Cuando sólo caminas
La calle era iluminada por los postes de luz; en lo alto las estrellas le miraban caminar con lentitud. Ya era tarde, quizás de madrugada.
Su mirada era Sria y apenada, se detuvo al ver que un gato cruzaba a unos pasos de él, en forma cínica mostrando que a él, si lo esperaban.
—estupido. — dijo casi sin voz.
Tenia frío, ¿A quién se le ocurría salir a esa hora de la noche, y en pleno invierno? …Sólo a él.
Se encontraba aburrido en casa y ahora solo vagaba, en solitario; como un gato en busca de su amo.
¿Amo?
Saco su mano del bolsillo de su chaqueta y se la llevo al cuello, para arreglarse la bufanda. La olio y sonrío. Esa bufanda tenia tantos recuerdos felices, que solo le hubiese gustado quedarse para siempre en ellos, como cuando no se puede avanzar ni retroceder, o como cuando los momentos se quedan intactos…esperando a que alguien los vuelva a recordar.
La bolsa que llevaba en su otra mano se mecía lentamente, ya ni la sentía, emitió un suspiro liviano, saliendo de su boca el aliento tibio. En las calles donde circulaba no había nadie…Sólo las sombras que producían las luces….Llevaba como una hora caminando. Llego a un edificio alto, entro y saludo al conserje con una inclinación. Subió las escaleras, no tenía ganas de tomar el ascensor.
Todo lo hacia lento.
Tenía miedo, no realmente era otra cosa lo que sentía. No sabía como describir la sensación que lo embriagaba a su cuerpo…
Cuando llego al quinto piso, doblo a la derecha y avanzo hasta la tercera puerta, saco la llave, la iba a introducir a la cerradura, pero… Se detuvo, no tenia idea de lo que iba a suceder.
Se quedo unos momentos ahí, quieto. El frío le calaba los huesos, en el pasillo no funcionaba la calefacción.
Su frente se arrugo ligeramente y una tristeza lo invadió…
A los quince minutos se decidió a tocar. La puerta se abrió inmediatamente, dejando ver a un hombre mayor, de ojos claros:
— ¿Crees que son horas de llegar?— le hablo con una voz suave pero desafiante.
—es…Esto…Lo siento. — no tenia palabras. No sabía que aún estaba despierto. — yo…realmente lo siento. — bajo su vista apenado por el importuno. El sujeto avanzo y esto vio el menor, que dio un paso hacia atrás.
—Yo debí de ocupar la llave. — se tapo con los brazos, por si lo golpeaba, pero solo recibió un abrazo de parte del mayor.
—No debiste de salir.
—Pero…— lo callo con sus labios, esos labios estaban fríos, pero al rozarlos los abrigo, para luego soltarlos.
—Estas todo frío…
—No te preocupes, no hace tanto frío. — le sonrío. El mayor le tomo de la mano y ambos entraron.
Adentro estaba templado, el mayor coerzo a despojarlo de las prendas:
— ¿qué haces?
—Sacarte la ropa que te incomoda…
— ¿Mañana te vas temprano, nuevamente?
—Si, pero pasado mañana regreso…— lo vio a los ojos, calmadamente. — así que, que te parece si pedimos unas reservaciones para salir s fuera a comer…
—Yo creo. — respondió en voz baja.
— ¿qué eso de yo creo?
—mmm..... — sonrío. — me parece, por compensación.
—No, porque te lo mereces. — lo miro con un brillo conocido. — que te parece si…— se le acerco y lo beso.
Abrazados llegaron a la habitación, donde se dejaron caer sobre la cama. El mayor coerzo a recorrer el cuello, dejándoles leves marcas que iban enrojeciendo a medida que iba bajando. Le fue quitando la ropa, haciendo salir el libido que ambos comenzaban a sentir.
—Te amo. — e dijo al recibir una muy codiciosa sensación en su lóbulo derecho, mientras sentía las manos en su cuerpo…
—Yo también…— respondió varándose y aspirando el aroma del otro… en aquella habitación…