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Rechazo. por Kuroi Tsubasa

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Notas del fanfic:

Es corto y, por qué no, real. Muchas gracias por leer.

 

           Con la espalda apoyada contra la pared, al lado de la puerta del aula, esperaba verlo pasar. Cuando lo avisté con su grupito de compañeros, dejé mi puesto y lo llamé, tocándole apenas el hombro. Me saludó con un beso en la mejilla, muy próximo a la boca, y me preguntó cómo estaba. Me apuré a responderle, y, disimulando los nervios que ya empezaban a brotar en mí, le pedí:


-A la salida, ¿no me esperarías en la esquina? Quiero hablar con vos.


-¿Qué pasa? ¿No me lo podés decir acá?-replicó curiosamente. Sabía que diría eso, ya lo había imaginado, por lo que tenía una contestación pre-determinada. Bajé un poco la cabeza.


-No. Después, si no te molesta-volteé para verificar si el profesor ya había entrado al salón y, para mi suerte, ya lo había hecho.-Nos vemos.


           Las dos horas restantes parecían arrastrarse; ya no había vuelta atrás. Casi no podía escribir, mucho menos prestar atención. Repasaba una y otra vez lo que iba a decirle: ya tenía todo más o menos planeado, teniendo en cuenta varias reacciones posibles. Y no era para menos, lo había imaginado mil veces. Casi nunca terminaba bien, tal vez porque los finales felices son muy distantes a la realidad. Debía ser por eso que, hasta hoy, luego de tragarme mis sentimientos por casi un año y medio, había decidido soltarlo. No esperaba un buen desenlace, para nada. Estaba preparado para eso también. Sabía que dolería, que me rompería en mil pedazos, pero al menos no me hacía falsas esperanzas. 


           Al fin dieron la una del mediodía. Mi corazón latía cuarenta mil veces por segundo, apenas si podía caminar derecho. Temblaba. Deseé con toda mi alma que se hubiera ido, que no estuviera esperándome, pero tenía muy en claro que aguardaría ahí, cruzado de brazos, observando a los traseúntes y a los estudiantes que circulaban con una expresión que no se definía si era superioridad, asco o engreimiento.


           ¿Cómo podía estar tan loco por alguien así? ¿Cómo es que podía querer tanto a una persona tan odiosa? Aunque a mí nunca me miró como miraba a los demás. Y algo me decía que yo no era igual a todos. Podía estar errado, claro, pero… ¡estaba tan seguro! ¡Aún con alguien tan impredecible como él! Hey… ¿qué tal si me iba? No era tan tarde para irse por otro camino. Podía rodear la manzana, tomarme el colectivo a unas cuadras y…


-¡Edu!-sin darme cuenta, ya se encontraba delante de mí, observándome fijamente con sus ojos cafés. El viento frío hacía bailar su cabello negro alrededor de su rostro. Cielos, qué hermoso era. Me hizo un gesto con la mano, indicándome que vayamos caminando, y asentí con la cabeza. Nos quedamos en silencio por casi una cuadra, él con la mirada perdida en un  punto muerto, y yo con los ojos clavados en el piso.


-¿Y? ¿De qué querías hablarme?-dijo, sin poder aguantar la curiosidad. Mi estómago dio un vuelco, y se me hizo un nudo en la garganta, impidiéndome decir palabra alguna. Y, por supuesto, mi mente se puso en blanco. Tanto tiempo de práctica frente al espejo tirado a la basura. Y, si no tenía ninguna declaración pseudo-psicológica-profesional-previamente-organizada, ¿qué mejor opción que lo clásico?


-Me gustás.


          Me detuve, paralizado. Ni un solo músculo de mi cuerpo podía moverse. Y su silencio tampoco ayudaba. “vamos, decí algo, ¡lo que sea!”, pensaba, desesperado, ya ni siquiera viendo. Tenía los ojos cerrados, los puños apretados, las uñas clavadas en la carne, como si de esa manera todo desapareciera y nada de lo que había dicho recién hubiera realmente pasado. Junté un poco de valor, y abrí los ojos. Quería ver su rostro. Quería ver qué había producido en él. Levanté la cabeza y…


          …se había ido. Llorando, me fui a mi casa.

         


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