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El Error Inapreciable por Madame Poppoff

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Notas del capitulo: Vaya, ha pasado mucho tiempo. De antemano me disculpo por las faltas de ortografía y la tardanza, pero tuve ciertos problemas y vengo llegando de China (sí, estaba mochileando). Espero poder actualizar todo este verano antes de regresar a la universidad.
- SOMOS LOS MEJORES!!

- LO SOMOS!!

- BUCHOU!! COME ALGO!!

- Akaya, baja esa cerveza.

- Pero, sensei!! Estamos celebrando!!

- Trae acá esa cosa.

- Ah, gracias Yuuta.

- De nada, hermano.

- Fuji-fukkubuchou! Eres el mejor!!

- Taichi! Suéltame!!

Con una sonrisa, Ryoma se preguntó cuanto había tomado para llevarlo a donde estaba en ese momento.

- Sí, puedes derrotarme fácilmente, Echizen, pero me temo que nunca lo haz hecho.

Esas palabras, esas malditas palabras.

- Siempre puedo derrotarte cuando seamos profesionales, senpai, - había respondido socarronamente, seguro de su propio plan. Pero, como siempre, Fuji estaba listo para bajarle los animos, aquella calurosa tarde de primavera cuando todos los regulares se habían graduado.

- Y a tí quién te dijo que yo seré un jugador de tenis profesional? - había preguntado entonces, con su usual sonrisa misteriosa. Ryoma había sentido el mundo caerle encima, y no pudo articular palabra mientras Fuji-senpai se alejaba con los demás.

Una vez más Fuji había salido victorioso.

Ryoma no abandonó Seigaku para jugar en EE.UU. Si bien la decepcion de que el equipo de Tenis ya no sería tan poderoso como antes lo atormentó todo el verano, la idea de abandonar Japón sin haber derrotado a todos y cada uno de los jugadores que admiraba no le permitiría dormir tranquilo.

La contradicción era poderosa, lo sabía, y su rostro lo demostraba aquella mañana del inicio de clases, cuando nisiquiera saberse veinte centímetros más alto que hace tres meses le había levantado el ánimo. Cual era el objeto de haber comenzado a crecer, si no había nadie a quien presumirselo que realmente apreciara la diferencia?

En cuanto llegó a las canchas de tenis esa tarde, Ryoma supo que algo estaba mal, pero su humor no tenía como mejora, especialmente cuando un alumno de primero se le había colgado del brazo y había comenzado a parlotear sobre lo feliz que era, ahora que compartía equipo con el grandioso Ryoma Echizen.

Kaidoh-senpai, el capitán, lo había pasado con un sisseo de bienvenida mientras Ryoma trataba de quitarse al mocoso de encima.

- Suéltame! - había gritado. - Lo siento por tí, pero a mí no me gustan los hombres! Menos niños menores que yo!

El pequeño lo había observado por un momento, con los ojos fijos en los suyos, antes de fruncir el ceño y patearle la pierna con fuerza.

- E-eres un pervertido, Echizen!! - había recriminado. - Y te haré saber que soy dos meses mayor que tú!!

Ryoma había parpadeado, confundido. Ciertamente ese rostro infantil y vocecita chillona se le hacían familiares, pero definitivamente no era nadie que esperase ver en Seigaku, mucho menos con el uniforme de la escuela.

- Taichi... Dan? - había preguntado, arreglandose el sombrero. Dan asintió, feliz de haber sido reconocido finalmente. - Qué haces aquí?

- Es obvio, soy un transferido más!! - explicó el muchacho, tomando la mano de Ryoma y llevándolo a los vestidores, donde Kaidoh-buchou estaba explicando a los antiguos estudiantes las reglas de selección para los regulares y el hecho de que habían muchos integrantes nuevos en el equipo.

Ryoma observó a los nuevos soprendido.

Muchos muchachos de segundo año que jamás había visto se habían unido a Seigaku pero de todos, tres llamaban su atención con fuerza.

El primero era Taichi, que seguía sosteniendo su mano.

Alejado del grupo de estudiantes, estaba Kirihara Akaya de Rikkaidai, una sonrisa nerviosa en el rostro y las manos detrás de la espalda mientras Momo-senpai le contaba lo fácil que sería para él ser un regular y le ofrecía una mano amistosa.

Al otro lado de los vestidores, con los brazos cruzados en el pecho y el rostro completamente serio estaba Yuuta Fuji, conversando con Kaidoh-buchou sobre las posibilidades de transferir sus notas extra-curriculares para salvaguardar su posición en el equipo. En su antigua escuela se había logrado, y Yuuta no estaba dispuesto a descuidar sus estudios por el equipo ni viceversa.

Ryoma había observado al inverosimil grupo de jugadores con los ojos abiertos y las manos tensas. Que hacían todos ellos en Seigaku? Que hacían en su equipo??

Ryuusaki-sensei fue quien tuvo que explicarle, que tanto Taichi, Yuuta y Kirihara habían aparecido el mismo día, casi a la misma hora, con exáctamente la misma explicación.

- Mi equipo se muere sin los senpai para mantenernos a flote, - repitió Sumire con una sonrisa. - Ellos se juntaron para crear un equipo fuerte en preparatoria, y quiero hacer lo mismo aquí en Seigaku.

Ryoma lo meditó un momento.

Kaidoh-senpai sería un capitán competente, podría preparar a sus compañeros para que finalmente sacasen su talento (si es que lo tenían) y jugasen como era debido. Y Yuuta Fuji y Kirihara Akaya eran jugadores excelentes.

Con ellos en el equipo, y él mismo, les sería facil ganar los partidos.

Una sonrisa leve le había estrechado el rostro.

Un segundo año en Seigaku ya no le parecía una perdida de tiempo, después de todo.

- Y le vieron la cara a Kaidoh-buchou? Nunca lo había visto tan enojado!!

- Pobrecito, no creo que se esperara que ganásemos así.

- Que pobrecito ni que nada, el que debería darles pena es Inui-senpai, seguro acaba durmiendo en el sofá por meses después de esto.

- No estarás queriendo decir que...

- Inui-senpai y Kaidoh-buchou? No!!

- No se que les sorprende, a mi me parece obvio.

- Horio-kun, lo estás inventando.

- Yo le creo, Rengi-senpai estuvo deprimido por semanas por culpa de esa relación.

- Ven? Akaya me da la razón!

- Sensei! Tú sabías? Es cierto?

- Hmmm, tal vez, siempre me parecieron ridículamente cercanos para sólo ser compañeros de equipo, no?

- Pero son como Kachirou-kun y Horio-kun, desu!

- D-Dan-kun, Horio-kun y yo somos novios.

- …oh.

Segundo año había pasado rápido, tal vez demasiado rápido. Sin siquiera darse cuenta el equipo se volvía fuerte, los transferidos habían inyectado nueva vida a un montón de niños inseguros y habían devuelto a Seigaku su antigua gloria.

Ryoma estaba satisfecho. Preparádo para tomar la capitanía de Kaidoh-senpai el año siguiente y listo para hablar del asunto con el que se había vuelto, muy para su sorpresa, su mejor amigo.

El sol del verano lo cegaba levemente, pero sabía que nada podría arruinar su humor. Especialmente ahora que su futuro como Capitán de Seigaku estaba asegurado. Seguramente cuando Tezuka-buchou y los otros se enteraran se sorprenderían.

Vagamente, Ryoma imaginó transferirse a Hokku-en en cuanto se graduara, sólo para contarle a sus senpais de todos sus logros como capitán y restregarles la copa del campeonato en la cara. Sin fenómenos anormales como Yukimura-senpai en el equipo rival, ganar en tercero sería pan comido.

Con la cabeza llena de las exclamaciones de sorpresa y orgullo de sus antiguos senpais, Ryoma continuó caminando hacia las canchas de tenis. Era tarde y seguramente ya todos se habían ido, pero conociendo a Yuuta, estaría allí estudiando.

El pobrecito estaba obsesionado con la idea de borrar la leyenda que había dejado su prodigioso hermano.

- Por favor, díme que pasó!

Ryoma se detuvo en seguida, la voz de Yuuta venía de los vestidores y sonaba al borde de la histeria. Había pasado algo malo?

Silenciosamente, se acercó a una de las ventanas y se asomó lo menos que pudo para no llamar la atención. Sabía que su mejor amigo era una persona privada y posiblemente no compartiría lo ocurrido ése día con él de no haberlo espiado.

Yuuta estaba de rodillas en el piso, de espaldas a Ryoma, sus manos fuertemente sosteniendo las de otra persona que Echizen no podía ver.

- Estoy... bien...

- Maldita sea! No estas bien!! Que hacías caminando por la calle en ese estado! Apenas y te reconosco, aniki!!

Ryoma contuvo el aliento.

Fuji-senpai estaba ahí?

Casi como coincidencia, Yuuta se movió a la derecha, dejando que Echizen pudiese ver a su senpai, sentado en el piso, con las piernas estiradas y la cabeza gacha, parecía una marioneta sin hilos. Tan fragil y delicado.

Para nada como Ryoma recordaba a su alegre y burlesco senpai.

Yuuta tomó el rostro de su hermano mayor en sus manos y lo forzó a levantar la vista, sorprendido por los ojos muertos que encontró tras su cabello.

- Aniki... - murmuró.

- Que me está pasando, Yuuta? - preguntó Fuji-senpai, sorprendido. - No siento nada, es como si algo en mí se hubiese roto, pero eso no puede ser, cierto?

- Que quieres decir... cláro que puede ser, díme que pasó, hermano, quién te hizo esto!

Fuji guardó silencio, la vista fija en los preocupados ojos de su hermano. Bajo cualquier otra situación se habría enternecido por la desesperación y cuidado con que su querido hermanito lo trataba, había extrañado tanto su cariño.

Desgraciadamente ese día no sentía nada, no podía pensar en nada.

Estaba vacío.

Finalmente, Fuji sonrió de forma seca, desviando la mirada.

- No puedo estar roto porque no había razón para esperar más, - explicó finalmente. - Nunca nos prometimos amor, eran sus celos, mi admiración, deseo de adolecentes. No puedo romperme si no tengo ilusiones, ya se lo dije a él.

Ryoma escuchaba sorprendido, Fuji-senpai era homosexual?

Yuuta, sin embargo, no se había inmutado siquiera, sus manos se habían vuelto puños molestos y sus ojos se habían llenado de lágrimas mientras abrazaba con fuerza a su querido hermano mayor. Todo le parecía claro ahora.

- Ese bastardo, - siseó lleno de furia. - Voy a matarlo.

- Yuuta... - susurró Syuusuke, observando a su hermano menor. Ryoma pensó que algo había penetrado la irrompible coraza de Fuji-senpai en ese momento, al ver a su hermano llorar la pena que él se rehusaba a admitir, porque en segundos las manos pequeñas y delicadas de su antiguo senpai se aferraban a la chaqueta de regular de Yuuta y sus ojos se llenaban de tantas lágrimas que Echizen temió por la salud de ambos hermanos.

- Me duele, Yuuta, - sollozó Fuji, escondiéndo la cara en el pecho de su hermano. - Me duele tanto, tengo miedo, tengo vergüenza, por que me hizo esto? Por que pensé que era otra cosa? No quiero verlo, no quiero alejarme. Me siento patético. Que hice mal?

Yuuta permaneció en silencio el resto de la tarde, dejándo a su hermano llorar su pena y su vergüenza. Jurando que se vengaría de aquel que le había roto el corazón.

Ryoma también permaneció donde estaba, las manos empuñadas y los ojos cerrados, memorizando todas y cada una de las palabras ahogadas de su senpai. Sin saber bien porqué, se juró a sí mismo que haría todo para evitar que Fuji-senpai tuviese que llorar así de nuevo.

- Sensei! Deja de ponerle wasabi a todo lo que comes, te vas a enfermar! Yuuta-kun! Dile algo!

- Hmm? Yo?

- Yuuta-kun! Eso es... MERMELADA?! ESTAMOS COMIENDO SUSHI!!

- Yuuta, eso se ve bueno, dame?

- Ten.

- Hmmm, quedó bueno.

- Ugh, creo que voy a vomitar...

- Ah! Horio-kun!!

- Y a estos que les pasa, aniki?

- No lo se...

- El teléfono de Tezuka-buchou?

- Lo siento, Echizen, Yuuta-kun - suspiró Sumire. - Estaré en el hospital varios meses, me temo que ya no soy tan joven como antes.

Ryoma quiso decirle a su entrenadora que estaba bien, que podían sobrevivir sin ella unos meses, ya lo habían hecho una vez, y el equipo no había muerto.

Sin embargo, ahora como capitán, sabía que la escuela no les permitiría manejarse solos. Si bien hace años se les había permitido, era porque Oishi-senpai había mantenido conversaciones diarias con el director, pero ni él ni Yuuta tenían la paciencia ni la diplomacia para lidiar con el hombre todos los días.

- Entonces, le preguntaremos a Tezuka-buchou si es que..- Ryoma no había logrado terminar antes de que Yuuta lo jalase fuera de la habitación violentamente, su rostro ajado de furia.

- Y a tí qué te pasa?? - gruñó molesto. Yuuta lo empujó contra la pared, los ojos encendidos.

- Te lo advierto, Echizen! - había contestado su amigo. - Si ese bastardo se vuelve nuestro entrenador abandonaré el equipo! Y me llevaré a Akaya y a Dan-kun conmigo!

Ryoma lo había observado sorprendido. Sabía que Yuuta no se llevaba bien con los antiguos regulares de Seigaku salvo por su hermano mayor, pero semejante amenaza? Y por qué incluír a Akaya y a Dan?

- Qué tiene de malo Tezuka-buchou? - preguntó confundido. Yuuta empuñó las manos, dándole un sonoro golpe a la pared.

- Jamás podría respetar y obedecer a ese malnacido, no después de lo que... - tragó, tratando de contener su ira. - No después de lo que le hizo a mi hermano. Ese desgraciado no merece mi respeto, y sé que Akaya y Dan-kun me apoyarán.

Echizen sintió que el aire le abandonaba el cuerpo y una gélida sensación se le pozaba en el estómago.

La persona que había hecho llorar a Fuji-senpai. La persona que Yuuta odiaba más que a nadie, y que lo llevaba a entrenar con tanto esfuerzo...

… era Tezuka?

- Qué tienen que ver Kirihara y Taichi en esto? - preguntó con un hilo de voz, tratando de confirmar lo que ya sospechaba mientras recuperaba el aliento.

Yuuta lo miró sorprendido.

- Pensé que lo sabías, - dijo. - Mi hermano fue quién les ofreció venir a Seigaku a ambos. Igual que a mí. …l nos dió la oportunidad de mejorar cuando nuestros propios equipos de hundían. Akaya y Dan-kun admiran a mi hermano y odian al maldito de Tezuka tanto como yo.

Ryoma asintió. Era tan obvio que se recriminó el no haberlo visto antes.

Kirihara admiraba a Fuji, eso todos lo sabían. Y Taichi siempre estaba junto a Yuuta, siempre asegurándose que comiese bien, preguntando por la salud de su hermano mayor.

Ambos se habían enterado de lo ocurrido antes que Ryoma mismo. Ambos sabían el nombre del enemigo invisible y nunca se lo habían dicho.

Por un momento, se sintió vulnerable y desplazado en su propio equipo.

- Tezuka... - gruñó, imaginando el rostro de su antiguo capitán y luego los sollozos desesperados de Fuji-senpai. Sin darse cuenta su corazón de llenó de odio y resentimiento. Tezuka había sido su héroe, su modelo a seguir.

Tezuka le había roto el corazón a Fuji-senpai sin piedad, sin remordimiento.

Y si los rumores que corrían por las canchas de tenis eran ciertos, Tezuka le había roto el corazón a Fuji-senpai por el imbecil de Atobe.

En la cabeza de Ryoma, no había comparación alguna.

Rápidamente se soltó de las manos de Yuuta y volvió a la habitación de su entrenadora, sus ojos llenos de determinación.

- Tenga, sensei,- dijo con una sonrisita maliciosa. - El número de Tezuka-buchou.

Sumire aceptó el número con una sonrisa agradecida y comenzó a marcar mientras Ryoma y Yuuta se despedían para volver a la escuela. Seguramente los otros jugadores se sentirían más tranquilos de saber que su sensei estaba mejor.

- Oye, Echizen, - murmuró Yuuta confundido. - …se no es el número de Tezuka, es el número de mi hermano.

- Lo sé, - respondió Ryoma con su acostumbrada sonrisa. Yuuta lo observó un momento y sonrió también.

- Aniki ama Seigaku, y es capaz de dejar ese estúpido equipo suyo por nosotros, - comentó, quitándose la chaqueta. - Eres un genio.

Dos semanas después Fuji Syuusuke había regresado a Seigaku con un permiso especial para entrenar al equipo de tenis. Los jugadores lo habían recibido con alegres vitoreos y Yuuta supo que habían hecho lo correcto, entre todos podrían sanar el corazón roto de su adorado hermano mayor y la tristeza que a veces aún se asomaba en sus ojos.

Apenas un mes después Ryoma se le había acercado, pidiéndole su aprovación.

- … podrías... repetir eso? - pidió sorprendido. Ryoma asintió, los ojos llenos de determinación.

- Ya no quiero que sólo seas mi mejor amigo, Yuuta, - dijo seriamente, ambos brazos cruzados sobre su pecho. Yuuta se sonrojó, obviamente sorprendido.

- Echizen, me halagas, pero no me gustas de ese modo...

Ryoma lo había observado sorprendido, con el rostro enrojecido y las manos temblorosas

- No pienses tonterías, idiota! - le había recriminado. - No quiero sólo ser tu amigo, quiero ser tu cuñado!!

Yuuta había parpadeado, tratando de entender semejante comentario.

- Sabes que mi hermana está casada, cierto? - comentó con una ceja alzada. - Porque ni Syuusuke ni yo te dejaríamos acercarte a ella con esa cara de...

Un silencio pesado se apoderó de ambos. Ryoma tragó duramente, viéndo como el entendimiento caía sobre el rostro de su amigo.

- No te gusta Yumiko, - murmuró Yuuta.

Ryoma negó.

- No, ella no me gusta.

- Te gusta Syuusuke...

Ryoma asintió, desviando la mirada.

- Así es, - respondió. - Sé que puedo hacerlo feliz, Seré cuidadoso y le daré todo lo que necesite. Sólo necesito una oportunidad.

Ryoma había pensado que Yuuta entendería. Apenas un mes junto a Fuji-senpai le habían dejado ver todo aquello que había ignorado cuando era más joven. Fuji-senpai era duro y sádico, pero en su propia malicia siempre estaba pendiente de sus alumnos. Se aseguraba de que todos corriesen sus vueltas a la cancha, pero jamás los penalizaba si no lo lograban. Se quedaba hasta tarde ayudando a todos a mantener sus buenas calificaciones y a veces desaparecía por horas con Kirihara para ayudarlo a lidiar con esa cosa maligna que vivia en su cabeza.

Su cuerpo delgado y compacto, la forma en que sus ojos se llenaban de ternura cuando los jugadores de Seigaku celebraban sus triunfos. Sus labios sonrosados y tentadores. Su espalda pequeña. La forma gracil en la que jugaba tenis.

Ryoma estaba perdidamente enamorado de Fuji-senpai, y le había tomado dos años darse cuenta.

Yuuta observó a su mejor amigo por un momento y Ryoma sintió una leve esperanza llenarlo por completo. Con la ayuda de Yuuta le sería más fácil ganarse el corazón de Fuji-senpai.

Entonces su amigo le golpeó violentamente la cabeza.

- QUIEN TE CREES QUE ERES PARA DECIRME ESA ESTUPIDEZ!? - rugió Yuuta. - COMO SI FUESE A PERMITIR A UN HARAGÁN COMO TÚ PRETENDER A MI HERMANO!? ESTAS LOCO!? A MI PEQUE—O SYUUSUKE?!!? JAMAS!!

Por supuesto, en plena infatuacion, Ryoma había olvidado lo sobreprotector que se había vuelto su mejor amigo por su hermano mayor. Como caminaba con él a casa todos los días, asegurandose que su precioso Syuusuke jamás se lastimase, como había corrido a Tachibana de la escuela por notarlo demasiado cerca a su aniki,como lo había llamado un pervertido horroroso y un depravado pues su mirada lujuriosa no era digna de posarse en el pequeño cuerpo de su héroe.

Fuji-senpai le había regañado, repitiendo una y otra vez que Tachibana-san no era un pervertido, sino un amigo preocupado. Yuuta no había cedido. En su mente, Tachibana era un corrupto pervertido que quería abusar de la inocencia de Syuusuke.

Ryoma tragó duramente, entendiendo su error.

Acababa de decirle al protector más acérrimo de la virtud de Fuji-senpai que lo pretendía. Que lo amaba y deseaba.

En su cabeza cotejó las ventajas y desventajas de seguir en su cruzada por el amor de Fuji-senpai. Podría perder a su mejor amigo, podría perder su capitanía y el respeto de sus compañeros. Podría acabar en el hospital si Yuuta se enfurecía lo suficiente.

Estaba dispuesto a correr semejantes riesgos por Fuji-senpai?

- Ah! Ahí están! - exclamó dicho objeto de deseo con una sonrisa. - Yuuta, ten, te traje té helado.

- Gracias, hermano! - sonrió Yuuta, abrazando a su hermano mayor con un brazo. Era asombrosa la forma en que había cambiado su percepción de su hermano al verlo destrozado. Syuusuke seguía siendo su ídolo, su modelo a seguir, pero ahora Yuuta estaba consciente de que su poderoso hermano era pequeño, delicado, y que podía ser lastimado fácilmente.

Y él no lo permitiría.

Fuji le sonrió a Ryoma y le lanzó una lata color púrpura a las manos.

Ponta de uva.

- No creas que me olvidé de tí, Ca-pi-tán, - le dijo, poniéndose de puntillas para acariciar su cabello de forma condecendiente. Era un gesto que no había perdido de sus años como regular de Seigaku, pero que ahora había perdido toda malicia y se había vuelto tierno, considerando que apenas le llegaba al hombro a su kouhai.

Ryoma sonrió con ternura, disfrutando de la felicidad de su adorado senpai. Tal vez ese amor ridículo y esa fijación deseosa siempre habían estado en su corazón, tal vez era un efecto de su odiosa pubertad, pero su corazón latía con fuerza cada vez que Fuji-sensei le sonreía de esa forma, que tocaba su cabello o le ponía una toalla en los hombros después de la práctica.

Podía ser simple deseo, podía ser amor verdadero, Ryoma no estaba seguro, pero se juró en ese momento, que lucharía por el corazón de Fuji-senpai sin importarle las consecuencias.

- Ah! Ya no puedo comer más!

- Ni yo! Esto estuvo delicioso! Gracias, Kawamura-senpai desu!

- Buchou? Estás muy callado.

- Cierto! Qué te pasa, Echizen?

- Fuji-sensei...

- Uh? Echizen?

- Creo que lo que bebí no era jugo...

- Ah! Echizen!

- BUCHOU!! SUELTA A SENSEI DESU!

- ECHIZEN!

- Te amo, Fuji-senpai! Cásate conmigo!!

- Está borracho!!

- QUE BORRACHO NI QUE NADA!! ANIKI! ESTA FINGIENDO!!

- Yuuta, Echizen es demasiado orgulloso para decir tantas tonterías sobrio.

- Esto es sake, sensei.

- Ah! Lo siento, me equivoqué de vaso, Fuji!

- No hay problema Taka-san, no es tu culpa.

- Sensei! Dame un beso~.

- MALDITA SEA, ECHIZEN! ERES UN PERVERTIDO!!

- Yuuta!! Deja de golpearlo! No es su culpa!

- Yuuta-kun!!

- AKAYA-KUN! NO TE RIAS Y AYUDANOS A SEPARARLOS!!

Desde su asiento, Fuji observaba a sus alumnos tratar de separar a su hermano menor de un ebrio Echizen, quién sonreía ampliamente y comentaba lo hermosa que sería su boda con Fuji-senpai, si hasta tenía el vestido perfecto para él.

Con un suspiro dejó escapar una sonrisa de sus labios, enternecido por ese grupo de muchachos disfuncionales que le habían devuelto a la vida. De no ser porque Ryuusaki-sensei se había equivocado cuando quiso llamar a Tezuka, posiblemente Fuji seguiría en el equipo de Hokku-en, tal vez seguiría siendo miserable, observando a lo lejos a ese hombre que jamás podría amarlo y que le había enseñado a llorar por amor.

No podía sino sentirse agradecido de su suerte.

Con una mano, se tocó los labios y saboreó el sake que Ryoma le había dado en su ebrio beso. Era el primer beso que alguien le daba en casi un año y a pesar de ser producto del alcohol, lo había hecho sentir apreciado como hombre y no como sensei.

Tal vez había esperanza para su corazón después de todo. Sólo tenía que sacar el fantasma de las manos de Tezuka de su piel y borrar su aroma de su cerebro.

Continuará.

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