Todos los que parecen estúpidos, lo son y, además también lo son la mitad de los que no lo parecen.
Francisco de Quevedo y Villegas (1580-1645)
TRIO DE… ¿DOS?
Haruno Sakura podía declarar con total sinceridad que en su vida todo era perfecto; padres perfectos que le complacían en cada uno de sus egoísta caprichos, trabajo perfecto como doctora en el hospital Konoha, mejores amigos perfectos, una casita perfecta y lo mas importante; el núcleo de su vida perfecta e ideal, un novio perfecto.
El nombre de este caballero soñado era Uchiha Sasuke, un sujeto de 23 (la misma edad que ella), hijo menor de la muy conocida familia Uchiha, al que había conocido en el la escuela de medicina. Simplemente era perfecto, tal como todo lo demás en su impecable elitista mundo. Príncipe de azulaceo cabello, arreglado de singular forma que permitía contemplar sus rasgos de estatua griega. Brillantes (aunque serias) ónice fungían como ojos en ese rostro tan fino. Para completar a esta maravilla de hombre, el Uchiha tenia una complexión nada despreciable, marcados músculos, pero sin llegar a lo vulgar. Aunque su piel, de un lechoso tono, hacia imposible que su cuerpo pudiera parecer demasiado hosco.
Y además, era un verdadero sol con ella, gentil, dulce y muy protector, como si ella fuese una preciosa muñequita de porcelana que podía romperse con facilidad.
En unos días, cumplirían un glorioso año como pareja, y por tal motivo, Sakura planeaba proponerle “algo” que diera un giro completo a sus costumbres… “intimas”. “Algo” que esperaba que complaciera al Uchiha a tal grado que no la dejara nunca.
Y se le ocurría que podría ser…
-Amor… quiero comentarte algo-inició la muchacha, de un brillante cabello color rosa y ojos jade.
Habían decidido salir esa mañana a tomar el almuerzo en un acogedor restaurante cercano al hospital donde ambos trabajaban, y la muchacha de pelo rosa creyó oportuno decirle al Uchiha su idea.
-Adelante-animó Sasuke, que la observaba con una paciente sonrisa en el rostro.
-Te amo-puntualizó Sakura-y para demostrarte que es así, deseo proponerte algo que te complacerá muchísimo- el moreno la observó curioso- Sasuke, te propongo que implantemos un cambio a nuestros encuentro íntimos…un trío- expresó, sintiendo sus blancas mejillas enrojecer.
El rostro del galeno se mostró sorprendido al principio, pero luego cambio a un rostro de absoluta felicidad.
-Fantástico- declaró- Y ya… tienes al… ¿tercero?-inquirió con un tono engañosamente casual.
-He pensado en Ino-chan; es bellísima y creo que le gustas-respondió, animada por que su idea fuera bien recibida.
-¡no!-la voz de Sasuke sonó casi bochornosamente aguda, pero enseguida se compuso-Quiero decir… tu placer es primordial para mi… creo que será mucho mas satisfactorio para ti, si el tercero es un chico- explicó gravemente.
-Eres un amor, cariño, verdaderamente un príncipe-la pelirrosa se sintió en las nubes ante tal muestra de lo que consideró “caballerosidad”- hay varios chicos realmente guapos en el hospital… quizás deberíamos buscar por ahí-propuso con timidez.
-No, no, querida-el morocho negó varias veces con la cabeza- no es un asunto demasiado… común, por lo que preferiría que quedara entre… amigos.
-Tenemos pocos amigos en común… solo Sai-san…
-no, no me refería a mi copia, de ningún modo- expresó con una mueca de desagrado.
-¿Gaara-san? El es soltero, aunque dudo que se preste para…- fue interrumpida antes de terminar la frase.
-¡Tampoco él!-El moreno recuperó la compostura de nuevo-Creo que lo mas apropiado seria pedírselo al mejor amigo de ambos-insinúo
-¿Naruto?- se sorprendió, y luego soltó una risita boba- Si te soy franca, Naruto me parece muy lindo, pero… es un mojigato y no aceptará.
-¡convéncelo!-el Uchiha parecía cada vez mas y mas ansioso, a tal punto que Sakura creyó que necesitaba realmente de alguna novedad en su relación.
**
-No-declaró la mañana siguiente Namikaze Naruto, un muchacho de 21 años que había vivido en la misma elitista calle de Sasuke, y era hijo de un buen amigo de la madre de Sakura. Era un chico realmente apuesto, aunque torpe y quizás demasiado ingenuo. Poseía una melenita rubia intensa, y por ojos tenia bellísimas piedras zafiro. Su tostada piel le daba un toque exótico, y las tres marquitas que adornaban sus mejillas, lo hacían ver infantil.
Ahora mismo, ambos se encontraban en el muy modesto apartamento del rubio, quien había declinado la inmoral oferta.
-¿Por qué no?-insistió Sakura con decepción que hizo titubear al otro.
-¡Seria vergonzoso!-Replicó por fin, después de sorber ruidosamente su refresco-No podría acostarme con mis dos mejores amigos… ¡Y el teme se burlaría a cada momento de mi!-
-¡No lo hará!-prometió la chica, pero ni con eso ni con sus posteriores suplicas, logró que el zorrito cediera.
Sakura le comunicó esa misma tarde a su moreno novio la firme negativa de Naruto, pero agregó con voz optimista:
-Pero ya le dije a Ino-chan y aceptó; al parecer Sai-san es muy liberal en esas cosas –
-¡No!-Sasuke, que había escuchado hasta ese momento en silencio, sentado sobre su cómoda silla detrás de su escritorio, escuchando a la pelirrosa que había entrado a su consultorio. Arrojó el monosílabo con ímpetu- Convence al dobe ese… todo entre amigos- le recordó con dificultad- Dile cualquier cosa… ¡pero convéncelo!
La chica asintió forzadamente, suponiendo lo importante que era para el moreno la intimidad de ambos “es un caballero” suspiró tontamente al salir del consultorio.
Convenció a Naruto haciendo uso de todo tipo de sucias artimañazas con lo que el rubito tuvo que apechugar y aceptar la escandalosa propuesta. Y así, llegó al apartamento de Sasuke el viernes a las 10 y 20, y fue arrastrado por un ansioso Sasuke hasta la habitación principal, amueblada con particular lujo. Sakura estaba sentada en la cama de dos plazas del moreno, usando un precioso conjunto intimo de seda blanco, que despertó prontamente el interés del rubio.
-Hola, Naruto-kun- Saludó una emocionada Sakura, a la que el rubio dedico una tímida sonrisa.
-Estas cosas le darán el toque divertido- Sasuke acercó a su novia tres chirimbolos que ella observó con sorpresa...Se trataba de una venda de pálido color, una pastillita blanca y unas delicadas esposas cubiertas con cuero.
-¡No me pondré nada vergonzoso! – se quejó apresuradamente el Namikaze con indignación.
-No son para ti, grandísimo bobo- replicó sardónicamente el de ojos oscuros-Son para Sakura-
-¿Para mi?- La aludida se llevó una mano al pecho, ligeramente asustada.
-Es solo para poner emoción al asunto-Explicó Sasuke con paciencia- Este es un afrodisíaco- Informo, señalando la pequeña tableta.
-De acuerdo- Se rindió Sakura, y Sasuke prosiguió a vendarle los ojos y esposarla a la cama, después de que trago la pastilla.
-Pero… como ¿Cómo me quitaran… la ropa?-pregunto Sakura, confundida
-Ya veremos- Respondió misteriosamente el Uchiha. Naruto no ayudo, pero se sentó en la silla cercana a la puerta, deseando que la Tierra bostezara y lo devorase.
Sakura se dispuso a recibir a dos chicos que deberían estar ansiosos por tocarla, pero lo cierto es que esperó y esperó un rato y nada ocurrió. No tuvo tiempo de pensar mucho en ello, ni de replicar demasiado, ya que sus ojos se cerraron de a poco…
Lo último que escuchó antes de caer dormida, fue lo que creyó que era un gemido agudo y muy erótico, pero que supuso se trataría de un sueño absurdo y excitante, causado por los afrodisíacos que Sasuke le había dado, y que curiosamente tenían el mismo sabor que las pastillas para dormir que el moreno usaba en sus noches de insomnio…
**Al día siguiente, en un adorable café de muy occidental estilo, Ino le pidió informes sobre la esperada noche de Sakura, pero esta le respondió con cierta burla:
-Espere un rato, pero al parecer el bobo de Naruto se echó para atrás-informó.
-Ya te lo había advertido; es un mojigato-Aseguró su rubia acompañante.
La pelirrosa asintió gélidamente, molesta por que el rubio le hubiera hecho perder una noche a Sasuke por su inmadurez.
Yo, por mi parte, le dejo a Sakura la oportunidad de creer que su perfecto novio no aprovechó la noche, y que su lindo amigo, se echó para atrás, ya que, después de todo…
¿Qué otra cosa pudo haber pasado?
¿Quieres saber? Pues esto ocurrió…
**
-¿Que debo hacer?-inquirió el rubito con confusión, no sabiendo si acercarse a la pelirrosa.
-Desnúdate-le urgió Sasuke con voz temblorosa.
El rubio dio un pequeño saltito, lleno de miedo, pero obedeció al ver que el otro hacia lo mismo. Una vez quedó en boxer, se acercó a Sakura, deseando acabar de inmediato con aquella situación vergonzosa. Sin embargo, sintió una mano férrea que se cerró en torno a sus muñecas, y luego se sintió girado y acorralado contra la pared.
-Una apuesta-propuso Sasuke, que parecía anormalmente agitado.
-¿?-el rubio lo observó sin entender, a lo que Sasuke desaplicó casi con molestia.
-Te reto, si no logro que te corras en 4 minutos, te dejaré ir campantemente y no tendrás que hacer nada-explicó
-Y como harás que yo…-Sasuke, demostrando que era una persona de acciones, se dispuso simplemente a meter una mano dentro de sus boxer, y lo acarició con delicadeza, ocasionando que el rubio soltara un gemido agudo.-No… ¡para!-ordenó aturdido, pero el moreno lo hacia con tal maestría, que pronto se dejó caer en su hombro, gimiendo como si fuera un gatito… o zorrito.
-Listo.-murmuro el Uchiha, sintiendo el blanquecino liquido entre sus dedos, el rubio se quedo expectante de lo que sería la petición por parte del mayor, debido a su reciente derrota-y ahora, lo que pido, es tu total obediencia- pero al ver la cara de su amigo, se dio cuenta que definitivamente, la tendría…
Echó un corto vistazo hacia su dormida novia, asegurándose de su inconciencia, para luego bajar el boxer y recargar por completo al rubio sobre él. Cuando lo logro, coló una mano hacia sus glúteos, demasiado ansioso para preliminares.
-Sasuke…onegai… con cuidado- suplicó el adorable chico, que Sasuke amaba desde el segundo en que había llegado a su calle, pero cuya condición de varón lo alejaba irremediablemente de el.
Un dedo se abrió paso en su entrada, calida y, sobretodo, virginal. El zorrito lanzó un quejido, deseando que Sasuke, aquel vecino suyo del que tan perdidamente enamorado estuvo, lo poseyera de una vez. Por fin los tres dedos de Sasuke estuvieron dentro, y el moreno, sintiéndose seguro de que Naruto seria suyo aquella noche, se permitió besarlo pasionalmente.
-Si tú me amaras, la dejaría…-aseguró, pero no recibió respuesta de él de las marquitas, pues en ese momento lo penetró casi con violencia, y eso hizo que Naruto soltara un sollozo de lo más delicioso.
Lo embistió repetidas veces, hasta lograr correrse dentro del rubio, quien a su vez lo hizo entre ambos. Ambas respiraciones se sincronizaron de tal forma, que parecía imposible que no lo hubieran hecho antes.
-Me voy- el zorrito le dio un empellón hostil, tomó sus cosas y huyó sin verlo siquiera. Sasuke de todos modos sonrío, pues nadie le quitaría la satisfacción de haberle hecho el amor a su pequeño rubio…
Y tampoco, la de haber usado a la pelirrosa pegoste para tal motivo… al día siguiente, cuando Naruto regresara confesándole sus sentimientos (lo que seguro pasaría), se encargaría de terminar con la princesita malcriada… y de reestrenar al rubio…