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Si el Emperador Relámpago despertase por Aphrodita

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Notas del capitulo: Esta historia es muuuuy sencilla. Pero me gustó pensar en la idea.

Se lo dedico por entero a Sunshine, de quien me enteré hace poco que fue su cumpleaños =(
Como siempre, Dita llega tarde, cuando ya todos se comieron la torta, la cumpleañera no está, las luces están parcialmente apagadas, y la gente de servicio que está limpiando te dice:

—No Doña... ya se fue ella...

Pero los globos siguen colgados, y el confeti desparramado en el suelo junto a botellas vacías te hacen caer en la cuenta de que te perdiste una fiesta.

Ahaaa! Dita comenzó a delirar otra vez!!! Traigan la medicación! Rápido!

Fuera de joda... en realidad lamento no haberte saludado como corresponde, y me enteré por un resumen tuyo que sino no lo adivino ni en mil años (Aunque en el lapso de mil años tendría que suponer que vas a cumplir años en algún momento xD)

Aunque no pensaba hacer un Ban x Ginji (Tenía en mente, hace un montón, un Shido x Kazuki) hice una excepción porque sé que esta pareja te gusta n.n
Espero que el resultado final te agrade.
Era cuestión de tiempo... Una cosa llevó a la otra, de manera irremediable e imparable. Todo comenzó con los típicos problemas económicos que este sistema y su manifestada esclavitud -el trabajo- nos impone
Últimamente los empleos escaseaban. O había habido un bajo índice de robos en ese año (cosa que dudaban) o nuevamente se encontraban presos de esa amiga llamada "la mala suerte" que los perseguía. Sea lo que fuese, nadie apareció en esa semana para contratarlos, ni siquiera Hevn se dignó a aparecer con alguna encomienda suicida. Y lo poco que tenían, se les iba de las manos.
Eso acarreó un inconveniente obvio y previsible: La falta de dinero. Para colmo tener al propietario del nuevo departamento alquilado hostigándolos para que, como fue pactado, paguen sus deudas, no ayudaba a mejorar el panorama.
El más afectado por esto, a simple vista, era Ban, quien pese a la escasez del vil metal y contra todo intento de caer en las redes de la adicción, fumaba más que de costumbre; Sin embargo para Ginji no fue diferente, simplemente su optimismo siempre presente marcaba una diferencia.
Le reconfortaba a Midou tenerlo cerca, como un ansiolítico, para calmar sus nervios. Pero cuando no sólo el tema del alquiler fue foco de discusión, sino la problemática del alimento apareció, los ánimos empezaron a caldearse. Interiormente, porque exteriormente Amano seguía sonriendo diciendo: "Todo esta bien, Ban... Saldremos de esta"
Pero, como si no fuera poco, a todo esto se le sumaba una reciente revelación, que un día -no le pregunten como ni cuando porque no tuvo la más pálida idea- el rubio se dio cuenta de que sentía algo más que un simple cariño fraternal por su querido amigo, compañero de rutas y departamento.

El emperador Relámpago era una bomba de tiempo, que en cualquier momento, con cualquier detonante podía llegar a explotar literal y metafóricamente.

Que ironía que todo comenzase por un estúpido aparato. Sumamente necesario, ya que sin un celular, habría gente que no podría contratarlos, y sin gente, no tenían trabajo, y sin trabajo no tenían dinero, y sin dinero... el eterno círculo. Fue por eso, que incentivado por el telépata, Ginji adquirió un nuevo teléfono, muy moderno y bonito, aunque no tan avanzados como los que había en el mercado actualmente.
Pagó una suma que le dolió en el alma:

"No tenemos para comer y tu quiere que me compre un celular" Se había quejado Amano recibiendo como respuesta.
"¿A donde quieres que la gente te llame para contratarnos?"

Efectivamente, ganó Ban la discusión, como siempre. Pero el aparatito del demonio, y para confirmar sus teorías de que estaban orinado por un mamut que los observaba desde el cielo, no quiso funcionar "como era debido".

"Llama a la compañía telefónica" Le propuso Midou.

Eso hizo el rubio... llamó al numero de atención al cliente para reportar que el nuevo celular adquirido no recibía las llamadas, la mujer amablemente le informó que tenía que arreglar el asunto con el fabricante directo porque era un error técnico. O sea, en cristiano: Estaba mal hecho. Y que seguramente lo repararían o le darían uno nuevo porque la garantía lo cubría.
Esa mañana auguró no ser buena, por empezar misteriosamente no había agua en todo el edificio: "Problemas de cañerías" Así que no se pudo bañar, y el agua de la heladera estaba condenadamente fría en ese crudo invierno para cepillarse los dientes y lavarse la cara. Igual lo hizo.
Luego, el café le quemó la lengua y la tostadora el pan. Aun así Amano siguió portando esa mascara de optimismo y voluntad de acero. Salió de su departamento y se dirigió al lugar donde había comprado el celular para solucionar el inconveniente.
Seis horas de larga fila para que un hombre bajo, de anteojos, con una pronunciada calvicie le dijese:

"Lo siento, nosotros no podemos arreglar ese problema. Es de la compañía telefónica que usted tiene"

Bien... El Emperador Relámpago contó hasta un billón y muy amablemente le explicó que la compañía le había dicho que el problema tenía que solucionarlo con ellos. Recibió la misma respuesta con una escueta explicación.

"El problema es que no recibe las llamadas... Eso solo lo puede solucionar su compañía, no es problema del equipo"

Y para rematarlo, el sujeto inmediatamente gritó: "El siguiente" dejándolo a Amano con esa angustiosa sensación de haber perdido toda la mañana en nada.
Volvió al departamento, ya sin su sonrisa, lo que arrastró a Midou a preguntarle por su bienestar:

—Estoy bien... —Contestó dejando la campera sobre la ducha del baño—Un poco mojado porque la lluvia me agarró a mitad de camino... —Comentó agobiado quitándose la polera humedecida para dejarla en el mismo sitio—¿Ya tenemos agua?
—No.—Respondió sin remordimientos—¿Qué te dijeron? ¿Se arregló el problema?
—Que tengo que llamar a la compañía, que es un problema de la antena.
—¿Lo harás?.
—Enseguida, cuando me seque...

La conversión fue corta y apagado, el telépata tuvo que haber adivinado que un cambio se estaba produciendo en su amigo, su porte, su mirada, todo se lo estaba diciendo. Pero fue recién cuando, sentado en el sillón, el rubio llamó desde su celular a la compañía que todo se fue al mismísimo Averno.
Las cosas, ahí, se fueron de control. Ban se dio cuenta de que algo medianamente grave pasaba cuando escuchó al rubio gritando de pie en medio de la sala.

—¡No! ¡Ustedes no entienden!
—Señor, no eleve la voz, yo le estoy hablando bien. Le digo que su problema se debe a que su viejo numero no figura en línea porque...
—¡No me interesa saberlo! ¡No me interesa!.—Expresó Amano pasándose la mano a través del pelo en un vano intento por calmarse—¡Quiero mi numero! ¿Entiende? ¡Mi numero! ¡¡Porque si no tengo mi condenado numero, la condenada gente no podrá llamarme... Y NO TENDR… TRABAJO!!—Sentenció, casi escupiendo de la furia, para agregar gritándole al pobre e inocente aparato que sostenía entre sus dos manos—¡¿ME ENTIENDE, AHORA?! ¡¿BUSQUE Y ENCUENTRE MI NUMERO?!
—Ginji, tranquilízate... —Se animó a susurrar Midou, algo asustado y sorprendido de verlo al otro tan fuera de sí, pero este estaba echo una fiera y no le prestó la más mínima atención.
—Señor no me grite—Solicitó la mujer de manera amena y diplomática, acostumbrada a trabajar con sociopatas que la llaman a diario para sublimar esa necesidad de gritarle a alguien o algo—Le dije que su numero...
—¡YA ME DIJO ESO!.—Tomó aire, porque acertadamente creyó que iba a tener una aneurisma
—Pero no se preocupe... —Agregó ante la interrupción—Usted puede adquirir una nueva línea por la módica suma de...
—¡NO! ¡Escúchame vaca estúpida! Yo necesito MI numero, porque es MI numero el que...
—Señor, por empezar peso 50 kilos y mido 1,68...
—¡NO ME IMPORTA CUANTO PESES, ESTUPIDA!
—Ginji, por el amor de Dios... —Midou dejó el repasador sobre el respaldo del sillón y se acercó a él para tomarlo de los brazos—Tranquilízate.
—¡Y TU DEJA DE LLAMARME GINJI!

¡WTF!. Midou parpadeó estupefacto, incapaz de reaccionar. Se quedó en su lugar a la vez que la conversación continuó adelante.

—Señor, si me sigue insultando tendré que cortar la comunicación.

El repertorio de insultos que escuchó el telépata ese día no lo había oído en su vida. Imposibles de transcribirlos, porque hieren la moral de cualquier persona de "bien". La comunicación, como la paciente dama anunció, fue anulada. Amano parecía ser un asesino serial prófugo de la justicia en busca de una nueva victima. Se quedó insultando al inmóvil aparato hasta que terminó arrojándolo contra la pared haciéndolo añicos. No se puede discutir con "algo" sin vida que no te responde las agresiones.

—Ginji... —Por su integridad física, el ojiceleste se apartó un poco, pero intentando llamar la atención de su amigo para traerlo de vuelta a la realidad.

Sin embargo este, con la furia desprendiéndose de sus ojos, se acercó a él y lo tomó del cuello de la camisa sacudiéndolo:

—¡Y tu deja de llamarme Ginji grandísimo idiota, bueno para nada! ¡En vez de estar parado ahí como un retrasado podrías estar haciendo la comida!

Ese no era el rubio que él conocía, bondadoso y sonriente. ¿Frente a quien estaba?. ¿Quién o que era ese monstruo ante sus ojos?
Para restar dudas, el mismo Amano se lo dijo al agregar:

—¡Yo no soy ese pendejo prematuramente estúpido!.
—Ah, ¿No?...¿Entonces quien eres?.

El emperador relámpago lo soltó luego de forcejear un poco para poder sentarse en el sillón con su ceño fruncido.

—¡Detesto que me compares con él!.—Vociferó—¡El emperador relámpago nunca podría llegar a ser tan asquerosamente bondadoso con las personas! ¡¿Sabes porque maldita estúpida serpiente?! PORQUE EL EMPERADOR RELAMPAGO NO NECESITA DE LA GENTE.
—Ajá... —Asintió Ban viendo que estaba ante un nuevo problema... un nuevo gran problema.
—No quieres que te llame Ginji, bien.—Tosió—¿Te parece: Emperador Relámpago?

El otro solo le dedicó una mirada asesina, y sin amedrentar acotó:

—¿Podrías traerlo de vuelta a mi amigo Ginji?—Se sintió el hombre más tonto del mundo al escuchar eso salir de su propia boca.
—¡¿Para que lo quieres?! ¡Es flojo, aburrido, sonríe todo el tiempo, nunca se hace problema por nada!
—Bueno... Así lo quiero.—Comentó Midou con un tono sereno en la voz, temeroso de despertar la furia del otro sujeto.
—¡Ja! ¡Con razón ese invalido mental está tan enamorado de ti! ¡Entre los dos se entienden!.—Bufó por lo bajo, maldiciendo:—Malditos homosexuales, sodomitas... Perversos... ¡Tsk!.

Ante esa nueva revelación, Ban palideció de pies a cabeza, y fue tan notoria su sorpresa que "El emperador relámpago" o lo que fuese que estaba frente a él, acotó:

—¡Sí! ¡¿Que me miras?! ¡Como si tuvieses un retraso mental!... ¿O me vas a decir que no te has dado cuenta?
—Pues no, perdón.—Finalizó con tono sarcástico.

Pero inmediatamente, y quitándose todos sus miedos, se sentó junto al rubio para investigar mas sobre ese tema que había despertado su curiosidad:

—Y dime... ¿Tu como mierda sabes eso?
—¡Ginji y yo somos la misma persona! ¡O no ves!.—Se señaló a sí mismo, con notable furia, pronto a montar en cólera otra vez—¡Tengo que vivir encerrado dentro de él, escuchando sus estupideces, percibiendo sus pensamientos homosexuales, y asquerosamente eróticos hacia ti!
—Ah... que loco... —Midou miró a un costado, aun más consternado que antes.

Aunque toda la situación era de por sí extraña, no olvidaba un detalle: que estaba frente a Ginji y que bien o mal, era él quien le decía todas esas cosas.

—¡Pero yo le dije! ¡Que algún día sería quien controlase el juego!... ¡¡Algún día él iba a explotar y yo iba a tener mi día de gloria!!.
—O sea que... —Analizó Midou pacientemente—No piensas irte...
—¡POR SUPUESTO QUE NO! ¡Ese idiota de Ginji no sabe como hacer las cosas!

Ok... Aquello no era bueno, para nada. Por eso el telépata, siendo muy cauteloso, inteligente y preventivo, lo "encantó" con un habilidoso Jagan y luego de aplicarle una "llave" para dejarlo inconsciente que tiempo atrás le había enseñado Yamato, lo llevó hasta el cuarto para acostarlo en la cama.

Ya había conocido al Emperador Relámpago en ocasiones anteriores, y había sabido como sacarlo de ese estado a Amano, pero aquello era surrealista e iba más allá de lo que él concebía o podía llegar a hacer al respecto. Se prendió un cigarrillo, y sentado en la cama, en medio de la penumbra, velando el sueño de su amigo, se preguntó como podía hacer para ayudarlo.
Estaban en problemas si de verdad el Emperador Relámpago pensaba quedarse. Porque NO le gustaba el emperador relámpago. No sabia cocinar, rompía las cosas, no compartía, y aun peor... Tenia mal genio, y con él ya era suficiente.
Pensó, casi toda la noche... Hasta que luego de llegar a la conclusión de que no tenía la más pálida idea de como enfrentar este inconveniente, determinó que lo mejor era pedir ayuda. A Paul, a Himiko, a quien fuese, incluso no se rehusaba a recibir ayuda de Shido en caso de ser necesario.
Lo que fuese, con tal de traer a su Ginji de vuelta.
Pero cuando se puso de pie para tomar su teléfono y despertar al señor Wang en mita de la noche, Amano se revolvió en su cama susurrando un:

—¿Ban?

En el tono de su voz, en su porte y confusión pudo ver que nuevamente estaba ante el Ginji Amano que él conocía:

—¡Gracias a Dios, Gin!.—Exclamó suspirando de alivio—Creí que tendría que golpearte de nuevo.
—¿Que... que sucedió?.—Preguntó medio adormecido, sintiendo un dolor en su nuca muchas veces experimentado.
—Tuvimos una visita...
—Hay... No... —Soltó Amano cerrando sus ojos al recibir el asentimiento de su amigo.
—No te preocupes, no salió nada mal esta vez...
—¿Que hizo?.—Preguntó, como si no se tratase de él mismo.
—Nada... le gritó a una mujer en el teléfono, no más que eso...
—Cielo santo... —Se quejó el rubio sentándose en la cama.

Prendió la luz del velador que descansaba sobre una pequeña mesa al costado de la cama y se encontró con las ojeras de su amigo, suponiendo que había estado gran parte de la noche velando por él. No pudo evitar sonreír de amor ante este detalle.

—Esta vez fue distinto a las otras veces, Gin... —Se animó a decir Ban—Creo que sería bueno que veas un especialista...
—Lo sé... —Se estiró, para descontracturar sus huesos y observó hacia sus costados... Era muy entrada la noche y lo ultimo que recordaba era la luz del sol ingresando por la ventana.

Notó un comportamiento raro en su compañero, quien taciturno lo observaba. …l le devolvió la mirada para finalmente inquirir apesadumbrado:

—¿Dijo algo?... ¿Hizo algo más?

Había dicho mucho. Midou sonrió y negó con su cabeza. ¿Y si era cierto lo que el Emperador Relámpago le había dicho? ¿Y si en verdad Ginji sentía todas esas cosas por él? Había una sola forma de comprobarlo. Por eso se acercó a Amano lo suficiente hasta quedar pegado a él, y recién cuando tomó su rostro entre sus manos el rubio alcanzó a articular palabra.

—¿B-ban?

No evitó el beso porque no quiso hacerlo. Sus labios hicieron un delicioso, suave y cálido contacto. Enseguida, cuando pudo salir del sopor, enredó sus brazos en el cuello del telépata, entre abriendo apenas su boca para recibir su húmeda lengua.
Cuando se separaron, Midou feliz pero disimulando, agregó:

—Ah... Sí... Lo recordé... —Elevó fugazmente sus ojos al techo y lo volvió a posar sobre la ensoñadora mirada de su amigo—Dijo algo así como que tu... sentías algo por mí... —Se aguantó la risa, al ver la mirada repleta de pavor en el rubio—Aunque con otras palabras...
—¡Maldita sea! ¡Y le rogué que no te dijera nada!

Ban no se pudo contener más y rompió a reír. Con lo que tendría que lidiar de ahora en más.
Ginji prometió buscar ayuda profesional para poder liberarse de ese estrés que lo embargaba de vez en cuando y que, evidentemente y a las pruebas nos remitimos, no podía canalizar.
No siempre es bueno sonreír y aparentar que todo esta bien cuando no es así. Entendió que es natural sentirse mal a veces, y que es necesario decir lo que uno siente, aunque sea algo negativo.
Por su lado, aunque a Midou nunca le gustó el Emperador Relámpago, le estaría eternamente agradecido por su pequeña venganza hacia Ginji... Pues de no haber sido por él, nunca hubiese tenido el coraje de besarlo, todo por el temor de ser rechazado y juzgado.

Lo que una serie de problemas y una telemarketer pueden hacer en tan solo un día... Sacarnos a flote nuestro lado más violento y sádico, aun así seamos la Madre Teresa de Calcuta o Ginji Amano.


FIN
Notas finales: Jajaja! Re sencilla la historia, les dije.

Debo darle gracias a Yageni, quien saberlo me inspiró para encontrar la razón de hacer explotar a Ginji.

Es telemarketer...

Me encanta la paciencia que tienen estas personas: -"Señor, si sigue diciendo esas cosas sobre mi madre, la cual no conoce, no tendré más opciones que cortar la llamada"

Tanta bondad te desespera. JAJAJAJA! Es decir, uno está tan enojado que quiere y necesita discutir, si la persona en el otro lado de la línea es tan diplomática... termina por exasperarte más. Pero según me explicó ella, no pueden cortar una comunicación por más que les estén gritando (Como poder, pueden... pero no sin sufrir las consecuencias de este mercado globalizado y capitalista).

Adeus!. Nos leemos con el Shido x Kazuki que vengo prometiendo desde la Era pasada.

28 de Julio de 2008
Merlo, Buenos Aires, Argentina.

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