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Reunion Ancestral por ranmouri

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Alfredo Nicollo Bahva siempre había sido un hombre alegre. Como único hijo de un famoso cineasta italiano y heredero de su vasta fortuna, el joven rubio sabía que lo tenía todo. Las revistas de farándula europeas siempre lo votaban uno de los solteros más codiciados del continente y mas allá, las mujeres se arrojaban a sus pies con desesperación, el dinero fluía en su cuenta bancaria como el agua de una vertiente.

Y aun así el poderoso heredero italiano siempre tenía un vacio oscuro e insatisfecho en el pecho, algo que lo hacía pedir a gritos por más, más calor humano, más contacto, más pieles pegadas a la suya, más lujos. Mas de todo! Sin embargo, ese vacío nunca se llenaba. Sus sueños estaban llenos de pequeñas y pálidas manos, de hermosos ojos mirándolo con deseo, de tardes de pasión junto a sus amantes junto al océano, rodeados de los más hermosos jardines.

Cuando las mujeres dejaron de satisfacerle le siguieron los hombres; actores, cantantes y estrellas del mundo entero pasaron por su lecho, su pequeña villa en la playa vio desfilar a los seres más hermosos del mundo.

Ninguno logró calmar el ardiente deseo del rubio.

“Donde estas!!” gritaba en las noches, su cuerpo envuelto en sus sabanas, retorciéndose entre sueños. “Por qué ya no me quieres! Vuelve a mí!”

Un par de juguetones ojos centelleantes lo observaban en esos sueños. Una risita cantarina que lo volvía loco de ansias. Pero cada vez que sus manos se acercaban a su hermoso sueño, este solo se dedicaba a reír y a alejarse unos pasos más. Siempre escondido entre las sombras, siempre presto a continuar el tortuoso juego.

“No esperaras que te deje atraparme, hermanito?” susurraba esa voz tan seductora. “Tienes que hacer un mayor esfuerzo, después de todo, me lo debes!”

Y aquella figura misteriosa se desvanecía abrazada en las olas del mar.

Alfredo siempre despertaba enojado tras ese sueño en particular y si bien jamás se lo confesaría a sus psiquiatras y terapeutas, la peor parte de todo el sueño era su amante escogiendo al mar por sobre él.

Era inconcebible!

“Te voy a encontrar!” se decía cada mañana, observando la ciudad. “Y no te me volverás a escapar, preciosura.”

Tal vez de haber puesto más atención a sus sueños, tal como su psiquiatra le había recomendado, aquel día Alfredo habría dormido mejor, tal vez incluso su elusivo amante nocturno habría aceptado compartir el lecho con él. Tal vez entonces no se habría distraído tanto, aquella agradable mañana de primavera, mientras bebía un café, caminaba por la calle, oía música en su teléfono celular y, además de todo eso, trataba de leer el periódico.

“Uh?”  Había murmurado para sí mismo con la plástica taza de café sujeta con los dientes. “Esa no es Saori Kido?”

En efecto la famosa heredera japonesa que parecía estar disfrutando de su bebida en un pequeño café del puerto, con nada más ni nada menos que el magnate portugués Julián Solo.

“Esto es increíble!” gruñó Alfredo. “He tratado de tener una audiencia con esa maleducada mocosa japonesa por meses y siempre me rechaza! Y a ese hippie le dedica toda su atención.” Alfredo siempre le había tenido rencor a Julián Solo, a pesar de no conocerlo de nada.

El joven portugués era su mayor rival en las listas de solteros codiciados europeos, y si bien las revistas italianas y francesas siempre lo escogían a él como el mejor del año, las revistas inglesas y alemanas siempre escogían a solo. Además de que los socios de negocios que encontraba nunca dudaban de sacar el dichoso temita en las fiestas.

“Que curioso, querido Alfredo, el joven Solo y tu son tan diferentes y aun así ni siquiera son amigos?”

Claro que eran diferentes! El adoraba la buena vida, las hermosas mujeres y los adorables jovencitos, el vino de calidad, las fiestas hasta el alba, bailar de forma frenética en un nido de cuerpos bellos y sudorosos. La vida en general para un joven de apenas veinte años como él.

Julián Solo había sido igual en su juventud, era caprichoso, desenfrenado, adoraba las mujeres y vivir con estilo.

Y unos meses luego de cumplir los 16 años… todo cambió.

El joven portugués comenzó a donar el dinero de sus juergas a la caridad y las asociaciones de protección marítima. Dejó las fiestas por los estudios y el trabajo social.

Incluso se había salido de su ocupada agenda de negocios para ayudar a reconstruir Lisboa tras el diluvio de ese año.

La prensa adoraba recordarle eso a las masas cada vez que una noticia sobre el joven millonario salía al aire.

El hombre era un puto santo altruista, y todo por un poco de lluvia.

Las mujeres adoraban su carácter austero y amable.

Los hombres sentían orgullo y respeto por su porte señorial.

Las adolecentes chillaban maravilladas por sus ojitos melancólicos que parecían siempre buscar un rostro en particular en la multitud.

El muy maldito era popular y amado, y aun así no lo disfrutaba!!! El solo pensarlo volvía loco a Alfredo!

Con cautela no muy propia de él se acercó a la pareja que parecía estarse despidiendo. Saori guardaba unos papeles en un elegante portafolio mientras Julián disfrutaba su taza de chocolate.

“Ja!” susurró Alfredo. “Ese maldito monje ni siquiera toma café, que infantil.”

“Entonces te enviaré los papeles esta noche cuando vuelva a Grecia,” sonrió Saori, tomando la mano de Julián en la suya propia.

El joven le sonrió ampliamente y beso su mano con galantería.

“Tómate tu tiempo, querida Saori, solo con que me hayas dado este regalo me siento satisfecho,” dijo alegremente. Saori rió por un momento, cubriendo su boca con una servilleta.

Alfredo apretó los puños.

Ese par se veían tan podridamente felices!

“Sé lo difícil que debe ser para ti tener esas necesidades, esos anhelos de ver a esa persona y saber que no puedes acercarte, no puedes quererlos como siempre, no puedes… abrazarle…” murmuró ella. “Así que cuando quieras, haremos negocios y yo lo traeré convenientemente como mi adorable guardaespaldas y fetiche.”

Julián rió por lo bajo, imaginándose lo que diría la prensa de Saori y su apuesto acompañante.

“Posiblemente seremos un trío en alguna secreta aventura sexual, tú, yo y tu precioso guardaespaldas menor de edad,” exclamó con buen humor. Alfredo tenía las orejas al rojo vivo oyendo semejante conversación. En primer lugar La idea de Solo, Kido y un tercero, un menor, en una orgia no le parecía tan despreciable como debería, y en segundo lugar… Julián Solo también estaba esperando a una persona especial, también sentía ansias en las noches por tener a esa persona en sus brazos.

Era casi como él.

La única diferencia es que Saori Kido había encontrado a esa persona y se la llevaba con regularidad, por lo que podía deducir, para que Julián tuviese íntimos encuentros lejos de la prensa.

Alfredo no podía creerlo.

El amante secreto de Julián Solo, un empleado de Saori Kido.

Tenía que llamar a la prensa inmediatamente.

“Lamento la demora, Saori-san!” llamó una tercera voz que hizo voltear a Alfredo y palidecer. “Ara? Julián-san ya se va?”

“Lamento decir que si,” respondió Julián observando al muchacho con deseo y melancolía. “Fue muy agradable compartir este momento con los dos.”

“Ah! Lo mismo dijo, Julián-san!” exclamó un muchachito notoriamente menor que Saori o Julián, según Alfredo podía ver, con el cabello y los ojos verdes, y la piel más hermosa y pálida que el italiano jamás hubiese visto. Su voz era suave, cantarina, y llenaba un pequeño hueco en el corazón de Alfredo que no sabía que podía llenarse antes.

Y la forma adorablemente incomoda en la que lucía su traje negro de guardaespaldas, se notaba que aquel niño no estaba acostumbrado a vestir así.

“Muy bien, Andromeda-kun, cuídate mucho, ojala nos veamos el próximo mes,” rió Julián acariciando el cabello del muchacho.

Andromeda-kun ladeo la cabeza visiblemente confundido.

“El próximo mes?” preguntó.

Saori decidió que ya era hora de interrumpirlos antes que Julián hiciese algo de lo que ambos se podían arrepentir.

“El próximo mes,” explico. “Es el cumpleaños número 21 de  Julián y tengo que asistir a su fiesta.”

“Lo haces sonar como si fuese una obligación,” suspiró Julián.

“… por lo mismo,” prosiguió Saori como si nunca hubiese sido interrumpida. “Deberíamos hablar con Shaka a ver si te da permiso de acompañarme, no crees, Shun?”

“Aahhh,” suspiró Alfredo acercándose un poco más para ver mejor a ese muchacho. “Que dulce nombre tiene, Shun Andrómeda, será griego? Parece japonés…”

Shun bajo la vista, su rostro completamente teñido de rojo.

“No lo sé, señorita Saori, mi maestro Shaka no estará feliz de que pierda tanto entrenamiento, usted sabe como es.”

Saori observó al muchacho un segundo, callada, luego notó la expresión de cachorro apaleado de Julián y suspiró.

“Déjame a Shaka a mí, Shun,” dijo finalmente con una animosa sonrisa. “Si Julián-kun nos está invitando a los dos, seria descortés no ir. No crees?””

Shun observó los esperanzados ojos azules del joven portugués y su rubor aumento en intensidad.

“Si usted insiste, Saori-san…” susurro apenado. “Será un placer para mi asistir a su cumpleaños, Julián-san.”

Julián puso una de sus manos en el hombro de Shun y se acercó peligrosamente, en la opinión de Saori y de Alfredo, a su rostro.

“No sabes lo feliz que me haces, Andromeda-kun, prometo esta vez no hacer nada terrible como encadenarte a la playa o… no sé.”

Shun sonrió.

“Encerrarme en uno de los pilares?” dijo el jovencito, divertido.

Saori tosió bruscamente, tomando la mano de Shun y separándolo de Julián.

“Shun, que tal si vas por el auto?” dijo con una sonrisa forzada en sus labios. Julián frunció el ceño.

“Ah, claro señorita Saori, en seguida!” respondió el caballero, y con una reverencia respetuosa hacia los dos, salió corriendo en dirección al estacionamiento.

“Te dije, nada de acercarte mucho!” siseó Saori, frunciendo el ceño tanto como Julián.

“No puedo evitarlo!” le reclamó él. “Lo he estado buscando toda mi vida! Son esos ojos los que me plagan el sueño! Son sus manos las que quiero tener en las mías!! Dioses! Si pudiera embotellaría el olor de su cuerpo y lo esparciría por mi casa para que siempre oliese a él! No puedes mantenernos separados, Saori! Si en vez de nosotros fuesen Apolo y tú sabes perfectamente que no los mantendríamos aparte!”

La mujer suspiró pesadamente.

“Lo sé! Claro que lo sé!” respondió ella. “Pero no quiero que lo lastimes, tengo miedo de que… bueno, de que deje de ser mi Shun y se vuelva algo más. No me lo perdonaría nunca si al estar contigo… lo perdemos.”

“Sigues siendo una pequeña caprichosa, Saori,” suspiró Julián peinándose levemente con los dedos. “No puedes retenerlo siempre a tu lado, en algún momento querrá su libertad.”

Saori se cruzo de brazos con un infantil puchero.

“Es Andrómeda, ahora me pertenece, y si no se acuerda que puede irse siempre será parte de mi familia, Julián,” gruñó ella. “Deberías agradecer que te deje verlo, si fuera por los demás ni siquiera sabría que existes.”

Alfredo pudo notar como Julián quería estrangular a Saori, y sin razón aparente, también él quería dañar a la heredera caprichosa que mantenía tan vigilado a ese dulce angelito.

“Nos veremos en un mes, Saori, y espero que él venga a verme. Sabes que los términos de nuestra tregua se basan en que pueda verlo al menos una vez al mes.”

Saori tragó duramente pero asintió.

“Nos veremos en un mes, Julián.”

Julián se preparaba para irse, al igual que Saori, cuando Alfredo ya no pudo soportar un segundo más de incertidumbres y preguntas y se abalanzó calle arriba antes que ninguno pudiese abandonar el pequeño café.

“Esperen un minuto los dos! Par de pervertidos! Se puede saber qué rayos hacen tratando a-“ tenía un argumento muy poderoso, también un discurso caballeresco para proteger al inocente muchacho.

Pero claro, su propia ira, mas la taza de café aun entre sus dientes, el periódico a medio abrir en sus manos, y el hecho de que realmente nunca prestaba la suficiente atención cuando cruzaba la calle, hicieron de él una presa fácil para un elegante convertible rojo que en ese momento salía del estacionamiento.

“Cuidado!” exclamo la voz del angelito al bolate.

Alfredo no sintió nada cuando el automóvil lo golpeo en el costado y lo mandó volando a veinte metros más allá.  El rubio cerró los ojos, listo para experimentar un impacto de muerte, o al menos perder la movilidad del cuello hacia abajo, lo había visto con otros millonarios, no podías ser hermoso, talentoso y exitoso por mucho tiempo sin que la suerte te diese una mala pasada.

Era el balance de todas las cosas.

Justo cuando el suelo se acercó a su cuello, y Alfredo estaba seguro que se lo partiría en dos, un par de delgados y delicados brazos lo sostuvieron con una fuerza sobre humana.

“Se encuentra bien!?” preguntó una voz llena de la más dulce preocupación. Alfredo abrió los ojos y se encontró con el preocupado rostro de su pequeño ángel. Tan hermoso, tan familiar.

“Al fin te encontré, mi elusivo angelito,” murmuró el rubio antes de perder la conciencia. Le importaba un comino que Julián Solo también quisiese a su dulce angelito greco-japonés, o que Saori Kido poseyese un título de propiedad sobre el muchacho.

Había encontrado a su elusivo amante en sueños, y nunca, jamás lo dejaría irse de nuevo.

Continuará.

Notas finales:

Bien, aqui va el capitulo uno de esta historia, para los que se preguntan, digamos que esta pequeña aventura ocurre unos tres o cuatro meses antes de "Volver al Inicio" por lo que Shaka sigue siendo el maestro frio y diciplinado de Virgo.

 

Ojala les haya gustado esta historia, y por favor dejen reviews. El segundo capitulo esta casi listo, asi que no debería tardar mucho. Espero sus comentarios!  


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