Prólogo
Demasiado de todo, demasiado de prisa.
Suena la alarma de mi reloj… otra vez voy tarde, lo sé porque el primer despertador lleva 15 minutos en el piso. Saco mis dedos torpemente hacia la mesita de noche y tanteo hasta encontrar los botones correctos, logrando apagarlo y me escondo nuevamente bajo las sábanas. Los exámenes me tienen molido, no podré soportar mucho más este ritmo de trabajo… lo bueno, es que es el último año de la carrera.
Estoy por cerrar los ojos cuando un estridente grito interrumpe la calma de la casa.
-¡WHEELER! ¡LEVANTATE YA ES TARDE! otra vez…- Jack suena molesto; desde que se mudaron él y su novia conmigo, todas las mañanas le pongo emoción a sus vidas. Seguido escucho la voz de Sam.
-Ya esta el desayuno, apúrate o se va enfriar-
Entonces el hambre puede más que mi flojera. Con la pesadez del mundo me levanto, buscando algo de ropa decentemente limpia. Recojo una playera del piso y la huelo, mmm creo que seria la tercera vez que me la pongo… a mí no me parece que huela tan mal pero luego la gente se enoja, mejor busco algo más.
-Hay una playera limpia colgada en el baño- grita alegre Sam.
Juro que el buen humor de esta chica saca de onda a cualquiera. Conozco gente empalagosa, pero ella está feliz 24 horas al día todos los días del año.
Voy al baño a tomar una ducha rápida, me remojo dos, tres veces en el agua y me seco, Dios no se qué haría sin ellos. Probablemente mi vida seria más desastrosa de lo que ya es.
Termino de vestirme y salgo a desayunar. Los dos están sentados en la mesa con caras inusualmente serias, lo cual me preocupa un poco, pero el desayuno huele tan bien que no importa.
Me siento frente a ambos y tomo el primer bocado; sin embargo, sus caras me dicen que algo no está bien… de hecho, apesta.
Empiezo a comer más rápido, el ambiente cada vez es el doble de pesado... ¡Dios me siento tan pequeño frente a esas miradas!.
Ya estoy a punto de terminar, creo que puedo acabar lo suficientemente rápido, creo que puedo evitar lo que viene.
Se miran entre ellos como cómplices mientras me atraganto con el último bocado. Hago el ademán de levantarme pero ahí está…
-Joey tenemos que hablar- dice quedamente mi amiga.
ESTOY HARTO.
Estoy harto de la perfección. De mi mismo entonces… rayos, mi sarcasmo es tan agudo y amplio que ni siquiera yo escapo de él.
Ha sido suficiente.
Suficiente de siempre ser… bueno, el mejor.
Ser una figura pública desde muy joven e ir al mando de MI compañía antes de terminar la preparatoria, me obligó a tener tiempo para todo menos para mí. Me ocupé de cumplir con absolutamente todas las expectativas ajenas.
Siempre formal, serio, analítico, pulcro. Con la palabra correcta, en el lugar adecuado y en el momento preciso.
Asimismo, ha sido difícil ser un buen padre para Mokuba, no me molesta o incomoda realmente, pero pasar a ser una figura paterna desde los 10 años cansa a cualquiera.
Pero que ESA pretenda obligarme a contraer matrimonio ha sido demasiado, simplemente fue muy lejos.
No me había percatado de la magnitud de mi fastidio hasta esta mañana, cuando Hannah me anuncio MI fiesta de compromiso que ella pretende realizar MAÑANA.
Ya lo había considerado desde tiempo atrás, pero en este instante se ha convertido en algo urgente. Es momento de tomar medidas drásticas; todas las personas importantes debemos hacer una retirada estratégica en los momentos de crisis.
Es momento de desaparecer…
Este será el último día que esté en mi oficina en un buen tiempo. Así que termino de guardar mis últimos proyectos en la computadora portátil, me dirijo luego a la escuela para arreglar mi transferencia, lo más pronto posible, a otra universidad para terminar el doctorado que tengo pendiente.
Llamo al chofer y salgo de Kaiba Corp.
Camino a la mansión, evaluó el tipo de vida que tengo, llegando a una sencilla conclusión…
…Todo el dinero que tengo no vale el estrés de trabajo ni el infierno que esa mujer me hace pasar….
La invite a salir en una cena de negocios debido a la insistencia de Mokuba en que tuviera un acompañante. Y de pronto, era otro accesorio de la casa, yo estaba demasiado ocupado para realmente poner atención a su presencia.
Sin aviso alguno, decidió que teníamos una relación y una tentativa fecha de boda.
Simplemente fue excesivo