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Solo un acorde por Dazel Tenshi

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Notas del capitulo:

Bueno, he estado algo triste por un fracaso con una serie de relatos de Naruto que no obtuvo mucho público.

Realmente me siento algo decepcionado del espectador itinerante de esta página, quienes muy poco aprecian de relatos de buena calidad narrativa, y prefieren del tipo  muy simple, lleno de tramas repetitivas y lugarcomunes, además adornados con muchos mensajes "msn" que solo bajan la calidad de la redacción.

Siento que aquellos lectores prefieren relatos que rayen en situaciones "hollywoodenses" y dulzonas, sin lograr apreciar la diversidad y la vastísima gama de argumentos que pueden ser logrados. 

Bueno sueno a "diva" de orgullo dañado jajaja.

Por último decirles que esto que leeran a continuación es un reciente pasaje de mi triste vida.

 

Dedicado con todo devoto deseo a aquel rockstar de guitarra porteña, por darme amaneceres.

Esa tarde de febrero estival tus dedos me recitaron alegrías,

entre acordes y cuerdas me declaraste un amor no correspondido

y con las notas florecidas de tu voz

me suspiraste anhelos prematuros.

 

-Me han dicho que te gusta el rock-

-Así es, forma parte de mi existencia-

-Jeje, muy interesante- -Bueno, lo que nosotros hacemos es rock… poético-

Y con aquella última frase tan determinante le miré sonriendo. –Es todo lo que me gusta, haremos un buen trabajo juntos- y reí con aquella fina insinuación.

El dio otra dura calada a su camel fuerte, y me miró, cambiándose de hombro la guitarra enfundada.

-Qué es exactamente lo que hacés vos?-

-Estudio diseño gráfico, además pinto y dibujo-

-Vaya, yo admiro muchísimo a la gente que hace eso. Yo jamás he podido dibujar ni una flor-

-Jeje, bueno, yo jamás he podido cantar ni una canción de cuna!-

-Bueno, tenés razón. Es por eso que te pedí que me diseñés algo. Me gustaría ver tu trabajo-

-Tengo acuarelas y algunos dibujos en carboncillo que puedes mirar para hacerte una imagen de lo que yo hago-

-Eso estaría buenísimo-

Y esta vez se giró para destruirme las defensas con aquel par de ojos marrones, drogados y tristes.

 

Fue una conversación tan corta, tan ligera y banal. Éramos un cliente y su diseñador en una charla de conocimiento, de tanteo, de estudio.

Y fue aquel intercambio de pareceres el que me hizo sentir el hombre más patético, si con aquel mustio mirar caí enamorado con la facilidad de una brisa, de aquel beso en la mejilla que me obsequió en saludo.

De idolatrar en primer contacto sus cabellos rubios, su ancha espalda, sus manos de dedos largos, aquel fresco perfume que se mezclaba con el humo de la marihuana que me ofreció.

Me sentí sumergir estúpidamente en aquella espiral propia de palabras tartamudeadas, de hormonas adolescentes, temblores involuntarios y una tonta risa a sus comentarios sarcásticos.

Y fue cuando le observé interpretar su rock poético que me ensimismé en una bruma de adoración mientras recitaba notas frente al micrófono negro. Y me vino a la cabeza una explosión de ideas mudas que más tardé plasmé con devoción en mi burdo trabajo.

Me hizo sentir el niño de sonrisa entusiasmada con su primera tarea al colegio.

 

-Y qué tal te pareció mi música?-

-Me gustó muchísimo, tiene un concepto muy definido. Eso ayudará mucho a mi trabajo-

-Vaya yo pensé que dirías lo contrario-

-Y eso por?-

-Siempre pensé que lo que yo hacía era una ensalada de cosas. Pero venís vos y me decís que la tenés clara con solo habernos escuchado en una sala de ensayo- -Ya quiero ver que harás-

-Bueno, aún no la tengo clara, pero ya me acerco a una interpretación-

-Mirá vos! Tenés talento niño-

Comentaste en tono jocoso, yo solo pude sonreírte en respuesta.

 

Cuando le volví a ver llegaba con aquella remera marrón de líneas azules que aún no puedo olvidar.

Entonces le mostré el primer boceto de mi trabajo. Y puedo decirte que jamás me había dejado invadir por la histeria, ni frente a los profesores de la universidad.

Me sentía en juicio, extrañamente con la necesidad de su aceptación, como si se me fuera la esperanza de mi talento en lo que él opinara.

Y le hizo honor al suspenso cuando calló unos minutos de rigor.

 

-Che, está buenísimo- -Me gustó muchísimo!-

-De verdad?-

-Sí, sí, era lo que esperaba-

-Buenísimo. Estaba algo nervioso, no sabía si era lo que buscaban-

-Jaja, tranquilo, si lo que queríamos era que vos hicieras lo tuyo… Y bueno, lo hiciste rebien!-

 

Y luego diste una brusca palmada a mi espalda, que en mis fantasías de engaños supo a caricia. Sonreíste y cruzamos otras tantas frases de retórico compromiso.

Dejamos a un lado labores y diseños y me invitaste a una cerveza con amigos. Acepté gustoso mientras te pedí un cigarrillo y encendedor.

Esa cálida noche pude conocerte, entre vasos de amarilla libación, cigarrillos consumidos a la brisa, risas de narcótica sensación, y una que otra mirada de estúpida idolatría.

Cantaste una canción de Morrissey y yo solo pude derretirme a tus pensamientos.

 

-Dime tenés novia?-

-Nop, soy homosexual. Y bueno, tuve novio, pero lo dejé en Chile al venirme a Buenos Aires.-

-Aah, vaya, eso duele.- Comentó como si lo de homosexual no hubiese manchado mi silueta. –La mujer que amo la dejé en el sur-

-Bueno, créeme que te comprendo… Pero los sueños suelen ser egoístas-

 

Y no quise pensar mas nada, entonces dejé que mis esperanzas se fueran a regar otros amaneceres.

 

-Te fumarías un último cigarrillo conmigo?-

-Cómo?-

 

Pero no pude contestarle, solo dejé retozar mi póstuma sonrisa mientras desenfundaba tabaco para invadirnos en aquel denso humo.

Quise irme con el sabor de una despedida, y te soñé aquella noche como si los deseos me sonrieran.

Dulce figurín de música y amores blandos.
Notas finales: Sayoo~~

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