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Raison d'Être por liuny

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Notas del capitulo:

Notas de la loca que escribe este fic: Vaya... jamás pensé que este fic iba a ser tan 'masivo', no que me esté quejando, pero, ya me da como que miedito subir (XD), mientras más gente lo lea más espectativas se crean y más probabilidad de catástrofe, también. Veo que he incursionado sin darme cuenta en un nuevo 'campo', tengo un montón de nuevos lectores que ¡jamás en mi vida! Bienvenida sean gente... y a los viejos, inclusive The Call of Angel y Lazos Oscuros van a ser terminados, todo a su tiempo y no, no voy a dejar de actualizar ¿Qué es el Amor? A decir verdad, viene una actualización dentro de nada, sino se me termina olvidando, jeje... xDDD.

En fin, ummm, no creo que pueda siempre complacer a todo el mundo, pero... cuando menos hay final feliz y cerrado en este fic. Todos los que leyeron Easy Going, que está pasando de manera parecida con la aceptación de este fic, sabrán a lo que me refieron, bueno, tenía siglos sin escribir una nota de autor de verdad, dirigiéndome a los lectores y agradeciéndole por sus comentarios. Ni tampoco disculpándome porque mi beta y yo parece que nos metimos en una máquina del tiempo y desaparecimos del universo de la otra... ._. creo que ni fics de Harry Potter ahora, lee, keh... divago...

Bueno, espero que les siga gustando este montón de chorradas (porque lo son, yo aún no le veo ni pies ni cabeza, perooooooo, si a ustedes les gusta... ¡yo sigo!) Nos vemos la próxima el miércoles, promesa de niña exploradora.

Atte. Liuny.

Capítulo II: El Boulevard de los Sueños.

Harry llegó a su habitación de esa noche en París. Era un lindo hotel, nada demasiado extravagante pero aún así destilaba lujo y comodidad. Estaba cansado, pero, había disfrutado totalmente el viaje del aeropuerto hasta el hotel, París era hermoso... ya tendría tiempo de recorrerlo, aunque, no quería quedarse mucho tiempo allí... pero, ya se vería...

3

El sonido de su celular, lo despertó asustado. Lo agarró con dificultades, resbalándosele varias veces y contestó.

— ¿Aló? —Preguntó con voz ronca. Carraspeó para arreglar el problema—. ¿Quién es? —Volvió a carraspear. ¿Quién era el jodido que lo levantaba a las ocho de la mañana habiéndose acostado a las tres de la mañana?

Potter. ¿Dónde te estás quedando? No me voy a poner a esperarte en algún lugar con tu cerebro seguro que no llegas.

— ¿Quien es? —No estaba seguro, pero, aquello parecía la voz de Malfoy.

No seas imbécil...

— Malfoy...

No... Mcgonagall... ¡Por supuesto que es Malfoy! ¿Dónde coño estás?

— ¿Por qué me levantas a las ocho de la mañana, hurón?

Ya te dije que no me iba a ir al Palais Garnier, contigo pareciendo un indigente.

— Nadie dijo que iba a ir, y mucho menos contigo —Le hizo saber en un suspiro.

Potter, no tengo todo el día... ¿dónde mierdas estás?

— En el hotel Berlioz...

¿Te estás quedando en ese cuchitril...? —Harry le trancó y se dispuso a dormir de nuevo.

Escuchó la puerta, lo que hizo que se despertara de nuevo. ¡Oh no! ¡La Orden había dado con él! Se arropó hasta la cabeza...

— ¡Potter! ¡Abre la maldita puerta! ¡Sé que estás allí! —Mierda, mierda, mierda, ¡Era Malfoy! Se levantó sin poder creérselo y abrió, aún desubicado. Un rubio aristocrático desenfocado le recibió. Se restregó los ojos, ¡¡¡MALFOY ESTABA VESTIDO COMO UN MUGGLE!!! ¡QUE PARARAN EL MUNDO ÉL QUERÍA BAJARSE! Corrió a buscar sus lentes y volvió a ver a Malfoy, en un escrutinio descarado y de mal gusto. ¡Mierda! Estaba vestido con unos sencillos pantalones a media pierna caquis con una camisa marrón y azul.

— ¿Estás...? ¿Estás vestido como muggle?

— ¡Ayer también estaba vestido como muggle, cegatón!

— ¿Malfoy?

— ¡Potter! Corre a vestirte, ¡volverte un ser humano me va a llevar tiempo! ¡Y no te vistas con esas carpas que dices son ropas! —El moreno no podía moverse. Ver allí, a Malfoy, en la puerta de su habitación de hotel. Vestido con esas ropas muggles, a las ocho de la mañana, obligándole a ir a una ópera... ¿Qué estaba pasando?— ¿Tengo que vestirte yo? ¡Corre! ¡Aller! Potter...

Temiendo por su integridad, Harry fue y se acicaló lo más rápido que pudo. Cuando salió del baño arreglado, se encontró a Malfoy sentado en la cama, haciendo zapping. ¡Él se iba a volver a dormir! ¡Eso ya era demasiado para su pobre corazón!

— ¿Ya estás listo? —El moreno simplemente asintió—. ¿Y qué estás esperando, Potter? ¡¿La puta foto?! ¿Y quién te dijo que esas ropas combinaban?

— Cállate Malfoy, estoy a punto de colapsar...

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— ¿A dónde vamos? —Preguntó curioso, cuando en rubio lo obligó a montarse en un taxi. Bueno, cuando menos eso le decía que no lo iba a llevar ante Voldemort. Pero, su pregunta no tuvo respuesta. Draco le dio unas especificaciones en francés al conductor y este arrancó.

Diez minutos después...

— ¿A dónde vamos, Malfoy?

Diez minutos más... sorprendentemente, Malfoy lo obligaba a bajarse del automóvil sin dejarle cancelar ni un centavo. El rubio se movía en su elemento, parecía que París eran sus calles y había estado allí toda su vida.

— ¿Dónde estamos, Malfoy?

— Tus preguntas están haciendo que me de dolor de cabeza, ¿Por qué no te callas y sonríes un rato? —Eso logró todo lo contrario... Harry se enfuruñó cruzándose de brazos.

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Parecía que Malfoy era inversamente proporcional a “Extravagancia” y “Exageración”. Ya sabía dónde estaba, parecía que era un Boulevard de la moda. Uno muggle, para más soponcio del pobre Harry que ya no creía poder más con todo aquello.

Habían entrado a una tienda, dónde, un par de medias, lo mínimo que te costaban eran cien dólares. Eso hizo que al Golden Boy le doliera el corazón. ¿Qué tenían esas medias? ¿Caminaban solas o algo así? Todos allí conocían a Malfoy y lo trataban con respeto e inclusive adoración.

Este es Harry Potter y viene conmigo —Presentó en Francés el rubio.

¡Encantado Señor Potter!

Igualmente —Respondió un poco atropellado en el idioma.

— ¿Hablas francés? —Preguntó atontado el rubio. Harry asintió incómodo. Esa había sido también una de las razones por las que había escogido Francia—. ¿De verdad?

— No soy un nativo, pero, puedo decir unas cuantas frases, ¿Y cuál es tú puta insistencia?

— Como sea... Vamos a ir al Palaise Garnier y necesitamos trajes... algo fresco pero elegante... —El tipo sólo asentía atento a cada palabra de Draco. Harry no captaba todo lo que decían, pero, entendía lo suficiente para saber a que atenerse.

¡Bguno! ¡Bguno! —En eso llegó un hombretón de dos metros, de color oscuro, perfectamente uniformado—. Señog Potteg, Él es Bguno y será quién lo asista... ¿Comprende?

— Más o menos... —Le respondió haciendo la mímica con las manos.

Bguño, El señor Potteg, es un amigo de los Malfoy, ya sabes...

Bonjour, Monseniur Potteg... —Harry sólo asintió.

Me llaman cuando lo tengan listo...

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A Harry se le olvidó quién era Malfoy, cuando entró por esa puerta, inmediatamente se escondió tras el rubio, azorado. ¡Bienvenidos a la dimensión desconocida! Draco, en shock, volteó a ver al moreno, quien jugaba alisando su camisa, sin arrugas, él era un Malfoy, los Malfoy no tenían arrugas en la ropa y estaba a medio vestir. Tenía las mejillas con un profundo sonrojo y las gafas mal colocadas.

¡Oh señor Malfoy! —Le dijo Bruño—. Maravilloso ¡Maravilloso! Tres jolie! ¡Tiene usted un amigo perfecto! ¿Cree que está interesado en ser modelo? —Draco parpadeó y alzó una ceja y volvió a Potter.

— ¿Potter?

— ¡Me has dejado aquí solo rodeado de acosadores! —Le chilló, escudándose más en él, al ver que Bruno se acercaba más y más Malfoy miró hacia el techo. A ver... ¿Potter esta preocupado porque lo había dejado solo y tenía miedo de ¿acosadores? ¿En qué dimensión desconocida había entrado...?—. ¡No Malfoy! ¡Me quiere seguir torturando!

Había sido peor el remedio que la enfermedad. Malfoy se había convertido en el líder de los acosadores... Miró al suelo, estando seguro que ya no habría un tono más fuerte de magenta que coloreara sus orejas, sentía la cara arder, estaba seguro que un termómetro llegaría con facilidad a los cuarenta.

Draco miró la obra maestra que habían creado. Potter estaba, presentable, cosa que jamás creyó posible. Inclusive admitía que Potter tenía, un-no-sé-que... que lo hacía tierno... Bruno era uno de los mejores modistas que conocía, pero, desgraciadamente, había estado tratando de vestir completamente formal a Potter. Viendo que no funcionaba, se había decantado por elegirle al cara-rajada, algo más moderno. Tenía una camisa manga larga blanca, vaporosa, el calor veraniego de París era insoportable. También, le había colocado un pantalón de corte recto en un color ligeramente grisáceo, y terminando el conjunto, una corbata plateada en el que el nudo le llegaba a la mitad de los pectorales dándole ese aspecto un tanto informal que buscaba.

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¡Malfoy no le había dejado pagar por el traje! (¡!) ¡El mundo se caía en pedazos! Ni siquiera le dejó discutir simplemente lo había jalado para seguir el trajín del día. Al rubio definitivamente le gustaba aquello... no se quejó, simplemente se dejó hacer, a pesar de todo se lo estaba pasando bien, la última vez que había ido a comprar ropa (lo habían invitado las gemelas Patil y Hermione) había pensado ir a adelantar su encuentro con Voldemort si aquello no terminaba pronto, pero, Draco, como hombre que era, iba directo al asunto y no se detenía en cada vitrina.

La única vez que tuvo iniciativa propia en ese extraño día, fue cuando habían entrado a una barbería, todo elegante y condenadamente Malfoy, en el que el Slytherin lo había sentado en la hilera de espera, mientras se cortaba el cabello. Él había decidido, también hacerlo. Le dijo al hombre que le había tocado atenderlo que le dejara flequillo, esa era la única condición del resto podía hacer lo que mejor le pareciera, siempre y cuando tuviera cabello que cubriese su frente.

No pudo evitar reírse con ganas cuando le sonaron la bolsa por detrás, ese chiqui, chiqui, chiqui, molesto y luego, mientras le lavaban el cabello a consciencia y con millones de sustancias que no necesitaba, le habían colocado una toalla ligeramente caliente en la cara con un olor extraño. No era empalagoso pero sí algo dulce y también picante... parecía una mezcla de varios aromas que no logró identificar. Lo trataron de afeitar, aunque; fue en vano, barbilampiño como era...

Miró a su acompañante cinco sillas más allá, hablando se podría decir inclusive animadamente con su barbero, no sabían exactamente que discutían pero, parecían estar disfrutando enteramente. Se sintió extraño, Malfoy parecía humano... eso, jamás se lo había esperado, para él, el joven de ojos grises siempre había sido como un pequeño monstruo, prospecto a mortífago, sin alma ni sentimientos, pero, parecía que se había equivocado...

Harry no tenía ni idea de todo lo que iba a descubrir esa noche ni de lo equivocado que había estado en su vida con respecto a muchas cosas, especialmente del rubio.

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Draco era un poco maniático con la hora... había estado estresándolo desde que llegaron a la habitación desde que habían llegado a la habitación del moreno. El rubio le había quitado el baño, alegando que ya era tarde y no podía ir a su hotel, porque no llegarían (la puta ópera era a las ocho ¡Eran las seis de la tarde! ¿Qué le pasaba?). Cuando salió, lo obligó, tan mandón como sólo él; a bañarse ¡y que se apurara! Luego de aquello le había sentado en la silla y había empezado a peinar el cabello...

Jamás había estado tan frustrado... ese cabello de Potter... gruñó... no había forma ni manera de darle algún estilo ¡ESE ESTÚPIDO Y RIDÍCULO FLEQUILLO! ¿Quién usaba flequillo en estos putos años? A punto de ponerse a desaparecer el cabello del ojiverde y dejarle calvo, le hamaqueó el cabello con fuerza desordenándoselo aún más.

Ummm... interesante... ¡estaba perfecto! El montón de gel fijador que había aplicado anteriormente entre tanto intento, había hecho que las hebras de cabello se unieran uniformemente y ahora era un cabello súper caótico, con estilo. Por supuesto, sólo un Malfoy había podido lograr semejante menester.

— ¡Obsérvate y deleita tus ojos, Potter! ¡Eres humano por primera vez! —Harry iba a replicarle, cuando se vio en el espejo... tenía que admitirlo, Malfoy había hecho un genial trabajo, aunque, primero se dejaba caer en un nido de escorbutos antes que admitirlo frente al presumido Slytherin—. Okey, demasiado, vámonos —Otra vez, cayendo en dimensión desconocida. Malfoy lo jaló del brazo ¡Las entradas! Sin embargo, el rubio lo único que hizo fue agarrar el bolso del moreno, echárselo al hombro y seguirle jalando.

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Draco había detenido un taxi al poco tiempo, subieron, como si fuese un anfitrión le dijo una dirección al conductor, de nuevo, y luego se mulló en el estropeado asiento, mirando por la ventana. El trayecto fue en completo silencio, después de todo, no tenían nada de que hablar, además de Voldemort y los mortífagos.

Al llegar, de nuevo, le habían vedado el derecho a pagar su parte de la cuenta, un poco harto le había peleado por primera vez al rubio, éste le había dicho que él le había invitado y que ya dejara de ser tan ladilla... ¡Que chapado a la antigua era el rubio! ¡Ni que fuese una mujer!

Fue impresionante. Todo el teatro era impresionante, no había otra palabra para describirle. Harry había sacado su cámara fotográfica (Sirius al saber que Harry quería viajar, le había regalado la cámara y el pasaje de avión, como regalo de cumpleaños). Draco se había encargado de todo, como siempre, él simplemente se había molestado en deleitarse con todo aquella belleza que se le presentaba.

Se sentaron en sus respectivos puestos, luego de que el rubio decidiera darle un tour por las partes más interesantes del teatro y el moreno hubiese tomado un montón de fotos en los que los incluía a ellos a veces...

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— ¡Wooo! ¡Sirius tenía razón! ¡Es genial! —Exclamó excitado Harry, luego de terminar la obra.

— Ciertamente, muy bien lograda. Tenía un reparto exquisito.

— Me encantó la parte de ¿Cómo se llamaba? —Miró el programa—. ¡La noche en la montaña desolada! Genial la interpretación.

— Es una de las mejores piezas que ha compuesto, Mussorgsky para el mundo muggle. ¿Es mago, sabes? —Le explicó con ese aire de superioridad

— ¡¿De verdad?! ¡Genial! ¡Malfoy! Eres como un pozo de conocimientos sin fondo —Le aduló asombrado. Cualquier mínima y ridícula duda que había tenido, el príncipe Slytherin se las había respondido, claro, no se quitaba aquel tono petulante y altivo, pero, a fin de cuentas, esa era su manera de hablar. El de ojos grises, simplemente asintió, no estaba acostumbrado a aquello. Para su padre jamás había un logro lo suficientemente bueno y siempre había que ser mejor y esforzarse cada día más y más, no había momento de descanso para tomar aire... nadie jamás se había detenido a decirle tal cosa. Cuando Harry se volteó para salir disponerse a salir del teatro ya que todos los apurados turistas habían abandonado en su mayoría la sala, dejó florecer una sonrisa en sus labios mirando la espalda de su acompañante. Potter era una especie única...

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En poco tiempo estuvieron de nuevo en un taxi, sumidos en el silencio. Harry quería seguir hablando pero, había agotado sus temas a conversar con el rubio... en ese momento, un gracioso sonido los sacó de sus ensoñación. Era el celular de Harry y por aquel sonido, era Sirius...

— ¡Hola Pad! ¿Qué hay? —Le preguntó a su padrino al contestar. Miró a Malfoy por unos segundos y le sonrió sin razón alguna—. Sí, estoy bien... yep... ¡Fue genial! Sí ¡No importa Sirius! Sé que estás ocupado, yo estoy bien aquí... gracias por la entrada. No Sirius, no dejes de trabajar por mí, sabes que no es necesario ¡Ya estuviste conmigo! ¡Eso es suficiente! ¡Buenas noches! Lindos Sueños tu también, Pad. Sí, adiós... —Colgó—. Oye, Malfoy ¿A dónde vamos? Por aquí no es ni remotamente a mi hotel.

— Yo voy al Boulevard de los sueños... si quieres venir, estás invitado, sino, cuando me dejen, dejaré la dirección para que te lleven al hotel...

— ¿Boulevard de los sueños? ¿Qué es eso?

— ¿Qué? ¿Jamás has ido?

— ¿Tendría qué...? —El rubio simplemente reviró los ojos sin créeselo. ¿en dónde había pasado su vida el moreno?

¿Cuánto es? —Preguntó en francés.

— ¡Déjame ayudarte a pagar!

— Ni hablar Potter... Y no insistas... sólo bájate...

Ni modo..., simplemente lo había tirado fuera del carro, tan delicado como siempre... le gruñó unos cuantos improperios. Miró a donde habían llegado... ¿Qué era aquello? Un escalofrío le recorrió el espinazo. Era una calle estrecha entre dos edificios en ruinas. Todo estaba desolado y bastante destruido. Cuando le agarraron el hombro, se sobresaltó.

— ¿Qué es esto, Malfoy?

— El Boulevard de los Sueños, Potter.

— A mí me parece más de las pesadillas...

— ¿Qué cosas dices? —Contestó negando con la cabeza divertido. Vio al ojigris sacar su varita y hacer un movimiento en vertical como si estuviese trazando una línea con un lápiz—. Vamos...

Desconfiado y preparándose para cualquier ataque, Harry sintió que pasaban a través de una tela de plástico. Lo que vio al pasar lo dejó sin aliento... ¡Era una feria! ¿Una feria mágica? ¡Jamás se había imaginado algo así!

Draco no supo porque pero, el ver a Potter como un niño, emocionado por todo aquello lo hizo sentirse bien... lleno. Y a su cabeza llegó el extraño pensamiento de que no había encontrado hasta ahora, mejor acompañante que aquel joven moreno de ojos verdes... Harry preguntaba hasta el cansancio, pero sabía cuando callar (la mayoría de las veces). A Draco le gustaba compartir lo que sabía con quién quisiera escuchar. Siempre le había gustado ser el centro de atención que lo adoraran y lo elogiaran constantemente. Sin darse cuenta, Potter lo había hecho a lo largo de la noche. Era el centro de atención de Potter y le encantaba... era diferente. Estaba acostumbrado a que el mundo gravitara con él, pero, usualmente lo que recibía era una atención viciada y agobiante. Todos se desvivían por desvanecerse en favores sólo por quién era...

Hasta ahora, nadie se había quejado por su tradición Malfoy de pagar al ser el anfitrión, inclusive abusaban de eso. Potter estaba a punto de pegarle si seguía... sinceramente, algo estaba mal con el Golden Boy.

— ¿A dónde quieres ir, primero? —Preguntó caballeroso el rubio, como mandaban las tradiciones y los buenos modales. Además, él ya había estado allí un montón de veces

— No lo sé..., es la primera vez que vengo a algo así... ¿Hay algo para tomar? ¡Me muero de la sed!

— Vayamos a aquel puesto de bebidas entonces.

Frunció el ceño... ¿Qué era todo aquello? ¿Corazones verdes? ¿Burbujas? ¿Bloody Gel? ¿Beso de Luna? ¿Que coño pasaba con los nombres de aquellas bebidas.

— Malfoy —Gruñó en voz medio baja—. ¿Qué coño...?

— Abajo están los ingredientes —Le explicó volviendo a reírse del moreno, quién simplemente volvió a gruñir.

Bueno... umm, quiero un... ¿Viento Alegre? —Ordenó en su francés machucado, no muy seguro.

¡Por supuesto! Inmediato señor... ¿Y usted joven?

Un Bloody Gel, por favor.

Disculpe... —Le interrumpió Harry. El dependiente le volteó a mirar—. ¿Qué es eso de Algodón de colores?

— Potter, si lo vas a comprar no vayas a comer demasiado.

Es un Algodón de azúcar...

— Ah...

— Sí, libera endorfinas y te hace sentir una felicidad extrema, aunque, mucho depende del color. Hay uno que es de arco iris, pero, tiene unos efectos rarísimos... —Le explicó solícito.

Deme uno... —El dependiente asintió y le se puso a ellos—. Te pegaré sino me dejas pagar... —Masculló de mala gana Harry. Esa frase había hecho sonreír al rubio—. Hablo en serio.

— Eres de lo peor, Potter.

— ¿Nos lo comemos entre los dos? Es... algo grande, tampoco quiero terminar con una sobredosis de felicidad...

— Claro... —Pagaron mitad y mitad y siguieron su camino, hacia el Boulevard. Harry agarró con el brazo y el pecho la bebida y arrancó un pedazo del Algodón de siete colores. Fue... súper... estupendo, genial, ¡extraordinario! No parecía azúcar normal. Le hizo agua la boca... era suave y se deshacía con facilidad, en vez de tener esa textura algo rasposa del algodón muggle parecía como si se hubiese metido a la boca un pedazo de la más fina seda. Poseía un nivel perfecto de endulce, y tenía un montón de sabores que no podía ni siquiera describir, toda aquella explosión gustativa, terminó con un suspiro y sus mejillas sonrosadas.

— Potter, de verdad que no aguantas nada, ¿Ya andas alebrestado por un sólo pedacito? —Le molestó, introduciéndose él un poco de algodón también.

— ¡Esto es súper! ¡No puedo ni siquiera describirlo! ¡Es... es lo máximo! —Draco se carcajeó de nuevo con la hiperactividad del otro.

— ¡Potter! ¡Me haces acordar de mi prima Sofia! ¡Ella también se puso como loca cuando probó ésto!

— ¡Olvídame Malfoy! —Le soltó también riendo—. ¿Y qué tiene de malo?

— Ella tiene siete años.

— ¡Oh rayos! —Imprecó para luego reírse como si tuviera de nuevo sólo dos años—. ¿A dónde vamos?

— ¿Qué te parece si nos montamos en aquel? Es una de mis atracciones favoritas... —Le hizo saber, señalándole una cabina que baja y subía a una velocidad de vértigo sin ningún paral que lo sostuviera...

— No lo sé... —Contestó no muy seguro, aquello no le parecía demasiado cuerdo.

— ¿Tienes miedo, Potty?

— ¡¿Miedo, yo?! ¡Muerde el polvo, hurón! —Lo jaló como el rubio había hecho a lo largo del día y subieron a la atracción, luego de hacer un poco de cola.

— Deja el refresco y el bolso allí —Le señaló, mostrándole donde estaban flotando otro centenar de cosas—. No te preocupes, sólo tú los podrás tocar para retirarlos. —El moreno observó que había carteras, prendas, abrigos y otras cosas que no se podían llevar en la atracción.

La primera subida, fue lenta, era como si te estuvieran diciendo que hasta allí llegarías. Harry se mareó al ver hacia abajo... ¡Ay buen Merlín! Eso no se veía nada bien. La cabina se detuvo a unos doscientos o más metros de alturas y el corazón del niño-que-vivió comenzó a palpitar con fuerza. En un momento indeterminado, el rubio lo vio con maldad. Chilló, agarrándose a lo primero que consiguió: Draco. El puesto de al lado estaba vacío y el siguiente estaba lejos de su alcance. Vio a otra pareja agarrarse y gritar divertidos, otro señor, también estaba allí, en éxtasis...

Era como una cabina de teleférico en el cual no había ningún agarre y constaba de ocho puestos enfrentados entre sí. Estaban adheridos a la silla con un hechizo, por lo tanto no había amarres que te hicieran sentir seguro. Escuchó a rubio reír, con ganas y libre, mientras que él simplemente se aferraba al brazo de su acompañante, cerrando fuertemente los ojos ¡Se quería bajar de allí! ¡Ahora! No vio que la estúpida de su cámara había llegado hasta su amo para tomarle fotos. De aquellas fotos infraganti se reirían hasta el final de sus días.

12

— Jamás pensé que fueras de esos, Potter —Se burló el rubio al ver que Harry seguía temblando—. Toma un poco —Le indicó extrañamente solícito, luego de recoger lo que quedaba de algodón, lo dos vasos de refresco, que eran como una especie de cepillados con aquellos sabores extraños que se habían nombrado con anterioridad y el bolso de Potter.

— Déjame en paz, serpiente.

— Oh vamos, no seas susceptible. ¿Vamos allá? —Se temió lo peor al levantar la vista.

— Es lo máximo en verano.

— ¿Por qué? —Preguntó al ver que era una especie de montaña rusa de agua.

— Por que te mojas. ¡Vamos!

13

Se montaron en la atracción y Harry miró a Draco sin confiar demasiado...

— Oh por Merlín, Potter... sé un hombre...

— Ya soy un hombre... ni siquiera tengo de dónde agarrarme...

— ¡Allá van! —Gritó con ganas la persona que manejaba la atracción. Harry sintió un vaho en el estómago, al sentir que bajaban rápidamente. Sin embargo... abrió los ojos ¡Esa sí que la estaba disfrutando, inclusive dejó de estar tieso para moverse con la atracción.

— ¡Wohooo! ¡Es casi como volar en una escoba!

— ¡Es mil veces mejor! —Le secundó el rubio—. ¡Sonríe Potter!

— ¿Por qué?

— ¡La foto!

14

— Vaya... —Dijo mirando la fotografía en color y movimiento. Harry se escudaba con una gran sonrisa en el rostro del splash de agua que se les venía encima. El rubio simplemente había dejado que el agua le pegara en el cuerpo igual de divertido que todos los que salían en la foto—. Que foto tan genial...

— Bastante buena, para ser así de improvisada.

Siguieron caminando, y se encontraron en su camino con unos mimos, el Golden Boy jugó un rato con ellos, como siempre con aquella curiosidad ingenua e infantil que lo había acompañado desde que entraron en la feria. Draco simplemente lo dejaba ser, se notaba que estaba disfrutando a la grande y luego de haberse comido prácticamente el sólo todo el algodón, aunque estuviera en un funeral, lo disfrutaría. El rubio descubrió que Harry no le tenía demasiado aprecio a los payasos... que su mineral favorito era la esmeralda al igual que su color era el verde y el plateado. Gustos curiosos... y completamente Slytherin...

— ¿Y tú que tienes pensado estudiar? —Preguntó ya sin decoro...

— Me encanta la economía y la política.

— Cliché...

— No, de verdad, amo el campo... me atrae como la miel a las abejas. No sé, el ambiente es perfecto.

— Claro, no poder confiar en nadie, la cizaña, la zozobra, la manipulación... —Ironizó el moreno, revirando los ojos, mientras veía a las hadas danzar en un pequeño escenario.

— ¡Exactamente! ¡Eso último es lo que más me agrada!

— ¿Por qué me dices que yo soy extraño? ¡Eres dos mil veces más extraño que yo!

— También me agradan las pociones, pero, Padrino me dijo que él me ayudaba a convencer a padre en todo caso de que no le pareciera... pero, creo que quiero más la política. Después de todo, tengo el mejor maestro en pociones de todo el mundo —Harry terció una mueca.

— ¡Pociones! ¡Iuck! ¡Nada mejor que un buen encantamiento!

— Eso es porque no sabes disfrutar el arte intrínseco de los pociones, Potter...

— ¿Arte? ¿Con Snape dando clases? —Escalofríos...

— ¡Gryffindor!

— ¡A mucha honra! ¿Quién quiere ser una condenada serpiente?

— ¡Ja! Es mucho mejor que un sucio León...

— ¡Vengan! ¡Vengan! ¡Premios geniales! ¡Vengan! ¡Prueben su puntería! —Anunciaba un hombre a viva voz. Harry y Draco, dejaron de pelear, para mirar.

— ¿Quieres?

— ¿Por qué no? ¡Nunca está demás practicar la puntería de uno! —Bromeó, yéndose al puesto.

— Eso, nadie te lo niega.

— ¡Buenas! ¡Buenas! ¿Participan?

— ¿Cómo es?

— ¡Por un sickle tienes que tirar cuantas dianas puedas con tu varita! —Harry pagó el precio y preguntó:

— ¿Puedo hacerlo sin la varita?

— ¡Si crees que puedes hacer semejante milagro, adelante! —Draco observó como el moreno comenzaba a concentrarse. ¿Magia sin varita? Eso sí que lo agarraba por sorpresa... Sus ojos verdes se habían rasgados y una mirada llena de determinación tomó presa del moreno, era como si de súbito, fuera otra persona... estaba listo para matar y acabar con quien se atravesara en su camino. Estaba por decirle a Potter que se calmara que sólo era un juego...

En tiempo record, Potter había tirado todas las dianas, para la sorpresa del dependiente. A él le sorprendió fue como el moreno, dejó aquella pose desafiante y de ofensiva y parecía que de un peligroso tigre, volvía a ser un gatito, amable y sonriente..

— Nada mal, Potter...

— ¿Crees que puedes batirme, Malfoy?

— No lo creo, Potter, lo sé...

— Adelante, Malfoy, eso lo quiero ver —Le retó, dejándole el espacio con una reverencia irónica...

— Prepárate para perder, Potter —Se miraron con una sonrisa desafiante, pero, aquello era el área del rubio... la rapidez y eficacia ante todo...

15

— Creo que es un empate... —Concedió Harry, sorprendido en medio de la calle, con un peluche en los brazos... se habían puesto a pelear y el dependiente les había dado un peluche a cada uno, pateándoles lejos de allí. Miró su premio... era un hermoso dragón blanco y tenía el tamaño de su pecho. Era todo redondito y cuchi... y... tenía unos condenados ojos grises que conocía de otro lado. Se restregó el peluche en la cara. ¡Era tan suavecito y apapachable!

— ¿Qué haces, Potter? ¡Me perturbas! —El ojiverde sonrió taimado y le restregó el peluche a Malfoy en la cara. Antes de que pudiera saltar y comenzar a blasfemar...

— Es... condenadamente suave... —Draco vio el suyo. Era un Dandelay... ¡vaya! Uno de sus animales místicos favoritos. ¡El tigre negro alado! Aquella bestia espléndida y traicionera... en su versión más compacta y adorable... y... de ojos... ¡dos puntos verdes! Miró a Potter (…)

— Este bien podrías ser tú... —Anunció Harry, contrariado mirando el Dragón alzado por encima de su cabeza—. Tu forma animaga digo...

— ¿Cómo sabes cuál es mi forma animaga? —Saltó a la defensiva.

— ¡No lo sé! Sólo digo que se parece...

— Por aquí lo mismo —Habló irónico, mostrándoselo. Harry abrió los ojos ¡Era igual a su forma animaga!

— ¿Crees que deberíamos cambiarlos?

— No... no necesito otro dragón...

Yo tampoco necesito otro coso de esos... —Los dos casi no se mueren del susto cuando los peluches se movieron a voluntad. El Dandelay se fue a la cabeza de Draco, el Dragón albino a los hombros del moreno. Se miraron y luego por la estúpido de la situación se echaron a reír.

Siguieron caminando un rato más, hasta que a Harry le llamó la atención una tarima desolada y un mueble roído por el tiempo... era la única parte que estaba sin luz y hasta daba una impresión tétrica en comparación al estallido de colores que existía en todo el lugar.

— ¿Qué es eso? —El rubio miró hacia donde Harry señalaba.

— Es el puesto de los recuerdos...

— ¿Eh?

— Eliges un atuendo y te tomas una foto...

— ¡Oh! ¿Podemos ir?

— Podemos ir, pero, no tengo ni la menor idea si te podrás tomar la foto...

— ¿Y por qué no? ¡Sólo hay que pagar no?

— Son gratis, Potter.

— ¿Qué? —Eso sí que lo había tomado por sorpresa.

— El dueño del lugar es un fantasma que aparece siempre que quiere. Dicen que cualquiera que logre tomar una foto con él, tendrá buena suerte, es un presagio de bienaventuranza... todos lo intentan... más de una vez.

— ¿Te has tomado una foto con él? —Su respuesta fue negativa.

Llegaron al sitio desolado. Se sentía ajeno... nunca había sentido tal cosa, era como si la magia corriera por aquel sitio. Tocó el mueble era muy antiguo y el rojo, estaba decolorado, tenía un patrón de flores en dorado que también comenzaba a perderse... aquella cosa también emanaba sensaciones muy fuertes. Parecía que el sillón llevaba allí desde que el mundo era mundo...

— ¿Cuántos años crees que tenga este mueble? —Cuestionó, y como siempre, el rubio no le había decepcionado. ¿Qué no había nada que no supiera? ¡Parecía a Hermione!

— Tal vez un siglo o más... parece provenir de algún castillo inglés... estos estampados eran muy comunes en el siglo XV...

— Ah...

— ¿Quisiera una foto? —Draco y Harry botaron asustados hasta la madre, alejándose de allí y sacando sus varitas—. Oh... no hacen falta, las varitas, caballeros... vamos joven ojiverde. Toma asiento, vamos, vamos... —Le insistió llamándole, inclusive con los gestos de las manos. Harry jamás había visto un fantasma tan apacible. Porque aquello, era, sin duda, un fantasma. Seguramente el fantasma que le había comentado Malfoy. Harry se sentó un poco descolocado, la cara de paz del muerto era... increíble...

Aquel fantasma de los recuerdos se alejó y comenzó a enmarcar con las manos. Draco bufó, por supuesto, debió habérselo imaginado... San Potter... suspiró, bah, como fuera... era simplemente una estúpida foto...

— Algo falta... —Murmuró el fantasma, ensimismado—. Algo falta... esta será una gran foto... sí, una foto para la posteridad... sí, sí... ¿Qué será? —Miró al rubio—. ¡Rubio! Vamos... siéntate en el reposa brazos. ¡Rápido, hijo! ¡Rápido! ¡El tiempo apremia y la luz es perfecta!

Harry miró a Draco con los ojos muy abiertos, el rubio simplemente se sentó donde le decían.

— Sí, sí, perfecto —La emoción embargaba su tono—. Ahora, colócale la mano en el hombro, no... esa no... así... —Se acercó y le retiró los lente a Harry —¡Había tocado los lentes! ¿¡Qué era aquel fantasma?!—. No los necesitas para la foto. Oh... es perfecto... simplemente, perfecto...

— ¿Tenemos que sonreír? —Preguntó Harry incómodo.

— Oh no, sólo quédense lo más neutros posible, la cámara hará la magia...

Los ojos verdes del moreno, miraron la foto... no había otra palabra más para describir aquello, que... sorprendente. El mueble se había reparado y vuelto de un color muy oscuro, a pesar de que la foto era en blanco y negro con unos toques sepias que le daban un aspecto amarillento... como de añejo, fantástico. El cabello de Draco estaba recogido en una cola que caía en su hombro derecho y la longitud del mismo caía en sus piernas cruzadas con gracia y orden. Los dos estaban vestidos con unas túnicas extrañas, él estaba vestido de negro y su acompañante de negro... exactamente de los colores que vestían en la realidad. Parecían dos príncipes eternos y poderosos. La mirada de Draco era penetrante y no sonreía, sin embargo no se evidenciaba ningún sentimiento dañino en ellos.

Harry estaba sentado de lleno en el mueble. Tenía una pierna cruzada y los brazos reposaban con tranquilidad en sus piernas. Miraba a la cámara y sonreía con aquella candidez propia en él. Se veía hermoso, todo honor y toda gloria...

— Es una foto magnífica... ha hecho un gran trabajo umm... señor... —Le alabó Harry, mirándole a los ojos.

— ¿Yo? ¡Me das demasiado mérito! ¡Yo sólo disparé la cámara, joven! ¡Ustedes son unos modelos magníficos!

— ¿Cómo te puedo llamar?

— ¡Oh, joven! ¡Hace siglos que nadie pregunta mi nombre y desgraciadamente lo olvidé!

— ¡Eso es terrible! —Exclamó el moreno aterrado.

— Estoy muerto, pequeño. Ya nada es terrible, pero, se me conoce por el mar de los recuerdos...

— Si... si no es mucha molestia ¿Tiene otras fotos que pueda ver? —Draco reviró los ojos, yéndose a sentar en el mueble, con una divertida resignación. Estaba seguro que Potter no se iba a ir de allí hasta que viera todo el álbum...

— ¡Oh! —Exclamó el fantasma con sorpresa mal contenida—. ¡Nadie se había preocupado por nadie más, en todos los siglos que tengo aquí!

— ¡Lo siento! ¡No fue mi intención!

— ¡No te disculpes! ¡Eso es grato! ¡Estupendo! Sígueme, sígueme...

El fantasma apareció un mural, millones de fotos estaban allí, llena de caras desconocidas. El mar de los recuerdos, observó la foto que había tomado... esos dos niños estaban destinados a grandes cosas...

— ¿Sucede algo?

— Esta es sin duda una de las mejores fotos que he tomado en mucho tiempo...

— ¡Mentira! —Le dijo divertido.

— Yo nunca miento, joven de ojos verdes... no lo abandones cuando llegue el momento. Ah... —Auguró, aspirando por si quisiera llenar sus pulmones con todo aquello—. Merecen toda la felicidad que el mundo puede abrazar en su manto... —El niño-que-vivió se removió incómodo... eso sonaba a profecía... y no le gustaba demasiado. No era como Trewlaney... no... aquello era todo diferente, fuera de mundo—. Él puede ayudarte tanto... no lo dejes ojos verdes... Tú crees que no necesitas de nadie... él no es diferente de ti...

Trató de distraerse de aquella conversación, hasta que una foto de cuatro personas le llamó la atención... en realidad, eran cinco... al parecer.

— Oh... pobres... ¡Ellos estaban destinados! ¡Tanta felicidad! ¡Tanta luz! Yo les pedí para tomarles una foto. Aquella pelirroja era hermosa... y su esposo, estaban rebosantes de alegría. Aunque, quién parecía más felices por ellos, era aquel ojigris... era hermoso, una de las personas más perfectas y galantes que he tenido la oportunidad de conocer además del rubio que está sentado pensativo en aquel mueble... y ese castaño... tenía un cabello de admirar y unos ojos dorados, tristes, pero sosegados... y esa sonrisa... estaba seguro de que podría derretir el hielo... eran cinco... yo les dije que la foto era para cuatro... ellos insistieron e insistieron que querían estar los cinco, uno de ellos podía estar parado... allí lo supe...

Tomé la foto... aquel joven de ojos grises confiaba demasiado y era capaz de morir y dar lar la vida por los otros... por suerte su estrella brilla con fuerza y deslumbre... lástima que no me escucharon y tomaron la foto... tan defraudado como me sentía, les pedí que se quedaran un momento más así y que me dejaran la foto de sólo ellos cuatro. Accedieron, si murieron, estoy seguro que no sufrieron demasiado y que actualmente están en un lugar que es toda luz y todo sosiego... ¿Los conoces? —Se sorprendió al ver que el moreno estaba llorando...

— Eran mis padres —Gimió con los dientes...

— Oh sí... tus ojos eran igual de radiantes y determinados que aquella pelirroja, entonces en esos momentos estaba embarazada de ti... supongo que el quinto los asesinó... ya ni siquiera lo recuerdo. En la foto no es más que un borrón... pobres personas... tan devotas... la extrema confianza no es buena, eso es algo que todos aprendemos tarde. Tómala... llévate sólo la que tiene a tus cuatro familiares, el traidor no me rece que lo recuerdes con alegría, pero, tampoco te ensañes contra él. Ya lo han hecho pagar... y aún le falta por sufrir en vida un calvario... no quieras convertirte en juez, esa muerte puede pesarte hasta hacerla insoportable —Jamás lo había pensado así, pero... aquel ser tenía razón... él no podía convertirse en juez... inhaló tratando de calmarse y otra foto le llamó la atención.

— ¡Dumbledore!

— ¡Oh! ¿También lo conoces? ¡Vaya gente con la que te relacionas! Seguro que para todos has sido como una ola de calma y tranquilidad... Otra persona más, destrozada por la traiciones y las desventuras. Cuando vino aquí, su rostro irradiaba felicidad, ternura y candidez... lástima que todo eso lo haya perdido...

— ¿Quién es la otra persona?

— Gellert Grindewall —El ojiverde jadeó, sin podérselo creer y sin poder dejar de ver la foto con las manos en la boca—. Estaban tan enamorados... yo les pedí una foto... y le avisé a esa pobre y atormentada alma que no se entregara tan a fondo... especialmente que no se cegara... pobre alma... por el descuido le acarreó la muerte de sus hermanos y su familia... para luego, en una cruel vuelta del destino... tuvo que asesinar al dueño de sus sueños y su futuro... —Harry trató de buscar a Tom Riddle en algún lugar, frenéticamente.

— ¿Qué buscas? —En cambio una mujer le llamó la atención. Estaba embarazada y se acariciaba el estómago con una mirada de adoración.

— Tienes una facilidad para encontrar las fotos más controversiales que he tomado... A esa mujer, de la cual nunca supe su nombre o de donde venía. Le advertí que se alejara de aquel que la dejó en ese estado, que no lo persiguiera. Que olvidara a su hijo, que ya tendría otros, también destinados a la grandeza como su sangre llamaba... ella también estaba marcada para la felicidad. Pero... murió, el nacimiento del hijo la mató. Esa criatura vino condenada al mundo... jamás supe que fue de él... pero, estoy seguro que debe estar haciendo un terrible mal en el mundo, la foto era solamente para ella... lástima que no podía hacer para solventarlo ¿No lo crees?

Harry asintió... y de repente sintió una gran desazón, no supo exactamente por qué. No había ninguna foto mal hecha o desagradable, pero, tampoco hubo más rostros conocidos o que le atrajeran.

— Jamás me olvidaré de este lugar, Mar de los recuerdos.

— Sé que no lo harás... joven...

— Me llamo Harry...

— Harry... sé que no lo harás y ha sido mi placer conocerte —Le dio la mano—. Sostenlo y no lo sueltes más nunca, ojos verdes... —Harry supo a que se refería. Draco había llegado a su lado—. No te arrepentirás de no soltarlo. Ya lo tienes; siempre lo has tenido, mantenerlo a tu lado es tan fácil como crees. Nada más debe importar...

— ¡Adiós, Mar de recuerdos!

— ¡Adiós! Pequeña luz del sol... —Susurró mientras el moreno comenzaba a alejarse—. Dragón... —Draco se volteó sorprendido—. Grita alto y fuerte. Promételo, hiérelo, pero no te olvides de gritar la promesa con voz potente bajo el sol y su rayo... déjate caer al abismo... sólo plumas te esperan...

El Slytherin se fue de allí, contrariado. ¡Fantasma loco! ¡Odiaba cuando la gente empezaba soltar galimatías! ¿Qué le pasaba? ¡Él jamás prometía nada! ¿Qué saltara al abismo? ¡Sí, corriendo iba!

16

— ¿Ahora a dónde vamos? —Preguntó curioso al ver que el rubio estaba caminando con un rumbo determinado... sin embargo, como siempre no le respondía. Miró el paisaje... todo había cambiado, el aire era más frío y olía a salitre. ¡Estaban en el océano! Pensó complacido al ver la playa aparecer ante sus ojos—. ¿Quién se va a quedar con la foto?

— Quédatela tú, Potter. Después de todo yo sólo estaba allí porque faltaba algo.

— Eres una cosa seria... Malfoy... míralo de esta manera: Tú hiciste la foto perfecta. Eso fue lo que dijo el fantasma —Draco negó con una sonrisa resignada en los labios y se adelantó un poco. A eso se refería con la extraña gravitación que tenía Potter cuando estaban en el mismo espacio. Era extraño, pero, siempre había estado—. Y mantén tu ego aplacado, no lo necesito repotenciado...

— Vamos allí... —Señaló hasta una pendiente bastante alta.

— ¿Y cómo vamos a llegar hasta allí?

— ¿Tu anicorpus tiene alas? —Curioseó no muy seguro de que Potter fuera tan siquiera animago... y tampoco sabía si lo diría... pero, como siempre, se equivocaba con el moreno, dicho sólo asintió.

— Pero ¿Aquí...?

— Sólo hay magos Potter —Le hizo ver, mostrándole con los brazos. Harry echó una mirada por el sitio... sólo habían algunas parejas diseminadas que disfrutaban de la noche...

— Bueno... vamos allá, pues.

17

Menuda sorpresa... Draco había resultado ser un dragón albino del tamaño de un niño promedio de doce años y Harry un Dandelay... ¿Aquellos peluches se habían estado burlando de ellos? Harry sacó sus alas en un rayo negro y Draco simplemente las desplegó, nadie les prestaba atención para su suerte. El Dandelay flexionó las piernas y saltó, batiendo las alas... un poco más atrás, los peluches les siguieron...

El tigre místico, consumido por sus instintos, olió al dragón con desconfianza. Le gruñó un poco, el dragón dio un paso hacia adelante amenazante. El tigre volvió a oler al dragón y le lamió una pata, aceptándole, luego se sentó y vio hacia el horizonte, lamiéndose una pata. Que vista tan privilegiada tenían desde ese lugar... era hermoso. La luna era inmensa, y derramaba su resplandor plateado sobre el azul intimidante del océano. El cielo era un infinito liso y azul, sin ninguna nube gris, perturbándole...

Miró al Dragón albino quien movía constantemente la cola, mirando perdido hacia dónde él miraba unos momentos atrás. ¿En qué estaría pensando? Se acomodó en una posición más cómoda, acurrucándose contra las alas, pensando en lo que le había dicho el fantasma de los recuerdos... ¿Por qué no quería que soltara a Malfoy? Era extraño... miró su colita... era fina y terminaba en un pon-pon de cabello negro. La siguió conforme a la movía, bostezo... estaba cansado. Ese había sido un día para recordar... estaba seguro que jamás lo olvidaría.

TBC


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