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El Error Inapreciable por Madame Poppoff

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Notas del capitulo: Lamento tanto la demora, Harry Potter es un fandom exhigente y un amante cruel.
Tal como Ryoma lo había previsto, Yuuta-kun estaba barriendo el piso con el orgulloso Oshitari Yuushi. Con golpes seguros y una sonrisa indescifrable, el muchacho respondía todos cada uno de los saques de su senpai, asegurándose de comparar ruidosamente cada swing con el de su hermano mayor.

Oshitari estaba sonrojado de ira.

Un mocoso inferior no debería ser capaz de derrotarlo. Mucho menos el hermano de Fuji Syuusuke.

Era una victoria ilógica.

Ese mocoso no debería tener ni la fuerza física ni la velocidad para alcanzar sus saques. No debería tener tiempo de calcular sus movimientos y predecir su estado mental.

Pero, ese mocoso estaba frente a él con los ojos fieros y una sonrisa marcada de superioridad en los labios, y Oshitari decidió que negarlo un poco más sería una tontería, porque lo importante no era que el muchacho fuese talentoso.

El muchacho era Yuuta FUJI. El hermano de Syuusuke.

Y por lo que Oshitari podía leer en sus ojos, que eran tan distintos a los del elusivo tensai.

Yuuta no buscaba una victoria, o mejorar como jugador.

Yuuta estaba furioso.

Yuuta quería sangre.

Y Oshitari había sido lo suficientemente tonto como para pararse frente a él y burlarse usando las técnicas de su hermano mayor.

El fin del partido fue rápido y doloroso para los jugadores de Hokku-en. Oshitari se limitó a asentir a su rival y caminar lentamente hacia su equipo. No pronunciaría palabra durante el resto del día.

Al menos, ese día tan particular, el joven había aprendido una valiosa lección.

- Estamos empatados, buchou, - rió Yuuta, secándose la cara con una toalla.

Capitán y Vice-Capitán se observaron un segundo, en silencio, con sonrisas satisfechas en el rostro y ojos centelleando con complicidad.

- Terminemos con esto, - suspiró Ryoma, tomando su propia raqueta. – Muévete, Rey Mono, no tengo todo el día.

Atobe bufó ofendido. Había practicado mucho y ahora le enseñaría a ese mocoso a respetarlo como se lo merecía.

Tezuka no dijo nada, su vista puesta en el vice-capitán de Seigaku y la forma maliciosa que observaba a su capitán y amigo.

Algo raro estaba pasando en Seigaku, y los transferidos no eran ni el comienzo.

Primero el equipo femenino.

Una táctica podridamente inteligente para mantener a las admiradoras fuera de las canchas. Un acto de genialidad.

Luego los transferidos y la forma en que parecían interactuar con sus compañeros como si fuesen parte del equipo desde el principio.

Y por qué todos esos jugadores?

Era físicamente imposible que todos decidieran transferirse a la misma escuela, al mismo tiempo, coincidentemente cuando los senpais habían abandonado la escuela.

Por qué Seigaku?

Por qué no Rikkaidai?

Por qué no cualquier otra escuela?

Echizen había reclutado a los transferidos?

Cómo?

Taichi Dan se acercó a Yuuta y le ofreció un vaso de agua. El arisco muchacho suspiró y bebió un poco, no dijo gracias ni por favor. Tenía los ojos fijos en el partido.

Cómo había convencido Echizen a Fuji Yuuta?

Por qué Yuuta?

No, el cambio no era sólo Yuuta, también Horio y los otros jugadores que habían sido sus Kouhai habían cambiado en los últimos dos años. Kachirou observaba el partido de forma hambrienta, como un animal al acecho. Y los otros vitoreaban ruidosamente a su capitán, de forma violenta y viciosa.

Algo había ocurrido con su hermoso equipo de Seigaku tan disciplinado y tranquilo.

Lo cual lo llevaba inmediatamente a la pregunta más importante.

Cómo es que sensei había permitido ese cambio?

Y más importante aún.

Dónde estaba Fujisaki-sensei?

Tezuka estaba lleno de preguntas e inseguridades. Su mente le susurraba que algo extraño estaba ocurriendo. Echizen actuaba de forma arisca y violenta, y su comportamiento era errático.

- También lo notaste? – preguntó Inui súbitamente. Tezuka asintió.

- Los trasferidos son ilógicos, no llegaron solos, - murmuró, sus brazos cruzados sobre su pecho. Inui suspiró.

- Y Echizen no los reclutó, o Kirihara Akaya estaría aquí con los demás, - comentó. – Es un jugador formidable y Echizen habría ido por él antes que por Fuji Yuuta y Taichi Dan.

Ambos hombres voltearon hacía Sanada, que los observaba fijamente.

- Kirihara no abandonaría Rikkaidai, - dijo con seguridad.

Inui negó.

- No la abandonaría con ustedes ahí. Este año debe haberse encontrado sólo en el equipo con los nuevos alumnos, debe haber sido molesto para él.

Sanada alzó una ceja escéptica. Si bien él había acompañado a sus antiguos compañeros de equipo a favor de Hokku-en, le parecía imposible que Akaya hiciese lo mismo.

Los jugadores continuaron platicando entre ellos, discutiendo todas las variables que los hacían pensar en que algo estaba ocurriendo en Seigaku, algo que ninguno podría comprender.

El partido de Echizen y Atobe continuaba de forma brutal.

Atobe lo sabía, por alguna razón estaba siendo humillado en público. Un castigo, seguramente.

- Qué es lo que te pasa, Echizen? – gruñó por lo bajo, el sudor corriendo por su frente.

El joven capitán de Seigaku se limitó a darle una sádica sonrisa y continuar el partido en silencio.

Oshitari no pudo evitar sentir pena por su antiguo capitán.

Echizen lo estaba haciendo polvo.

Gracias a Dios Tezuka estaba demasiado ocupado como para ponerle atención.

Atobe no habría sido capaz de salir caminando de la escuela si su adorado novio lo hubiese visto morder el polvo de la cancha.

- Tiene que haber un factor en común, - continuó diciendo Inui, sus ojos fijos en sus notas.

- Algo que falta? – preguntó Tezuka. – Sensei?

- Insisto que si Akaya hubiese entrado a Seigaku toda esta situación estaría clara, - murmuró furiosamente Sanada, quien había tratado de adivinar la razón de la ira tan notoria en los jóvenes de Seigaku.

Muy para sorpresa de los presentes, fue Oishi quien termino la acalorada discusión.

- Quién les dijo a ustedes de Kirihara no estaba en Seigaku? – dijo con la vista puesta en la entrada de las canchas, de donde el muchacho venía caminando con la vista en el piso, una chaqueta azul de regulares y su mano firmemente vendada. – A mi me parece que sencillamente no podía jugar hoy.

- Akaya-kun! – llamó Dan con una animosa sonrisa. – Date prisa, te perdiste casi todos los partidos!

El muchacho se acercó a sus compañeros con una leve sonrisa.

- Lamento la tardanza, el doctor no me quería dejar volver, pero sensei lo hizo papilla.

Los jugadores de Seigaku comenzaron a reír, imaginando lo terrible que debe haber sido para el pobre hombre enfrentarse a la furia de su sensei.

- Por cierto, Kirihara-kun, - dijo Yuuta, observando el partido. – Volviste sólo?

Ninguno logró una respuesta.

Todos notaron cuando los ojos del capitán Echizen se llenaron de sádica satisfacción y su juego se volvió incluso más burlesco y violento.

En minutos Atobe estaba de rodillas en la cancha, agotado, derrotado y humillado, tal como Ryoma lo había querido.

- Ese mocoso estaba jugando conmigo, - jadeó Atobe. – Alargando el juego sólo para hacerme quedar en ridículo.

- Y por qué terminarlo tan rápido? – preguntó Oshitari, alcanzándole una toalla a su compañero.

Inui fue quien habló entonces, haciendo que la sangre de Tezuka se helara.

- No alargó el partido para luego humillarte, - explicó. – Sólo quería asegurarse de que lo estuviesen viendo.

- Viendo? – preguntó Atobe. – Nos estuvieron viendo todo el partido.

- No la persona que él quería, - susurró Sanada. – Es tan obvio, Taichi Dan, Yuuta Fuji y Akaya. Además el capitán Echizen y los jugadores, los equipos, las formaciones. No entiendo como no lo vi antes.

- De qué hablas? – gruñó Oshitari. – Notar que?

- Tu ya lo entendiste, cierto Tezuka? – preguntó Sanada, observando cómo su capitán parecía estar clavado en el piso, con los ojos abiertos y la boca seca, las manos empuñadas y temblorosas con sentimientos que creía muertos hace meses.

- Sensei! Llegaste! – rió Dan mientras se acercaba a su sensei con una sonrisa. – Lo siento, sensei, perdí mi partido, pero Sanada-senpai me regalo su sombrero! Mira!

Yuuta y Echizen compartieron otra mirada discreta cuando su sensei comenzó a reír.

- Eso significa que te tiene mucho respeto, Dan-kun, - dijo sensei con su voz delicada y cantarina. La persona que había devuelto los ánimos a Seigaku y a Echizen con consejos en vez de juegos y desafíos.

La única persona que, si bien, Ryoma podía derrotar, jamás había logrado hacerlo.

Sus ojos estaban llenos de orgullo y admiración cuando finalmente decidió acercarse a sensei y estirar la mano.

- Mi jugo? – pidió socarronamente. – Derrotamos a los senpai. Merecemos un premio.

Su sensei asintió pensativo.

- Supongo que sí, - murmuró descansando una mano en el hombro de Yuuta con una sonrisa, la misma mano que el capitán de Seigaku quería para sí.

Los jugadores Hokku-en observaron atónitos, en estupefacto silencio, mientras los jugadores de Seigaku recogían sus cosas y corrían a las duchas vitoreando.

Eiji fue el único que se atrevió a hablar.

- Fu… Fujiko? – preguntó. - Qué haces tú en Seigaku?

Fuji Syuusuke se volteó hacia sus antiguos compañeros con una sonrisa animosa.

- Sumire-sensei esta lastimada y me pidió que le echara una mano, - dijo. – Bueno, la verdad llamó al teléfono de Tezuka, pero como yo contesté le dije que podía ayudar.

Oishi y Eiji comenzaron a reír, finalmente comprendiendo el cambio de actitud de los jugadores de Seigaku.

- Así que este es el proyecto tan importante que tenías, - rió Oshitari. Fuji asintió.

- Creo que sólo serán unos meses, pero son buenos muchachos, y me divierten.

Ninguno comentó que por estar cerca de su hermano menor y cuidar de su bienestar, Fuji era capaz de abandonarlo todo.

Tezuka no podía articular palabra. Fuji los había abandonado por Seigaku, no por él.

Fuji los había dejado atrás porque era necesitado en otro lado, no porque odiase a Tezuka.

Fuji estaba frente a ellos con su antigua chaqueta de Seigaku sobre los hombros, su sonrisa de siempre. Y tan, tan dolorosamente hermoso.

Tal como Tezuka lo recordaba.

El alivio que se esparció por su cuerpo era tan perturbador como placentero.

- Fuji-sensei!- lloriqueó Dan mientras colgaba del brazo de Echizen. – Dile a Buchou que deje de pensar en el tenis! Tenemos hambre!

Fuji comenzó a reír cuando Ryoma se les acercó molesto, arrastrando al otro muchacho.

- Váyanse a comer sin mí, yo quiero un partido con Tezuka-buchou, - gruñó, sacudiendo su brazo con fuerza.

Desde los vestidores, Yuuta observaba lo ocurrido con satisfacción.

- Pero Buchou! – lloriqueó Dan. – Si tú no vas no podemos celebrar en equipo, y tenemos que celebrar en equipo!!

Ryoma parecía no escuchar a su compañero, tenía los ojos clavados en los de Fuji, tratando de leer una reacción en su sonriente sensei.

- Si derroto a Tezuka-buchou, tú jugarás conmigo de nuevo, cierto, sensei? – preguntó. Tezuka frunció el ceño. Fuji suspiró.

- Echizen, ya hemos hablado de esto, - dijo con cuidado. – Tienes un nivel superior al mío, para qué querrías jugar si sabes que vas a ganar?

Ryoma suspiró pesadamente, el silencio opresivo parecía querer devorarlo. No podía dejar libres sus emociones frente a sus antiguos senpais, frente a su enemigo.

Frente a sensei.

- Taichi, dile a todos que iremos a comer, sensei, vienes? – dijo súbitamente, sus ojos menos fieros y más dulces.

Fuji asintió.

- Fue un placer verlos de nuevo a todos, - rió haciendo una leve reverencia. – Dan-kun, Echizen, vamos?

- Espéreme sensei! – rió Dan siguiendo a Fuji hacia los vestidores. – Les damos toallazos a los que no estén vestidos?

- Tal vez, - murmuró Fuji. – O los dejamos sin pantalones.

- Tezuka-buchou, - susurró Ryoma.

- Echizen? – respondió Tezuka.

El muchacho lo observó con seriedad, sus ojos llenos de luz intensa, asesina. Tezuka sintió que debía dar un paso atrás, que debía huir.

Gracias a Dios no lo hizo.

- Aléjate de Fuji-sensei, buchou, - gruñó Ryoma. – Tú ya tuviste una oportunidad y la desperdiciaste. Ahora, Fuji-sensei es mío.

Y con un movimiento leve de su cabeza, Ryoma se alejó caminando hacia su equipo. Todos deberían estarlo esperando para ir a celebrar su victoria.

Tezuka empuñó las manos, sin saber bien qué es lo que Echizen había querido decir. Por que querría él estar con Fuji? Tenía a Keigo y era muy feliz a su lado.

No necesitaba nada más.

Aún así, le costó relajar sus manos, incluso después de llegar a casa.

Continuará.

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