Dime… ¿amar es un pecado?
Lagrimas caen por mis mejillas,
No me avergüenza llorar,
Mis ojos se cierran con temor,
Al creer que no debo amar,
Dime… ¿amar es un pecado?
¿Debo sentirme culpable?
¿Debo reivindicarme?
¿Debo matar lo que siento?
Dime… ¿amar es un pecado?
Me golpeas por amar?
¿Por qué?
¿Me lastimas porque te deseo?
¿Me desprecias por lo que siento?
Dime… ¿amar es un pecado?
¿Iré a quemarme en el infierno?
Quizás,
¿No quieres venir conmigo?
No,
Tú no te quieres quemar,
Tú no me quieres amar…
Dime… ¿amar es un pecado?
Mis lágrimas jamás se han secado,
Mis ojos no se cierran ante tu presencia…
Dime… ¿amar es un pecado?
Dime… ¿peco por amar?
Dime… ¿pecaras conmigo?
Dime… ¿amar es un pecado…?
Todos en el salón de clases estaban callados mirando fijo a quien había recitados aquellas palabras, versos provenientes de un alma atormentada, pero no era de un poeta famoso, sino de él, de aquel chico de 17 años, pelo corto negro como la noche, de piel pálida con unos preciosos ojos castaños que con los rayos del sol parecían dorados, de labios rojos, de cuerpo pequeño y delgado.
Sus ojos como el oro tan codiciado por los humanos llegando a perder la cordura por aquel tan preciado y al mismo tiempo tan perjudicar obsesión dorada. Esos mismos ojos que ahora podían ser mucho mejor que una sortija del más puro oro, estaban fijas en una figura, un chico de su misma edad pero completamente distinto…
Alto, piel pálida, ojos azules, largos cabellos rubios, un chico completamente varonil, el chico más popular del instituto…
Esos ojo dorados que habían pasado por cosas demasiados crueles para su edad, sintiendo el desprecio de sus padres, de su familia, de sus amigos, de sus compañeros, del mundo… solo por amar…
Dio un paso, con una sonrisa triste sus recuerdos invadiéndoles…
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Era una calurosa tarde de verano, estaban vacacionando en la casa de uno de sus tíos en la playa, él tenía 15 años, con sus primos salió a pasear por el lugar, encontrando una disco cerca del pueblo, llamaron a sus padres y ese mismo día en la noche fueron al lugar.
Todo tipo de gente se encontraba en aquel lugar, el de mirada dorada, se encontró con unos ojos azules y se perdió completamente en ellos, descubriendo con el tiempo que eran su dueño…
Tres semanas habían pasado después de ese primer encuentro, le quedaba dos días antes de marcharse, el chico de mirada azul vivía ahí, así que un día en que sus tíos y toda su familia habían salido a pasear, él se quedo ahí diciendo que se encontraba algo mal del estomago.
No fue difícil hacer que su chico de mirada azul entrara a la casa, encontrándose de una forma más intima. El de mirada dorada perdió allí su virginidad pero también encontró el amor…
Sus padres llegaron antes, su chico alcanzo a escapar aunque a él no le hubiera importado que lo encontrara junto a la persona que amaba, pero el rubio no quería ser pichado en algo… así…
Encontraron la polera que dejo en su cama su amante y todo fue a peor…
Su padre le golpeo, su madre le ignoro y su hermano le miro con asco como todos los demás…
Lo llevaron con el cura de su ciudad, con un sicólogo, con sus maestros, con tanta gente que no podía recordarlos todos. Sus padres no lo soportaban y él no lo entendía, su hermano no le hablaba. Al final decidieron dejarlo en la casa de sus tíos y que terminara sus dos últimos años en la escúrela de allá… desde ese día no los ha vuelto a ver…
Su tío no lo quería allí eso se lo dio a entender el primer día que había llegado, su tía tampoco pero decía que debía “ayudarlo” porque ella era una cierva de Dios por lo que debía ayudar al prójimo. Solo lo utilizaba para poder ir al cielo…
Cuando llego el primer día de clases, tenía miedo, miedo a que descubrieran que el amaba a un hombre, pro que aunque no lo había vuelto a ver, aun lo quería…
Se sorprendió gratamente al ver que su chico de mirada azul era su compañero de clases...
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Llego a su pupitre y tomo sus cosas guardándola en la mochila la coloco en su hombro y dio media vuelta, miro a aquel chico de mirada azul, este le sostuvo la mirada fría e indiferente, como si nunca lo hubiera conocido, sin importarle su persona…
Sintió como su corazón se rompía en pequeños trozos que se incrustaban en su pecho y no lo dejaban respirar…
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El creyó que su chico estaría encantado de verle, no esperaba un reencuentro con besos incluido, pero si por ultimo una mirada y una sonrisa, pero nada de eso le fue dado.
Al terminar el recreo nadie se le acerco, se fue solo a ver los alrededores del colegio y el rubio lo acorralo en un pasillo…
- ¿Qué haces aquí? – le dijo fríamente
El estaba muy nervioso aquel rubio de ojos azules le intimidaba pero aun así le gustaba – mis padres me mandaron a terminar los dos últimos años aquí – le dijo en un susurro mientras sus mejillas se sonrojaban
- ya veo – le susurro en el odio – escúchame aquí soy el más popular y no quiero que todo el mundo se entere que me gusta un chico, te veré después de clase en la plaza que está a dos calles de aquí – le dijo antes de besarlo apasionadamente y marcharse inmediatamente.
Desde ese día el de mirada dorada cayó en las redes del rubio, convirtiéndose en su amante en las noches y un completo extraño. Él le amaba y cuando hacía el amor juraba que el rubio también le correspondía en el sentimiento, quiso creer que el rubio necesitaba tiempo para poder admitir sus sentimientos, pero el tiempo paso, dos largos años…
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Aparto su mirada y se encamino hacia la salida, en ese momento todos comenzaron a ordenar sus mochilas después de todo ya iban a tocar el timbre. Solo quedaba dos días para el final de año, así que ya todos estaban con muchos ánimos…
El azabache miro nuevamente hacia el salón, viendo como sus compañeros reían y conversaban amenamente…
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No supo cómo pero una de sus compañeros se entero que le gustaba a el chico más popular del colegio, su chico de mirada azul, él creyó ilusionado que lo defendería por las burlas de sus compañeros, pero solo se comporto indiferente, sin hacer nada, su mundo cayo nuevamente…
Desde ese día no dejaron de molestarlo, insultarlo y hasta golpearlo. El jamás le defendió pero aun así el azabache jamás dejo de amarlo…
Su mundo se volvió una pesadilla y se pregunto una y mil veces por que el debía padecer todo aquello. Se escondía todos los días en el parque cerca del colegio, llorando amargamente junto a un viejo y sabio árbol dejando que su dolor, rabia e impotencia cayera por sus mejillas…Miro al cielo celeste tan puro e intocable
– Dime… - susurro bajito - ¿amar es un pecado?
- no… - dijo una voz varonil que estaba recargado junto al árbol
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El rubio, el chico más popular del colegio caminaba indiferente por los pasillos, sin darle importancia a los suspiros y las descaradas miradas de deseo que le dedicaban. Sus pensamientos iban hacia cierto chico de mirada dorada y de cabellos oscuros…
Levanto su vista y vio a su hermano mayor recargado en su auto, se pregunto que estaría haciendo allí…
- Hola Damián – saludo a su hermano con un beso en la mejilla
- Hola Tom ¿como te fue hoy? – le dijo con una hermosa sonrisa
- bien… - le dijo secamente, su hermano era mucho mas alto que el y era algo lógico teniendo en cuneta que Damián tenia ya 25 años, su cabello era rubio como los de él pero tenia los ojos grises… - ¿Qué haces acá?
- pues vengo a… - pero su palabras murieron al ver quien venia hacia él, le dirigió una encantadora sonrisa.
Tom se dio la vuelta para ver a quien sonreía su hermano y se quedo con la boca abierta, era Sam, aquel chico de cabello negro y mirada dorada, que le robaba el sueño, aquel que había roto todos sus esquemas…
Sam llevaba en sus manos unas carpetas que eran sus notas, no quería estar en el día de su licenciatura, el poema que había recitado en la mañana era su despedida…
- hola peque… - le dijo Damián encantado
- hola… - susurro algo sonrojado, ya que muchos de los estudiantes se habían detenido a ver lo que pasaba, después de todo no todos los días se podía apreciar a los dos hermanos Watson juntos un verdadera oportunidad.
- ¿estas listo? – le pregunto con ansiedad
- si… - le dijo con una sonrisa sin mirar en ningún momento a Tom
- entonces vamos – le dijo para luego atraerlo hacia el agarrándolo suavemente de la cintura, se inclino y le dio un apasionado beso…
Nadie quedo fuera del shock masivo que aquella imagen les produjo. Tom se mostraba completamente indiferente, pero por dentro era otra cosa, los celos eran incalculables. Todos vieron el odio reflejados en aquellos ojos azules y todos podrían haber jurado que era por que su hermano se estaba besando con otro hombre, pero la verdadera razón era completamente diferente…
Se separaron lentamente, Damián le sonrió con coquetería mientras que Sam sonrió pero con un claro sonrojo en el rostro.
Sam miro hacia “su chico” de ojos azules sin sentimientos algunos para luego dar media vuelta y meterse en el auto de Damián…
- bueno hermanito, nos vemos… - le dijo el de ojos grises alegremente, para luego abrazarlo, y le susurro en el oído – se perfectamente que tu eres quien hizo sufrir a MI Sam y si no fuera por que eres mi hermano te molería a golpes, ya perdiste tu oportunidad… - le dijo antes de separarse y sonreírle, para luego subirse a su auto y ponerlo en marcha rápidamente…
- te amo Sam… - le dijo Damián mirando fijamente al chico de ojos dorados
- yo… - dijo intranquilo
- se que aun no me amas, pero se que muy pronto lo aras – le dijo con una sonrisa seductora – nadie me puede resistir – le dijo en tono de broma
Sam le sonrió encantado – creo que tienes razón, gracias Damián
Ambos se perdieron en la mirada del otro, como queriendo fundirse en uno, pero la luz verde del semáforo no les siguió permitiendo aquella contemplación.
- Damián, no estas tan equivocado, los sentimientos que alguna vez llegamos a sentir por otros jamás se van, solo se transforman y los que en algún momento llegue a sentir por tu hermano aun están pero ya no con la misma intensidad, tu te has colado muy dentro de mi… - fijo su vista en el cielo haciendo aquella pregunta que siempre le dirigía al ser divino que allí habita – Dime… ¿amar es un pecado?
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Una mirada azul se perdía entre el cielo, en sus ojos se apreciaban un dolor oculto que nadie había podido llegara descubrir o es lo que el creía creer, de sus labios se formo una triste sonrisa…
- si… - susurro
Fin.-