredado en los brazos de su ídolo.
Apenas se vieron, no cruzaron palabras, estas eran obsoletas como siempre... El mayor estrechó al mas joven en un cálido abrazo; Amano le correspondió, deseando en su interior que esa sensación, complaciente por un lado, y devastadora por el otro, desapareciese para poder evitarse tanto martirio, tanta culpa.
Pero es que no podían... Lo que habían atravesado, juntos, era algo que ni Teshimine, ni Ban iban a arrebatárselo. ¡Se lo debían! Mutuamente.
Kurusu se deshizo de la chaqueta negra de pana que portaba el otro, plasmando una sonrisa en sus labios cuando le quitó la camiseta blanca dejando al descubierto su pecho lampiño: Era aun, un niño, al menos ante sus ojos. Y él, pensaba tomarlo de nuevo, como aquella noche.
El Emperador relámpago creyó que su amante continuaría con sus pantalones, pero se detuvo para obsequiarle otro abrazo, distinto al anterior, repleto de tristeza.

—Lo siento tanto, Ginji—Tuvo ganas de llorar, pero se contuvo.

Este se distanció un poco al comprender a lo que se refería el otro con aquello, y sin dejar de sonreírle negó con su cabeza:

—Ya te lo he dicho... No tengo nada que perdonarte.

Kurusu bajó su vista, apesadumbrado. Le había obligado, la primera vez, a entregarse, y eso era algo que nunca olvidaría, que nunca se lo perdonaría por mucho que el menor lo hiciese.
Lo necesitó tanto en su momento, descargar todo ese dolor, toda esa bronca que lo embargó esa misma noche cuando no tuvo el coraje suficiente para detener la huida de Takeru. Peor aun fue haberle mentido a Ginji, tener que decirle que la persona que lo crió había muerto, haber jurado que lo cuidaría, para luego hacerle todo eso.
El emperador de la luz no pudo seguir torturándose, pues Amano interrumpió sus pensamientos enredando sus brazos a través de su cuello, buscando sus labios donde su lengua ingresó, juguetona y fogosa... Sin lugar a dudas, el inocente rubio había quedado atrás, dando paso a ese hombre. Había quedado en la Fortaleza Infinita junto al Emperador Relámpago, ahora frente a él se encontraba Ginji Amano de los Get Backers
El rubio menor deshizo el abrazo para poder desabrochar el botón de su pantalón y quitárselo junto a la ropa interior. Desnudo, con una sonrisa en sus labios, dejó que el otro lo estudiase en la penumbra de aquel húmedo y desolado cuarto. Kurusu tardó en reaccionar, embelesado con el atlético cuerpo de su pequeño. Reaccionó recién cuando este se le acercó para desabrochar uno a uno los botones de su camisa hasta dejar su pecho al descubierto.
Ginji apoyó su mejilla allí, para luego besar esa zona con extrema dulzura. Masaki acarició su cabello sin dejar de sentir, por un solo instante, esa punzada en su herido corazón.
Acabaron desnudos porque desde un inicio esa había sido la razón de su encuentro furtivo. El Emperador de la luz sentado en el suelo con solo las ropas como lecho, le permitió al otro ubicarse sobre él. Sus miembros hicieron contacto, logrando estremecerlos de pie a cabeza. No dejó de acariciar la espalda de Amano con profundo cariño, mientras que el menor se entretuvo besando su cuello y aspirando ese perfume tan particular que siempre despedía la piel del mayor.
La mirada del Emperador relámpago era firme, insistente y a su vez misteriosa... Repleta de pesares, alegrías, dudas, temores, certezas, coraje... Kurusu se perdió en ese profundo mar, tan insondable como impenetrable ¿En qué pensaba su chiquillo? Frunció su frente y por ese gesto recibió a cambio un beso, apasionado, como si la vida de Ginji dependiese de sus labios.
Sus pechos jadeantes se encontraron, fundiéndose en un nuevo abrazo, la lengua de Masaki dejó un húmedo rastro de pasión a través del cuello de su amante y este no lo resistió mas, tomó entre sus manos el erguido miembro del emperador de la luz para guiarlo a su orificio y penetrarse, lentamente... Se dejó caer sentado, sin sentir mas que un pequeño dolor, una insignificante molestia que inmediatamente desapareció al experimentar ese sosiego.
Era “uno” con Kurusu... Era enteramente de él, en alma y cuerpo, al menos durante lo que durase esa pecaminosa pugna.
Amano sintió las poderosas y grandes manos del mayor asiéndose con ímpetu de sus glúteos, guiándolo en un suave y dulce vaivén. Se aferró a los hombros del emperador de la luz para profundizar esa invasión en su cuerpo y el frenesí comenzó. Las caderas se movieron acompasadamente, en perfecta armonía, como si estuviesen acostumbrado a ello... Como sí hubiesen sido creados el uno para el otro.
Sin embargo, ambos, en sus corazones supieron que no era así. Que nunca lo había sido y que jamas lo sería.

—No olvides... No lo olvides—Jadeó el emperador relámpago en el oído de su amante.

"No olvides nuestros sentimientos" Le había dicho una vez... La primera vez que tuvieron esos encuentros luego de recuperar a Makubex, y que se repitieron una y otra vez, llevándolos a la perdición. Le había pedido que nunca olvidase lo que habían atravesado juntos, lo que habían sentido en sus corazones, y lo que había hecho por el otro en los momentos más difíciles.
Kurusu, en respuesta, lo besó con furor, para luego tomar su cintura y apartarlo del lugar o pronto terminaría esa placentera tortura. Lo dejó de costado sobre el suelo y separando sus nalgas volvió a invadir su interior arrancándole un profundo gemido que profesó tanto su placer como su dolor. Nuevamente volvieron a moverse al unísono, disfrutando plenamente de la agradable sensación... Ginji por sentir esa irrupción en su cuerpo, y el otro por experimentar el roce de su miembro con los glúteos semi cerrados del menor, lo que logró arrastrarlo al borde de la explosión.
Cuando Masaki tomó entre sus dedos el húmedo glande de Amano y luego todo el tronco en una oportuna masturbación, el menor llevó una mano hacia atrás hasta la pierna de su amante para empujarlo, y así terminar mas acoplados. En ese instante, sin poder ni querer evitarlo, el emperador de la luz soltó el torrente de semen que inundo por completo a su niño... Envueltos en gemidos escandalosos y caricias profundas.
Kurusu salió del lugar abandonando esa sagrada cavidad para llevar su cabeza hasta la entrepierna de Ginji y así engullir su miembro, apenas su boca acarició el pene de este, que el néctar surgió caudaloso. Cuando elevó su mirada, como siempre hacía, para corroborar que su compañero estuviese bien, se encontró con las mejillas sonrojadas del menor.
Sonrió, enternecido con aquella imagen, pues por mucho que creciese Amano, en algunas cosas no cambiaba.

—Masaki-San... —Susurró derretido de deleite.
—No lo olvido—Dijo este elevando sus cejas y escalando a través de su cuerpo hasta alcanzar sus labios, y lo besó una y mil veces.

El emperador relámpago lo aceptó de nuevo. Una de las cosas que le gustaban de los besos del mayor era sentir esas cosquillas particulares que le causaban su barba mal afeitada... Siempre mal afeitada. Rió apenas, para sí mismo. Había cosas que en Masaki tampoco cambiaban.

—Será mejor que me vaya... —Expresó Ginji con un semblante triste en su rostro y voz.
—Sí... —Suspiró, derrotado... Ya era tarde... Demasiado tarde.

En silencio sepulcral, sin dejar de sentir esa culpa que siempre los dominaba después del delito, se vistieron.
Amano atinó a girar el oxidado picaporte cuando Kurusu detuvo sus pasos pronunciando la misma pregunta de siempre.

—¿Cuando?—Supo que el otro no voltearía, nunca lo hacía cuando arreglaban el día para otro encuentro—¿El jueves?
—Mmm... No.—Tragó saliva—Es... nuestro aniversario.

Por respeto, no quiso pronunciar el nombre de Ban, del hombre que amaba, en ese lugar. Igual el otro había entendido sus palabras sin excesivas complicaciones.

—Yo el viernes... No puedo—Tomó aire, sintió su garganta cerrada, fijó su mirada a la nada y acotó—Le prometí a Teshimine que lo acompañaría a recorrer el sector norte para asegurarnos de que... todo estuviese bien por allí.
—Entonces... ¿El sábado?—Ajustó el cierre de su campera trayendo a la realidad a su amante con ese ruido.
—El fin de semana... Con Takeru pensábamos escaparnos unos días. Ya sabes, salir de la fortaleza... Disfrutar un poco estando los dos... solos.
—Entiendo... Creo que será mejor que no haya otro encuentro—Giró el picaporte intentando salir, de ser posible corriendo, pero la mano de Masaki lo frenó nuevamente.
—¡Espera Ginji!—Solicitó este con un tono de pura desesperación, quiso decirle algo que lo detuviese pero nada surgió de su boca, aun así el menor terminó por ceder, otra vez.
—El... El lunes... —Aunque lo intentó, no pudo evitar el temblequeo de su cuerpo y el torrente de lágrimas; bajó su vista al suelo y apretó sus puños—¿Te parece bien?
—Sí... Me parece bien. El lunes, a la madrugada.

En ese momento le hubiese gustado consolarlo pero ¿Qué sentido tuvo hacerlo si bien sabia que él era la razón principal de esas lagrimas? Como Ginji lo era completamente de las suyas.
Estaban envueltos en una trampa, una que ellos mismos habían creado, de que la que no podían escapar, y ni siquiera lo intentaban por sus seres amados, sencillamente porque no querían.
Y la farsa, el engaño, los encuentros y las culpas seguirían allí, en ese cuarto... Mientras durase la mentira. Mientras recordasen lo mucho que se debían.


Fin
Notas finales: Me voy... Espero que les haya gustado, gracias por leer n.n


5 de Febrero de 2009
Merlo, Buenos Aires, Argentina.

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