No había razón para acercar el hilo
Del destino hacia mi, ¿verdad?
Fue un milagro que unos corazones
Desiguales se acercaran
Hasta que te conocí era poco comunicativo
Y no sonreía honestamente
-Hola... soy Yutaka Uke.-
Su voz, su sonrisa tímida, sus manos juguetear nerviosamente con las baquetas. Ese chico algo castaño parado frente a nosotros, sonriéndonos con una sonrisa casi eterna entre sus labios de hermosa forma. Esa sonrisa que solo la batería le sacaba, fue lo que mas me llamo la atención en el.
Estaba allí, a un lado de la batería que antes ocupaba Yune, nuestro antiguo baterista que renuncio por causas desconocidas. A falta de baterista apareció el, con esa sonrisa entre sus labios y una voz de tonito infantil que siempre se veía interrumpida por una risita boba.
-Hola.- Le saludaron todos, sonriendo tiernamente, más yo le seguía mirando de pies a cabeza, tratando de encajar su figura entre mis pupilas. Era un chico hermoso, de lindas facciones, fuertes brazos que daban a entender que el chico se esforzaba por lo que hacia.
No le quite la mirada sombría de encima, él lo noto, devolviéndome el gesto con una sonrisa, siempre con una sonrisa pintada en tus labios, siempre con esa dulzura irradiar por tus facciones.
Yo fui el único que divagaba en tu prueba para entrar a la banda, el único que no prestaba atención a tu sonido, si no que a ti... El único que no cruzo palabra contigo hasta que el idiota de Yuu probo tu comida y tu tiernamente le dijiste "La prepare yo".
Te odie... por que cocinabas y yo no.
Te odie por que podías mantenerte mientras yo vivía del delivery.
¿Te odie? ¿De verdad era eso... o yo solo quería ocultar lo que sentía realmente?
Hubo un tiempo
En que quise dejar todo
Pero como sonríes, puedo estar aquí
Aun en los tiempos difíciles por que estas ahí
Puedo superarlo
Mi corazón late por ti
Tarde años en acostumbrarme a ti. A verte como el líder de la banda, a ver como regañabas a los demás por los errores, a ver como te preocupabas día a día por mejorar. Años en que tu hermosa sonrisa podía hacer que olvidara todo, que olvida todo lo malo que ocurría en mi y pudiera decirte un "buenos días Kai" al entrar a la sala de estudio.
A verte como a un amigo que a las tres de la mañana no estaba dormido por el alcohol como lo era Uruha, un chico que a pesar de que estuviera en la otra parte del mundo iría a verme y me diría "¿Estas bien?"
Siempre sonriendo...
Siempre con esa sonrisa que del primer momento... me enamoro.
Las lagrimas que no pude derramar
Enfrente de ti parecen mentira
Puedo ser yo mismo
Por que estas a mi lado
Todo el amor y sufrimiento que recibí
Se vuelve fuerza aun en los tiempos difíciles
Era allí cuando te abrazaba y te daba mi calor, era allí cuando yo también lloraba y podía ser yo. Podía sacarme esa tela en mi nariz que tanto te preocupaba, podía sonreírte con sinceridad a pesar de que años atrás no podía hacerlo de esa manera. Te acariciaba la espalda para tratan de tranquilizarte y al rato, veía como esa sonrisa volvía a ti como por arte de magia.
-¿Por qué lloras?- Logre preguntarte cuando vi esa sonrisa adornar tu rostro, haciendo que esos encantadores hoyuelos se formaran en tus mejillas.
-Es por algo estúpido.- Te limpiaste las lagrimas de un momento a otro, haciendo lo mismo con las mías que rebeldemente surcaban mis mejillas descubiertas ante la ausencia de mi buena amiga.
-Dímelo…
-¿Tienes algo con Ruki?-
Y allí fue cuando lo entendí todo, cuando mi corazón pudo hacer un “click” en mí. Tenia miedo, parecía un cachorro temeroso, sus pupilas temblaban lentamente detonando el miedo que sentía. Le sonreí… se veía adorable.
-¿Por qué lo preguntas?- Le pregunte, tratando de no sonar divertido ante las ocurrencias del líder de mi banda.
-Por que… te vi un tanto cariñoso con el hace un rato… y bueno yo…
No termino, le acalle sus labios con un beso que le demostró en parte que jamás había tenido algo mas que amistad con el Matsumoto.
Cuanto estés preocupado cantare
Cuando tengas frío, te abrigare
Todo mi ser te lo quiero dar a ti
Lo siente todo mi cuerpo
Tanto tiempo… tantas cosas. Tantos regaños, tanto amor.
Han pasado ya largos años desde ese día que te bese por primera vez, cuando reconocimos públicamente que éramos pareja y nadie se sorprendió “era algo obvio” respondieron con una sonrisa, a lo que te sonrojaste fugazmente escondiendo tu cara entre mi chaqueta.
Tantos años desde aquel día en que me puse celoso por el beso de Miyavi en tu mejilla, y tu mano atrayéndolo hacia ti. Ese día te quedaste en mi departamento tratando de convencerme que entre tu y el no había nada. Lo único que pude hacer fue abrazarte y besarte los cabellos castaños que caían de tu cabeza.
Tantos años soportando mi carácter, mi repudio hacia tus creaciones culinarias que hacían que tu mirada brillara como la de un niñito de 5 años con un juguete recién comprado, mas a mi me ganaba mi orgullo. Tú terminabas sonriendo, marcando el número de mi delivery favorito mientras me extendías esa deliciosa barra de chocolate que yo amaba.
Tantos años en que llegabas a mi casa, veías el desorden inexplicable y a mi durmiendo sobre el, como si el mundo se fuese a acabar en cualquier minuto. Suspirabas tratando de ordenar ese desorden inexplicable, besando tenuemente mis labios, tratando de no hacer tanto ruido al ordenar.
Tantos años soportando tu mala memoria y mis regaños en contra de ello, mas solo tú bajabas la mirada esbozando una sonrisa algo cómplice para luego besarme haciendo que todo mi “enojo” se esfumara de mí ser con un beso.
Tantas cosas que han pasado en este mundo
Y han sido olvidadas
Sin que las olvidemos nosotros
Estaremos aquí juntos aun en un futuro distante
Tantas cosas… tantas discusiones tontas, tanto amor entregado, tantas muestras de cariño, tantas miraditas tránsfugas que demostraban que a pesar de los años seguíamos con ese amor inocente que tratábamos de mantener.
Tú, un líder olvidadizo pero a la vez responsable de sus actos.
Yo, un bajista algo idiota, que le encantaba golpearte para fastidiarte.
Tú, terminabas enojado mirando hacia un lado con las mejillas levemente infladas.
Yo terminaba por acercarte a mi boca, robándote uno que otro beso corto.
Yo, un bajista desordenado, tu, un baterista que trataba de cambiar mi modo de ser.
Tantas cosas estúpidas que aguantaste de mí, mi infantilidad ante las situaciones complicadas, tratando de darle ese toque de estupidez a la situación.
Tantas cosas que los demás olvidaron y a pesar de tu mala memoria seguían en nosotros.
Mi celular resonaba por la habitación. Salí del baño con una toalla amarrada a mi cadera, secando mi cabello rubio mientras buscaba a tientas mi teléfono móvil. Sonreí al ver aquel nombre en el visor.
-¿Si?
-Reita… llegaras tarde al ensayo, supongo que ya te levantaste.- Escuche su voz al otro lado de la línea, esa voz casi infantil que poco a poco me hacia esbozar una sonrisa de ternura.
-La verdad… es que me despertaste.- Le mentí, amaba verlo con voz desesperada, regañándome por teléfono, cosa que jamás hacia, solo cuando mi irresponsabilidad me ganaba y me quedaba dormido.
-¿Cómo que recién te levantas eh? ¡Son las 11 de la…!- No alcanzo a terminar.
-Tontito… me estoy cambiando, cambie ese tonito que no llegare tarde, a menos que nos quedemos hablando aquí, gaste tu saldo en el celular y cuando nos demos cuenta… ambos llegaremos atrasados ¿no te agrada la idea?
-Eres un idiota… ¿lo sabias?- Pude escuchar esa risita boba que siempre se colaba entre sus palabras casi atolondradas y torpes.
-Lo se… Nee… Kai
-¿Dime Rei-chan?-
-¡Te amo!- Le exclame, sonrojándome. Jamás le lograba decir esas palabras naturalmente, solo cuando le veía dormir en nuestros ratos de diversión sentados en un sofá.
-Yo te amo más…- Canturreo de repente, con ese tonito infantil.
-No, yo más-
Y así empezábamos ese jueguito infantil por el teléfono.
Así empezábamos un día.
Así ambos llegábamos tarde, ¿pero… que importaba?