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"HARRY POTTER Y EL FABRICANTE DE POCIONES" por p160880

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Notas del fanfic:



 


Notas del capitulo:

Hola a todos:

Desde las mazmorras de mi mansión, en Lima-Perú, emerjo con un nuevo fic, una idea que en verdad tenía pensada desde hace mucho tiempo, la segunda idea de fic que tuve en verdad, pero que por diversos motivos no me animaba a escribir, hasta que este año me decidí a hacerlo, así que aquí lo tienen, espero que lo disfruten.

El fic ya está muy avanzado y como siempre, ya saben, me gustan los lunes, así que será nuestro día para publicar…

Las advertencias y los reconocimientos de costumbre:

Los personajes (todos lo sabemos) son de JKR, no gano nada más que entretenerme al escribir sobre ellos. Lo que le pase a los personajes a partir de ahora si va por mi cuenta.

Este fic es slash, significa chico/chico en una relación, si esto no es de tu agrado y caíste por aquí te recomiendo no leer.

Habrá maltratos, intolerancia, drama, lemmons, muerte de más de un personaje, romance y algunas partes empalagosas, así que quedan advertidos.

Tenemos beta en esta ocasión *Pao se pone en pie y aplaude* Demos gracias a Luni por ordenar mis ideas y corregir los horrores ortográficos. Muchas gracias, Luni 

Y bueno… creo que eso es todo, ahora sí a leer…

PD: ¡Realmente extrañaba publicar los lunes!


 

HARRY POTTER Y EL FABRICANTE DE POCIONES

PRIMER LIBRO: VERANO

CAPÍTULO 1:

LA CONDENA A LOS MORTIFAGOS”

Cada guerra es una destrucción del espíritu humano.

Henry Miller

20 de julio de 1,998, celdas del Ministerio inglés, construidas en las mazmorras para albergar a la gran cantidad de mortífagos esperando condena por su participación en el intento de Voldemort por tomar el poder de la comunidad mágica…

Su corazón latía a prisa, más a prisa de lo que jamás había latido, el miedo que ahora lo embargaba era superior a cualquier otro que pudiera haber sentido. Ni siquiera cuando estaba cerca del Lord, o de la loca de su tía Bella había sentido tanto pánico. Aquí estaba, con sólo dieciocho años, cerca de enfrentar a un tribunal, sabiendo de antemano el resultado de sus acciones, sabiendo de antemano que sería condenado. Su padre no estaría allí para ayudarlo, Snape tampoco, nadie podría jamás defenderlo más. Sintió como su cuerpo entero temblaba, los ojos empezaron a picarle.

No, llorar no, eso no, se dijo firmemente mientras levantaba uno de sus brazos, más pesados ahora por las cadenas que lo sujetaban. Bajó su cabeza ligeramente hasta que el dorso de su mano pudo al fin limpiar el par de lágrimas que pretendían escapar de sus ojos.

Llorar no es malo, lo hacemos porque sentimos, debemos agradecer que aún podemos sentir le dijo una voz en su cabeza, una voz que no había escuchado en algún tiempo, y que extrañaba ese día más que nunca.

Dio un suave suspiro —Yarik —dijo casi sin voz, pensando en cómo serían las cosas de diferentes si hubieran huido como tanto le había pedido, pero no, no lo habían hecho, y ahora estaba allí, en esa fría celda, esperando.

Tomó una bocanada de aire, tratando de que el aire que llegaba a sus pulmones le diera cierta tranquilidad. Observó alrededor nuevamente, como había hecho tantas veces desde que estaba allí encerrado; las paredes grises y sucias, aquellas rejas que lo separaban de la libertad, su túnica de Hogwarts luciendo ahora peor que lo que vestían los elfos en la Mansión.

No tenía un espejo cerca, pero no lo necesitaba para saber cómo lucía. Agradecía no tenerlo para evitar verse, para evitar ver lo derrotado que estaba: solo, sentado en medio de una mugrosa celda, contando los días, las horas, los minutos que faltaban para que alguien entrara por la puerta y lo llevara ante aquel tribunal… aquel tribunal que finalmente acabaría con él. Casi podía escuchar sus voces regocijándose, condenándolo a lo peor que un mago puede sufrir: el beso del dementor.

Como ya había hecho muchas veces antes, maldijo el momento en el que Potter lo rescató de aquella sala en llamas, hubiera sido mejor para él quedarse allí, dejar que las llamas lo consumieran, como había pasado con Crabbe… su amigo Crabbe. No recordaba ya desde cuándo se conocían, tal vez de toda la vida, por eso no lo recordaba. A pesar de la guerra y todo lo que había pasado de alguna manera los había alejado y cambiado, estaba seguro que en el fondo si seguían siendo los mismos niños que jugaban en la mansión mientras sus padres hablaban de negocios y sus madres tomaban el té en el jardín. La guerra había destruido eso, su amistad, su unión… pero aún así pensó que tal vez por él si serían justificadas las lágrimas.

Un ruido lo sacó de sus pensamientos, delante de él, dos Aurores lo miraban sonriendo triunfantes.

—Malfoy, el más pequeño y rastrero de los mortífagos, al fin es tu hora — dijo uno de ellos con un tono de burla en la voz a la vez que las cadenas que sujetaban sus piernas y manos se soltaban.

Draco trató de no soltar un suspiro de alivio por verse al fin libre de aquellas ataduras en vez les dedicó la mejor mirada de odio que pudo. Se puso de pie y con aire digno caminó hacia ellos.

—Pero mira qué niño… —murmuró el segundo auror.

—Espero que éste no grite tanto como su padre cuando muera.

Draco sintió aquella información hacer un hoyo profundo en su corazón; su padre ya había pasado el juicio, su padre ya había muerto. Evitó mostrar algún sentimiento, mientras que sentía cómo sus piernas empezaban a temblar. Pronto sus pulmones se resistirían a dejar entrar el aire, y su corazón seguiría latiendo demasiado a prisa. Levantó aún más la cabeza y, con dignidad que ya no sentía, caminó con pasos que quisieron parecer firmes. Los aurores lo sostenían de cada brazo. El pasillo oscuro por el que había entrado algún tiempo antes, ya ni siquiera era conciente de cuánto, se veía ahora mucho más aterrador. Se obligó a seguir caminando, a enfrentar al fin su destino.

Fue empujado con fuerza a través de una gran puerta, un nuevo salón mucho más iluminado lo recibió, habían alrededor pequeñas sillas, pero él no fue invitado a sentarse por lo que se quedó de pie. Delante de él había otra puerta más, podía escuchar murmullos y trató de entender algo de lo que se decía, pero le fue imposible. Uno de los aurores sostuvo una pequeña botella con un líquido transparente y lo obligó a bebérsela Veritaserum pensó Draco antes de tragar aquel líquido.

—Ahora si dirás toda la verdad… — murmuró el auror que le había dado a beber.

—No más mentiras, ni excusas, Malfoy — dijo con aire de suficiencia el segundo auror, aunque aquel comentario tomó desprevenido a Draco no dejó que la sorpresa se reflejará en su rostro.

La puerta de pronto se abrió y el ruido en el otro salón se detuvo, un muchacho pelirrojo y pecoso. Weasley. pensó Draco, lo miró un par de segundos antes de hacer un asentimiento hacia los aurores que lo tomaron por los brazos y lo jalaron hacia el interior de la nueva sala.

Draco se vio pronto sujeto a una silla, las cadenas que sujetaban sus manos se ajustaron aún más, marcándole la piel, y por sus piernas también reptaron un par de cadenas, haciendo que éstas se pegaran aún más a las patas de la silla. Levantó la cabeza y observó a un gran tribunal delante de él, todos vestían túnicas de color granate…le sorprendió que la mayoría de ellos lo miraran con pena, sintiendo lástima de él.

Compuso su mirada, no lo verían débil, ni ahora ni nunca, así esos fueran los últimos minutos de su vida, aunque estuviera aterrado, no les daría la satisfacción de contar que Draco Malfoy se veía derrotado o muerto de miedo.

—¿Le dieron el Veritaserum? —preguntó el pelirrojo hacia los aurores, ambos asintieron.

—Díganos su nombre —dijo la voz de uno de los magos.

Draco tuvo la sensación de que las palabras brotaban solas sin que su mente participara en el proceso.

—Draco Malfoy.

—Bien, Señor Draco Malfoy, ¿entiende usted que se encuentra aquí para ser juzgado por haber participado en las filas de Tom Marvolo Riddle*, también conocido como Voldemort —el sonido de algunos suspiros y pequeños chillidos llenó la habitación por escasos segundos, sin embargo el hombre continuó hablando, ignorándolos —,por haber dejado, en junio de 1,996 entrar a los mortífagos a la escuela de magia y hechicería de Hogwarts, participado en la planeación del asesinato del ex - director Albus Dumbledore, y haber participado en la última batalla tratando de ayudar a los mortífagos? —dijo la voz de un mago al que Draco por fin creyó reconocer como Kingsley.

—Sí.

— ¿Es usted culpable de todo lo mencionado anteriormente? —preguntó nuevamente Kingsley.

—Sí.

—Bien Señor Malfoy, tenemos testigos y pruebas de que su participación en todas estas acciones fue de alguna manera… coaccionada por los hechos, que había una amenaza de muerte sobre su familia y sobre usted mismo, ¿estos datos son correctos?

Draco no pudo evitar su asombro, ¿alguien había atestiguado aquello? Eso era imposible, tal vez su padre, o su madre, tratando de salvarlo habían confesado…

—Sí, así es —murmuró sin siquiera notar en qué momento las palabras salieron de sus labios.

—Usted no porta la marca en el brazo, ¿cuál es la razón para aquello?

—El Lord sólo pone la marca en tu brazo si es que matas a alguien en su nombre, yo nunca fui capaz de hacerlo —Draco se asombraba de sus propias respuestas, le era imposible controlarlas.

—¿Fue de alguna manera torturado por Voldemort para hacerlo asesinar a alguien?

—Sí, en más de una ocasión.

—Entonces, usted nunca pudo asesinar a nadie, pese a las torturas, ¿cual fue la razón?

—No soy un asesino, no soy capaz de hacerlo.

Un nuevo murmullo llenó la sala, Kingsley levantó las manos pidiendo silencio antes de continuar hablando.

—¿Hubieron castigos posteriores a esos fallidos intentos de asesinato?

—Sí.

—¿Cuáles eran exactamente esos castigos?

—Por lo general cruciatus, aunque algunas veces usó hechizos que no conocía.

—¿Tuvo alguna consecuencia posterior a esos castigos?

—Sí, pasé algunos días en cama, debido a varios de los castigos.

Interiormente Draco se maldecía por las respuestas dadas, pero estaba ya resignado a que no habría nada que pudiera hacer al respecto.

—Dumbledore le ofreció protección, a usted y a toda su familia, antes de que el grupo de mortífagos lo interrumpieran en la torre de Astronomía de Hogwarts, en junio de 1,996, ¿usted iba a aceptar dicha ayuda?

—Sí —Draco no pudo evitar preguntarse cómo era que ellos sabían aquello En esa torre sólo habían estado él y Dumbledore, nadie más había oído aquello.

—Cuando Harry Potter fue capturado junto con Hermione Granger y Ronald Weasley y llevado a la Mansión Malfoy usted negó reconocerlos delante de sus padres y su Tía Bellatrix, ¿usted sabía que se trataba de ellos?

—Sí, lo sabía desde el inicio.

—¿Por qué no los delató?

—Sí los delataba el Lord vendría y los asesinaría, lo menos que quería era que el Lord volviera a casa a seguir torturándonos y humillándonos…

—¿Durante la última batalla trató de capturar a Potter en la sala de los menesteres?

—Sí.

—¿Luego qué ocurrió?

—Crabbe —la garganta se le cerró de una manera conocida y rogó por no ponerse a llorar delante de ellos —. Crable murió y Potter me sacó del salón que se estaba incendiando.

—¿Por qué trató de atrapar a Potter? ¿Quería llevarlo donde Riddle?

—Era la única forma en que me dejarían salir de la escuela y abandonar la batalla, sólo quería que todo se detuviera y reunirme con mis padres, temía por ellos y por cómo estaban.

—Luego de que Potter lo dejara en el pasillo, después del incendio, ¿usted participó en la batalla?

—No.

—¿Por qué?

—Yo no quería participar ni estar allí, sólo quería ir a casa, que todo terminara —Draco notaba como sus palabras se notaban ligeramente ahogadas, trató de tomar aire para calmarse un poco.

—¿Entonces qué fue lo que hizo?

—Traté de salir de la escuela, de escapar, no tenía varita ni forma de defenderme y muchos de los mortífagos que estaban peleando allí no me dejaron salir…

—¿Qué fue lo que ocurrió con su compañero sobreviviente, Gregory Goyle?

—Él… —Draco trató de recordar, pero no podía, después de haber sido salvados por Potter había arrastrado el cuerpo de su amigo hasta detrás de una de las columnas derribadas, en cuanto despertó discutieron, reclamándole la muerte de Crable, y finalmente se separaron, Goyle jurando vengarse de Potter y sus amigos pese a que lo habían sacado del incendio, aunque Draco sabía que en el fondo Goyle creía que el único responsable de la muerte de su amigo era Draco. —Él decidió participar en la batalla y nos separamos —le dolió decirlo, le sonó a traición, pero no había nada que pudiera hacer para evitar responder. Agachó la cabeza tratando de no mirar más hacia el jurado.

—Señor Malfoy, díganos ahora los nombres de los mortífagos que usted conocía, aquellos que usted sabía que llevaban la marca y que trabajaban en nombre de Tom Riddle —pidió Kingsley, mientras extraía un largo pergamino de una gran pila de pergaminos amontonados uno sobre otro en precario equilibrio a un lado y lo miraba atentamente.

Draco tragó de nuevo antes de empezar a hablar. Comenzó mencionando a su padre, a lo que Kingsley dijo que ya había sido juzgado, continuó con Crable padre y Gregory Goyle y el padre de éste, con Nott padre, y con todos los que alguna vez había visto en la mansión aparecer convocados por la marca. A cada nombre que mencionaba Kingsley iba murmurando: “juzgado” o “muerto en batalla”.

Cuando Draco pensó en Theron Forsyth, el nombre del padre de Yarik, y Kingsley dijo “muerto en batalla”, Draco no pudo evitar sentir alivio en el pecho, al menos ese tipo sí estaba muerto, no había salido bien librado. Continuó hablando durante mucho rato más, durante un tiempo que le pareció interminable, hasta que su mente pareció quedar vacía, sin más nada que poder decir.

—Bien, creo que tenemos suficiente —dijo Kingsley, pareciendo satisfecho y dirigiéndose a los demás magos —No veo por qué continuar con el interrogatorio, ya tenemos todo lo que queríamos, a menos que alguien quiera agregar algo…

Hubo un murmullo de aceptación en la sala y Draco tomó aire una vez más, el final ya estaba cerca. Se preguntó si al ser absorbida su alma por el dementor al fin podría descansar y dejar de sentir porque su cuerpo se convertiría en un cascarón vacío, carente de sentimientos… después de todo aquello no se le antojaba tan malo, mientras no doliera más, todo estaría bien. Levantó la cabeza y esperó la sentencia con la mirada más digna que pudo.

—Señor Ministro —dijo la voz de una mujer regordeta y de cabello blanco a un lado del tribunal —, yo sólo quiero decirles a mis compañeros del Wizengamot que este chico sólo era un niño cuando lo obligaron a formar parte de las filas de Voldemort y, por lo que he escuchado, es más que obvio que tal como nos ha dicho Potter, no debemos confundirlo con Lucius.

Draco no pudo evitar la mueca de sorpresa en su rostro, ¿de qué estaban hablando? ¿Potter había ido allí, a hablar por él?

—Entiendo lo que dices, Irina — dijo otro mago al lado derecho de Draco —, pero él ya era capaz de elegir ¿verdad?

—Oh vamos, Pierre — respondió la primera bruja a la que Draco miraba ahora con más atención —, tú sabes que a los dieciséis años no tienes muchas opciones.

—Más aún cuando tus padres pueden morir por tus decisiones — aportó un tercer mago, más joven que los dos anteriores. Draco seguía la conversación que mantenían los del tribunal girando el rostro de un lado a otro, aún sin poder creer o entender qué era lo que estaban discutiendo.

—Tal vez la decisión que debió tomar fue la de alejarse de sus padres —casi gritó el mago al que habían llamado Pierre, Draco no se pudo contener al escuchar las palabras que había dicho.

—¿Abandonar a mis padres? —Gritó Draco mientras jalaba las cadenas que le sujetaban los brazos tratando de ponerse de pie —¿¡Quién podría traicionar a sus padres de esa manera!? —Sintió como las cadenas le cortaban la piel de las muñecas pero eso no le importó —¡Si no lo hacía ellos morirían, ya le he dicho que yo no soy un asesino!

Un murmullo mucho más fuerte surgió en la sala mientras los aurores trataron de hacer que Draco se sentara correctamente.

—Silencio, por favor — dijo Kingsley mientras golpeaba la mesa, poco a poco los demás magos se fueron quedando en silencio.

—No soy un asesino, ni un traidor —siguió gritando Draco, uno de los aurores le dio un golpe en el estómago y sintió como el aire se le escapaba, se dejó caer sobre la silla nuevamente, mientras tomaba bocanadas de aire tratando de reponerse.

—¿Ven… eso es lo que quieren dejar en nuestras calles?— dijo Pierre poniéndose de pie y señalándolo con un dedo —A un hombre, sí, un hombre, Irina, eso es lo que es, un hombre, no un niño —continuó hablando y girando hacia la bruja para mirarla acusadoramente —. Un hombre que no se sabe controlar, que a la primera cosa que no le parece reacciona de esa manera tan violenta.

—Yo también reaccionaría así si me dijeras que debía abandonar a mis padres para que murieran — dijo el mago más joven poniéndose de pie —. Y no creo que golpear a los prisioneros esté permitido tampoco — agregó molesto hacia los aurores, los cuales dieron un par de pasos alejándose de Draco, con mirada avergonzada.

—Es por eso que los que son tan jóvenes como Bonaccord no deberían formar parte del Wizengamot — dijo Pierre ahora hacia Kingsley—, no tienen demasiada experiencia.

—Oh, vamos Pierre, el chico que venció a Voldemort apenas cumplirá dieciocho en unos días, no soy tan joven en comparación a él, aunque es todo un elogio viniendo de ti — dijo Bonaccord con una sonrisa bastante burlona hacia Pierre.

—Además de irrespetuosos —murmuró Pierre con la cara roja por la rabia, sus ojos oscuros y brillosos miraban alternadamente a Bonaccord y a Kingsley como esperando alguna respuesta o disculpa.

—Bien, creo que esto es suficiente —dijo Kingsley poniéndose de pie —Esto se está convirtiendo en un circo —. La sala entera se quedó en silencio, Kingsley les dio una mirada de aprobación antes de tomar asiento y continuar hablando. —Ya hemos escuchado todo lo que teníamos que escuchar, ahora sólo debemos decidir, no quiero más opiniones personales.

Draco sintió su corazón latirle con fuerza nuevamente, después de toda la discusión y de todo el jaleo que se había armado, había llegado el momento de su sentencia, aunque aún le daba vueltas en la cabeza lo que había escuchado, que Potter había hablado con ellos, pero, ¿de qué? O ¿Por qué? Reconoció que lo más probable era que lamentablemente se iría a la tumba con esas preguntas.

—Dada la naturaleza de este caso, optaremos por votar en secreto, así que mi asistente Percy se encargará de hacer levitar la pequeña ánfora para sus votos —un murmullo de aceptación se escuchó mientras Percy caminaba hacia el frente con la pequeña copa, muy parecida a la que usaron en el torneo de los tres magos. —. Los que estén de acuerdo con la reinserción del joven Draco Malfoy a la comunidad mágica, bajo las normas y disposiciones ya conocidas, deben dar su voto positivo; los que no estén de acuerdo con eso y deseen condenar a Draco Malfoy a cadena perpetua en Azkaban por su participación en las filas de Riddle, deben dar su voto negativo.

Draco parpadeó y estuvo a punto de levantar la mano para exigir una explicación, no había entre las opciones el ser condenado al beso del dementor, aquello era peor de lo que podía esperar, lo condenarían a toda una vida en prisión. Recordó como su padre había vuelto de prisión, las pequeñas conversaciones que había podido escuchar a escondidas entre sus padres sobre ese tema, sobre lo horrible que había sido todo, y Draco siempre intuyó que era mejor estar muerto que tener que pasar el tiempo rodeado de dementotes y otros magos gritando y pidiendo la muerte. Tragó grueso mientras veía como el ánfora levitaba de lugar en lugar por los 50 magos que integraban el Wizengamot. El mago joven, al que habían llamado Bonaccord, le dio una sonrisa cuando depositó su voto, pero Draco estaba tan nervioso que no fue capaz de corresponder.

Pasaron algunos minutos, que a Draco le parecieron horas, mientras Percy terminaba de hacer recorrer el ánfora para luego pararse en el centro del salón, lo más alejado posible de Draco, y empezar a contar los votos en voz alta para que estos se marcaran en medio del aire:

Sí, no, sí, sí, no, no, no, sí, sí, sí…

Draco tenía un nudo en el estómago mientras escuchaba el conteo, cerró los ojos y trató de hacer que el zumbido de sus oídos desapareciera, deberían considerar todo ese proceso como una tortura, escuchar uno a uno los votos, la desesperante lentitud con que Weasley los hacía levitar hasta darles un lugar en la pizarra imaginaria en medio del tribunal, el sonido lejano de un reloj que recién había notado, los suspiros y ruidos de pequeñas conversaciones entre los miembros del Wizengamot… de haber tenido la libertad de hacerlo Draco se hubiera puesto de pie a gritar por la desesperación, por la necesidad de saber...

Era su vida de la que estaban hablando, era su vida por lo que estaban decidiendo, su vida, una vida que tal vez ya no existiría, que ya no tendría, ¿qué alguna vez tuvo? Tal vez no, siempre ligado a lo que sus padres querían, a lo que sus amigos y la sociedad querían, a lo que el señor Tenebroso y los mortífagos decidían, sí, tal vez, después de todo no era su vida, era de todos ellos; perderla de pronto no se volvió algo tan perturbador. Abrió los ojos justo para ver cómo Weasley levitaba el último de los votos hacia el lado que decía “sí” en la pizarra, intentó hacer un conteo rápido, pero Weasley fue más rápido.

—Tenemos veintiocho “sí” y veintidós “no”, señor Ministro.

Un gran murmullo y un alboroto se hizo en el tribunal nuevamente, mientras pequeños retazos de insultos como “Mortífago”,” Tramposo”, “Asesino” llegaban a sus oídos, pero él no les prestaba atención y miraba sin entender la pizarra: veintiocho a veintidós, eso quería decir… ¿realmente eso quería decir…? Era tan bueno que ni se atrevía a pensarlo.

—Señores —gritó Kingsley —, esto es inaceptable — la sala entera quedó en silencio nuevamente, Draco la recorrió con la vista, viendo como algunos lo miraban con el más temible de los odios, otros sólo lo miraban inexpresivamente, Bonaccord y otro mago más que estaba a su lado le sonreían abiertamente, apartó la vista, sintiéndose ligeramente avergonzado, mientras Kingsley seguía hablando.

—Ahora que hemos recuperado la compostura pasaremos a usted, señor Malfoy —Draco levantó la vista hacia el nuevo Ministro, el cual le pareció bastante imponente.

—Sí, señor — dijo casi en un susurro, se sintió avergonzado de su falta de confianza en la voz, pero pensó que dado el caso lo mejor era parecer humilde delante de todos esos que lo miraban como si fuera la peor de las desgracias en persona.

*

Draco se removió incómodo en la silla, mientras se apretaba las manos. Decidió que era imposible seguir sentado, estaba demasiado nervioso, así que se puso de pie, los dos aurores que lo vigilaban (que no eran los mismos que lo llevaron durante el juicio) le dieron una mirada desconfiada, pero Draco los ignoró sabiendo que no le podían decir nada por levantarse. Levantó la vista hacia el pequeño reloj que colgaba en una de las paredes cerca de la puerta, marcaba las 10:50 AM, en diez minutos más alguien vendría por él y lo llevaría a la casa de su madre.

Se alisó innecesariamente la túnica oscura que su madre había enviado para él esa misma mañana. En un principio estuvo contento por poder dejar de usar la mugre de túnica de Hogwarts, sucia, rota, e incluso en algunas partes quemada, pero en cuanto se puso la que le habían dado se sintió desalentado, estaba seguro que ni siquiera los pobretones de los Weasley vestían algo de tan mala calidad. Por lo que le había informado el ministro Kingsley durante el juicio, su fortuna, propiedades, empresas, acciones y cualquier cosa que le pudo haber pertenecido a él o su familia había sido expropiado por el ministerio. Hasta que se enteró de eso no había creído que las cosas podían ser tan graves, nunca se había planteado la posibilidad de quedar sin oro, era extraño, se había imaginado muerto en más de una ocasión, desmentorizado o encerrado de por vida en Azkaban, pero jamás sin una fortuna con la que pudiera comprar cualquier cosa o abrirle las puertas hacia una vida mejor. Realmente estaba tan o más asustado que en su celda el día anterior, ante la perspectiva de todo lo que podía pasar desde ese momento en adelante.

Metió la mano dentro del bolsillo y sacó la copia del compromiso que había firmado después del juicio, en el cual se detallaban todas las acciones que tenía prohibidas de realizar así como todas sus obligaciones. Debía tenerlo siempre a mano, pues si es que había algún cambio en la ley, o alguna información o citación que hacerle llegar, lo harían por ese medio. Cuando la había firmado en el tribunal había estado en tal estado de shock que no había siquiera intentado darle un vistazo, sólo había garabateado su nombre en cada parte que le indicaron, para luego salir de allí, con el pergamino apretado entre las manos rumbo a su celda. No fue hasta después de un par de horas en que había permanecido sentado en aquella cama que se dio cuenta que tenía algo entre las manos, trató de leer lo que ponían allí pero le fue imposible, todo estaba demasiado oscuro. Sabía más o menos de que iba el compromiso, pues el ministro había hecho hincapié en varios de los puntos, pero debía ser honesto, su cabeza seguía dando vueltas mientras asentía como si realmente estuviera prestando atención. Alisó un poco el pergamino con una mano y empezó a leer:

1.-Tiene la obligación de concluir sus estudios en la escuela de magia y hechicería de Hogwarts, la intención del ministerio es reinsertarlo en la sociedad y para tal se necesita que esté completamente calificado como mago.

2.- En caso no contar con los medios necesarios para hacerlo el ministerio se encargará de solventar dichos gastos.

Draco dejó de leer, el estómago le daba vueltas por la espera, y aquellos dos primeros compromisos que había firmado le causaban un malestar peor, ¿cómo se suponía que debía volver a estudiar a un sitio donde era más que seguro que lo odiarían?, peor aún ahora que no tenía dinero, ni nada que lo respaldara, ni siquiera sabía si Goyle estaría allí para ayudarlo como antes… Se tomó un instante rememorando que antes habían sido tres y que ahora Crable no estaría más con ellos. Aún dolía.

Dobló nuevamente el contrato y lo metió en el bolsillo para leerlo luego, cuando estuviera con su madre, lejos de aquel sitio. Pasó las manos por su cabello, tratando de desenredarlo, aquella mañana, antes de vestirse le habían permitido ducharse, en una sucia y media destruida ducha, que sólo contaba con agua tan helada que se pasó la mayor parte del tiempo tiritando de frío, también le habían dado un pequeño jabón y una raída toalla. Pese a ese intento de ducha, se sentía bastante sucio e incómodo, no podía esperar más tiempo para meterse en una tina con agua caliente y dejar que su cuerpo descansase finalmente, tal vez por un par de días cuanto menos.

Miró el reloj una vez más: 10:59, dio un suspiro, ya estaba, ya había llegado la hora de salir. Se quedó de pie, mirando la puerta con atención, como si de esa manera pudiera obligar a que todo terminara más pronto.

La puerta se abrió y una mujer bastante joven con una túnica de color celeste le dio una mirada de fastidio, detrás de ella ingresaron un par de aurores.

—Señor Malfoy —dijo con cierto desprecio en la voz —, su varita — agregó entregándole la varita que él creía ya perdida, estuvo a punto de preguntar cómo la habían obtenido, pero la mujer siguió hablando con voz imponente —: Los aurores harán un encantamiento de ubicación sobre ella y limpiaran todos los hechizos hechos hasta el momento.

Draco asintió y entregó la varita a los aurores, no sin tener cierto sentimiento de pérdida, ahora que ya la había recuperado, por tener que separarse tan rápido de ella nuevamente. Uno de ellos murmuró unas cuantas palabras y un pequeño destello plateado alumbró la varita por un momento, el otro también agitó su varita y de ella emergió una luz roja, ambos aurores asintieron complacidos y se la entregaron de vuelta —. En treinta días lo esperamos para la revisión, de acuerdo a lo estipulado en su compromiso.

—Bien —respondió Draco mientras tomaba en sus manos con cierta ansiedad la varita nuevamente, la familiaridad y seguridad que le dio ese acto lo hizo sonreír.

—Puede marcharse ahora, hay un traslador esperando afuera para llevarlo con su madre — le dijo el segundo auror mientras señalaba la puerta que Draco había mirado con tanta insistencia.

—¿Mi madre no ha venido? —preguntó Draco algo confundido hacia la mujer que ya en ese momento le daba la espalda.

—¡Pobre, necesita a su mami! — dijo la mujer en tono burlón hacia uno de los aurores que sonrió ampliamente, antes de girarse hacia Draco, que ya apretaba la varita más fuerte entre los dedos tratando de dominar las ganas de responder con algún comentario mordaz.

—Tras la puerta hay un traslador esperando por usted, Señor Malfoy — repitió la mujer pronunciando las últimas palabras con mucho más desprecio que antes.

Draco suspiró, eso no era más que una pequeña probada de lo que le esperaba a partir de ese momento y lo sabía, no tenía más opción que adaptarse o morir en el intento y no estaba muy dispuesto a dejarse vencer.

Un Malfoy no se deja vencer, se repitió una y otra vez mientras caminaba hacia la puerta que le habían indicado, con la frente en alto, de la manera en que sus padres le habían enseñado a caminar.

*

Esperaba últimamente sólo esperaba, era lo mejor que podía hacer, lo único que podía hacer. Su utilidad había sido reducida a nada en esta ocasión, no había absolutamente nada que pudiera hacer para ayudar a su familia, para ayudar a su hijo. Ya la suerte estaba echada y esperaba, rogaba y suplicaba, por que esta vez, la suerte si les sonriera.

Había sido la primera de los tres Malfoy en ser juzgada. Ella en ese momento no lo sabía pero el nuevamente publicado “El Profeta” había echo toda una fiesta de ellos, incluso había instalado un contador mágico para que los magos estuvieran al tanto de la cantidad de días faltantes antes de “El gran juicio a la familia Malfoy”, que era como lo habían denominado. Realmente tuvo que dar gracias de estar lo suficientemente aislada como para no enterarse de eso, y de todas las demás cosas que se decían acerca de ellos, e incluso de las apuestas que se hacían acerca de sus condenas, porque aquello habría terminado por destruir lo poco de cordura que le quedaba estando encerrada en ese sitio. En ese horrible sitio.

La celda era completamente gris y apenas iluminada por la luz de una lámpara en el pasillo. Encadenada de pies y manos a una de las paredes, con la suficiente distancia para que se pudiera mover alrededor de la celda, claro, si es que quería cargar con el peso que las cadenas significaban. Le pareció un trato por demás injusto, no tenía varita, no había nada que pudiera hacer dentro de esa celda. Sabía que lo único que buscaban con eso era humillarlos. Hacerlos sentir como la escoria que ahora representaban para la sociedad. Y lo habían conseguido.

Todas aquellas noches se las pasó en vela, esperando, sollozando en sus momentos de mayor debilidad, siempre pensando en ellos, siempre pidiendo para que ellos estuvieran bien. Pensando en Draco y lo cruel que había sido el destino condenando a un niño a prisión por seguir los ideales de sus padres. Pensando en Lucius y casi resignada a que si había alguien que no escaparía con bien de aquella situación sería él. Aún recordaba lo culpable que se había sentido durante los últimos días, cuando habían obligado a Draco a volver a la escuela, cuando no había podido hablar con él por última vez, perdiendo la oportunidad de hacer las paces con su hijo. También recordaba aquel momento, durante la batalla final…

Flash Back

Narcissa se retorcía las manos y caminaba de un lado a otro, deteniéndose únicamente cuando desde el castillo se escuchaba una explosión, cada una mucho más fuerte que la anterior. Entonces sólo susurraba sin atreverse a mirar “¡Qué no sea Draco, Draco no!” antes de volver a caminar de un lado a otro.

El sonido amortiguado de los pasos de Lucius la hizo girar rápidamente, vio a su esposo caminando con lentitud, cojeando ligeramente de una pierna, con la túnica totalmente destrozada y con los golpes aún visibles del último castigo del Lord. Les había prohibido usar la magia para curarlo.

¿Qué es lo que te ha dicho? —exigió alcanzando a Lucius y aferrándose a su raída túnica —¿Parará pronto con esto?

Lucius negó suavemente con la cabeza, no siendo capaz de pronunciar palabra alguna, el golpe que recibió en el rostro no le dolió tanto como el dolor que sentía por no poder hacer nada por su hijo, simplemente agachó un poco la cabeza, avergonzado.

¡Tú tienes la culpa! —Rugió Narcissa —¡Tú le metiste esas ideas en la cabeza, le dijiste que obedecer al Lord sería lo correcto! —Narcissa se alejó un par de pasos sintiéndose incapaz de permanecer cerca de él un instante más.

Debo ir por Snape— farfulló Lucius luego de una nueva explosión y viendo como una de las torres del castillo se derrumbaba.

¡Trae a mi hijo de vuelta! —exigió Narcissa cuando Lucius ya se había dado la vuelta alejándose con pasos cansados, el hombre se detuvo un momento pero no volteó, apenas hizo un asentimiento antes de alejarse completamente.

Narcissa siguió sus pasos hasta que lo perdió de vista, sabía que Lucius estaba sufriendo, sabía que estaba arrepentido de muchas cosas, de la última pelea que había tenido con Draco, y más aún de haberlo metido en medio de aquella batalla que parecía no tener fin, pero también sabía que si Draco no volvía, que si Lucius no lo traía de vuelta sano y salvo… jamás se lo perdonaría, y tampoco se lo perdonaría así misma, debió haber hecho que Draco escapara, debió ayudarlo a huir con él, ahora ya era demasiado tarde…

Fin del Flash Back

La radio que, hasta entonces, sonaba muy suavemente con una melodía melosa y hasta cierto punto exasperante, detuvo la transmisión y Narcissa se alejó de sus pensamientos mientras subía mucho más el volumen, ya sabía lo que pasaría a continuación, había estado escuchando esos reportes durante los últimos quince días, los quince días que llevaba libre, mientras informaban acerca de las condenas impuestas a los ex - mortífagos…

—En una decisión totalmente inaudita y contraria a todo lo que el mundo mágico esperaba… —empezó a hablar con voz entusiasmada el locutor —Siendo ya las cuatro con treinta y cinco minutos de la tarde, el Wizengamot levantó la sesión, dejando a Draco Malfoy, hijo de los conocidos mortífagos Lucius y Narcissa Malfoy en libertad…

Narcissa se dejó caer nuevamente sobre la silla de madera donde había estado sentada desde aquella mañana, sabía, por las noticias de la radio, que el juicio a Draco sería ese día. No la dejaban acercarse al Ministerio y mucho menos hacerle una visita a su hijo, así que, al igual que había hecho durante el juicio de Lucius, no tenía más opción que esperar sentada en aquel lugar al que ahora denominaba hogar, mientras otros decidían la vida de los dos hombres que tanto amaba.

—Nos informan que tenemos algunos disturbios en el vestíbulo del Ministerio… —informó la voz del hombre luego de un momento de silencio —Sí, así es, al parecer muchos magos y brujas no están conformes con el veredicto y han decidido mostrar su descontento plantándose en el vestíbulo… —El locutor parecía repetir lo que alguien más le informaba en ese momento, Narcissa apretó los puños con fuerza, sintiendo rabia de que toda esa gente quisiera condenar a un niño a algo tan horrible como la prisión. A su niño. —Los aurores están ya dispersándolos, repito, dicha manifestación está siendo ya dispersada, así que lo mejor será no acercarse… —El locutor pareció quedarse sin palabras un momento más, Narcissa contuvo el aliento, si había algo que no iba a hacer sería alegrarse por la libertad de su hijo hasta que no lo tuviera en casa, y esperaba que eso fuera muy pronto —. Bueno, sí señores, me dicen que el disturbio ha sido controlado rápidamente, el Ministro en persona al parecer salió a pedir a la población que se retirara y nos dará una conferencia de prensa esta noche, no se preocupen que la podrán escuchar como cada noticia importante en su radio confiable de siempre: TWR*. Y antes de continuar con la transmisión hagamos un conteo, van siendo treinta y siete en total los mortífagos de alto rango que han sido juzgados, siendo Draco Malfoy el segundo en ser liberado, la primera fue Narcissa Malfoy, se corren rumores de que fue el mismo Harry Potter el que abogó por ambos antes de que los juicios dieran inicio, por algún tipo de deuda de vida, aunque como siempre sucede con “El gran salvador del mundo mágico” no nos han confirmado nada. Hasta ahora la condena más corta impuesta por el Wizengamot ha sido a Gregory Goyle, quien según muchos testigos sí participó en la batalla final, aunque no cuenta con la marca en el brazo y no asesinó a nadie, fue condenado a cuarenta años en la nueva prisión de alta seguridad de Azkaban. Las condenas más altas han sido, como la comunidad mágica clamaba, pena de muerte, la cual se ha aplicado ya a veinte de los treinta y siete mortífagos juzgados. Sigue siendo un giro muy interesante la liberación de Draco Malfoy, a quien todos daban por condenado a cadena perpetua luego de saberse su participación en el asesinato del director Albus Dumbledore. Al parecer el Wizengamot parecer haber sido mucho más blando con él, recibiendo la misma condena que los magos y brujas que formaban parte de las filas inferiores de Ustedes-saben-quien, dicho número asciende a cientos de magos. Sabemos que los Malfoy no cuentan ya con nada de la riqueza que antes los caracterizaba y que los hacía tan influyentes, así que sólo nos queda confiar en que el criterio del Wizengamot sea el adecuado y no estén cometiendo un error al dejar en las calles a uno de los más jóvenes mortífagos, y no importa, a mi parecer, señores, si es que lleva o no la marca en el brazo, es un mortífago y… —Narcissa decidió que había escuchado demasiado, su hijo había sido liberado y eso era lo importante, lo único que importaba ahora. Mejor sería ponerse a preparar todo para cuando llegara, sabía que la vida sería dura deahora en adelante, pero al menos tenía a su hijo al lado y eso siempre sería un gran alivio.

*

Draco no se había dado cuenta de cuánto tiempo llevaba encerrado hasta un día antes, cuando leyó que en el compromiso que había firmado figuraba la fecha: 20 de julio de 1998, él podría jurar que llevaba años o quizá décadas recluido. Durante la primera semana que permaneció en esa celda había intentado llevar la cuenta, pero pronto desistió, pensó que era mejor no saber. Evitar un poco más la desesperación.

Ahora, con el compromiso guardado en el bolsillo y la varita en la mano, mientras se acercaba a aquella botella vacía de cerveza de mantequilla, que era un traslador, para llegar a casa, con su madre, empezaba a pesarle sobre los hombros el tiempo que había permanecido en la oscuridad; más de tres meses sin ver el verdadero cielo, la luna o el sol, sin ver a sus padres… cambió su línea de pensamiento mientras se sujetaba con más fuerza de lo normal a la botella vacía, no quería pensar en sus padres aún, no sabía bien que era lo que había pasado con su padre, sólo que estaba muerto, pero su madre estaba afuera, en algún lugar esperándolo y eso era ya bastante reconfortante, con eso bastaba por el momento.

—En diez segundos, Malfoy —dijo la voz aburrida de un auror detrás de él.

Draco sólo asintió desinteresadamente, iniciando su propia cuenta regresiva en la cabeza, sentía como el corazón se le agitaba y como se le empezaba a hacer difícil respirar, apenas iba en siete en su cabeza cuando la presión en su estómago aumentó significativamente. Por lo que le pareció un tiempo demasiado largo su cuerpo fue presionado y jalado en todas direcciones, mientras alrededor los colores y las luces cambiaban rápidamente. Sus oídos comenzaron a zumbarles y de pronto pudo sentir al fin un piso bajo sus pies. Sus piernas se flexionaron ligeramente para no caer, cuando por fin se mantuvo en equilibrio, abrió los ojos, aunque no se había dado cuenta que los tenía cerrados. Parpadeó un par de veces tratando de acostumbrarse a la deslumbrante luz que iluminaba todo aquel sitio. Soltó la botella que había usado de traslador, ésta cayó al piso haciendo un sonido grave y redundante, aunque no se rompió. Pero eso no le interesaba a Draco, lo único que le importaba era la silueta que tenía delante, la mujer que tenía enfrente, que lo miraba de aquella manera que hacía que su corazón se entibiara y su confianza creciera; la manera en que su madre lo miraba.

Narcissa apretó los labios ligeramente, viendo a su hijo materializarse delante de ella, por un instante no supo exactamente qué hacer, sus músculos y miembros se habían petrificado y lo único que atinaba a hacer era mirarlo, mirar cada golpe, cada cabello fuera de lugar, lo delgado que se veía, los dedos y las manos lastimados, la forma en que sujetaban con tanta fuerza la varita. Su mirada, su mirada tan similar a la de Lucius, sus ojos y sus facciones, parecía ligeramente asustado, o tal vez sorprendido.

Sus movimientos fueron sincronizados, ambos dieron un par de pasos a través de la habitación y se reencontraron en un abrazo cálido y fuerte, un abrazo que hablaba de dolor, de arrepentimiento, de añoranza… Draco se dejó envolver en el calor de su madre y pensó que sería genial quedarse allí para siempre, en un lugar donde se sentía protegido, donde sabía que ya nada malo pasaría. Sintió las lágrimas tibias de su madre desplazarse por su cuello y, por primera vez desde que había estado encerrado, se permitió seguir a su madre y llorar también. Llorar de felicidad por verla, de pena por sus amigos caídos, por su padre, llorar por la incertidumbre del futuro, llorar por que al fin y al cabo era un niño de apenas dieciocho años que había sido lanzado a un mundo hostil… llorar porque no sabía que más podía hacer.

*

Notas:

* Tom Marvolo Riddle: Según el : Tom Sorvolo Ryddle. En la edición original se llama Tom Marvolo Riddle, pero se cambió para que funcionase el anagrama de "Soy Lord Voldemort". Usaremos el nombre original.

** TWR: The wizard radio. (Lo sé, no es muy original)

Gregory Goyle: En realidad en el 7mo libro no se dice que pasó con Goyle luego del incendio, la siguiente vez que se ve a Draco es cuando está tratando de escapar en el vestíbulo, pero solo, tampoco se lo menciona durante el último momento en el comedor, o cuando están ya todos libres de Voldemort, así que supondré que fue a pelear a favor de Voldemort y que por eso Draco (que sólo pensaba en escapar) se separó de él.

*


 

Notas finales:

Muchas gracias a todos por leer.

 

¿Les gustó? Espero que puedan enviarme sus opiniones/quejas/sugerencias/preguntas y demás que gustosa las leeré y contestaré.

 

El lunes siguiente:

 

CAPÍTULO 2: “DESPUÉS DE LA GUERRA: LA HISTORIA DE HARRY”

 

Un beso a todos ustedes, y espero que tengan una linda semana.

 

 

Zafy

(Pao)

 


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