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¿cuànto pagarias por mi? por shadow_holly

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Notas del capitulo:

Advertencias: un poco de mal vocabulario, un poco de shonen ai y ahora sí yaoi,  las advertencias de siempre


Por sus  reviews ¡Gracias!

¿Cuánto pagarías por mí?



 



Capitulo 7


Chico guapo, con excelente cuerpo,  complaciente e iniciado


No importa la preferencia sexual


¿Cuánto pagarías por mí?


Llamar: 771 11 5609


 


Séptima noche


Domingo por la mañana,  al fin había descansado, hoy teníamos que ir al club campestre. Asuntos de  sociedad; ir con la familia y lucirse por un campo de golf y tenis  presumiendo ser un prototipo de perfección. Tomando en cuenta que era “yo”, Ren Tao, hijo de En, con su grácil, bella y  poderosa esposa y su  perfecto hijo, éramos dignos miembros del prestigioso club al que solo las familias más adineradas asistían.  La verdad odiaba el lugar, aunque era indispensable ir, ya sea por la hipócrita forma de “saludar y fingir amistad con otras familias influyentes” así como  para poder saber quiénes eran los nuevos ricos,  de hecho en ese lugar conocí a Jeanne.


-Ren, mira ahí está Marco- ¡genial! hoy que pensaba  quedarme en el dichoso club, aplastado  vigilado a mi hijo se tenía que atravesar ese tipejo. Tenía en mente decirle, “lárgate a saludarle y déjame en paz”. Obviamente lo que pensaba y lo que actuaba,  con ella, nunca iba  acorde. Por la cara que  tenía no solo lo iba a saludar.


-  ¿Te parece si tomamos el desayuno con él?- le pregunté mientras le  sonreí, ella adoraba que  hiciera esa clase de comentarios en público, era la forma de demostrar que la complacía en todo, a tal grado  que ella ni siquiera se toma  la molestia de cargar a nuestro  hijo,  como consecuencia los domingos pasaba de ser nuestro hijo a ser solo mío.


-Querida Jeanne,  te ves maravillosa como siempre, Tao- imaginaba  su saludo, no era que me importara, de igual manera lo entendía, le había ganado, y solo con eso me bastaba; al pobre rubio le ardía el orgullo pues  le quite a la dulce Jeanne.


-Marco-  le respondí de igual manera, mientras mi esposa fue a pedir una mesa.


- Tan felices como siempre-  me miró,  su frase me dio un poco de gracia, pues según él  yo era  una persona; si no la más infeliz del mundo al menos un amargado, un niño rico que no se merecía a Jeanne y que no la haría feliz. La verdad era que; ella poco se quejaba por la vida que le daba, la complacía en todos los aspectos de su vida  y  yo… también estaba últimamente muy bien, de mejor humor de lo que en años había estado, aunque no con ella, de igual forma complacido.


- Más de lo que te imaginas- le susurré mientras  puse a mi hijo  frente a él en señal de victoria, el se acomodo los lentes y Jeanne regresó.


-Ya pedí nuestro desayuno- se sentó y tomó un poco de jugo- Marco, el trato con Oyamada  fue prefecto, estaba muy feliz, pero me preguntó por  un empleado que no conozco- en ese momento  me quede helado, entonces Horo habló con Oyamada,  era él al que se refería como el “pequeñín”  con razón  Anna lo trajo.


-Sí estuvo solo un día, Koûyama lo trajo, pero  de la misma manera en que llegó se fue, supongo que lo recomendó a otra compañía-  al finalizar esa palabras ella puso sus rojizos ojos en mí,  todos sabían que la rubia me debía  un favor,  por lo tanto  si encontraba un prospecto era mío.


-Ren el chico ese, ¿está en tu compañía?- la pregunta fue directa,  en cualquier otro caso no me importaría, y se lo vendería a su compañía, o en todo caso  lo compartiríamos, era el  beneficio de estar casados, pero no él… Horokeu Usui, era mío.


- ¿Qué chico? – fingí, sabia mentir muy bien, pero esta vez no fue el caso, cuando se trataba de Horokeu Usui, nada era “lo usual”.


- Vamos Tao, si tanto te interesa el chico lo compartiremos, después de todo, lo tuyo es de Jeanne y viceversa-  el rubio ironizo,  suponiendo que esto ocasionaría un conflicto, no lo seria de no ser por el simple y llano hecho de que, la persona involucrada es ni más ni menos que mi ahora ya oficial amante.


-El sábado Anna trajo a un  tipo, es un incompetente,  lo entrenaré- lo excuse, no quería que  Horo y Jeanne  se vieran a la cara,  el muy idiota no sabe fingir, no sabe tratar sus sentimientos, es demasiado franco… y hasta cierto punto inocente y sensible a pesar de su  trabajo nocturno.


-¿Incompetente?, vamos Tao, ese chico es un as hablando, tiene carisma, si tanto lo menosprecias dánoslo, le pagaremos   diez veces más de lo que tú le darás.- eso no lo esperaba, tanta persuasión no era posible viniendo de  él, si tanto lo quería, el mismo lo iba a buscar con Anna y  le ofrecería un buen puesto, sin siquiera consultarme.


- No piensa lo que dice, es imprudente, necesitan que lo pulan- intente finalizar en asunto, pero, por lo visto,  Jeanne  puso más interés de lo que me imagine, a este punto ese mujer era capaz de hacer cualquier cosa.


-Ren, yo me encargare de eso,  tu estas muy ocupado-  Marco sonreía victorioso, me estaba llevando  la contraria, y lo habían manejado de una manera que no podía  controlar,  era la primera vez en la vida que no podía controlar la situación…  solo porque estaba  él de por medio,  desde  aquel día en que lo vi,  todo mi mundo había estado descontrolado.


-No- respondí  aunque no fuerte, persistente, a lo que solo obtuve sus miradas penetrantes.


-Ren, Marco ya lo vio, cerramos un trato gracias a él además  es Koûyama quien lo recomienda, yo lo quiero-   intentaba persuadirme al mismo tiempo que me reprochaba en la cara que lo quería,  era caprichosa; por eso había fijado mi vista en ella. Era una mujer fuerte que tenía todo lo que quería, pero esta vez.


-He dicho que no-  alcé la voz más de lo que me imagine,  me sentí un tanto incomodo ya que Men pareció asustarse,  Jeanne sonrió, sabía que esa era mi debilidad.


- ¿Qué te pasa Ren? Si no lo has notado estamos en un desayuno público y  el pequeño Men se asusta- lo quito de mis brazos, genial ahora si era nuestro hijo,   solo suspiré.


- te lo  dije Jeanne, este hombre siempre hace lo que quiere- y Marco no se podía quedar callado, tenía unas inmensas ganas de golpear su cara de niño bonito y partirle su cara,  pero no le daría el gusto de verme como un simple perdedor.


-disculpa, yo ya fijé mi vista en él,  lo entrenaré y cuando este apto sin duda  será de gran ayuda para ambas compañías, por ahora creo que solo tuvo un golpe de suerte-  le dije mientras la miré a los ojos,  ella se veía aunque feliz extraña, tenía tiempo que no veía esa mirada en sus ojos, sin  embargo no lo tomé en cuenta.


-sigamos desayunado, hablaremos de esto el lunes en una junta-   Jeanne terminó  la molesta conversación, mientras tomé algo de café.


- lo invitaremos a una reunión  el lunes y veremos  quién le da una mejor oferta-  el rubio  trato de intimidarme, era un idiota, Horokeu Usui no era del tipo que se cambiaria de compañía por dinero… al menos  sabía que él aunque no  tenía mucho dinero, y trabajaba  para obtenerlo no de la mejor manera,  nunca busco aprovecharse de la situación, y hasta   creo que se ofendió cuando le ofrecí dinero.


-creo que volveremos a ser rivales Ren- Jeanne rió, se veía feliz. Sin duda alguna  competir por algo  le hacía feliz. Siempre le había ganado, aun así  disfrutaba el proceso.


-Jeanne sabes que esto no me gusta nada- le dije mientras la tome de la mano  y le sonreí, en señal de victoria. Así  le había ganado muchas veces-


- a mi me entretiene, desde que nos casamos ya no hay competencia-  rio de nuevo,  su sonrisa era molesta, de igual modo me sentía, aunque no tranquilo,  ya más  sosegado por esta situación. Si tenía que hacer mil y un cosas por quedarme con ese tipo lo haría.


-Jeanne, esto no está bien, solo me hace pensar que tú y él no son el uno para el otro- Marco intervino, mas esta vez me levante de la mesa, excusándome,  mi teléfono había sonado, y aunque los domingos lo tenía apagado esta vez no lo había hecho. Solo por si él llamaba.


-Marco… ya deja en paz este asunto, algún día lo podrás olvidar lo que paso… era una niña- Jeanne le dijo  en un susurro, lo que no sabían que aun estaba lo suficientemente cerca para escucharlos


-simplemente no- fue su suave respuesta, eso  sí que no lo sabía… así que una niña…


Hm,  valla que es sincero ese rubio,  al menos en algo tiene razón ese Usui hablaba demasiado, movía  su mordaz lengua sin pensar,  al menos eso era un arma de doble filo…  aunque en el sentido de  mover su lengua sin pensarlo… la movía muy bien.


 Sea como sea  Horo es mío, desde ayer por la mañana  me dije a mi mismo que él sería  para mí. Fui cruel y hasta déspota, pero en verdad me interesaba, más de lo que podía admitir. Al grado que aquellos comentarios entre mi esposa y el rubio ese  me importaba menos que  un pepinillo.


El había llamado, marcó y colgó,  le llamaría para ver que demonios quiere ese imbécil,  pero creo que saldrá con estúpidas cursilerías de las cuales no estoy de humor de escuchar, pues después del  meloso mensaje que me mando por la mañana, no sé que mas esperar.  Un mensaje el domingo a las 8 de la mañana  con la leyenda “eres más especial para mí de lo que me imaginé” solo me hace recordar los tontos mensajes de colegialas enamoradas,   sin embargo  me gustó  y hasta aumento mi ya enorme ego.


 Lo quería tener a mi lado, que solo fuera mío  justo como ayer… es una lástima que el imbécil rechazo mi oferta,  aunque no dudo que tarde o temprano será mío.


Recuerdo su lengua húmeda deslizarse  cálidamente por mi boca explorando cada rincón y moviéndose armoniosamente en el asiento del auto  y la posición incómoda  en la que nos las arreglamos para besarnos de la manera más sensual posible.


No lo negare,  yo fui el que inicio el beso y no me arrepiento,  pues el se encargó de que no lo  hiciera, sus ya conocidas y curiosas manos  empezaron explorar mi cuerpo  sin consentimiento alguno, ese tipo en ese momento se dio cuenta de lo mucho que me excitaba con un beso.


Puso una de sus manos en mi rodilla la subió lentamente hasta llegar al lugar, donde,  por un tiempo se detuvo y acarició.  Me ponía completamente duro, al punto que sus solas caricias y besos ya me tenían jadeando.


  Dejó de besarme y vi su sonrojo,  solo dijo un “lo siento, no lo puedo evitar”. Y a ese punto yo  tampoco lo iba a evitar, cuando Fausto se entere de lo que hice sin duda lo reprochara sin embargo, no me arrepiento.


  Volví a cerrar el auto y lo encendí, el me habló pero lo ignore rotundamente, solo  llevé el auto, a él y a mí a mi departamento. Este imbécil no se iba a largar de nuevo  dejando una excitación punzante en mi entre pierna. Recuerdo claramente su  reacción, sus palabras.


-Ren… esto se está saliendo de control- me dijo mientras nos besábamos en el ascensor, el muy  bien sabía a que lo llevaba a ese edificio, y a ese lugar, ya se lo había dicho “el me pertenecía”.


- cállate- le dije mientras le bese con más hambre, ya habíamos llegado al piso,  siempre había estado vacio ese lugar, ahora lo agradecía mas que  antes.


-Ren… si sigo con esto no me voy a detener- justo  cuando dijo eso sonreí… abrí  la puerta mientras él  me abrazaba por la espalda.


- y ¿quién te dijo que te detuvieras?-  solo cerré la puerta y nos besamos con  más hambre,  nunca creí que sus manos fueran tan gloriosas, aunque debí imaginarlo por la vez que tocó mi trasero.


-Es  que yo… no se- se veían sus ojos confundidos y hasta algo tristes, aun así sus movimientos   y la forma en que acercaba su  cadera contra la mía no me dejaba analizar la situación. En ese momento lo único que me importaba era terminar aquella acción que una vez había empezado y se había quedado inconclusa.  Pero se detuvo. Justo cuando  le iba a quitar la camisa… me moleste.


-pagare por tus servicios… haces esto por dinero ¿no? Ya me sedujiste ahora cumple tu parte- le dije  mientras saque la chequera,   no me importaba en ese momento el dinero, tampoco lo que él sentía, creo que ese fue un grave error, pues  sus mirada se puso cristalina.


-¿qué no te das cuenta yo no haría esto contigo por dinero?-  se dio la vuelta,  parecía irse no pude hacer otra cosa más que alcanzarlo y tomarlo por la espalda y abrazarlo, sin duda él hacía que me comportara de un forma que no comprendía.


-entonces… ¿qué pretendes? - le dije suave,  no lo entendía, el era demasiado extraño para mí, yo no conocía a alguien que se acercara a mi sin ningún motivo aparente,   o era el dinero o el solo hecho de acostarse conmigo solo por placer, y el… no hacia ninguna de las dos. Se dio la vuelta y me alzo el rostro para verme a la cara… nadie había hecho eso conmigo y me gustaba.


- yo no te lo haría por dinero  a ti no...-  fue su respuesta como un susurro,  solo podía darme cuenta que la vida que llevaba, no era por gusto y  que era demasiado bueno para ser  cierto.


- eso se lo dices a todos- ironicé, era demasiado  para ser cierto, no le podía creer, ya una vez me había enamorado y descubrí que aquel sentimiento de enamoramiento no era más que una basura, tal vez  el placer  era para valer la pena y poco de gusto, mas no esas tonterías.


-¡que no te das cuenta que me lastimas! ya fue demasiado por un  día… aun así- me gritó, y terminó por abrazarme y acariciar mi cabello al parecer le gusta, se recostó en mi hombro  y sentí un cálida humedad, lo había hecho llorar, hummm, había hecho eso con muchas personas, pero solo con el sentí un extraño remordimiento.  Era ya la segunda vez que lo veía así…y sin duda alguna era algo que no quería volver a ver


-  solo me aseguro que no tengamos problemas- le respondí mientras  me  encargue de no soltarlo


-esas no son las formas- dijo mientras se separo de mi  aspire el aroma de su cuello mientras le quite esas intrusas lagrimas de sus ojos, y le susurre muy cerca de su oído, casi en secreto,  como si no quisiera que  nadie supiera un “lo siento”.  Solo el me iba a escuchar.


- eres mi empleado de todas formas- le dije  terminando mi frase, como dejando atrás aquella frase, el solo sonrió-


-yo… quiero ser más que  eso para ti… porque tu lo eres para mí-  luego de esa frase  terminamos en el sillón, el sobre mi besando mi cuello  y acariciando todo  lo que se atravesaba por sus manos.


- imbécil… ya lo eres-  le dije mientras  desabotonó toda mi camisa dejando mi pecho al descubierto,  era verdad, él ya era más de lo que cualquier persona en mi vida había sido, solo con él podía experimentar  sensaciones que no surgían con nadie, miedo, remordimiento, celos, deseo y hasta tal vez un poco de amor.


- Ren…- suspiraba mientras   me besaba, y yo esta vez pude quitarle aquella molesta ropa, y pude ver su blanquecina piel, tan pálida y suave contrastando con las marcas que se desplegaban por casi toda su piel…  por esas marcas Fausto se debió de dar cuenta a lo que se dedicaba, no solo moretones y rasguños,  sino unas cicatrices que parecían ya de mucho tiempo. El se sonrojo cuando se dio cuenta de la forma en que lo miraba, tratando de cubrirse, mas solo  lo acaricie, no iba a permitir que nadie le hiciera  daño.


- no quiero que nadie más te haga daño- le dije mientras lo acariciaba  y contorneaba su piel, lo bese, su pecho,  sus brazos, cada milímetro de su piel, y el solo  sonreía, se veía feliz al tiempo que me acariciaba con mas  deseo. Iba a quitarle el pantalón, pero un vez más me detuvo.


-me gustas-  fueron sus palabras antes de besarme,  sonreí y  gire los ojos.


- ya lo había notado- le dije  mientras noté como un vez más se sonrojo,  el hecho de que cada vez que podía, me besaba, me tocaba;  pues al menos me dejaba deducir algo… yo era su agrado. Supongo que decía eso,  íbamos a tener sexo…  quería que yo supiera porque él hacia esto conmigo. Solo que había un pequeño problema ¿por qué lo hacía yo con él?


- quiero estar a tu lado- me dijo mientras le despoje de toda la ropa que tenia puesta y él me quito la mía, pasamos del sillón a la cama  en donde nos tocamos sin prejuicio alguno  y solo podía escucharse los sonoros  gemidos que ambos sacábamos en señal de  placer.


 Después de  unas horas en la cama con sudor, gemidos y demás terminamos, tan placentero que no lo podía creer, así que tan gratificante era hacerlo con otro hombre… y de la forma tan indescriptible en como lo hicimos


 El solo miro el reloj  y  me vio con algo de miedo.


-tengo que irme- dijo mientras se puso un pantalón y yo me quede recostado en la cama.


-quédate  aquí… te daré todo lo que necesites- le dije sin moverme, sinceramente creí que él se quedaría allí.


-no puedo, ya te lo  dije no quiero causarte problemas… - pero rechazó mi oferta, bien sabía que si se quedaba le daría todo.


- ¿Por qué?- le pregunté molesto y esta vez si me levanté de la cama para verlo, ya se había cambiado  y para mi sorpresa de había puesto una banda en la cabeza.


-Hao me buscará- me respondió algo triste,  ese tipo ya lo había mencionado varias veces…


-¿quién es Hao?- le pregunté mientras me levanté y me puse solo una sabana para cubrir mi desnudez.


-es mi empleador… no puedo quedarme aquí… al menos hasta que termine mi deuda con él- así que de eso se trataba… luego me encargaría de eso,  él ya era mío, y no iba a dejar que nadie más pusiera sus manos sobre lo que me pertenece


- toma  allí esta mi número… si necesitas algo llama- le di uno de mis celulares. Era lo único que podía hacer por ahora


-Ren… gracias- fue su respuesta antes de acercarse a mí  y darme un beso, suave, despacio y tierno.


-¿te veré el lunes?- le pregunté, antes de que saliera.


- tenlo por seguro- fue su última palabra antes de irse, solo de recordarlo me hace querer verlo de  nuevo.


 


Podía quedarme pensando y rememorando todas las pociones en las que lo hicimos y   el ritmo que manteníamos penetración tras penetración, pero un sentí como una mano me tocó por el hombro, estuve a poco de decir el nombre de Horo… pero alcancé a tiempo  de salir de mi trance…


 Era Jeanne  que traía a Men cargando.


-Ren, tengo veinte minutos llamándote, ibas a contestar una llamada  y te quedaste una hora-   y me hubiera quedado mas,  en fin esta mujer algo quería


- lo siento, asuntos de la compañía ¿Qué se ofrece?- le pregunté, al tiempo que estire los  brazos para darle a entender que me regresara a  mi hijo.


 - nada, solo a jugar tennis, con Minne  ¿quieres acompañarnos?-  me lo imaginé, al menos el rubio ya no me molestaría.


- no gracias,  me entretendré viéndote jugar y cuidando a Men – le respondí mientras fuimos a las  dichosas  canchas de tennis. Y  ahora si entrar en un largo letargo,  al menos Men  era de  mi idea pues lo  puse al lado de mi  y se quedo dormido.


Sin más contratiempos el día paso, si no  rápido al menos, tranquilo


Era hora de dormir y cumplir con mis deberes  maritales,  para unirse a las sensaciones nuevas, nunca antes me había molestado tanto el hecho de tener sexo con Jeanne.


Por suerte mi teléfono sonó.


-Ren, el teléfono lo apagas los domingos- me habló molesta mientras el teléfono sonó… y se puso su  bata, dio por hecho que esta noche… no


-Estoy revisando  un situación crítica en mi empresa- le dije mientras  tomé el teléfono.


-¿situación crítica?, tu nunca pasas por eso…-  pero la ignore era él o al menos eso creía.


-¿Sí?- pregunte, sabía que solo él podía contestar aun así, pregunté


-¿Sabes que por hacer uso de  uno mis chicos, tienes que pagarme a mí?-  una voz profunda se escuchó,  ¿uno de sus chicos? sin duda era el dichoso Hao.


-Perdón- trate de fingir, supongo que Horo se había metido en problemas, genial, no llevaba ni un día.


- te daré una oportunidad ya que veo no escatimaras en gastos por el azulito… el  es mío, si lo quieres tendrás que pagar- sus palabras iban directas al  grano, supongo que se había enterado de lo que el yo teníamos,  ese idiota no había mantenido la boca cerrada… tal vez ese fue  su plan desde un inicio, después de todo no les iba seguir su jueguito.


-No sé a qué se refiere- le dije y estaba por colgar el teléfono, pero lo que dijo hizo que me detuviera.


-No finjas,  conmigo no funciona, bueno tu sabes,   sé que ha salido con alguien y supongo eres tú. Ya le di una vez un escarmiento por salir sin permiso pero no entendió,  le tuve que dar otro y aun así no entiende, así que tal vez contigo si pueda razonar, el es mío, - escarmiento, por eso  aquel día llego a verme golpeado, entonces él no tenía nada que ver en esto, Horokeu era un idiota, se había dejado golpear solo por verme… y lo estaba haciendo de nuevo, aun así trate de  fingir, pero mi voz no me dejaba mentir.


-no sé  de quién habla- le dije de nuevo mientras apretaba con fuerza el celular.


- así que no tienes nada que ver, supongo que entonces no  te importa lo que le pueda pasar al azulito,  chicos,  ya  saben- escuche lo que dijo, luego gente riendo y por ultimo su voz,  la recocí enseguida, su voz quejándose  de dolor por los golpes que le daban.


-no lo  toques… no te atrevas a tocarlo- le dije por teléfono, tan  molesto que  solo golpee la pared que tenía más cercana.


- ya nos entendemos- rio sádicamente y deje de escuchar la voz del Usui


-¿qué es lo que quiere?- pregunte molesto, quería ir directo hacia él  y  matarlo con mi manos, se había atrevido a amedrentarme por teléfono, ningún humano en la faz de la tierra lo había hecho


- paga por él como todos los demás, el pago es conmigo, no con  él y si quieres exclusividad tienes que pagar más de lo que me ofrecen- fue su respuesta, dinero, solo dinero, era lo único que le importaba a gente como él.


- humm-  suspire tratando de calmarme, después de todo, solo se trataba de dinero.


- ten cuidado con lo que haces, ya te involucraste en un mundo  donde no debiste, Bueno conoces la luciérnaga roja, allí te esperare- esas palabras  hicieron que  azotara el celular, no solo estaba molesto, estaba furioso, no podía controlar  esto.


- maldito- fue lo único que dije antes de que Jeanne saliera de la habitación  y calmar a Men quien lloraba por el ruido estrepitoso que se provoco por el celular  azotado en la pared.


-Ren… ¿estás bien? Tú no eres así-  salió asustada y me miro  luego miró el celular hecho pedazos y se dirigió a la habitación del bebe,  nunca había pasado  algo como esto…nunca había hecho llorar a Men.


- no, no estoy bien, no soy así…cuida a Men, tengo que salir- fue lo único que le dije…


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