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Cinco días para conocerte por Temari303

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Notas del capitulo: Beno, al fin acabé este capítulo. Yo diría que me ha quedado más largo...pero sin hacerme caso, no estoy segura.

En fin, espero que os guste.

Personajes de Masashi Kishimoto. ^_^
• Capítulo 2 •

— ¿Cómo os ha ido?—preguntó Iruka cuando el grupo de alumnos llegó.
— Ha estado bien…
— No, daba mucho miedo.
— ¿Pero qué dices?
— ¡Y había un fantasma!
— ¡Si, es verdad!
— Dejadlo ya. Sasuke y yo fuimos a ver y no encontramos nada—replicó Kiba.
— Yo se lo que vi.
— Si, yo también lo encontré.
— ¿A si? ¿Cómo era?
— No estoy seguro, estaba oscuro…
— Está claro que no visteis nada—aclaró Kiba.
Comenzaron una discusión entre los que lo habían visto y los que no. Iruka estaba confuso, intentando entender de qué hablaban. Sasuke, cansado de tanto ruido, se fue a dormir.
— Ey, espera Sasuke. Tú fuiste a buscar conmigo. Diles lo que encontraste— el pelinegro suspiró irritado.
— Nada.
La discusión continuó de nuevo, con Iruka de fondo intentando calmarlos.


….•••..•••..•••..•••….


Una nueva discusión por la mañana, fue la culpable de que Sasuke se levantara pronto, al igual que otros más alumnos.
— ¡Kyaa! ¡Sasuke se ha levantado!—gritó una voz aguda.
— ¡Quita de en medio, Sakura-frentuda! ¡No pienso dejar que se lo des!
— ¡Lo mismo digo, Ino-cerda!
— ¡Yo se lo daré antes!
— ¡De eso nada!
Las dos se acercaron corriendo a Sasuke con una cesta cada una.
— ¡Mira Sasuke! ¡Te he traído el desayuno!—dijo la pelirrosa enseñándole una cesta llena de frutas.
— ¡No! ¡Yo también te lo he traído! ¡Y de seguro que el mío te gusta más!—dijo la rubio casi gritando.
— “…Bueno… Al menos no tengo que buscarme la comida…”—pensó mientras cogía una pieza de fruta de cada cesta.
— Sasuke, ¿me das?—dijo Chouji al ver lo que habían traído las dos chicas.
— Si quieres…
— ¡Ah! ¡No, Chouji!
— ¡Esto es de Sasuke! ¡Ni te acerques!
— Pero él me ha dicho que puedo coger—dijo mientras se llevaba a la boca una manzana.
— ¡Vaya, chicas! ¡Con esto, hay desayuno para todos!—dijo Iruka asombrado al ver las dos cestas llenas.
— P-pero era…
— Está bien. Lo repartiremos entre todos—dijo mientras se llevaba las cestas.

….•••..•••..•••..•••….

— ¡Atención todos!—gritó Iruka— ¡Empezad a recoger todas vuestras cosas, cabaña incluida!
— ¡¿Qué?! ¡¿La cabaña también?!
— ¡Será broma!
— ¡¿Y dónde dormiremos?!
— Es una sorpresa. Venga, haced lo que os he dicho. Y rápido.

Todos empezaron a recoger sus cosas con desgana. A la media hora ya estaban todos con las mochilas puestas y todas sus cosas a mano. Iruka comenzó a caminar, con el grupo entero tras él, preguntándose a dónde los llevaba.
Se adentraron en el bosque y comenzaron ha avanzar, dirección al cementerio.
Al llegar a dicho sitio, no se detuvieron. Al contrario. Continuaron caminando, pasándolo de largo.
Sasuke miró curioso el cementerio, preguntándose a la vez si el rubio que se encontró ayer, estaría en el.
Caminaron durante quince minutos más, hasta que, tras los árboles, pudieron divisar una pequeña mansión. Se acercaron más a ella, pudiendo así, observarla mejor. Estaba totalmente construida en roca, y los bordes de las ventanas y puertas eran de madera. Justo al lado tenía un pozo, y para gran sorpresa de todos, justo a su derecha, medio escondida, había una pequeña piscina (llena de bichos, pero una piscina al fin y al cabo).
— Esperad aquí—pidió Iruka mientras avanzaba solo hacia el lugar. Todos acabaron sentados en el suelo del cansancio. De pronto, vieron cómo la puerta de la casa se abría, y de ella salían una mujer pelirroja y un hombre rubio. Ambos más bien jóvenes.
Iruka hizo una señal a sus alumnos para que éstos se acercaran.
— Chicos, el resto de días, los pasaremos aquí—tras decir esto, todos comenzaron ha hablar, aliviados de no tener que dormir de nuevo en el bosque.
— Emm… Chicos—dijo la mujer pelirroja.
— Escuchad, por favor—pidió Iruka.
Al hacerse el silencio la mujer continuó.
— Bueno, yo soy Kushina Uzumaki. Dueña de esta casa de excursiones.
— ¿Casa de excursiones?—pregunta Kiba.
— Exacto—dijo el rubio—. Y aunque a simple vista no lo parezca, os puedo asegurar que tiene electricidad y agua caliente—aseguró.
Todos se aliviaron al oír esto.
— Emm… Por cierto, yo soy Minato Namikaze. Pero fuera presentaciones. Pasad, por favor—dijo apartándose de la puerta (la cual medía dos metros de ancho).
Al entrar dentro, se encontraron con un pequeño recibidor en el que casi no cabían todos. Las paredes seguían siendo de roca, y el suelo era de piedra. Justo a la izquierda, había otra puerta de madera vieja que llevaba al comedor, el cual también estaba conectado con la cocina. A su derecha, estaban los cuartos de los propietarios, y justo delante, había una estrecha escalera que llevaba a los dormitorios de los huéspedes.
Todos subieron arriba y se repartieron entre las cinco habitaciones que había, todas con literas en su interior. En la segunda planta había un total de dos lavabos, con dos duchas cada uno; claramente, un problema, pensaron todos. Y justo enfrente de las escaleras una puerta que llevaba a un gran balcón, en el cual habían colocados dos sofás. Iruka eligió la habitación más pequeña para él. Las chicas en el ala izquierda, y los chicos en la derecha.

— ¡Me pido arriba!—gritó Kiba mientras apartaba de un empujón a Sasuke.
— ¡Ey, espera! ¡No tan rápido!—dijo Chouji— ¡Yo también quiero ir arriba!
— Qué problemáticos… ¿Acaso no veis que hay cuatro literas?—dijo Shikamaru mientras se apropiaba de una de ellas, dejando su mochila abajo y subiendo a la cama de arriba.
— ¡Shikamaru! ¡No puedes quedarte una litera para ti solo!—gritó Lee, señalándolo desde su propia litera. De pronto, alguien le tiró una almohada.
— ¡Kiba!
— ¡Ha sido Chouji!—dijo sonriendo maliciosamente.
— ¡Mentira!
— ¡Ja, ja!
Sasuke miraba la escena con un aura negra a su alrededor. Parecía apunto de estallar.
— “Ahora recuerdo por qué odio las acampadas”—pensó mientras se levantaba y arrastraba su maleta a la única cama que quedaba libre, debajo de Shikamaru.
— Qué problemático eres…—dijo éste último al ver que el Uchiha había tirado sus cosas al suelo.
— ¡¡Guerra de almohadas!!—gritó Lee. Al momento, un montón de almohadas comenzaron a volar por la habitación, la mayoría provenientes de Kiba, Chouji, Lee y Sai, y alguna que otra de Neji, devolviendo las que le tiraban a él. Shino y Shikamaru parecían ignorar el escándalo que estaban montando, y una venita en la frente de Sasuke se iba haciendo cada vez más grande.
— “Sasuke, contrólate… No puedes cargártelos… Iruka se enfadaría…”—de pronto, una almohada acabó estrellando en su cara. A esto, la habitación se quedó en silencio.
— Kiba, ¿Qué has hecho?—dijo la voz temblorosa de Sai. El castaño tragó saliva al ver al pelinegro levantarse. No muchos sabían cómo podía llegar a ser cuando se enfadaba, pero la mayoría de los de la habitación, habían sufrido su ira cuando eran pequeños.
— Ki…ba—masculló el Uchiha.
— Yo… Esto… Sasuke, lo siento…

….•••..•••..•••..•••….

— ¡Chicos! ¡Bajad todos, por favor!—gritó la voz de Iruka desde la planta baja.
Poco a poco, todos empezaron a salir de sus habitaciones, dirigiéndose al lugar donde se encontraba su profesor. El comedor.
A primera vista, se veía más pequeño de los que se esperaron. El suelo seguía siendo de piedra, y éste estaba lleno de mesas y taburetes de madera. Justo delante de la puerta, tenían dos mesas pegadas, para un total de ocho personas, la cual se encontraba en la parte más alta del comedor, ya que estaba subida a un gran escalón. Y justo al fondo del todo, una pequeña puerta abierta que mostraba parte de la cocina.
Se fueron sentando en grupos de cuatro, mientras que los chicos de una misma habitación se sentaron en la mesa de ocho, quedando así un asiento libre.
— ¿Dónde está Inuzuka?—preguntó Iruka. Ninguno dijo nada, aunque todos tragaron saliva mientras Sasuke se encogía de hombros.
— Creo que ha ido al lavabo—dijo Lee rompiendo el silencio.
— Está bien… Y ahora prestadme atención—dijo dirigiéndose a todos—. Hoy tenéis el día completo libre para hacer lo que queráis, y con eso me refiero a que empecéis el trabajo. Mañana comenzaremos con las actividades.
— ¿Actividades?—preguntó Tenten.
— Ya veréis.
De pronto, la puerta se abrió, y una pelirroja entró en la sala.
— Chicos, quería anunciar que mi marido acaba de limpiar la piscina, para quien quiera…
Todos se levantaron de golpe y salieron corriendo.
— Que considerados…—dijo Iruka al ver la sala vacía excepto él, Kishina y el Uchiha, el cual se levantó también.
— Sasuke, ¿dónde vas?—preguntó el castaño.
— A dar una vuelta por el bosque…
— Está bien, pero procura no alejarte mucho…
Caso omiso.

….•••..•••..•••..•••….

Para suerte del pelinegro, aunque tras muchas quejas de su madre, acabó cogiendo el portátil. Aunque no hubiese Internet, seguro que le serviría para hacer el condenado trabajo.
Subió a su habitación para ir a por el. Al llegar, se encontró a únicamente una persona. Kiba todavía seguía atado de pies y manos a su cama, con todas las maletas encima de él.
— Si me permites…—dijo mientras cogía la suya. Kiba negó con la cabeza.
Sasuke sacó su portátil, el cual estaba al fondo de la maleta, debajo de toda su ropa.
Antes de irse, miró de nuevo a Kiba, y algo parecido a remordimiento apareció en su mente. Ante esto, negó violentamente con la cabeza y salió de la habitación.
Bajó corriendo las escaleras y salió de la casa/mansión. Si mal no recordaba, el cementerio se encontraba a unos quince minutos por un camino marcado, aunque lleno de bifurcaciones.
Comenzó a caminar, pero una voz lo detuvo.
— ¡Ey, tú!
— “¿Cómo que ‘tú’?”—pensó enfadado mientras se daba la vuelta.
Un hombre rubio se acercaba a él corriendo. Al fijarse bien, tuvo la sensación de haberlo visto antes…
— ¿Dónde crees que vas?
— A dar una vuelta—dijo con un tono frío que no admitía réplica.
— No creo que pueda dejarte.
— ¿Por qué?—preguntó rudamente.
— Es peligroso andar por el bosque solo.
— No me importa—dijo mientras se daba la vuelta y coninuaba su camino.
— ¡Espera! ¡Podrías perderte!
— Lo dudo…
— Deja al menos que te acompañe.
— No.
El rubio suspiró resignado.
— Tendré que avisar a tu profesor.
— No me importa—volvió a repetir.
— Te confiscará el portátil.
—“Maldita sea… ¿De qué va este tío?”
— Vale, ¿Qué quieres a cambio?
— ¿Qu-qué? ¿A cambio?
— Claro… Para que me dejes tranquilo y no sueltes palabra a nadie de dónde voy.
— ¡¿M-me estás intentando sobornar?!
Sasuke miró a su alrededor enojado, por si alguien lo hubiese oído.
— Está bien, olvídalo. Diré la verdad y dejarás que me vaya.
— Lo dudo.
— Pensaba ir al cementerio. Allí se encuentra la tumba de mi abuelo, y ya que estoy aquí, pensaba ir a visitarla—odiaba tener que dar explicaciones, ni que éstas fuesen falsas.
— ¿Tu abuelo?
Sasuke asintió y volvió a retomar la marcha.
— Está bien… Pero vuelve pronto.
— “Que gente más ingenua habita este planeta…”
Notó la mirada del rubio clavada en él, hasta que se perdió de vista entre los árboles.
Tenía hasta la hora de comer. Se miró el reloj para situarse.
Todavía le quedaban unas seis horas, tiempo de sobras.
Continuó caminando durante esos quince minutos que lo separaban del cementerio.
Al dirigirse a la casa, se había memorizado el camino, y ahora lo estaba recorriendo tranquilamente, sin pararse a pensar por donde continuar.
Al fin, sus ojos se encontraron con un gran muro de piedra lleno de plantas que se colaban entre las rocas, y por encima de éste, alguna que otra tumba más alta de lo normal.
Con paso decidido, se dirigió a la puerta del cementerio. Siendo de día, no causaba tanta impresión como la noche anterior, pero al estar solo en ese lugar, le causó algo que no supo diferenciar (miedo) y un escalofrío le recorrió la espalda. Aún así, entró.

Comenzó a caminar por entre las tumbas, intentando recordar el camino que hizo la noche anterior.
Al fin, logró encontrar la bifurcación donde se separó de Kiba y torció hacia la derecha. Continuó caminando, un tiempo indefinido hasta encontrar de nuevo otra bifurcación, en la que tomo la misma dirección que en la anterior.
Al momento, llegó al lugar donde se encontró al rubio, esperando poder verlo allí de nuevo.
Al pensarlo, frunció el ceño.
— “¿Pero qué demonios estoy haciendo?”— se preguntó mientras miraba a su alrededor—. “No debería haber venido. Y todo por ese chico…”
— ¡Has vuelto, dattebayo!—dijo una voz a su espalda.
— ¿Naruto?—sus pensamientos negativos desaparecieron de golpe al ver la cara sonriente del rubio.
— ¿Qué pensabas?—dijo sin dejar de sonreír, cosa que de nuevo, hizo sonrojar al Uchiha.
— Vaya, ¿qué llevas ahí?—preguntó mientras señalaba la mochila del pelinegro.
— Emm… Mi portátil—dijo sin dejar de mirarlo.
— ¿Puedo verlo?
— C-claro…
Alargó el brazo para darle la mochila, cayendo al instante en que era la primera vez que dejaba algo suyo a un desconocido.
El rubio se sentó en el suelo y sacó el portátil de la mochila.
— ¡Qué pasada!—dijo asombrado al verlo—. Emm… ¿no te sientas?
Sasuke asintió mientras se colocaba delante de él. Tenía unas cuantas preguntas en mente, todas relacionadas con el chico que ahora se encontraba delante con su ordenador.
— Oh, vaya. Pide contraseña—dijo mientras miraba a Sasuke, poniendo ojitos.
— Eh… ¿Qué?—salió del pequeño trance que el rubio le había causado.
— “Maldito… ¿qué me acaba de hacer?”
— Contraseña.
— Ah, si… Esto… D-deja, yo la pongo…
El ojiazul le pasó el ordenador durante unos instantes, hasta que el pelinegro se lo devolvió. Al mismo tiempo, Naruto dio unas palmadas al suelo, pidiendo que se sentase a su lado. Y Sasuke, al igual que un perrito obediente, se acercó a él a gatas.
— “Otra vez. ¿Qué estoy haciendo? Esto no es propio de mí…”
— ¿Sabes?, hacía tiempo que no tocaba un ordenador—dijo sin quitar la vista de la pantalla. Sasuke no respondió.
— Esto… Naruto, ¿dónde vives exactamente?—preguntó sin mirarlo, al fin dignándose a hacer una frase bien hecha.
— ¿Yo? Je, je… N-no importa…—dijo con una risa nerviosa—. Mmm… Me cansé. ¿Te apetecería ir a dar una vuelta?—preguntó, intentando cambiar de tema. El pelinegro asintió y se levantó. Naruto apagó el portátil y lo guardó en la mochila.
— ¿A dónde quieres ir?—preguntó el Uchiha.
— Bueno, este cementerio da un poco de escalofríos. Vamos al bosque, dattebayo.
— ¿Al bosque?
— Si, ¿no quieres?
— Si, claro… ¿Pero por qu…?
— Quiero enseñarte algo—dijo mostrando la mejor de sus sonrisas. Y bueno, no hay que decir que los colores le volvieron a subir al pelinegro.
Naruto se levantó y empezó a correr. Sasuke, al darse cuenta de la ventaja que le llevaba, comenzó a seguirlo, intentando no perderlo de vista.
En un momento, alcanzaron la puerta del cementerio. Había que decir que Naruto era muy rápido, y Sasuke lo seguía como un perrito faldero, cosa poco (muy, muy poco) común en él…
— ¡Ja, ja! ¡Sasuke, eres muy lento!—gritó al llegar antes que él.
— ¡¿C-cómo?!—nunca nadie se había atrevido a decirle algo así. Naruto lo miró fijamente con una expresión curiosa— ¿Qu-qué pasa?—preguntó Sasuke entre incómodo y rojo. El rubio sonrió antes de responder.
— Nada… Es que te ves mucho más lindo cuando te enfadas.
— “¡Lo hace a propósito! ¡Seguro!”—pensó alarmado al notar de nuevo su sangre hervir bajo su piel.
— V-vayamos ya…
— Si. Mira, es por aquí—dijo mientras señalaba en dirección al lugar donde estaba la casa.

Estuvieron caminando unos diez minutos más. A simple vista, parecía que el rubio se dirigiese a la mansión; solo que en un punto, en vez de ir todo recto, giró hacia la derecha, adentrándose en un camino bastante estrecho y rodeado de altas plantas y árboles viejos que cruzaban sus ramas, haciendo que al pasar tuviesen que agacharse.
Sasuke odiaba cada minuto que pasaba en ese lugar, caminando, esquivando plantas con espinas y ahuyentando bichos que se le acercaban. Pero no pensaba decirlo, ya que a Naruto parecía gustarle ese lugar, y la verdad… no quería ofenderlo (cosa que hubiese hecho con cualquier otra persona).
— Sasuke, ¿te encuentras bien?—preguntó de pronto el rubio, dándose la vuelta para ver el rostro del pelinegro.
— ¿Eh? Ah, si…
— Bueno, te encuentro raro… Si quieres volvemos y ya…
— No, no importa. Sigamos.
— ¿Seguro?
— Seguro.
— Está bien—dijo sonriendo y volviendo a retomar el camino.
Continuaron caminando otros cinco minutos más, sin detenerse todavía. Sasuke tenía los brazos llenos de magulladuras a causa de todas las ramas que tenía que ir apartando.
En un pequeño descuido, tropezó con la raíz de un árbol y cayó al suelo, llevándose a Naruto por delante. O al menos eso creyó, ya que el rubio no estaba ni a un metro de él. Antes de tocar el suelo, pudo notar como un escalofrío le recorría el cuerpo entero.
Al volver la vista arriba, vio al ojiazul mirándolo espantado. Había dado unos pasos hacia atrás, pero ahora se acercaba a él de nuevo.
— ¡Sasuke! ¿Estás bien?
— Eh… Emm… S-si…—respondió mientras se levantaba. Al estar casi derecho, la pierna le cedió y volvió a caer. Naruto no se movió del lugar.
— "¿Por qué no me ayuda?”
— Esto…—dijo el pelinegro levantando la mano. El rubio se acercó a ver cómo estaba, pero aun así, no hizo ademán de ayudar a levantarlo.
— Ah… ¿T-te duele?
— Un poco—dijo mientras se sentaba en el suelo.
— Oh… ¿Y no puedes… levantarte?
— Creo que no—y es que la pierna le dolía horrores. Era seguro que se la había infectado.
— Y-yo… Bueno, espera aquí un momento—tras esto, se dio media vuelta y se puso a correr.
— ¡¿Qué?!
— ¡No tardaré!—gritó antes de desaparecer entre los árboles.
— Vaya…
Se acomodó en el lugar y miró de nuevo su reloj. Todavía no había pasad ni una hora entera desde que salió de la casa, pero con la pierna así, tendría que volver antes de lo pensado.
No pasó un minuto, y Naruto volvió. Traía consigo una rama de árbol algo gruesa, pero no medía más de un metro.
— ¿Qu-qué es…?
— Mira—dijo contento—, con esto podrás caminar.
Acercó un extremo a él para que lo sujetara. Al hacerlo, el rubio tiró de el, consiguiendo así que el pelinegro se levantase.
— Toma—dijo mientras se lo entregaba—. Y ahora no te caigas, o podrías hacerte aún más daño…
— Emm… Gracias…—dijo mientras apoyaba la rama en el suelo y comenzaba a avanzar. Esta vez, Naruto fue a su lado.


A medida que avanzaban, el camino se iba haciendo cada vez más amplio, y las plantas que los rodeaban iban disminuyendo de altura, al contrario que los árboles, ahora la mayoría de ellos medían de cinco metros para arriba.
Aun así, Sasuke no se dio cuenta de esto, ya que su atención estaba principalmente en la rama que impedía que cayera de nuevo, y en Naruto, de vez en cuando.
De pronto, el rubio se detuvo en el lugar, y Sasuke lo miró confuso.
— Vamos, deja de mirar al suelo y alza la vista—dijo en un tono tranquilo mientras se sentaba.
El pelinegro le hizo caso, y al hacerlo, divisó entre dos grandes árboles un lago enorme que cubría la mayor parte del bosque.
— Siéntate. Estarás más cómodo.
— ¿Cómo encontraste este lugar?—dijo fascinado, pasando por alto su proposición.
— Venía muchas veces de pequeño.
— Vaya…—dijo mientras se intentaba sentar.
— Mmm… Deberías de desinfectar esa herida… O al menos, limpiarla—dijo señalando el agua.
— “Haberlo dicho antes…”—pensó mientras intentaba levantarse de nuevo, pero esta vez no pudo. La herida de la pierna había empeorado.
— No puedo.
— ¿Y qué tal arrastrándote?
— Eh…—no supo que decir ante la “amabilidad” del rubio.
— Emm… Yo… Está bien…—se levantó y exhaló airé mientras se acercaba a él.
Otro escalofrío aún mayor, recorrió el cuerpo del pelinegro cuando Naruto lo cogió de la mano.
— V-vaya… Estás helado…
— Lo siento—dijo en un susurro mientras tiraba de él para que se pusiera en pie. Parecía estar concentrado cuando hizo esto. Aunque nada más levantarse, lo soltó rápidamente y le tendió la rama.
Se acercaron al agua. Desde ese punto se podía ver que, además de estar limpia, era muy clara. Naruto se acercó aun más y cogió agua entre sus manos, y antes de que se escurriera, la echó rápidamente a la herida de Sasuke.
— ¡Ey!
— Je, je. Perdón, ¿está muy fría?
— Un poco…
— Pues aquí va otra—dijo mientras volvía con más agua, mojándole a la vez los zapatos.
— Bueno… Al menos está limpia…
— Ya… En fin, ¿te gusta el lugar?
Sasuke asintió mientras dirigía la vista al lago.
Al parecer, la pierna había dejado de dolerle. Decidido, tiró la rama a un lado y la apoyó en el suelo.
— Sasuke, no creo que…
El pelinegro la levantó rápidamente al ver que todavía le hacía daño. De un brusco movimiento, de nuevo se cayó sobre Naruto, el cual abrió ampliamente los ojos al ver donde acabarían. Y por tercera vez, un escalofrío le pasó por el cuerpo a Sasuke.
— ¡Auch!—gritó Sasuke al caer al agua. Y al haber poca profundidad, cayó de rodillas y manos sobre el barro.
— ¡Sasuke!—gritó el rubio desde atrás.
— ¿Qu-qué? ¿Dónde…?
— Emm… Estoy aquí—dijo mientras lo cogía de la cintura y lo levantaba—. Lo siento, ¿te duele?
— B-bastante…
— “Por esto mismo odio la montaña…”
Naruto retrocedió sin soltarlo y lo colocó en el suelo. Aunque le dolía, Sasuke tuvo que preguntar.
— ¿Cómo que no caíste tú también? Estabas enfrente de mí.
— Yo… Esto… M-me aparté…
— ¿Te apartaste a tiempo?
— B-bueno, si… ¿No lo ves? No estoy mojado—dijo algo nervioso.
— … Creo que debería volver ya…
— Si… Lo siento…—ahora se veía algo triste.
— ¿Y esa cara?
Naruto lo miró confuso.
— ¿No estás enfadado?
— ¿Por qué debería de estarlo?
— Por la forma en que te he tratado…
— ¿Cómo me has tratado?
— Bueno… Por mi culpa tienes esa herida… Y ahora estás empapado…
— No ha sido tu culpa…—dijo mientras se levantaba con dificultad.
— Como sea—suspiró el rubio cerrando los ojos. Su expresión seguía siendo triste.
Pero en vano Sasuke era el chico más inteligente de su clase y de todas las demás. Había algo en esto que no le cuadraba. Aunque no lo conocía, notaba que su comportamiento era extraño.
Sin que Naruto se diese cuenta, el pelinegro alzó la mano derecha y la acercó lentamente a su rostro.
Y en lugar de tocar algo sólido, notó… nada. Estaba acariciando el aire.
Antes de que pudiese asimilar lo que estaba pasando, el rubio abrió rápidamente los ojos, los cuales se habían dilatado y miraban fijamente a Sasuke con el espanto escrito en ellos.
Notas finales: Bueno, gracias por leer. Espero que os haya gustado.
Intentaré continuarlo en cuanto pueda ^_^
¡Hasta otra!

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