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¿Un error? por Kaiya

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Notas del capitulo:

 

 

 

[Naruto pertenece a Masashi Kishimoto]

 

 

4. Déjà vu.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

-¿Qué vas a pedir, Naruto? -preguntó al rubio, mientras miró con un falso interés la carta del restaurante donde se encontraban.

-¡Ramen!

Puso ojitos tiernos mientras imaginaba un gran y caliente bol de su plato preferido.

-¿Ramen?

-¿No lo has probado? -preguntó casi ofendido, frunciendo el ceño.

No conocer ese delicioso manjar era un delito para el rubio.

-No -contestó mirando con curiosidad.

-No me lo puedo creer -dijo asombrado-. ¡Camarera, dos platos de ramen!

 

La camarera sonrió desde la barra alzando un brazo, dándole a entender al rubio que había anotado su pedido.

Estaba decidido, hoy Naruto le daría un par de lecciones culinarias a Sai que no podría olvidar.

 

-¿Es normal hacer esto en una cita? -miró al Uzumaki con su ya típica sonrisa en los labios.

-¿Cita?

Se revolvió incómodo en la silla.

-¿Es un preliminar antes de ir a la cama, no? -preguntó de manera sencilla, dándole a entender que era obvio.

-¡Sai! -exclamó algo ruborizado-. Esto no es una cita.

-¿Entonces?

-Sólo estamos comiendo, ttebayo... -definitivamente, Sai era muy raro.

-Leí en un libro que cuando alguien te invita a comer es porque quiere practicar sexo.

 

Miró a Naruto de manera extraña, ¿cómo no podía saber algo tan básico?

 

-Deja de leer esos libros... -suspiró derrotado el rubio.

-¿Comes mucho con Sasuke?

-¿Eh? Pues claro -contestó de forma natural. Era algo evidente. ¿Qué clase de preguntas eran esas?

-Eso quiere decir... -se rascó un momento la barbilla de forma pensativa-. ¡Claro!

“A ver ahora qué suelta...”, no pudo más que emitir un leve suspiro, al imaginar las ocurrencias del moreno.

-¡Entonces has practicado muchísimo sexo con él! -casi gritó, avergonzando al rubio.

 

A Naruto le cayó una enorme gota por la sien. ¿De dónde había salido Sai? Era como si no conociera las reglas básicas del contacto entre humanos. Eso no era normal... de ninguna manera.

 

-¡Yo no he hecho esas cosas con el teme! -gritó siendo consciente de lo que acababa de insinuar el moreno.

-¿Te gusta Sasuke?

-¿Qué? -se sonrojó-. ¡N... no digas tonterías!- desvió la mirada girándose disimuladamente hacia un lado-. ¿Cómo va a gustarme ese idiota?

-Entonces... ¿Te gusto yo?

-Sai... -suspiró perdiendo la paciencia.

 

 

 

***********************

 

 

 

 

 

-Vete -dijo el moreno de manera tajante mirando el cuerpo que había a su lado en la cama.

-Pero... -casi sollozó-. Sasuke... ¿He hecho algo mal?

 

Sasuke lo miró con indiferencia. No entendía por qué acababa acostándose con sujetos como ese, demasiado dulces, llorones y empalagosos.

 

-No me interesas -dijo duramente mirando al chico que ya tenía los ojos llenos de lágrimas.

-Eres un desgraciado, Uchiha.

-Sí, sí... -suspiró-. Ahora ya te puedes ir.

 

 

Estaba de muy mal humor, y creía conocer el motivo de su molestia.

Tal vez algo de ella se debiera al chico que tenía delante, que se vestía de manera rápida y orgullosa, ofendido por los comentarios del Uchiha.

Tal vez se debía a su pelo rubio, sus ojos azules o la piel extrañamente parecida a la de cierto rubio hiperactivo dobe que tenía como amigo.

-Mierda... -miró con fastidio cómo el chico salía por la puerta.

¿Había buscado un tío con similitud a... Naruto?

 

“Estas mal, Sasuke...”. Suspiró levantándose de la cama y cogiendo un cigarrillo del paquete medio vacío que reposaba sobre la mesita de noche. Lo encendió con parsimonia mientras dejaba que sus pulmones se inundaran de humo. Le gustaba la sensación de la primera calada.

 

Debía admitir que algo le preocupaba la actitud de su amigo.

El dobe estaba demasiado raro, un poco esquivo, ni siquiera le había llamado esa mañana a la puerta de su casa como solía hacer siempre, y había pasado a sustituirle por ese remplazo mal hecho que vestía de reinona.

 

Dio una patada con rabia a la cama casi inconscientemente, se sorprendió al hacerlo.

-¿Qué demonios...? -susurró irritado-. Maldito dobe.

 

Se levantó directo a la cocina. Acabaría con ese malestar en menos de quince minutos.

Sacó la botella de vodka que se mantenía casi intacta en el estante, sirviéndose una copa muy cargada.

Quería dejar de pensar, Naruto siempre le hacía entrar en un estado que procuraba no sentir hacía mucho.

Los recuerdos desagradables se empeñaban en salir, recordándose dónde debía mantenerse, lo que no debía hacer.

 

Ningún vínculo en tu vida”, le dijo esa vocecilla interna, taladrando su cabeza, produciéndole una horrible jaqueca.

-Cállate... -suspiró dando un trago excesivamente largo, terminándose el contenido.

 

Le había sentado bien sentir ese latigazo que produce el vodka en la garganta, olvidando por un segundo el porqué de su preocupación.

 

-Jódete Itachi... -murmuró cogiendo la botella y bebiendo directamente de ella.

Iba a dejar de pensar de una maldita vez.

 

 

 

*************************

 

 

 

 

-¿Te gusta dibujar? -preguntó Naruto curioso mirando los cuadros que había en el apartamento de Sai.

-Sí. Es lo único que sé hacer.

 

Naruto miró un momento al mayor por lo que acababa de decir ¿Lo único que sabía hacer? Decidió centrarse en los dibujos, de nada servía pensar en los motivos que llevaban a Sai a actuar de esa manera.

El moreno tenía bastante talento.

Se fijó en algunos que mantenía Sai desperdigados por la habitación de manera desordenada.

Le sorprendió descubrir que la mayoría estaban inacabados o faltaban ciertos detalles para que tuvieran sentido.

 

 

Volvió a mirar al moreno de nuevo de reojo, preguntándose qué hacía en casa de Sai.

Habían acabado allí con la excusa de los cuadros. Pero él no había nacido ayer, y sabía muy bien lo que pasaba cuando ibas a casa de alguien después de compartir una agradable cena.

“En la boca del lobo...”. Sí, justo ahí se había metido.

 

-Me gusta éste -señaló el de un niño que aparecía sin rostro-. ¿Por qué no tiene cara?

-No lo sé.

-Es raro ttebayo.

-Supongo.

-Pero me gusta -sonrió de forma zorruna-. Se te da muy bien.

-Gracias -le dirigió una sonrisa sincera, sintiéndose extraño.

-Esa sonrisa... -murmuró acercándose hasta él-. Nunca sonríes así.

-¿Qué?

-Es bonita.

 

Sai sintió cómo el calor subía hasta sus mejillas, tiñéndolas de rojo.

 

-¿Y esto? -susurró posando las manos en su rostro.

-Te has puesto rojo, Sai -casi rió el rubio.

-¿Eh? -miró confuso al chico-. Nunca me había sentido así.

 

Naruto le dirigió una mirada extrañado, mientras éste acortó la distancia.

 

-¿Sabes, Naruto? -cogió su rostro lentamente, posando una mano en su mejilla-. Tú haces que sienta calor aquí.

 

Se señaló el pecho con la mano, y Naruto soltó una risita divertida. ¿Era eso una declaración?

Miró a Sai, que lo observaba de una manera intensa, como nunca lo había hecho, y se asustó.

 

-Sai... -suspiró temeroso-. Yo...

-Shh... -le cortó el moreno, deslizando la mano que antes tenía en su mejilla hasta sus labios, colocando un dedo sobre ellos-. No digas nada.

 

Acercó lentamente su rostro al de Naruto, rozando sus labios en una leve caricia, dándole a entender que podía separarse cuando quisiera.

El rubio se dejó hacer, con un silencioso suspiro le dio permiso a Sai para que continuara.

 

 

 

**********************

 

Sasuke no sabía muy bien a dónde se dirigía. Simplemente había salido de casa caminando sin seguir ninguna dirección. Se había cansado de estar allí encerrado al darse cuenta de que las dos fuentes que le mantenían con calma se habían terminado, es decir, el alcohol y el paquete de tabaco.

 

Apenas notaba un leve mareo debido a lo que había bebido, pero el efecto que había buscado se hacía presente, dejando atrás los recuerdos molestos.

 

Decidió entrar a un bar que no llamó demasiado su atención. Tenía la fachada bastante descuidada, además de uno de esos letreros luminosos de bar de carretera que citaba el nombre del local, “Déjà vu”. Tal vez precisamente se decidió a entrar por ese nombre, de alguna forma picó su curiosidad.

 

 

 

Al poner un solo pie dentro sintió el irrefrenable deseo de quedarse allí toda la vida, quedarse y desechar todos los recuerdos que le atormentaban por el desagüe.

 

Las notas de un suave jazz le llegaban a los oídos, envolviéndole en una extraña atmósfera de paz y tranquilidad.

 

Identificó la voz que le llegaba a través de una radio antigua, una de aquellas a las que había que echar monedas para elegir la canción que uno quería. La identificó y sonrió, Billie Holiday cantaba el conocido tema “Strange Fruit” haciendo que el vello de su nuca se erizara por la emoción.

 

Desde pequeño había sentido debilidad por el jazz. Le recordaba a su madre en la cocina, tarareando a Louis Armstrong mientras chasqueaba los dedos y removía la cacerola de su almuerzo. Siempre seguía el ritmo con la cadera, sin apenas percatarse de ello.

 

La segunda sonrisa había salido sin ser llamada haciendo que se sintiera extrañamente conmovido; predijo que iba a visitar mucho más aquel lugar.

 

Se dejó envolver por cada nota, sintiéndose de nuevo en casa, en paz. Olvidándose por un instante de quién era y de qué buscaba en la vida, sólo sintiendo el jazz en sus venas, no había más. El jazz era un sentimiento y se había rendido a él.

 

Se acercó hasta uno de los sillones que rodeaban un pequeño escenario, sentándose de forma descuidada por primera vez en su vida. Se fijó en el piano que había justo al lado de la pequeña tarima. El color negro relucía, estaba seguro de que alguien había estado pasando un trapo por la superficie aquella misma tarde hasta dejarlo reluciente.

 

Pidió un cigarrillo a una pareja de la mesa de al lado, que lo miraron de forma rara por haberles explotado la burbuja de amor en la que estaban sumergidos. Sonrió de medio lado. Sí, debía admitirlo, le gustaba joder a todo el mundo, incluso a los desconocidos, y ¿qué?, era algo que disfrutaba con mucho gusto.

 

Encendió el cigarrillo y se fijó en los cuadros que adornaban las paredes, descubriendo a un joven James Dean sujetando un cigarrillo entre sus labios. Sonrió de lado al comprobar que mantenían casi el mismo pose. James Dean era digno de ser admirado por él, eso debía de reconocerlo.

 

-¿Qué va a tomar? -preguntó el camarero, que justo había llegado cuando la canción terminaba, llevándose por un momento ese aire místico que le había envuelto unos minutos.

 

Se fijó en el chico, y al segundo llamó su atención, volviendo a ser el Sasuke de siempre.

Los intensos ojos aguamarina le observaban entre desafiantes e impacientes.

Sonrió un segundo de medio lado al pelirrojo.

 

-Un vodka solo.

 

Su mirada se intensificó, ya había encontrado a su nueva presa.

 

 

 


 

 


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