Te conozco desde hace mucho tiempo, prácticamente desde que naciste. Y como no hacerlo si nacimos en el mismo año y vivíamos en la misma calle. Se puede decir que yo era un niño solitario sin mucho que hacer, al cual le encantaba el silencio y la paz. Sin embargo me hiciste cambiar, todo porque eres un baka.
¿Recuerdas la forma en que nos conocimos? Teníamos 7 años, a pesar de que siempre nos veíamos y de vez en cuando nos saludábamos porque nuestras madres nos obligaban, nunca cruzamos otra palabra más allá que un tímido hola. Sin embargo hubo un día en que todo cambió.
Era un día de primavera, por suerte no teníamos clases, porque por alguna razón nuestra maestra ese día no llegó a trabajar. Nosotros éramos el colmo, éramos compañeros desde el jardín de niños y no nos llevábamos por nuestras personalidades, tú juguetón y yo reservado. Ese día libre que teníamos me había sentado en la terraza a pintar con mis crayones, mientras tú salías a caminar por la calle. No sé quién era más irresponsable si tú por salir así o tus padres por no vigilarte. Y ese día te vi.
Vestido siempre impecable, con tu cabello un poco largo, un pantaloncito corto de color verde y una linda camisa blanca. (Dios me estoy haciendo pedófilo después de viejo) y viste un perro con el cual quisiste ir a jugar, no me explico cómo eras tan imprudente. O es que acaso tus anteojos no te permitían ver bien. El perro era un perro callejero y tú te veías como su alimento. Donde lo fuiste a tocar te hizo intento de morder, por lo que caíste al piso y empezaste a llorar. Yo que no te quitaba la vista de encima, me levanté y agarrando la fuerza necesaria, le tiré mis crayones por lo que el animal salió corriendo. Me acerqué a ti que no dejabas de llorar y traté de ayudarte.
- Oye... Oye Harry, ¿estás bien?
- Te...tengo miedo -dijiste antes de volver a llorar.
Me acerqué y te ayudé a levantarte y a sacudirte tu ropa, tus ojitos y cabello se veían más desacomodados que nunca. Te me tiraste encima y me diste un abrazo fuerte.
- Gracias amigo mío. -dijiste.
- ¿Amigo? ¿Desde cuándo somos amigos? -pregunté yo.
- Desde ahorita, eres mi amigo y eres mío -dijiste con voz firme.
- Ajá -dije alzando una ceja - ¿por qué?
- Porque yo dijo -me sacaste la lengua y empezaste a reírte.
- ¿De qué te ríes? -pregunté mientras te jalaba a mi casa.
- De esa cara que pones, además de que Draky eres muy preguntón.
- ¿Draky? -pregunté perplejo
- Sip ese será tu nombre ahora y solo YO podré decirte así -me dijiste.
- ¿Con que eso crees? -afirmaste moviendo tu cabecita arriba y abajo - pues ya verás.
Y tirándote al piso empezamos una guerra de cosquillas.
Hace ya varios años de eso y realmente me siento mal, pues a medida que pasaba el tiempo nos hicimos inseparables. Éramos el dúo dinámico. Yo el sensato y tú el hiperactivo. Yo el delicado y tú el valiente.
Por eso fue que actualmente me odio, pues ya no quiero que seas mi amigo. Hace muchos años que te veo con otros ojos. Desde ese entonces, dejamos de bañarnos juntos, pues temía que vieras el problemita que me causabas y te mofaras de mí.
Sin embargo este muro que te puse no hace más que lastimarme, y sé que a ti también, puesto que ya no veo esa sonrisa tan linda que has tenido desde ese día.
- Dray, quiero que hablemos. -Tus palabras me causaron preocupación
- ¿Qué ocurre? -te pregunté.
- Eso es lo que yo debería preguntarte. Dray eres una persona muy importante y te noto muy raro, al principio creí que eran cosas de la edad por eso lo dejé pasar. Pero ya no lo soporto, no me esperas. No respondes mis mensajes, mis cartas o mis mails. No puedes ver que eres una persona a que estimo demasiado. SI tú te me vas, no tengo a nadie más a mi lado, entiende que eres demasiado importante para mí.
- ESE ES EL PROBLEMA -no pude más y empecé a gritar.
- ¿Me odias? -dijiste, con claras lágrimas en tus ojos.
- No tontito, es por eso que me alejo de ti, que me separo de tu lado, no quiero dañarte. No quiero perderte, porque tú también significas mucho para mí. Harry tontito -le tomé la cara entre mis manos -eres la persona más importante para mí. Eres no solamente mi amigo, eres también el hombre del que me enamoré. Y me alejé de ti, por miedo a que te dañen los demás por estar cerca de un marica, de un homosexual como yo.
Y sin aguantar las ganas lloré, derramando esa opresión que me afectaba. Pude sentir unos brazos calientes que me abrazaron. Con lágrimas en mis ojos levanté la vista y te vi que me sonreías.
- ¿No me odias? -pregunté extrañado.
- ¿Por qué? -me dijiste haciendo esos ojitos que me hacían derretirme.
- Por todo lo que te acabo de decir -dije aguantando más lágrimas.
- Pero yo no podría odiarte. Y más si te amo y me gustas tanto. -dijiste.
- No juegues con mis sentimientos -te reproché.
- No lo hago. Ven acá tontito y has memoria. Recuerdas lo que te dije el día que me salvaste del perro.
Empecé a hacer memoria y dije:
- Sí, que desde ese día yo era tú amigo, porque tú decías. -afirmé.
- ¿Y tú eras el listo? -inflé mis mejillas en un puchero por lo que soltaste una carcajada -yo te dije:
- "Desde ahorita, eres mi amigo y eres mío "
Abrí los ojos como platos y dije:
- ¿Eso significa que...?
- Desde ese día estoy enamorado de ti Dray, de ti mi Draco todo tú me volvió y me vuelve loco, esa carita, esa linda naricita que tienes. Tu cuerpo, todo en ti me fascina. Te amo Draco, mi Draco y no quiero irme de tu lado.
Y con el deseo nacido entre nosotros. Un suave y casto beso, nuestro primer beso, cerró el compromiso con el hombre que más amo.