Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Yuki y La Lampara Maravillosa por yanelizacuario

[Reviews - 202]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Bueno, se que tengo muchos en proceso, pero estoy en un lugar algo remoto y no tengo mis notas del avance de mis fics asi que se me ocurrió este mientras tanto.  Espero que lo disfruten, besos!!!!!!!!!!!!!!!!!!

Notas del capitulo: Aqui ta el primero, a ver que les parece, besos!!!!!!!!!!!!!!!!!
-¿Crees que podrías llegar a matar?- recordó el hecho de hacía algunos años y sonrió, vaya que esa mujer no sabía nada acerca de él, era solo una farsante. Pero estas cosas le pasaban por hacerle caso al inútil de Tatsuha e internarse en aquel antro de mala muerte.

-Si podría llegar a matar, eso tenlo por seguro- la misteriosa muchacha sonrió de lado y se acomodó en su asiento, viéndole fijamente, como analizándole.

-Uesugui Eiri, ¿cierto?- frunció el ceño ligeramente, ¿Cómo sabía esa mujer su nombre?, no recordaba haberlo mencionado, aunque siendo famoso muchas personas lo sabían aunque tuviera un seudónimo.

-O Yuki Eiri, al fin y al cabo es lo mismo, la misma fría y arrogante persona que no necesita de nadie más y que desde la muerte de un ser querido ha estado sólo y escondido del mundo - se paró de su asiento y caminó hasta un enorme estante, decenas de cosas extrañas se exponían. Mientras tanto su acompañante procesaba las anteriores palabras, nunca nadie le había descrito mejor que ella.

-Tengo un regalo preparado para ti, algo que cambiara tu vida y te dará lo que le hace falta a tu aburrida existencia- de pronto le presento una caja blanca, de madera, con grabados en rosa, salió de su sorpresa y tomó el objeto ofrecido.

-¿Qué es esto?-

-Un regalo, algo que ha esperado por ti por mucho tiempo- tomó la caja con desconfianza, y estaba dispuesto a abrirla, cuando la mujer le detuvo.

-¿Ahora qué?-

-No debes abrirla todavía, ve de regreso a tu casa y ahí lo podrás hacer, ha sido un placer conocerte. Espero que uses con sabiduría el poder que te estoy otorgando, hasta luego Eiri- hizo una pequeña reverencia y desapareció entre una ráfaga de viento, como por arte de magia.

El escritor se levantó de su asiento desconcertado, tratando de convencerse que todo había sido producto de su imaginación o parte de la farsa de esa “adivina”, salió del lugar con paso decidido, lo mejor era ir a casa a descansar.

Cuando estuvo fuera se encontró con su hermano, tenía acorralado a un muchacho contra el auto, le besaba el cuello mientras sus manos recorrían el cuerpo sin parar.

-Búscate un hotel Tatsuha, y aléjate de mi auto-el pelinegro sonrió pícaro y se alejó junto al peliverde que aún estaba entre sus brazos, con un fuerte sonrojo en el rostro.

-Hermanito, pensé que tardarías más, esa muñeca estaba muy interesada en ti- el escritor no dijo nada, maldecía por dentro el haberle hecho caso al idiota de su hermano, estaría avanzando en su novela en ese momento en lugar de estar escuchando idioteces.

-No me importa, me voy a casa, tú puedes quedarte si quieres- alejó a la pareja y se subió al mercedes, dejo la cajita en el asiento de copiloto y encendió el auto.

-Deberías quedarte, la mejor parte aún no ha empezado, apuesto que te gustará el espectáculo- el rubio gruñó.

-Ya te dije que no tengo ningún interés en tus estupideces, quédate con tu noviecito mientras yo descanso en casa, a diferencia de ti yo si trabajo- y sin otra palabra se marchó, todavía tenía mucho que procesar, esa mujer le había sorprendido. Su razón le decía que era todo una farsa para hacerlo débil, pero ella sabía tanto y esa caja…

-Basta, son solo tonterías- llegó a su departamento con un humor de perros, tomó la dichosa caja y en menos de cinco minutos ya estaba en la puerta de su departamento, sintiéndose aliviado.

Entró y dejo su saco, llaves y la caja sobre el sofá de la sala, luego fue a la cocina por una cerveza. La cabeza le dolía, hacía varios días que las pesadillas estaban invadiendo su sueño y el no conseguía deshacerse de ese malestar, definitivamente no había sido su mejor semana.
2
El teléfono sonó de pronto, sacándolo de sus pensamientos, lo contestó de mala gana.

-¿Quién?-

*No deberías ser tan maleducado para contestar el teléfono Eiri, agradece que aún hay personas que se preocupan por ti como yo, pareciera que nunca te enseñamos modales cuando eras pequeño eras tan solo….*

-Basta, me estas dando dolor de cabeza, ¿qué quieres?-

*Pues saber como estabas, hace tiempo que rechazas nuestras invitaciones para cenar y padre preguntó por ti la última vez que fuimos a Kyoto. No es bueno que te alejes así de la familia*

-No tengo tiempo, sabes que mi trabajo es absorbente, un día de esto iré a Kyoto-

*Además de eso, padre quiere saber cuando se hará oficial el compromiso con Usami Ayaka, dice que ya es tiempo que sientes cabeza*

-No me importa el compromiso con esa niña consentida, no hay fecha porque no pienso casarme con ella, ahora si me disculpas tengo mejores cosas que hacer- colgó la llamada sin más, su hermana podía ser tan molesta.

Sacó un cigarrillo y lo encendió, solo faltaba que llamara su editora para recordarle por enésima vez que la novela ya estaba atrasado. Odiaba cuando eso pasaba, pero la falta de sueño le había quitado por completo la inspiración.

-Malditas pesadillas- se levantó dispuesta a darse una ducha cuando recordó la cajita, esta aún seguía inerte sobre el sofá, increíblemente atrayente.

-Un regalo para mi, va, como si me importara lo que una farsante diga- tomó el objeto y lo examinó, tenía unos grabado en algo que parecía árabe.

-Que perdida de tiempo- suspiró resignado y la abrió, encontrándose con una especie de lámpara en el interior, algo que usaban en los tiempos antiguos para prender luz.

-Ahora me siento en un cuento de las mil y una noches- sacó el objeto, era plateado con algunas incrustaciones, parecían amatistas, esa lamparita era algo bastante curioso.

-Tiene una inscripción- unas letras rosadas aparecieron ante sus ojos, letras que podía entender, ¿estaban acaso en japonés? Pero la lámpara estaba algo sucia así que no podía distinguirlas bien, frotó con cuidado para limpiarla.

De pronto el objeto se tornó muy caliente, a tal punto que debió soltarlo, dejando que cayera en el suelo y empezara a dar vueltas, como a punto de explotar. El escritor se cubrió con los brazos y retrocedió un poco, temiendo lo peor por un momento cerró los ojos, esperando que sucediera.

Pero nada pasó, de pronto todo había quedado en silencio, abrió los ojos con duda, encontrándose con algo muy curioso.

-Pero que….- un muchachito estaba en medio de su sala, vestido con ropas demasiado extrañas y con una sonrisa adornando su bonito rostro. Sus cabellos eran rosas y tenía unos enormes y hermosos ojos violetas.

-Hola amo, que bueno que al fin me has despertado- y ante los ojos del rubio, ese niño flotaba en el aire, sentado en posición de loto.

-¿Amo?- el chico asintió.

-Así es, tú has frotado mi lámpara así que eres mi amo, y te voy a conceder siete deseos- los dorados ojos del escritor se abrieron más mientras contemplaba detenidamente al chico.

-¿Cómo te llamas?- la cara del chico cambió entonces, de pronto mostraba duda.

-¿Cómo me llamo?- el rubio se acercó más, dejando su rostro a unos centímetros de la cara del pelirosa.

-¿Cuál es tu nombre?- fue entonces que el extraño muchacho entendió mientras se abrazaba al cuello de su amo.

-Shindou Shuichi-

-Eres japonés- el chico negó con la cabeza.

-En realidad soy un genio, alguien que te concede deseos, y el nombre que tengo me lo dio un amo muy bueno hace cinco mil años- el rubio no podía aguantar más, todo eso era una total tontería, de seguro estaba alucinando, definitivamente no había sido una buena idea tomarse aquellas pastillas para dormir junto con la cerveza y el cigarrillo.

-Aléjate de mi- de un movimiento alejó al pegajoso y excéntrico chico de él, debía ser de nuevo que las pesadillas invadían sus sueños y de un momento a otro ese adorable angelito se transformaría en algo horrendo que se lo querría comer.

-Pero amo, necesito saber cuales serán tus deseos- pero él ya no escuchaba más, debía descansar para terminar la novela, no quería que sus patrocinadores empezaran a amenazarle en persona. Se dirigió a su alcoba con paso decidido y luego se internó en el baño, dispuesto a tomar una ducha.

Mientras tanto, el “genio”, observaba el lugar donde había desparecido su amo sin decirle que era lo que deseaba. Frunció el seño, molesto, nadie había rechazado de esa manera sus servicios y para colmo le había ignorado.

-Es un maleducado- se inclinó a tomar su lámpara y fue cuando se fijó en la cajita blanca que aún descansaban en el sofá. La tomó con cuidado, observando todos los detalles en ella, estaba infestada por flores Sakura mientras en la tapa estaba su nombre escrito en japonés.

-Amo…- el pelirosa recordó a su último amo, con el que se había quedad hasta que la enfermedad le absorbió y murió. Recordaba todos los detalles del hombre que le enseñó tanto, el que no le pudo liberar debido a que en los últimos momentos ya no podía hablar.

Apretó la caja entre sus brazos, esperando sentir un poco del espíritu de aquel hombre, tratando de recordad como se sentía la suave ternura de sus brazos y ese aroma delicioso y característico que siempre le gusto tanto.

-¿Sigues aquí?- la varonil voz del rubio le sobresaltó por un momento, este venía de la habitación con una toalla amarrada a su cintura.

-No me iré a ningún lado hasta que me digas cuales son tus deseos- el rubio bufó, dejando al pelirosa solo nuevamente se dirigió a la cocina, ya todo ese teatro había llegado demasiado lejos. El de ojos amatistas le siguió, caminando con cautela por el apartamento, con la caja aún entre sus brazos.

-No me sigas mocoso, yo no necesito ningún deseo, tengo todo lo que necesito. Eso si es verdad que tu puedes conceder alguno, para mi pareces una persona mediocre- el muchacho entonces infló sus cachetes molesto.

-¡Yo no soy ningún mocos y tampoco son un mediocre!- el escritor le miraba de reojo mientras rebuscaba en el refrigerador por más cerveza, para su desgracia y no había más. Suspiró resignado cuando una idea malévola pasó por su mente, sueño o no se divertiría bastante con ese niño tan bonito.

-Mmmm, pues a mi me parece que no podrías siquiera traerme más cervezas con tu supuesto poder de genio- el chico entonces dejó la caja a un lado y levanto las manos, a la altura del refrigerador, que para sorpresa del rubio, ahora estaba lleno de latas de su líquido favorito.

-Te lo dije, puedo hacer eso y muchísimo más, así que no vuelvas a dudar de mí y déjame saber tus otros seis deseos- una sonrisa se dibujo en el rostro del rubio, que tomo una cerveza y la abrió con toda paciencia.

-Pensé que habías dicho que eran siete deseos, mocoso- empezó a tomar el amarillo líquido con sed mientras el pelirosa ponía los brazos en jarras y le contestaba.

-Acabas de utilizar uno, me has pedido que te llene esa cosa de cervezas y eso he hecho- el rubio dejo la lata en la basura y cerró la puerta del refrigerador.

-Yo nunca te pedí que me llenaras el congelador de cerveza, solo te he dado un reto y tú lo has aceptado, nunca mencione que fuera un deseo- la bonita cara del chico entonces se distorsionó un poco, su amo tenía razón.

-Eres un tramposo, nunca en mis veinte mil años de edad había regalado un deseo-

-Vaya, entonces no eres un mocoso sino un anciano-

-No soy un anciano, soy un genio, y tengo nombre-

-Claro, como tú digas, ahora vete de mis sueños que quiero descansar- esa frase desconcertó un poco al pelirosa.

-¿Qué quieres decir con eso?- el rubio bufó.

-Esto no es más que un aburrido sueño, o tal vez una pesadilla, el caso es que tengo que entregar una novela lo antes posible y aún me falta más de la mitad, debo descansar y tú estorbas mi sueño-

-Lo siento, pero puedes ir a dormir si quieres y luego mañana me dices que quieres para tus deseos-

-No querré nada porque mañana cuando despierte tu desaparecerás- el chico volvió a elevarse en el aire, en la misma posición de antes, mientras movía la cabeza con duda.

-Pues yo no pienso irme hasta que cumpla mi tarea por completo-

-Te irás, como todos mis sueños, no importa que sueñe con la persona más hermosa del mundo, de todas maneras desaparece cuando despierto. Es lo bueno y malo de todo esto, quieres despertar cuando tienes una horrible pesadilla, pero quieres quedarte por siempre dormido cuando aparece una fantasía tan hermosa como tú- acortó la distancia que le separaba del chico y acarició su mejilla con delicadeza, las mejillas del otro se tornaron carmín.

-Pero….yo no soy un sueño…soy real- el escritor no dijo nada más, tan solo se alejo para salir de la cocina rumbo a su habitación, definitivamente necesitaba descansar y sabía que si se dormía en su sueño despertaría listo para terminar los capítulos de la novela y podría entregarla en menos de una semana.

El pelirosa mientras tanto tan solo miraba desconcertado hacía adelante, pensando en las palabras de su nuevo amo y sintiéndose mal al saberlo tan solo. Definitivamente necesitaba compañía, lastima que el no podría darle una muchacha bonita para que se quedar con él. Nuevamente se dejó caer en el suelo y camino para acompañar al escritor, seguramente si el estaba a su lado no se sentiría abandonado y podría dormir mejor para terminar su trabajo.

Cuando llegó a la habitación, el rubio estaba terminado de ponerse su pijama, parado frente a la ventana, con la hermosa luz plateada de la luna que le iluminaba hasta hacerle parecer casi divino.

-Vaya, parece un ángel- el escritor se giró al escuchar la suave voz del chico, este le miraba con mucha atención desde la puerta.

-Eres un genio pervertido, parece que te gusta espiar a tus amos- el infantil rostro cambió entonces a uno enojado.

-No soy ningún pervertido, solo quería ver como te encontrabas y a ver si no necesitabas compañía. No es saludable estar siempre solo, pensaba ofrecerme a dormir contigo si querías y….-

-Hasta quieres dormir conmigo, por mí no habrá ningún problema, pero te hago saber que solo hay una manera para que alguien duerma en la misma cama conmigo-

-¿Cuál será?- el pelirosa se acercó a la cama y miró desafiante a su amo.

-Tienes que hacer el amor conmigo- el genio entonces se descolocó, ¿Estaba su amo hablando en serio?

-Creo que mejor me voy….- una sonrisa malévola apareció nuevamente en la faz del rubio, si que se estaba divirtiendo con ese chico.
-¿Y si lo pido como uno de mis deseos?- la pregunta le dejó en shock, porque de todas las cosas que estaba prohibido pedir, ninguna decía que no podía acostarse con su amo.

-Pues….yo….-

-Eso quiere decir que si tendrías que cumplirlo, ¿no?- el chico bajo la mirada y asintió ligeramente, bajo ninguna de sus reglas el pedido del rubio era imposible.

-Excelente, en ese caso….-

-¡Espera!-

-¿Qué pasa?- Yuki se dejó caer en la cama mientras miraba de forma lujuriosa el cuerpo tan bien formado del genio.

-Pues…si te puedo cumplir tu deseo, pero primero tienes que pedir los otros seis y debo decirte todas tus limitaciones-

-Dime mis limitaciones entonces-

-Bien- se elevó de nuevo en el aire y empezó a recitarlo, como si se lo hubiese aprendido de memoria.

-Primero, no puedo hacer que nadie se enamore de ti. Segundo, no puedo revivir a los muertos. Tercero, no puedo matar a nadie por ti- dicho esto una sonrisa apareció en la faz de Shuichi.

-Bien, si eso es todo, entonces me parece bien- se levantó nuevamente de la cama y la comenzó a acomodar para dormirse.

-¿Eso quiere decir que ya me crees?-

-No, solo quiere decir que estoy cansado y tú no quieres hacer el amor conmigo, es por eso que mejor descansaré y luego mañana analizare este loco sueño- y el pelirosa ya se estaba desesperando, su amo era más terco de lo que pensaba.

-Pero ya te he dicho que no es un sueño, es la realidad, soy tu genio y tú eres mi amo, te cumpliré siete deseos que no incluyan ninguna de las limitaciones que te di y hasta que los cumpla no puedo regresar a dormir a mi lámpara-

-No me importa- para ese punto el rubio ya estaba sobre la cama, con las sabanas tapándole y esperando poder dormirse muy pronto.

-Ni siquiera me has dicho tu nombre, es importante que al menos me digas tu nombre para que no ande por ahí tan solo….-

-Yuki Eiri- el pelirosa se quedó callado por un instante mientras repetía en su cabeza el nombre de su amo.

-Que bonito nombre, Yuki, ahora podremos llevarnos mejor y….- pero la frase quedó en el aire cuando el rubio, cansado de tanta habladuría, se había sentado de un movimiento y ahora tenía al chico entre sus brazos, con la cara muy junto a la suya.

-¿Qué…haces?-

-Cumplir al menos con una fantasía- dicho esto unió sus labios, probando por primera vez aquella apetitosa boquita, deleitándose con un saber que nunca antes había sentido, tocando el cielo por un momento….

Notas finales: Bueno pues me encantaría si pudieran dejar algún review, haber que les pareció la idea, le dedicaré bastante tiempo a este fic mientras ando por aquí asi que actualizaré pronto. Besos!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!

Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).