Sonó el despertador, como cada mañana, retumbando cruelmente sin importarle el sueño que el chico aún pudiera tener; a modo de venganza él lo agarró y lo lanzó lo más lejos que pudo, al ver que este se negaba a dejar de atormentarle, no tuvo más remedio que salir de su cálida cama y cruzar la habitación hasta estar junto el despertador y apagarlo.
El sol entraba por la ventana, y bajo la luz matutina podía comprobarse su atractivo, su torso, ligeramente musculado y su piel pálida… su larga melena castaña, cualquier chica estaría encantada de estar con un chico como él, pero Pedro no mostraba interés por ninguna de las chicas de su alrededor muy a pesar de las féminas. A sus 18 años, había tenido novias, ya lo creo que había tenido novias, peo ninguna había conseguido cautivarle y enamorarlo.
Pedro se estiró y frotó sus ojos desperezándose, miró el reloj, aún era temprano, le daba tiempo de desayunar antes de ir al instituto; se vistió con una camiseta blanca sin mangas y unos tejanos rotos por las rodillas, se calzó sus bambas blancas y salió al comedor donde un rico desayuno le esperaba. Comió tranquilamente con su madre, hacía tiempo que su padre había muerto, pero habían aprendido a convivir los dos solos y eran felices.
Salió de su casa un poco más temprano de lo habitual, pero así podía caminar tranquilamente, cuando llegó al cruce dos calles más delante de la suya, tomó el camino de la derecha; antes de ir hacía el instituto siempre pasaba a buscar a Eric, su mejor amigo desde hacía dos años. Caminó una larga calle hasta llegar a la esquina donde siempre quedaba con él, se dio cuenta de que había salido demasiado temprano y que le iba a tocar esperar un poco a su amigo. Se sentó en el suelo apoyando la espalda en la pared, aún era temprano y no había apenas nadie pro la calle, así que se podía estar tranquilo.
No habían pasado apenas cinco minutos cuando escuchó unos pasos y enseguida supo que se trataba de él.
-Esta vez he sido el primero en llegar-. Pedro sonrió levemente a su amigo con su ya típica sonrisa picarona.
Su amigo vestía una camiseta negra de manga corta con el nombre de su grupo favorito impreso en el centro, bien grande, con unos tejanos cortados irregularmente un poco por encima de la rodilla, dejando relucir sus delgadas pero no escuálidas piernas. Su cabello era un poco más corto que el de Pedro, negro, pero lo llevaba escalado de forma que tuviera volumen por la coronilla, y un flequillo perfectamente recto cubría su frente.
-Pero no te acostumbres, siempre sueles llegar tarde-. En diferencia con su amigo, Eric era seco y no hablaba mucho, siempre parecía estar enfadado y no caía bien a mucha gente, aunque Pedro sabía que era buen chico, solo demasiado tímido, por eso eran grandes amigos.
Eric iba unos pasos más por delante que él, así que tuvo que correr un poco para alcanzarlo; no hablaron durante el camino a el instituto, no lo necesitaban, pasaban tanto tiempo juntos que con la mera compañía del otro tenían suficiente.
Caminaron unos quince minutos antes de estar frente a las puertas de su instituto, era un edificio bastante grande hecho de ladrillo, no muy alegre a la vista. Algunos chicos y chicas se pararon a saludar a Pedro, y este se paro alegremente a hablar con ellos, pero Eric no, él continuó andando sin mirar a su amigo que se había quedado más atrás, ya estaba acostumbrado a eso, cada día pasaba, y no era necesario que el se quedara, ya que esos chicos no tenían intención de hablar con él. Subió las escaleras tranquilamente y llegó a su clase, buscó su sitio habitual y se sentó sin hablar con nadie en la sala.
Al cabo de unos segundos entró Pedro y saludó a dos o tres chicos, después se sentó junto a Eric.
-Ei tio, ¿Tenías prisa por entrar en clase?
-No mucha, ¿Por qué?-. Eric no miró a Pedro a los ojos, seguía mirando hacia delante.
Pedro resopló y movió la cabeza de su amigo para obligar a mirarle.
-¿Entonces por qué no me has esperado?-. Clavó sus ojos marrones en los ojos verdes de Eric.
-Tú estabas hablando con ellos, paso de quedarme quieto a tu lado sin hacer nada como un perrito guardián.
-Sabes que es solo un segundo, me fastidia cuando haces esas cosas Eric.
Él solo le miró y apartó la vista, no pudo decir nada aunque hubiese querido, puesto que la profesora acababa de entrar en la clase e iba a comenzar la lección.
Pedro le dirigió una rápida mirada a Eric antes de abrir su libro.
Cuando sonó el timbre todo el mundo dejó de hacer lo que estaba haciendo en ese momento y recogió sus cosas a toda prisa para salir al recreo. Eric también guardó sus cosas, pero lo hizo tranquilamente mientas su amigo le esperaba en la puerta de la clase. Cuando salieron al pasillo Pedro comenzó a hablarle como siempre hacía, como si la discusión de hace unas horas nunca hubiera tenido lugar. Fuera, les esperaban tres amigos suyos, los habían conocido ese mismo año, al comenzar el curso, pero eran buenos compañeros, aparte de Pedro, Eric sólo hablaba con ellos.
Después las clases pasaron tranquilamente como siempre. Ambos amigos caminaban de regreso a casa.
-Eric, hoy es viernes, ¿Querrás salir un rato a tomar algo con unos amigos?
El chico guardó silencio. No le agradaba la idea de estar rodeado de gente idiota que hacía todo lo posible por caer bien a los demás, pero Pedro era su mejor amigo, y sabía que se sentía mal cuando no quería salir con él.
-… Está bien, pásame a buscar esta noche y vamos.
Su amigo sonrió complacido y dio unas palmadas en la espalda del otro.
-Este es mi amigo Eric de siempre.
Eran ya entrada a noche, la calle estaba solitaria y hacía un poco de viento, aunque no hacía frío. Un chico esperaba sentado en un banco, parecía espera a alguien. Fumaba un cigarrillo tranquilamente.
A lo los se comenzaron a escuchar unos pasos firmes pero lentos, el chico que estaba sentado se levantó y dio otra calada.
Pedro en cuanto vio a Eric le saludo.
-¿Otra vez fumando? Solo conseguirás morir joven.
-De algo tenemos que morir algún día.
Comenzaron a caminar hacia el bar al que solían ir a matar el tiempo, allí había mucha gente que conocían, compartían sus mismos gustos musicales y su gran amor por el metal.
-Me dijeron que iba a estar Julia-. Pedro asestó un codazo amistoso a su compañero.- ¿Qué te parece?
Eric miró a Pedro y tiró el cigarro para apagarlo.
-Me es completamente indiferente que esté o deje de estar
-Guau tío como las gastas, cómo sabes lo mucho que les gusta a las tías que pasen de ellas
Eric suspiró resignado, Julia era una chica de su grupo, bastante guapa y muy deseada entre los chicos, menos él. Le resultaba sumamente pesada, siempre le decía frases con doble sentido, miradas insinuantes, incluso había intentado acercamientos furtivos y proposiciones indecorosas con él, pero nada funcionaba; pero al parecer la chica nos e daba por vencida antes sus negaciones , cuanto más se negaba él, más insistía ella. Eso le hacía ganarse el odio de varios chicos que deseaban a Julia y lo veían a él como un estorbo, y entre las chicas, que lo tenían como un creído; pero sinceramente, a Eric todo eso le daba igual, solo le preocupaba pasar una velada tranquila y pasarlo bien junto con su amigo Pedro.
Cuando alzaron su vista vieron la entrada del modesto bar, saludaron al portero y entraron a aquél pequeño pero acogedor antro.
El lugar estaba un poco oscuro pero había suficiente luz para ver, había varias mesas de madera con sillas de metal negras. La música sonaba sin piedad alguna por los pobres oídos de los clientes; grupos como Pantera, Manowar y un larguísimo etcétera sonaban sin descanso.
Eric y Pedro entraron tranquilamente y fueron directos a sentarse a una mesa en la que ya había unas cuantas personas bebiendo, hablando, escuchando la música independientemente a lo que hicieran los demás… En cuanto los vieron acercarse todos les saludaron y les invitaron a sentarse con ellos.
-Cuanto tiempo sin verte Eric…-. Una chica se había sentado junto a él, y le dedicaba unas miradas de ningún modo inocentes; era Julia.
Era una chica de piel pálida y suave, con unos enormes ojos marrones que siempre llevaba muy pintados de negro, resaltándolos aún más, su larga cabellera negra rizada caía por su espalda, y parecía no tener fin; pero Eric la miró indiferente y la saludó con un gesto de cabeza.
-Esperaba un saludo más cálido después de una semana sin vernos, la chica le abrazó y el la ignoró, mirando hacia la mesa mientras encendía otro cigarro.
Algunos chicos observaban la escena con odio, pero no hacían nada por intervenir, sabían que ella se pondría furiosa.
Comenzaron a beber, hablando de todo y nada a la vez; Eric sin conseguir quitarse a la chica de encima, y Pedro riendo mientras hablaba con algunos compañeros de mesa.
Todo aquello le hartaba, tenía la sensación de ser innecesario allí, no le gustaba nada, lo estaba pasando mal, no quería que aquella chica le atosigara hasta la saciedad.
Unas cuantas chicas también se acercaron a Eric.
-Que lista eres Julia, te has ido a buscar uno muy guapo…
¿Qué esperabas? Ya sabes que tengo buen ojo para los hombres.
Las chicas rieron mientras él hacia todo lo posible para ignorarlas. Otra chica habló.
-Es muy guapo si.- dijo cogiéndole la barbilla para que levantara la vista.- pero cariño, si hablaras más caerías mejor y no parecerías tan deprimido siempre.
Las demás chicas rompieron a reír cruelmente.
Se levantó de la mesa sorprendiendo a los demás y salió a toda prisa de aquél bar.
-¡¿P-Pero qué le pasa a ese chico?!-. La chica sonó indignada.
-Eres idiota…-.Julia se levantó y se dispuso a ir en su busca, pero una manos e posó en su hombro.
-Iré yo.
-Pedro pero quizás así al fin consiga…-.Ante la amenazadora mirada del castaño agachó la cabeza y no dijo nada.
Pedro salió corriendo, no tardó en divisar la figura del otro a lo lejos, caminando deprisa, pero sin correr.
-¡EHHHHHH!
Eric volteó y al ver a su amigo salió corriendo en dirección opuesta.
-¡Eric! Maldita sea…
Pedro arrancó a correr lo más rápido que podía, aunque sabía de sobras que era más veloz que su amigo, no tardó mucho en alcanzarle.
-¡Para de una vez Eric!
Al ver la negativa del chico a detenerse, se arrojó sobre él, haciendo que los dos cayeran al suelo. Respiraban agitadamente por la carrera, y el moreno miraba con odio contenido a su amigo.
-¡Déjame en paz! ¡Vete de una vez! Todos te van a estar esperando pero a nadie la ve a importar que yo me vaya-.Sus ojos estaban acuosos, eran lágrimas de rabia.- A ti te da igual que yo no esté…. Solo… solo
-Deja de decir estupideces…- Pedro abrazó a Eric.-Eres mi mejor amigo, no lo dudes nunca por favor… porque me duele…
Estaban tirados en medio de la calle abrazados, pero parecía que a ninguno de los dos les importaba.
-Pedro yo… de verdad que no quería decir esas cosas… pero…
-¿Pero? Últimamente te he notado muy extraño, dime de una vez que es lo que pasa por esa cabeza.
Eric cerró los ojos y respiro profundamente mientras apretaba los puños; aquello que había guardado con tanto recelo durante tantos años… su mayor secreto, lo único que le aislaba de que no le hicieran daño, no sabía cómo decirlo, no sabía cómo expresarse, pero tenía que decírselo aquí y ahora, no habría más oportunidad para él.
-Pedro, yo… no sé desde cuando, ni cómo ocurrió, pero… estoy enamorado de ti.