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A Glass of Wine. por Odal

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- ¡Winie! Lleva este vino a la mesa 37.
- No me llames así… Me llamo Williams ¡No Winie!
- Pero “Winie” suena tan tierno…
- … Como sea…

Era la discusión de todos los días cada vez que empezaba mi turno en el bar. Pero era como tratar de razonar con una piedra…..inútil, pero en fin.
Miré hacia la mesa 37 y vi a un tipo sólo. Me parecía irritante que, teniendo el local prácticamente vacío, escojan el rincón más alejado para sentarse. Tal vez no quiere ser visto, o tal vez se va a encontrar con su amante y el lugar mas discreto es en esa mesa junto a la chimenea. Desde ese rincón se puede apreciar todo el local, que no es pequeño y al mismo tiempo quedar semi oculto detrás de esta. Pero de algo estaba seguro, esperaba a alguien.
Tomé la botella y me impresionó en leer la etiqueta. Un Torreón de Paredes, Cabernet Sauvignon Reserva privada, no es normal que pidan un vino de $75.000 pesos (107 €). Es muy caro para el común de la gente, pero él no se veía muy común ahí sentado con el codo apoyado sutilmente sobre la mesa y el mentón descansando entre el pulgar y el índice mientras que sus otros dedos ocultaban parcialmente su boca…
- Oye…Winie? Vas a quedarte toda la noche parado en la barra?
- ¡¡¡…!!!… claro que no, estoy esperando las copas….
- Aquí están y será mejor que te apresures, ese sujeto se ve malas pulgas.

Mientras caminaba hacia la mesa pude hacerme la idea de como era, más o menos, ese tipo. Su rostro era alargado pero tenía sus rasgos bien marcados con una quijada fuerte, su nariz era larga y bien proporcionada, sus cejas gruesas y bien perfiladas, sus ojos…sus ojos eran de un azul profundo, tan profundo que podrías perderte en ellos eternamente…
- Disculpa, pero ¿vas a dejarme el vino, o no?- el sujeto me miraba sin separar su mentón de su mano que ahora estaba empuñado.
- Em…Lo…Lo siento…- dije avergonzado, había estado de pie mirándolo un buen rato hasta que su voz me sacó de mis pensamientos. Dejé la botella, las dos copas y cuando me disponía a irme sentí que me tomaba de la muñeca y tiraba de mí con suavidad. Lo miré y me encontré con sus profundos ojos que me miraban algo serios… sentí como el rubor subía a mi rostro. Tragué saliva.
- Disculpa… pero, ¿por qué me has puesto dos copas?- preguntó educadamente, su voz era suavemente grave.
- Mis disculpas, señor…- traté de ser lo mas formal posible- … pero supuse que esperaba a alguien.
- ¿A sí?- preguntó y una sonrisa asomó a sus labios.- ¿Qué le hizo llegar a esa conclusión?
- Ah….bueno….este…yo…- No sabía que decir, y sentía que mi rostro estaba rojo.- Lamento haberle incomodado, señor, lo siento.
E hice una ligera reverencia lo cual hizo surgir una suave risa de él. Lo miré nuevamente aunque esta vez estaba algo molesto por sus risas, yo trataba de disculparme por mi falta de la mejor forma posible y lo único que recibía a cambio era su risa.
- Bueno creo que ha quedado claro mi intento por disculparme por mi falta…con su permiso me retiro.
Me dispuse retirarme un tanto molesto por sus risas y un tanto avergonzado por la forma en que le traté, no era mi intensión que sonara tan rudo. Pero nuevamente sentí que me tiraba de la muñeca.
- Espera, no te vayas así…
- Así como.
- Enfadado…- aun estaba sonriendo, pero su sonrisa era tan amable que me sentí turbado.
- No se preocupe, señor, no estoy molesto. Ahora si me disculpa.
Ahora si que emprendí mi huida rápidamente. Sin darle tiempo de hablar nuevamente o de tomarme por la muñeca como lo había hecho antes.


Esa noche fue muy agitada como todo día viernes y el local cerró más tarde que de costumbre. Cuando salieron al frescor de la calle no había ni un alma a la vista, ni siquiera un solitario automóvil circulaba por las calles a esa hora cercana a la madrugada.
Williams se despidió de sus compañeros y se marchó camino a su casa, caminaba despreocupadamente sin notar la silueta que lo seguía media cuadra detrás de él.

El día que siguió transcurrió tranquilamente, Williams disfrutó de su día libre como si fuera el último de su vida. Salió en bicicleta temprano, aseó la casa, fue a visitar a su madre (cosa que no hacía muy seguido). Cuando llegó a casa al atardecer llegó cansado y molesto a causa de una nueva discusión con su madre, aun no se explicaba el por que se molestaba en visitarla si siempre terminaban igual… la eterna comparación entre él y su hermano, decidió salir a distraerse un poco ya que no quería llegar mañana a trabajar con la discusión en la cabeza.


“Será mejor que salga a tomar un poco de aire, no me puedo quitar la voz de esa vieja arpía de mi cabeza… ¡Ultima vez que la voy a visitar!” Pero sabía que mis palabras no tenían peso, no importaba cuanto discutiéramos yo siempre la visitaba. No dejaba de ser mi madre aunque se empeñe en hacerme la vida imposible.
“Tu hermano ya tiene auto, ¿sabías?... Y, y le dieron un aumento de sueldo por su impecable desempeño - decía mientras acariciaba un retrato de él.- …l siempre fue el mas inteligente.” Terminada la frase dando un suspiro. Ahora que lo recuerdo, en casa de mamá hay muchos retratos y en todos sale mi hermano…yo salgo en una y solamente porque él esta a mi lado, después empezó a fotografiarnos por separado.
Es una especie de obsesión que tiene con él… él es el mejor, él siempre hace lo mejor, él es el hijo perfecto, él es la viva imagen de su padre…etc., etc., etc.
Nunca en mi vida pensé que se pudiera discriminar de tal forma. Entiendo que no se puede ser igual psicológicamente simplemente cada uno tenemos diferente carácter. Reconozco que soy más impulsivo que mi hermano, pero siempre se espera que uno lo sea…sobre todo en gemelos… También está la estúpida superstición de que en los gemelos se representa el bien y el mal, y como yo siempre fui el más travieso me encasillaron el titulo del “malvado”.
Y como todo ser “malvado” debía ser privado de todas las oportunidades para desarrollarse y poder ser mejor que el “bueno”. Eso causó que se rompieran todos los lazos que pudiera haber entre hermanos, ese trato causo que nos odiáramos toda la niñez y gran parte de la adolescencia y ahora que somos adultos nuestra relación de “hermanos gemelos” se ha ido enfriando hasta quedar en nada.

Pero no quería seguir pensando en cosas tan amargas y me dirigí hacia un bar que conocía y del cual era cliente frecuente. Me senté en mi rincón acostumbrado junto a la barra ya que en ocasiones me gustaba conversar con el bartender, pero esa noche en particular estaba especialmente taciturno. Pedí una cerveza y me sumí en mis pensamientos, sopesaba a conciencia las palabras de mi madre… No es que le encontrara la razón. Pero comparando nuestras vidas en verdad que son bastante opuestas, por ejemplo: él era empresario financiero, yo un camarero de un bar; él ya estaba felizmente casado y tiene dos hijos, yo no… etc., etc., etc.

Estaba tan sumergido en mis propios pensamientos que no me di cuenta de la figura que tomaba asiento frente a mi. Lo primero que noté fueron sus manos en la mesa cerca de las mías, luego fui moviendo mis ojos lentamente siguiendo los brazos, luego el pecho para detenerme un momento en la cadena que colgaba de su cuello y en la cruz engarzada en piedras, una cruz hermosa y delicada. Aun me sentía como si lo que viera no fuera más que parte de un sueño, si eso era, me había quedado dormido en el bar, pero si era un sueño se ponía interesante ¿Quién querría sentarse en mi mesa si prácticamente no tengo amigos? Entonces, al levantar la vista para verle el rostro me sobresalté de tal manera que me tuve que sujetar del borde de la mesa para no caer, en ese momento se disipó cualquier duda sobre si estaba despierto o no. Y esto no podía ser un sueño.
Frente a mi mirándome con esos preciosos ojos azules profundos y una sonrisa en los labios. Estaba el sujeto del vino caro.
- ¡¿Qué hace aquí?! – pregunté aun sorprendido por su presencia.
- Buenas noches.- me contestó divertido ante mi sorpresa.- Lo vi aquí y me apeteció el saludarle.


- Ahá…claro.- Su respuesta no me convenció del todo.- ¿Y no me diga que suele saludar a cada camarero que lo ha atendido y se sienta un momento a conversar? Vaya, déjeme felicitarle por su gran memoria.- Me fue imposible evitar que mis palabras sonaran tan burlonas e irónicas, pero suele ser mi reacción cuando algo no me da buena espina.
Mi objetivo era que se ofendiera y me dejara en paz… cosa que no hizo, simplemente me miró y su sonrisa se hizo más amplia.
- Que filosa tienes esa lengua, querido muchacho.- Esta vez su voz sonó más profunda mientras se inclinaba sobre la mesa y me sujetaba por el mentón con una mano enguantada.
Mano que retiré de un brusco manotazo y me puse de pie apoyando mis manos en la mesa e inclinándome un poco hacia él.
- Que demonios te interesa si tengo o no la lengua filosa- Susurré de forma cortante y áspera- No me conoces, puedo ser mucho más desagradable aun, además no estoy en mi trabajo así que no tengo por qué contener mis palabras y no me importa quien eres…. ¡puedes ser Rey de los infiernos, me importa un pepino! Así que mejor me dejas en paz.
Me dejé caer sobre mi asiento y vacié mi vaso de cerveza de un trago. Cerré los ojos por un momento para disfrutar de la sensación del líquido frío al deslizarse por mi garganta y al abrirlos él aun estaba ahí con esa estúpida sonrisa que ya empezaba a irritarme.
- ¿Y si te dijera que realmente soy un demonio y que me dedico ha atormentar a los mortales que osan llamar mi atención como tu lo has hecho? ¿Pedirías perdón por tu alma?- Mientras decía esto noté un cambio, su mirada se volvía más indómita, noté que su cuerpo se tensaba y adoptaba una postura más agresiva. En mi interior se activó una especie de alarma, este tipo era capas de hacerme daño si así lo quería.
- ¡No seas idiota!- A pesar de todo fui capaz de contestarle de forma arrogante, podía sentir el efecto de las cervezas que había consumido.- Yo no me retracto y si te he tratado mal es por que no me dejas en paz.
- Audaces palabras, ¿no lo crees?- Añadió apoyando el mentón en su puño y el codo de este en la mesa.
- En realidad no, teniendo en cuenta de que lo que me has dicho es mentira y que estoy tratando con un igual.- Objeté, me sentía mareado y mi visión empezaba a verse afectada.- Como sea… me voy.

Williams se levantó rápidamente para marcharse, pero la gran cantidad de cervezas que había bebido le pasaron la cuenta. Perdió el equilibrio y trató inútilmente de sostenerse en la mesa pero un mal calculó hizo que casi cayera, sólo sintió que, en vez de chocar contra el duro piso, chocó contra alguien…

Cuando abrió los ojos lentamente notó el punzante mal estar de la resaca le dolía la cabeza y tenía la boca seca. Se llevó una mano a la frente como para convencerse de que realmente estaba despierto y por primera vez empezó a prestarle atención al entorno.
Se incorporó rápidamente lo que empeoró su mal estar, pero no era tanto como para aplacar su inquietud… no estaba en su casa y no recordaba cómo había llegado hasta allí…No sabía donde diablos estaba.
Lentamente estiró las manos y tocó la cama a ambos lados… estaba sólo.
Pero su alivio se esfumó al ver una figura que lo miraba desde la puerta.

- Vaya, hasta que despertaste.- Dijo sonriendo el sujeto desde la puerta.
- ¡¿Dónde estoy?!- Pregunté alarmado, ya estaba en pié buscando mi chaqueta.
- Calma, estas en mi casa.- Me dijo mientras se acercaba- Toma…
Me ofreció un jarro con un espeso y negro café recién hecho. Le miré con desconfianza y luego tomé el jarro entre mis manos.
- ¿Qué hora es?- Pregunté mientras miraba hacia la ventana, por lo menos aun era de noche, al parecer no había pasado mucho tiempo.
-Van a ser las siete de la mañana.- Contestó con su estúpida sonrisa tomando asiento en un sofá que había en una esquina cerca de la ventana.
- ¿Me puedes explicar como demonios llegué hasta tu casa?-Le pregunté con creciente desconfianza.
-Perdiste el sentido en el bar y…
-¡Claro!...- Le interrumpí.- El buen samaritano me ayudó tan amablemente.- Reí con sarcasmo a causa de esa sonrisa idiota que sólo me hacía querer golpearlo.

Me miró de forma fría y molesta. Era obvio, ¿quien no se molestaría con mi actitud?
Su mirada me hizo guardar silencio de inmediato. Eran como dos barras de hielo atravesándome de lado a lado. Pero lo seguí mirando entre burlesco y desafiante, total… ¿que iba a hacer?
Se puso de pié y simplemente salió de la habitación.

Le vi salir con esa mirada molesta y, después de un momento, me sentí mal por mi comportamiento… ¡¡¡Pero es su culpa!!! Nadie le pidió ayuda o que fuera amable conmigo.
Decidí simplemente irme, ¿para que quedarme si ese sujeto no me caía bien? Aunque no tenía idea de donde estaba, pero caminando de seguro llegaré a alguna calle o avenida donde pueda orientarme mejor. Volteé y me quedé mirando el jarro de café.
- Bueno…no me hará mal si me tomo el café antes de irme.- Me dije suavemente.
Tras tomar el primer trago del espeso líquido llegué a la conclusión de que este era el mejor café que había tomado. Se notaba que era un café de grano recién hecho, de fragante olor a tostado y con un sabor suave al principio, pero que al tragar desplegaba todo su intenso sabor.

Estaba disfrutando de este exquisito café cuando sentí que me miraban. Dejé de beber y bajé el jarro lentamente volteando hacia la puerta. …l me estaba mirando fijamente con esos fríos ojos azules.
Me alejé del velador acercándome hacia la puerta, su mirada era distinta. Ya no expresaban esa interesante paciencia que le daban el aire de nostálgico vampiro, no, ya no era esa la expresión de su rostro. Esa estúpida sonrisa se había esfumado de sus labios.
Me detuve y le miré a los ojos.
Su actitud era casi…amenazante.

- No me mires así…ya me voy.- Me encogí de hombros de forma indolente.- Pero si no te quitas de la puerta no pued…
Le miré sorprendido cuando me tomó por el cuello sin quitar su mirada de la mía.
- Has agotado mi paciencia muchacho…. ¡felicidades!.- Me dijo acercando su rostro al mío.- Es algo difícil de conseguir…y he esperado demasiado.- Sonrió al decir esto último, sonrisa que me dio un extraño escalofrío.

Comenzó a caminar haciéndome retroceder al mismo tiempo, instintivamente llevé mis manos a la muñeca que me sujetaba en un intento de zafarme. He de reconocer que tengo fuerza y un buen estado físico, pero aun así no lograba hacer que me soltara, por más que intentara doblar sus dedos que apretaban, implacables, mi cuello.
-Déjame…ir…- Le dije intentando soltarme, pero era inútil, era como tratar de doblarle los dedos a una estatua de mármol.
Pero mis ruegos eran inútiles, el sujeto sólo me miraba con la misma atención con la que un lobo mira a un ciervo herido.
-¿Quieres que te deje ir?...Entonces ruega un poco más y tal vez…sólo tal ves te deje ir.- Me susurró con una siniestra sonrisa.
- ¿Qué te ruegue?...- Le miré incrédulo y, a pesar mío, me puse a reír.- Será mejor que esperes sentado.
Tensé mis piernas y le propiné una patada en el estómago con todas mis fuerzas con la única idea de salir de allí en cuanto me soltara. Pero lo que pasó fue algo diferente a lo planeado.

Vi su rostro contraerse de dolor y sorpresa, pero sin soltarme. En sus ojos brillaban de ira lo cual me produjo un escalofrío extrañamente agradable. Inclinó el torso y mis pies tocaron el suelo. Pero cuando intenté soltarme, él se desplomó sobre mí…quedando atrapado bajo todo su peso.
“Bien…eres un genio….imbécil!!!...ahora como salgo de aquí…” me dije mientras intentaba moverlo, pero era peso muerto.
Sentía su respiración junto a mi cuello, pesada y regular como si durmiera o…esperara. Me estremecí. Pasé mis manos por bajo sus brazos para unirlas en su espaldas y así usar mi peso para voltearlo. No fue fácil, pero lo logré.

Di un suspiro de alivio al verme libre de aquel peso. Al hacer la fuerza con mis brazos, tuve que ayudarme con mis piernas entrelazándolas con las suyas para facilitar el giro. Así que ahora estaba casi a horcajadas sobre su cuerpo.
- Si se despierta esto se va a poner feo….- Me dije en un susurro y me dispuse a bajarme de encima de él.
- Al contrario, esto se pone cada vez mejor….

Pero me detuve sintiendo un escalofrío… ¡El idiota me estaba mirando!
Antes de que pudiera reaccionar me tomó con fuerza de la cintura y me sentó sobre él.
-¡Pero que!...Déjame ir… ¿¡que es lo que pretendes!?.- Le grité furioso tratando inútilmente de soltarme.
- ¿Qué no es obvio?, tu aceptaste…- Volvió a sonreír de forma lánguida como si estuviera adormilado.
-¡Qué acepté qué!…. ¡de que demonios hablas!.- Le miré a los ojos.
- Es una pena que la memoria del los mortales sea tan frágil no lo crees Williams…

Al escuchar mi nombre le miré sorprendido, no recordaba haberle dicho como me llamaba. Pero al escucharle pronunciar mi nombre de esa forma sentí un cálido escalofrío, lo cual me hizo sonrojar.
-¡Ah!.- Exclamó sonriendo ante mi reacción.- Veo que tu mente no me recuerda, pero tu cuerpo si…
- ¿A que te refieres con eso?- Le pregunté cada vez más asustado por lo que decía y por como mi cuerpo reaccionaba a sus palabras y a sus movimientos.
- A esto…- Me susurró con una sonrisa preñada de lujuria.

Se incorporó hasta casi quedar sentado frente a mí, mientras aun me sostenía sobre su estómago. Cuando se sentó hizo que resbalara hasta quedar en su pelvis.
Se fue acercando a mi y yo solamente le miraba completamente perdido en ese profundo azul de sus ojos sin saber el porque me sentía así. Cuando ya estuvo lo suficientemente cerca sentí su lengua juguetear en mis labios para luego entrar y comenzar a besarme.
Cuando sentí su lengua en mi boca fue como un violento despertar. Le empujé y cubrí mi boca con mi antebrazo. Mi reacción sólo causó la risa de él y la ira en mí.
-Sigues como siempre Will…- Me aferró con más fuerza de la cintura haciendo que mi entrepierna se apretara aun más contra sus caderas.- Me has abandonado…he estado mucho tiempo esperando a que me llevaras ese vino…que me sirvieras esa copa.- Me susurró en el oído.
-No sé de que demonios me hablas…no te conozco, ¡nunca te he visto!.- Le dije presa de un escalofrío.
-No me hagas perder la paciencia contigo, querido muchacho…tu cuerpo sabe y me conoce….mira.- Dijo soltando una de sus manos de mis caderas y llevándola a mi entrepierna.- Este latido me dice que si me recuerdas y que me extrañas…
Quería protestar, pero él volvió a besarme de forma tan arrebatadora y demandante que casi me deja sin aire.

Algo dentro de mí deseaba que esto continuara, pero mi lado racional me decía que estaba terriblemente mal.

-Ah, te lo dije…una parte de ti me recuerda claramente.- Susurró sacándome de mis pensamientos para darme cuenta de que estaba correspondiendo aquel beso casi con desesperación.
-Déjame ir…- Le pedí…no, no estaba rogando…sólo le pedía que me dejara ir. Ya me sentía lo bastante perdido y confundido por esto que sólo deseaba irme, pero mis palabras salieron en un suave jadeo.
-¿En verdad quieres irte?...- De pronto le miré, sus palabras volvieron a sonar tristes como si toda la intención de llevarme a esto se hubiera desvanecido.-… Si eso es lo que en verdad deseas…

Murmuró y para toral sorpresa mía soltó su implacable agarre dejándome totalmente descolocado ante eso. Le miré sin entender lo que pasaba llevando mis manos a su pecho para no caer y bajé.

-¿Y ahora que pasa…?.- Preguntó recostándose nuevamente y llevándose una mano a su nuca.-…No querías irte, pues eres libre…no me volverás a ver… jamás.- Murmuró totalmente abrumado por la tristeza… o eso parecía.
-En verdad lo siento, pero en verdad no te conozco…y creo que me has confundido con alguien más.- Tomé mi chaqueta volviendo a sentarme a su lado…Si estoy loco por volver a acercarme, pero se veía tan triste que…no sé, me hacía sentir culpable en cierto grado…aunque no estaba dispuesto a hacer lo que quería… por si lo pensaron.
- Lo sabía…fue todo una pésima idea.- Siguió como si no me hubiera escuchado.- Te lo dije…te pedí que me dejaras terminar esto contigo y así volveríamos los dos…pero no, quisiste tomar toda la responsabilidad por tu cuenta y dejarme…ahora has vuelto y no me recuerdas, no en esta era…
-Eh… creo que mejor me voy.- Dije alejándome de él, no sabía de que hablaba o con quien, pero era claro que no era conmigo.

Me apresuré a salir de la habitación para ir a la puerta de calle mientras revisaba mis bolsillos. Si, todo estaba allí. Mi dinero, mi billetera y mis llaves. Tomaría el primer taxi, bus o lo primero que encontrara. Aun estaba confundido con lo que ocurría y, sinceramente, no podía calmarme. Era la primera vez que un hombre…. ¡un hombre! Me dejaba así.

-… - Me detuve en la puerta volteando a mirar hacia el pasillo, no, no estaba esperando a verle ahí… ¿o si?

Dí un profundo suspiro volviendo por sobre mis pasos, me quería ir, pero al menos quería saber su nombre, aunque no tenía idea de para que diablos. Sentía la extraña necesidad de saber quien era. Avance por el pasillo escuchando como la madera del suelo crujía a cada paso que daba como si fuera una maldita película de terror… ¿porque ahora el pasillo se me hacía tan largo? Apuré el paso hasta llegar a la puerta de la habitación de la cual había salido prácticamente corriendo, asomé mi cabeza para verle exactamente en la misma posición en la que lo había dejado. En verdad se veía muy abatido como si le hubieran dado una sentencia de muerte o algo así, me acerqué a la cama con cuidado sin saber que hacer. Hablarle o simplemente dar media vuelta e irme.

-Al menos dime tu nombre…- Murmuré con suavidad mientras me detenía a los pies de la cama, tampoco era tan tonto para acercarme más…prefería mantenerme fuera del rango de ataque.
-…No tienes porque saberlo…no me volverás a ver…- contestó mirándome nuevamente, clavándome unos fríos ojos azules los cuales hicieron que diera un pequeño paso hacia atrás.- ¿No querías irte? ¡Pues vete!- Me gritó sentándose de golpe sin quitar esos fríos ojos azules en los cuales se adivinaba un gran pesar.
- Cómo quieras…- Contesté con brusquedad cruzándome de brazos, está bien, el pobre sujeto estaba sufriendo, pero tampoco iba a aguantar que me gritara.- Trato de ser amable una vez y me gritas….pero bueno, será…- Me di media vuelta caminando hacia la puerta, por tercera vez…
- Michaelle(Micael)…- Me detuve sintiendo un intenso dolor en el pecho al escuchar ese nombre, ¿el porque?...aun no lo sabía.
-Bueno…hasta siempre Michaelle…- Le dije sin mirarle, pero también sin moverme. Le escuché el crujir de la cama y sus pasos que se acercaban.
- Tienes los pies clavados al…- Comenzó a hablar con un frío sarcasmo, pero lo interrumpí al darme vuelta rápidamente y besarle casi con desesperación.

No pregunten, porque ni yo mismo lo sé. Simplemente necesitaba ese contacto, esos besos…a él.


El beso siguió haciéndose más profundo y con cada vez más deseos. Williams no entendía su necesidad y Michaelle había quedado completamente descolocado ante aquel beso, no entendía mucho, pero sabía que si le había besado era porque algo en su interior si recordaba su pacto tantos siglos atrás.
Sólo separaban sus labios para tomar aire antes de volver a unirse tan apasionadamente que parecía que quisieran fundir todo a su alrededor, Michaelle lo abrazó por la cintura con una mano acortando aun más la distancia entre ambos mientras que con la otra acariciaba la espalda casi con devoción . Mientras que Williams el rodeaba el cuello con sus brazos acariciando sus cabellos y su nuca. Para ambos ya no había habitación, ni casa…ni tiempo, sólo ellos.
Michaelle abrió los ojos un momento con la intensión de detener esto, no podía seguir si el otro lo hacía por simple necesidad y no por lo que en verdad importaba. Pero se detuvo al ver que el otro le miraba con una expresión que no veía desde hace siglos.
-Williams…- Susurró sorprendido ante esto.
- Dije que volvería….lamento haber demorado tanto.- Contestó el otro con una voz aterciopelada y seria, aunque era la misma voz del muchacho impertinente de antes, sonaba completamente diferente.
-¿Qué pasará con el Williams de esta era?- Preguntó algo inquieto de haber sacrificado un alma inocente sólo por su deseo de encontrarse nuevamente.
- Este Will al igual que los anteriores he sido yo a la espera de que me encontraras…Lo que conociste no fue más que una cáscara que protegía mi verdadera conciencia…- Sonrió con total dulzura pegando su frente con la contraria.- Hemos esperado tanto tiempo para volver a estar así…cuantas vidas, dos, tres… ¿veinte? Ya ni lo recuerdo, pero has esperado en la inmortalidad bastante tiempo y sólo…- Se le quebró la voz mientras le volvía a abrazar.- Lo siento tanto…lamento haberte encadenado a esta existencia de total oscuridad.
-No, no tienes porque disculparte, necesitábamos hacer esto para poder volvernos a ver en una era en la cual no seamos cazados como animales. Tú me amarraste a la inmortalidad, pero yo te condené a morir una y otra ves en tus vidas de mortal…en verdad lamento el no haberte podido encontrar antes… En estos siglos he muerto varias veces y hasta he ido a la guerra…y a ambas guerras mundiales buscándote…pero al fin nos hemos encontrado…- Le decía entre besos y caricias llenas de nostalgia y cariño.

Volvieron a fundirse en un beso, un beso que había esperado siglos para dar. Por fin ángel y demonio podían amarse en una época que no los cazaría, ni los juzgaría….un era que ni siquiera creía en ellos.



Fin.-
Notas finales: Bueno, este es mi primer intento de publicar una historia....y en verdad, no me tengo mucha fe ( jejeje). Además es primera vez que me animo a participar en una comunidad como esta.

Y eso, y espero también el que el contenido de esta nota sea adecuada para su publicación XD

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