Ciel Phantomhive se dirigía raudo a cierta tienda situada en uno de los numerosos callejones del centro de la ciudad. Después de cenar, había logrado convencer a Sebastian de que no le acompañase y que se quedase cuidando la mansión, alegando que, ya que era un demonio, podría acudir en su ayuda en cualquier momento. Sebastian había aceptado, y ahora estaba a las diez de la noche, en medio de la ciudad, plantado enfrente de una tienda con un cartel envejecido y desvencijado en el que se leía con letras negruzcas:"Undertaker".
Soltando un pequeño gruñido, llamó a la puerta fuertemente mientras se iba a atar el parche en un acto reflejo para, de pronto, darse cuenta de que lo había olvidado.
-Conde, ¿se puede saber que desea a estas horas?-preguntó con una voz más enronquecida de lo normal y haciéndose a un lado para dejarle pasar.
-Acabo de recibir un informe urgente y vi más productivo venir ahora mismo que esperar a mañana.
Ciel entró al interior con paso firme, lo que provocó que casi cayese de bruces contra el suelo por culpa de una tabla suelta. Undertaker lo sujetó por el cuello del abrigo, lo levantó y lo sentó en un ataúd de por ahí. Rascándose la cabeza y bostezando, se puso a preparar un té y a buscar las galletas que siempre ofrecía. Se dio la vuelta con la urna de galletas en la mano y, tras dejarla al lado de Ciel, sacó dos probetas y sirvió el té en ellas. Con ambos "vasos" en las manos, se sentó al lado del Conde, le dio su probeta y cogió la urna de galletas.
-¿Y bien?¿De qué se trata?-preguntó con su voz habitual mientras desmenuzaba un par de galletas y las echaba en el té.
-Es un nuevo caso de la Reina, y esta vez no son asesinatos.-añadió al ver la mirada entusiasta del sepulturero.-Sino que se trata de unas cuantas desapariciones que están ocurriendo por las afueras de York...
-Un poco lejos, desde luego.
-También han empezado en la propia Londres, de modo que ahora la Reina...
-Y vienes a decirme todo esto, ¿a las diez de la noche?
-...básicamente...-replicó el niño bebiendo un poco de té. Undertaker lo miró de reojo y dejó su probeta a un lado, se levantó y fue a por un montón de documentos y otro pequeño candil.
-Lo único que he encontrado ha sido esto, Conde.-dijo dejando el candil a su lado y soltando los documentos sobre las rodillas de Ciel.
Éste miró las hojas detalladamente, pasó los amplios informes del Scotland Yard con desinterés y dejó los papeles al lado del pequeño candil. Bostezando, cogió una de las galletas de la urna y se acabó el té de un trago. Se levantó y fue a coger su abrigo cuando se dijo que por dejarlo allí no le pasaría nada.
-Y a mi no me parece algo importante, está muy lejos y encima son desapariciones, no hay muertes, no es...interesante.-opinó el shinigami recogiendo los "vasos", las galletas y los documentos. Dejó todo en una mesa de por ahí y salieron de la trastienda.
-Bueno, en ese caso, mañana comenzaremos con la investigación. Así que-.Ciel avanzó un par de pasos a oscuras y comenzó a esquivar todas las cosas que había por el suelo.-Le diré a Sebastian que vaya recopilando más información del dichoso ca...!!
Ciel tropezó con otra tabla levantada del suelo con tal suerte que perdió el equilibrio y, al agarrarse a Undertaker, provocó que éste también perdiese el equilibrio, haciendo que ambos cayesen en un ataúd que había por la tienda.
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-¡Sebas-chan!¡Sebas-chan!-gritaba Grell mientras entraba corriendo en la mansión Phantomhive. Al llegar a la altura del mayordomo, le agarró por los hombros y se puso a sacudirlo mientras gritaba de manera histérica:-¡Under-chan no abre la tienda!¡No abre la...!
-Es lo normal, son las-.Se deshizo del agarre de Grell y miró el reloj de bolsillo.-Son las once y media. Ciertamente el Bocchan se está retrasando un poco.
-¿Eh?
-Sí, el Bocchan insistió en ir al negocio de Undertaker para obtener más información del último caso que...
-Ya lo he pillado.-dijo Grell haciendo un ademán de desinterés. Se dio la vuelta pensativo y volvió a girarse hacia Sebastian.-¿Y si vamos a recoger a Ciel y ya de paso a secuestrar a Undertaker?
-Dios...-suspiró Sebastian llevándose una mano a la cara y echando a andar hacia la puerta.
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-¿Hakushaku?-.El niño trató de levantarse, pero al estar Undertaker sobre él, no lo consiguió. Para colmo de males, éste se dedicaba a clavarle una uña mientras soltaba pequeñas risitas, consiguiendo que Ciel esbozase una mueca de fastidio.-Sí, aún sigue vivo.-sonrió.
-¿¡Se puede saber que te hace tanta gracia!? Porque a mí no me...
-Encima de que esta vez le he dado información gratis. Además...-acercó su rostro al de Ciel y colocó dos dedos sobre sus labios.-Aún me debe cuatro pagos anteriores.-rió.-Aunque eso tiene fácil arreglo...
-Undertaker...
-¿Sí?
-Quitate de encima mía.-rechinó Ciel con un notorio enfado, lo que no hizo más que acentuar las carcajadas del shinigami.-Undertaker, va en serio.-repitió Ciel tratando de quitárselo de encima. Suspirando resignado, se quedó quieto y trató de calmar su enfado un poco.
-Ve como en el fondo es un crío...-comentó recibiendo otra mirada asesina por parte de Ciel.
-No acabes de...
-Crío.
-¡Sepulturero!
-Admita que en el fondo es un crío, Conde.-Undertaker seguía picando a Ciel llamándole crío, lo que contribuía a acentuar el enfado que tenía. Revolviéndose un poco, trató nuevamente de quitarse al shinigami de encima, provocando justo el resultado contrario al esperado.
Ciel unió sus labios con el sepulturero por error, lo que hizo que se quedase en blanco, cosa que Undertaker aprovechó para sujetarle por las muñecas y profundizar el beso. El conde se quedó sin saber muy bien que hacer, así que correspondió a Undertaker mientras notaba que se iba sonrojando notoriamente. El mayor esbozó una fugaz sonrisa cuando Ciel le rodeó el cuello con los brazos y hundió las manos en la melena plateada.
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-¡Konban wa, Under-chan!-chilló Grell desde la calle. Al no obtener respuesta, golpeó furiosamente la puerta.-Chotto, abre de una vez.-se quejó mientras iba echándose hacia detrás con la intención de derribar la hoja. A su lado, Sebastian suspiró por enésima vez y se cruzó de brazos.
La puerta se vino abajo con un gran estrépito, seguida de un histérico shinigami que, tras tropezar con cierta tabla, una guadaña y dos ataudes, aterrizó dolorido a los pies de cierto sepulturero que lo miraba con sorna desde el ataúd que le servía de asiento. Sebastian se asomó al interior y vio a Grell haciendo pucheros mientras se rascaba la cabeza sin dejar de quejarse.
"Milagrosamente", a Undertaker le había dado tiempo a salir del ataúd, cerrarlo con Ciel dentro y esperar de manera impasible a que Grell irrumpiese en la tienda. Mirando al pelirrojo shinigami, le soltó:
-Por haber roto la puerta me debes unos...cinco chistes.-se levantó y se puso a buscar su sombrero.-Neh, la gente llama a las puertas ¿sabes, Grell Sutcliff?-sonrió colocándose el viejo sombrero.
-¿Y el Bocchan?-intervino Sebastian desde la entrada.
-¿Eh?
-¡Chotto!¡He llamado dos veces!
-La verdad es que directamente has tirado la puerta abajo...-Sebastian tosió falsamente.
-¡¡Sebas-chan!!-chilló Grell haciendo un puchero.
-Está en la trastienda.-respondió Undertaker dándole un golpe al ataúd cuando Sebastian y Grell pasaron a la parte de atrás.
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Ciel se levantó y salió del féretro, e iba a gritarle cuatro cosas a Undertaker cuando éste volvió a callarlo:
-Hakushaku, se supone que está en la trastienda.-le susurró al oído aguantándose la risa.
-Sepulturero...-Ciel se llevó una mano a los labios y sacudiendo la cabeza, repitió.-Sepulturero...
-¿Neh?-se volvió con el bastón de Ciel en una mano y el abrigo en la otra.-¿Qué pasa, Conde?
-Pasado mañana volveré a pasarme por aquí para contarte cómo va avanzando el caso.
-Estaré encan...-se calló de pronto al ver aparecer a Grell y a Sebastian.-Recuerde que, si se trata del Conde, siempre será bienvenido a mi tienda.
Sebastian y Grell salieron de la tienda y el mayordomo colocó la puerta en su sitio haciendo una mueca ante la actitud de Grell, quien volvía a tirar de su traje de golondrina. Ignorando al pelirrojo shinigami que empezaba a quejarse del cansancio, abrió la puerta y le recordó a Ciel:
-Bocchan, mañana tiene que levantarse temprano.
-Neh, entonces hasta pasado mañana, Conde.-le revolvió el pelo y le entregó el bastón y el abrigo.-Espero que se pase por aquí más a menudo.
-Tú trata de ordenar un poco esto. No quiero volver a acabar en un ataúd.-dijo esbozando un amago de sonrisa mientras salía soltando un pequeño bostezo.