Hola de nuevo, gracias por sus reviews… no esperaba que dejaran en este fic, la verdad solo lo escribo para despejarme y no pensar en estigmas de espíritus de hielo… jejeje porque se me fue la inspiración desde que vi que Ren tiene un hijo … ¡maldición! ¡porrrr queeeeeeeeeeeee Rennn! Aun no lo supero… jejeje
Beuno Neeeee-chan que haces aquiii me da pena que tú andes por aquí!! Porque tu si me vas a conocer nyaaa y me averguanzare ToT nu leas onegaiii!! Todos menos este fic!!
Advertencia: palabras altisonantes, palabrotas, palabritas, yaoi Horo X Ren y un poco de lemon al final del capítulo (nada que no haya advetido) fuera niñ@s
¿Cuánto pagarías por mí?
Capitulo 3
Chico guapo, con excelente cuerpo y complaciente e iniciado
No importa la preferencia sexual
¿Cuánto pagarías por mí?
Llamar: 771 11 5609
Tercera noche
Una vez más caminando por esta calle, ya la había memorizado; en la esquina una farmacia de dudosa procedencia donde por dinero eran capaces de dar cualquier medicina, luego una sex shop con un gran letrero rojo, lo que parecían ser casas de citas, unas cuantas mujeres adornando la calle y para finalizar con la peculiar panorámica un motel, pero si solo se avanzaba un poco había un jardín que por cierto de día era lindo, en donde apenas la noche anterior desde mi auto había visto a aquel chico sentado en una banca.
Ese día había sido una mierda, no pude más que pensar en el tipo que había tocado mi trasero, simplemente no podía concentrarme ni hacer nada bien, salí temprano de casa sin tomar el desayuno a lo que solo logre un sermón de Jean, que no terminó cuando cerré la puerta de casa, sino que se atrevió a llamar por celular hasta que me harto tanto que baje del auto y fui a desayunar, genial ya ella había ganado, supongo esa fue su venganza por no tener sexo con ella, a la oficina llegué tarde y Diethel, el contratista de Londres llegó más temprano por lo que se quedó esperando media hora, por suerte mi secretaria lo entretuvo y pudimos cerrar el contrato, Jean llamó de nuevo para cerciorase que comiera a tiempo, la odie, por estupideces puso a Men al teléfono, para saludarme ¡como si un bebe de un año fuera decir algo! Igual medio sonreí.
Me sentí culpable por pensar más en un tipo cualquiera, que en mi propio hijo, después de eso cancele mis citas y apagué el celular. Ya era algo tarde subí a mi auto, me habían dicho que lo llevarían al un taller pero no hice caso, y pasé de nuevo por esa calle la calle donde un día antes había visto al tipo de pelos azules, de hecho para llegar ahí tenía que desvaírme pero llegué casi por inercia, pero justo cuando pensaba ir a casa el maldito auto no encendió, no tuve más opción que bajarme del auto y llamar al seguro, estaba lloviendo y no me daría el lujo de volver a ensuciar el traje que acaba de comprar.
Puse mi mano en la sien y levanté la vista, ahí lo vi de nuevo, el idiota de pelos azules, salí del auto y por una fuerza casi magnética me acerque a él. Vi su pálido rostro con una mirada triste y unas lagrimas resbalando de esos ojos azul profundo, no sé por qué sentí que algo dolió, y una vez mas me situé frente a él hablándole y lo que es peor, insinuó que yo quería comprarlo, no, sin duda no es lo mío meterme en trasero de otro tipo, realmente la forma en que el me atraía era otra y por ello terminé por coquetear con un tipo que acaba de darme cuenta era un prostituto.
Eso sí que era genial, para cerrar el día con broche de oro, si cualquier se enterase que hoy tengo algo así como una cita con uno de “esos” si que daría de que hablar. Ren Tao, el hijo de En, se va a encontrar por tercera vez con un prostituto.
Y heme aquí en una banca descolorida esperándolo, tal vez llegué temprano, o no me reconoce, pues al menos trate de no vestirme de forma llamativa y esconder mi cabello en una boina negra, y usar lentes obscuros.
Llovía más fuerte, tal vez no vendrá o tal vez, atiende a un cliente, cosa que no me da mucha gracia, igual no debería importarme, ni siquiera sé porque demonios estoy aquí.
Me levante de aquella banca para tomar un taxi e irme a casa, donde debería de estar, con mi esposa y mi hijo, mas alguien me detuvo. Era él se veía extraño, tal vez mi suposiciones eran ciertas y se estuvo revolcando con alguien. No sé porque estaba molesto, tal vez el pensar que estuvo con alguien más.
- tengo prisa – le dije mientras me iba, me solté de él bruscamente, pero noté que con el jaloneo hizo un mueca, de dolor.
-lo siento, es tarde creo- al parecer si me reconoció pero no se movía mucho y la sonrisa que casi siempre estaba en su rostro hoy brillaba por su ausencia. Me senté de nuevo en la banca mas él se que quedó de pie, algo no estaba bien.
-te quedaras parado- le dije antes de sacar un cigarro, el me seguía mirando lo sujete de la mano y lo jalé, tal vez fui un tanto brusco pero gracias a eso me di cuenta que ese no era el lugar donde debía estar.
Ni él ni yo, pues apenas lo hale hacia mí y cayo justo en mis piernas, tenía los ojos cerrados, solo pasé una de mis manos por su pálido rostro retirando unos cabellos de su rostro, estaba ardiendo en fiebre.
-no me siento muy bien – me dijo con la voz entrecortada, abrí los ojos de par en par, no sé como él se había atrevido a venir aquí, si por lo visto no se sentía bien, todo por mi culpa.
-¿te puedes levantar? – le pregunte silencioso, y el asintió, lo tome de los hombros y decidí ayudarlo una vez más.
-ya llegue hasta aquí, creo que puedo levantarme, solo… no toques ahí- al fin sonrió al tiempo que señalaba el costado izquierdo de su espalda.
No tuve otra opción, no iba a llevarlo a un hospital público ya que teníamos que dar un registro para que lo atendieran, solo podía ir a mi departamento, en el que vivía antes de que casara y llamarle a mi doctor particular, al menos el tendría la boca cerrada. Solo le mandé un mensaje explicándole que tenía una emergencia y que lo veía en la antigua casa, el solo contestó que estaría en media hora allí.
-¿A dónde me llevas?, no puedo ir a un hospital- me preguntó cuando subimos a un taxi, pero no le contesté y él se quedo callado, no hablo más hasta que llegamos aquel lugar, entendió que iríamos a mi departamento y una vez más admire su inteligencia (nótese el sarcasmo) – yo no… en serio ahora no puedo atenderte.
-podrías callarte, alguien va a venir - él se me quedó viendo, con miedo tal vez, no supe interpretar su mirada
- pero, yo… disculpa Ren no tienes nada que ver con esto, yo tuve un accidente – me dijo mientras me tomo de la mano afuera del edifico. El lugar estaba vacío y solo el último piso estaba amueblado, una vez por semana una mucama iba a hacer limpieza, siempre deje ese lugar por cualquier cosa.
- humm – no le hice caso sujete su mano con más fuerza y lo lleve hasta el ascensor.
-No sé qué planeas hacer conmigo… pero si vas a vengarte por que te toque el trasero, en serio lo lamento no lo vuelvo hacer, al menos no sin permiso- después que dijo eso simplemente sonreí, la verdad no sabía si el tipo era ingenuo o estúpido; o solo tal vez nunca nadie se acercó a él con una buen intención.
-eres un idiota- le replique mientras subimos al ascensor, el parecía débil y le costaba mantenerse en pie. De igual forma cuando llegara Fausto sabría que tenía. La puerta del ascensor se abrió el doctor ya se encontraba ahí en la puerta del apartamento, después de todo, vive a una cuadra de aquí.
- Estoy aquí- me dijo con una sonrisa y una jeringa en la mano, siempre trae un jeringa llena con agua con la que apunta a sus pacientes, lindo recibimiento, de por sí ya estábamos mojados con la lluvia y este todavía me moja la cara, solo le dirigí una mirada fulmínate, pero después de tantos años que él lleva atendiéndome, supongo que ya es inmune a eso. Luego el miró a mi acompañante, lo tomó de un brazo para llevarlo adentro.
-atiéndelo- le digo con mi ya patentada dulzura, el doctor lo miró un poco y luego rió, sin embargo Horo lo ve con extrañeza, como si lo estuviera escudriñando con la mirada, sé que Fausto no tiene una cara de doctor y hasta es algo tétrico, pero sé que es uno de los doctores más reconocidos en todo Japón, no por nada es mi médico de cabecera.
-¡Un perrito abandonado Ren! Eso ya es tabú- ese comentario, me molestó y no solo a mi si no a Horo, sé que no lo dijo con mala intención, pero la verdad supongo este le debe recordar a lo paso hace 15 años, y por lo visto siempre me lo recordara- ¿vamos niño que te pasa?- le pregunta llevándolo a la sala, después de todo el tipo de pelos azules no ha dicho ni una sola palabra.
- tiene fiebre- le respondo yo, pero el doctor se da cuenta de algo.
-eso y golpes por todas partes, me sorprende que camines, ¿trabajas como saco de box?-le dice mientras con un dedo le pica por casi todas partes, de verdad me da gracia como da su diagnostico, Fausto solo necesita observar un poco para darse cuenta que es lo que tiene una persona, aun así eso es algo problemático, pues él puede llegar darse cuenta de muchas cosas, solo con mirar.
- algo así.- y por primera vez el susodicho peli azul responde. Fausto le sonríe y le apunta con su jeringa, eso empieza a resultar bastante molesto, aun me trata como si fuera un niño, lo peor es que ahora no solo lo hace conmigo sino también con Horo. Pero a él no parece molestarle y hasta le causa gracia.
- quítate la ropa, veamos qué podemos hacer, tu fiebre bajara solo curando los golpes, y unos cuantos antiestamínicos- Fausto le ordena, pero supongo no que quiere quitarse la ropa enfrente de mí, ahora que lo pienso… el ya insinuado que no desvestirá enfrente de mi dos veces, ha dicho que no me atenderá como su cliente, que idiota.
- pueden ir a la alcoba- le dije mientras entraron y se quedaron ahí, prendí el televisor y noté un pequeño detalle, eran las 12 de la noche y no había dado señal de vida en casa, solo me quedó una opción, llamarla, ella siempre estaría allí para ayudarme. Tomé el teléfono y le llamé
- Tamao –le dije pero al perecer dormía.
-disculpe joven Ren, pero le cobrare horas extras ¿Qué se le ofrece?- si, ella había cambiado, hace unos años solo hubiera preguntado que quería, ahora no, y eso me agradaba, después de un tiempo de ser mi secretaria había aprendido mucho de cómo “ser un Tao”
-llama a Jean y dile que estoy en junta con un inversionista, o que se yo, solo dile que no llegare- le dije mientras ella suspiró un poco, ella odiaba a Jean, lo sabía.
-cancelare sus citas de la mañana, pero entonces tendrá que tener una comida con Lizerg para disculparse a las 3 de la tarde, no llegue tarde, sabe que el joven ingles es muy puntual- finalizó ella, dándome mi itinerario de mañana, al menos tenía la mañana libre para ir a casa.
Fausto salió de la habitación y seguía sonriendo, demasiado para mi gusto.
- te haré un cheque, por eso y por tu silencio- le dije mientras el guardaba algunas cosas en su maletín.
-no hace falta, el entretenimiento es la mejor paga, aunque a decir verdad espero que solo sea un entretenimiento – me dijo serio, generalmente él cobraba, y mucho, pero estaba vez algo no estaba bien -El chico estará durmiendo, tiene unas costillas rotas, le sugerí hacerse una radiografías pero parece que no ira, igual como él dice, las heridas sanan con el tiempo…
- como sea, eso ya no me importa – le dije cuando vi que el salía
-Ren te conozco desde que eras un chiquillo, y ya te vi cometiendo un error que pagaras de por vida, no cometas otro, ya no estás solo – dijo serio, lo sabía no tenía por qué recordármelo, yo solo estaba ayudando a un estúpido vagabundo, no pensaba involucrarme más.
- solo, lo voy a ayudar- le dije pero él me tomo de la barbilla como mucho tiempo antes lo hacía, según él, para seducirme, pues antes el me atraía pero me di cuenta que solo lo admiraba, la verdad el estaba enamorado de una mujer con la que se casó, luego ella murió y nunca fue el mismo.
-él no te conviene, sabes a que se dedica ¿verdad? eres inteligente Ren; tu mejor que nadie sabes los problemas que puedes tener si algún enemigo tuyo te ve con él, aunque tus intenciones sean buenas… los demás no lo verán así y supongo que él tampoco.- sus palabras resonaron en mi, ya lo sabía no tenía por qué recordármelo, simplemente no tenía por qué…
-solo por esta noche –le dije en susurro y el salió, sabíamos que yo no mentía, ahora yo tenía que convencerme que sería solo por esta noche.
-buenas noches – salió de casa y cerré la puerta dirigiéndome a la habitación donde el descansaba, esta sería la última noche que lo vería, después de todo Fausto tenía razón.
o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o
Dormía en mi cama, se veía adolorido, no tenía nada en el pecho puesto más que vendas, vendas y mas vendas, unos moretones por todas partes, en casi todas partes menos en su pálido rostro que era adornado por mechones de cabello azul, sin duda su vida era difícil. La única vez que platiqué con él, mientras comíamos hamburguesas, parecía feliz, aunque hablamos de cosas superfluas.
No sé cómo alguien puede ser capaz de venderse por dinero, el puede hacer muchas cosas para ganarse la vida, es un poco tonto, y tal vez ingenuo; pero no merece que lo golpeen de esa forma. Su cara se ve tan suave, debe ser tan suave como sus manos, es por ellos que no puedo resistir el deseo de tocar su piel y contornear su cara.
Acaricié su piel ya no tiene fiebre, pero Oh supresa, lo desperté, y por lo visto se despertó un poco asustado pues se arrincono y se encogió un poco, abrió y cerró los ojos.
-Ren - me dice serio, mientras ve a todos lados, supongo que no reconoce el lugar.
-estas en mi departamento, te quedaras aquí esta noche, descansa – le dije mientras el pareció relajarse un poco, desvió su mirada y hablo bajo, esperando que no lo oyera.
-pero yo… te causare problemas.- seguí su mirada, se veía tan trasparente, como si de un niño se tratase, el era extraño, a pesar de que se dedicaba a algo muy peculiar, mantenía una mirada muy inocente, una mirada que yo ya hace muchos años había perdido.
-solo es esta noche, cierra la puerta mañana cuando te vayas.-le respondí y me aleje de él, pretendía cumplir con mi palabra y no verlo de nuevo.- bueno, me voy vagabundo
-Horo, Horokeu Usui, así me llamo – empezó lento pero luego subió el tono de su voz, al fin me decía su nombre, después de todo no era tan feo como simplemente Horo, aunque algo en ese nombre se me hacía familiar.
-adiós entonces Usui- le conteste, para salir de la habitación pero él me detuvo, me tomo de brazo y me jalo hasta la cama, caí de espaldas y él se posó sobre mí, abrí los ojos de par en par, este tipo estaba sobre de mi respirando muy cerca, yo me empezaba a sentir un poco acalorado por la cercanía.
-espera… tal vez te pueda agradecer- me dijo mientras uno de sus dedos se puso en mis labios y lo fue bajando lentamente pasando por mi pecho, estomago vientre, haciendo que me estremeciera, pero cerré los ojos con fuerza cuando su dedo se hallo en el lugar que estaba él buscando- de esta forma- susurró en mi oído, mientras mi respiración se agitaba, no entendí por que me estaba dejando hacer, pero no hice nada para detenerlo, pues ya había bajado el zíper de mi pantalón dejando afuera aquello con lo cual se iba a entretener.
-¿qué haces?- le dije mientras me acomode un poco en la cama y me removía por aquella intromisión que hacia aquel hombre en mi espacio personal, había empezado por acariciar con sus manos lentamente, hasta que aumentó el ritmo de una forma enloquecedoramente armoniosa, pero no dejo eso ahí, ya que acerco su cara y su respiración justo ahí, causando un estremeciendo en mi al sentir su húmeda respiración en mi parte más sensible.
-¿te gusta?- pregunta estúpida, tomando en cuenta que me encontraba con la espalda arqueada, con los ojos cerrados y sentía que mi cara estaba caliente, ¡claro que me gustaba! Era idiota ¿o qué? Sentía la necesidad que siguiera con un movimiento mas rápido, pero se detuvo, mis instintos me traicionaban quería tomarlo por el cabello y jalarlo hacia mí para que su boca me diera placer, pero me detenía, simplemente no podía jalarlo así no podía obligarlo, jamás lo obligaría, era una sensación desesperante…
-humm- solo podía medio gemir y morder mi labio inferior, al parecer él se divertía viéndome así, pocas veces en la vida se ve a Ren Tao, hijo de En; suplicando por algo.
-aun hay mas gatito- fue lo que me dijo antes de sentir el calor de su boca abrazando con fuerza toda la longitud de mi miembro, acariciando con su legua el lugar indicado haciendo que cada vez gimiera con más fuerza… genial ahora no solo era gay, y de los de abajo, que coqueteaba con un prostituto si no también me gustaba me la lamiera otro tipo.
La próxima noche también te estaré esperando…
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El corazón actúa por razones por las cuales la mente jamás entenderá