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Un cachorro fortificado con vitaminas y minerales por Kali Lakitu

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Notas del fanfic:



Hola!!! ¿Cómo están?

¿Yo? Muy bien, gracias, de vacaciones apenas Jajajaja

... como sea, ¿Qué mejor forma de celebrar que salí de vacaciones que publicando un Fic?

¡Oh! casi lo olvido, Disclamer: los personajes no son mios, todos los derechos a su autor yo sólo los tomo prestados sin fines de lucro. y es muy temprano como para tener un comentrio chistoso al respecto.



Bueno disfruten.

Notas del capitulo:
Sé que es sábado y aunque traté de publicar ayer -como es costumbre (viernes)- estaba todo lleno entonces no pude entrar a la pag y mejor me fui a dormir ^______^ Por eso lo subo hasta ahora. (Sé que esto es irrelevante pero quería decirlo)

Y dedico este fic a Kiki!!! por el esfuerzo que hace en la escuela (yo veo lo mucho que sufre a veces ^__^U) y porque hace poco (después de que yo escribiera esto) el doctor le dijo que está falta de vitaminas y minerales... jaja qué cosas



P.O.V.

Joey

-Toma cachorro, te traje más.- Seto se sienta en el sillón a mi lado y me entrega otro plato lleno de costillitas bañadas en salsa BBQ (Yumi). Me relamo los dedos y dejo las hamburguesas en la mesa junto a las papas fritas que todavía me faltan y los platos casi vacíos de camarones empanizados, sushi y hot dogs.

-Gracias Seto… ¿tienes más refresco?- alcanzo a decir antes de llenarme la boca con más comida.

-¡Claro! Enseguida te sirvo.- Se levanta y camina alegre en dirección a la cocina tarareando La Marsellesa. Me encanta cuando está así de buena onda.

-¡Hey Joey!- Escucho que una voz conocida me habla, pero las costillitas saben tan buenas que sólo respondo con un simple humm y sigo comiendo.- Las orugas se salieron del sótano, hay que atraparlas antes de la hora del té o si no se van a hacer mariposas.

-Seguro, hoy no tengo que ir al reino de las sombras, así que hay tiempo antes de la escuela.- Sí, tengo tres horas antes de que el barco que me deja en la universidad zarpe; ese rato es suficiente para atrapar a las orugas.

-Ok, pero entonces apresúrate…Oye ¿Te vas a comer eso?- Pregunta Cocoa, señalando con su pata peluda el hueso de la costilla que me acabo de terminar.

-Nop, toma.- le doy el hueso y…

Un momento. ¿Cocoa habla?

Beep-beep, Beep-beep, Beep-beep,

Estiro la mano hasta la mesita de noche y apago el despertador. Me remuevo entre las sábanas un ratito más antes de salir de la cama.

Se oye el agua cayendo, seguramente Seto no me quiso despertar y se metió a bañar solo. Miro el reloj, las 7:10. Hoy tengo clase hasta las 9:00, así que me da tiempo para acompañarlo; entonces tomo una toalla que dejó cerca de la regadera, me quito la ropa y entro. Lo primero que veo es a él dándome la espalda enjuagándose el cabello… sin duda alguna, Seto Kaiba es el hombre más sexy del planeta, y nunca me cansaré de verlo desnudo. Creo que mi temperatura comienza a subir.

-Seto ¿Quieres jugar un poco antes de ir a trabajar…?-Antes de voltear, termina de quitarse todo el jabón, pero cuando me mira tiene una ceja encarnada y parece ¿indignado?

-Ya era hora de que despertaras.- Esta definitivamente no era la respuesta que esperaba. Cierra la llave del agua.

¡Me ignoró!, así, ¡como si nada!

-¡Oye! ¿Qué te pasa?

-Eso debería preguntarte yo. ¿Qué te ocurre Wheeler?- uy… Wheeler, alerta roja, tenemos un Seto enojado.

¡Espera, yo soy el enojado aquí!

-No tengo idea de a qué te refieres Kaiba.- cierra un puño con fuerza y con la otra mano se apoya de una pared

-¿A no? Qué raro, porque está es la segunda ocasión que sucede Joseph.- Como que mi ardilla no está despierta.

-¿La segunda…? ¡Ay no!, no me digas que me quedé dormido otra vez.- él no habla, sólo abre la puerta de la regadera, toma su toalla, se la pone alrededor de la cintura y regresa a la habitación.- ¡No fue mi intención!

Obviamente no me responde. Así que mejor me disculpo antes de que esto se convierta en un problema más grande. Agarro la otra toalla para cubrirme y lo sigo.

-Seto de verdad lo lamento.- Espero alguna clase de respuesta, pero luego de un momento en silencio, él nada más suspira.

-Escucha, esto no me molesta… tanto como tú crees.

-Claro, Y entonces por qué estás enojado.

-¡No estoy enojado! Estoy preocupado ¿De acuerdo?-… en los tres años de relación que tenemos, sólo dos veces me ha dicho directamente que se preocupa. Siempre es Mokuba el que me dice “mi hermano está preocupado”, “deberías hablar con él, se está preocupando” o cosas por el estilo.

-Yo… no entiendo

-Joey, es la segunda ocasión en esta semana que te quedas dormido mientras lo hacemos, eso no es normal.- Su tono de voz aumenta y con eso la seriedad de esta discusión.

-Es que estoy cansado… y no me di cuenta de a qué hora pasó. No me mires así, no me refería a eso.- Tengo que aprender a escoger mejor mis palabras.

-Precisamente Joseph, ¡prácticamente vives exhausto! Deberías dejar de trabajar y dedicarte a estudiar únicamente.- Aquí vamos de nuevo.

-¡Seto ya habíamos hablado de esto!- como 100 veces.- Necesito trabajar para pagar mi colegiatura. Y no importa qué ¡No pienso permitir que tú me des el dinero Kaiba!

-¡Wheeler! Deja ya esa actitud tan irracional. Es perfectamente normal que desee ayudarte con tu educación si tengo las posibilidades.-Seguro nuestros gritos se oyen hasta la cocina.

-No me interesa que tengas millones de dólares, yenes, euros y demás ricachón engreído.

-¡¿Qué no entiendes que eso también es tuyo?!

-¡¿Y qué no entiendes tú que si aceptara eso siento que me estaría aprovechando de ti?!- termino gritándole prácticamente a la cara. Y al caer en cuenta de lo que he dicho siento que las mejillas me arden de la pena. Me hago lo más atrás que puedo.

Seto me mira claramente sorprendido. Y tarda un poco antes de que sus neuronas vuelvan a hacer click.

-Cachorro…- Ahora habla bajito, su voz es suave y calmada.- Al menos deberíamos ir al médico.

-… Ok.- cedo de inmediato porque me siento muy incómodo, la verdad detesto ir al doctor, los hospitales apestan a medicina y las enfermeras no me dan mucha confianza. Camino hacia la regadera y uso la salida más fácil.- voy a bañarme… que te vaya bien en el trabajo.

-Joey… gracias.- asiento con la cabeza y cierro la puerta del baño.

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A penas llegué a tiempo a la escuela.

Luego de la escenita de la mañana, Seto esperó a que estuviera listo y me llevó a un laboratorio. Mientras me bañaba llamó al doc y le dijo… bueno, espero que no le haya dado muchos detalles. Da igual, me mandó a hacer un estudio, una bio-no sé qué hema-no sé cual.

“Flojito” dijo la enfermera ¿Pero cómo estarlo? ¡Si ella medía casi dos metros! ¡Y tenía el talle de un rinoceronte! A demás me amarró a una silla, todo para sacarme sangre.

Pero no importa, porque tuve mi venganza; cuando me desató y se dio vuelta guardé en mi mochila el bote de paletas que estaba en el estante. Me lo debía.

Dijeron que los resultados están listos hoy en la tarde…

-¡Joey! ¿Qué haces allí?- a la pobre profesora Maki se le cayeron todas sus cosas y gritó en cuanto me vio sentado debajo de su escritorio. Por la sorpresa, supongo, esto no lo hago todos los días.

-Hola prof… emmm, no se espante.- le digo mientras junto todos sus papeles y meto a su bolsa las cosas que se salieron en la caída. Se las tiendo y ella se agacha un poco para tomarlas.- Es más haga como que no estoy…

La profesora Maki ha sido como mi hermana mayor en la universidad: me ayuda con los trabajos, las prácticas, a estudiar para los exámenes y otras cosas, también me consiguió el empleo de medio tiempo. Como agradecimiento, me ofrecí a ser su asistente de investigación todas las tardes antes de ir a trabajar y cuando no tengo clase o salgo temprano como hoy, me paso para acá a ver qué puedo hacer por ella. Cuando me gradúe será en parte gracias a su apoyo.

Sin embargo… no importa toda la confianza que le tenga, no puedo decirle que me estoy escondiendo porque me pareció ver a Seto en el estacionamiento junto a mi moto esperándome. De seguro para ir al doc.

-Pero… ¿está todo bien?- ¡Claro!… es sólo que me gusta ver el piso más de cerca.- Hace poco Kaiba llamó a la coordinación para avisar que no vendrías.

¡Demonios! Entonces no lo aluciné… A veces olvido que siempre va un paso adelante.

-Yo…

Toc, toc, toc.

Alguien toca a la puerta, eso me dará tiempo para pensar en una excusa. Ella me mira con reproche y suspira.

-Adelante.- dice suavemente.- ¡Señor Kaiba! ¿Qué puedo hacer por usted?- ¡Auch! Salto de la impresión y me golpeo la cabeza con el escritorio. Esto es mala suerte.

-Buenas tardes. Disculpe que la interrumpa, estoy buscando a Joey. –Pero ¿Qué rayos está pasando? Si son las 12:30… ¿no se supone que debería estar en la corporación?- su horario indica que hace media hora salió de clases, alguien me dijo que entró a este edificio y supongo que vino a verla.

Junto las manos como si estuviera rezando y las levanto a la altura de mi frente, susurro para que sólo ella me escuche “por favor no” y niego con la cabeza. Mi profesora se acerca al escritorio.

-Pensé que estaría con usted… y por como lo dice, pareciera que Joey se está ocultando.- Uff, estuvo cerca.

-Sí, la idea de ir al médico nunca le ha emocionado realmente.- Me hago lo más para atrás que puedo y abrazo mis piernas.

-¿Está enfermo?- se oye preocupada.

-Es más bien un asunto preventivo.

-Vaya, hubiera dicho desde un principio que ese era el caso, si es por su bien… está debajo de mi escritorio.- Bien, la profesora Maki está fuera de mi lista de regalos para esta navidad. Ella se hace para atrás y Seto se para a su lado.

-Joey… sal de ahí.-Me dice cruzándose de brazos.

-Yo nada más vine a despedirme.- Salgo de debajo del escritorio gateando muy despacio. -Prof. vengo mañana, Seto… - Comienzo a caminar hacia la salida, pero antes de que pueda echarme a correr, mi novio me toma de la muñeca haciendo que me detenga en seco.

-Gracias profesora.-Los dos salimos de la oficina de mi profesora y nos encaminamos hacia el estacionamiento, donde su Lamborghini está estacionado… detesto cuando ordena que se lleven mi motocicleta a la casa.

De camino al doc, los dos estamos callados., pero el trayecto me parece excesivamente corto. Llegamos al hospital, y sólo tuvimos que decir “Kaiba” en la recepción para que nos pasaran al consultorio de inmediato. Donde tampoco tuvimos que esperar mucho.

El doc llega, nos saluda, toma mis análisis y todo este tiempo he estado tragando en seco.

Como que de pronto yo hablo en otro idioma, porque sólo Seto entiende lo que dice el médico… llego a captar cosas aisladas como “peso bajo” “desnutrido” “anemia” “vitaminas” por parte del doc y “se duerme” “no come” “sin tiempo” por parte de mi pareja. Pero me concentro un poco y todo comienza a tener sentido.

-No voy a tomar nada… las medicinas saben feo. Y no me pueden obligar. A demás si me alimento bien será suficiente ¿no?

-Sin duda requiere llevar una mejor calidad de vida; pero el resultado de los análisis arroja que esta situación tiene bastante tiempo y hay muchas deficiencias en su sistema inmunológico. Preferiría complementar estas medidas con algunos medicamentos y vitaminas.

Es cierto, hace 2 años cuando estaba en la prepa, no tenía tiempo de comer, me saltaba dos de las tres comidas básicas, siempre tenía que llegar al trabajo o a la escuela, y ahora que estoy en la universidad son muchas cosas que hacer con el trabajo, las tareas, las clases… y como me acostumbré a no comer durante largos lapsos de tiempo: no me fijé lo mucho que me estaba descuidando.

-Concuerdo con Joey- creo que Seto nunca antes había dicho esas palabras juntas así de fácil.- las vitaminas ingeridas no son la mejor opción. Es probable que las olvide.

-Bueno, pero eso se puede resolver.- ¿Resolver? ¿Resolver qué? Creo que me perdí de algo- Podemos reducirlo si se deciden por las dosis vía intramuscular

-¿Intramuscular?... eso quiere decir.- algo no está bien, siento cómo Seto se tensa un poco, como anticipando mi reacción.

-Inyecciones.

-Oh, ya veo… ¡Ah! ¡No!- Seto y yo nos levantamos casi al mismo tiempo.- No, simplemente no.- volteo hacia la puerta y mi pareja ya está bloqueando la salida.

-Joey comprende que esto es por tu bien.- ¿Cómo meter una aguja por la carne de mi trasero puede ser bueno?- Doctor, por favor, proceda.

El médico saca de una gaveta ampolletas de color amarillo. ¿Aceite? Dicen que eso arde, ¡mucho! Las pone sobre la charola chiquita de acero que está en su escritorio. Luego de un cajón… la toma.

Una jeringa enorme, con una aguja ¡larguísima!

Tengo que salir de aquí. Tengo que pensar. ¡Ya sé!

-Está bien. Seto regresa acá ¡no seas exagerado!- trato de controlar el temblor de mi cuerpo lo mejor que puedo; él me mira con recelo, así que para convencerlo comienzo a desabrocharme el pantalón.

-Si se lo retira por completo para hacer un examen físico de rutina, es para el expediente. Y también la camiseta.- Me pide le doc ya más calmado. Acercándome al área de chequeo.

-No hay problema.- respondo sonriendo y me recargo de la camita para no caerme en lo que termino de quitarme la ropa. Seto me sigue viendo más que extrañado, como si me hubieran salido alas y antenitas de repente. Así que le pido al doc que nos acompañe.- ¿Puede venir?, aún me siento un poco ansioso.

-Seguro.- responde confiado.- Señor Kaiba, acérquese.- No muy convencido llega a mi lado. Le entrego lo jeans y la playera. Termino sentado, esperando. El doc se acerca con el estetoscopio listo.

¡Ahora es cuando!

Como los dos tienen las manos ocupadas, cuando los empujo no pueden defenderse. Seto pierde el equilibrio y al salir corriendo puedo escuchar su ruidosa caída. Eso les pasa por querer inyectarme. Cierro la puerta tras de mí y me alejo por el pasillo velozmente. Debo ocultarme rápido, no tardarán mucho en salir a buscarme. Me meto en la tercera puerta que encuentro. Tiene un letrero en el que se lee “almacén”. Quizás si me escondo por algunos días a Seto se le pase el enfado y la preocupación, ya que anda en eso…

Ok. Idea realmente improbable.

Ya dentro me calmo un poco. Necesito un plan de acción.

Evaluemos: Un Kaiba seguramente furioso me persigue con un doctor no muy contento. Conociendo a mi novio no tardará mucho en cercar el edificio con sus matones de lentes obscuros (que siempre usan, aunque sea de noche… no entiendo por qué), para evitar mi escape. No tengo mi celular para pedirle ayuda a alguno de mis amigos. Y para colmo… estoy en ropa interior. Realmente dudo que esto pueda empeorar.

Entreabro un poco la puerta, no hay nadie afuera…

“…A todo el personal, si le encuentra, las instrucciones son retenerlo. Repito, rubio, tono de piel claro, complexión delgada, 1.75 de altura aproximadamente. Viste únicamente con boxers de color rojo. Gracias”

Me equivoqué. Ya está peor, Ahora todo el hospital me busca.

Cierro de nuevo la puerta, con la luz que se filtró del pasillo, alcancé a distinguir el apagador; enciendo el pequeño foco y puedo ver todo el material de curación que hay guardado: vendas, un montón de algodón, más jeringas, alcohol, tubos de ensaye y uniformes. ¡Genial! Uniformes. Desdoblo una de esas camisetas azules que usan los doctores cuando van a los quirófanos, me la pongo, igual los pantalones. Y por si las dudas también uso un gorrito para esconder mi cabello lo mejor que puedo. Espero que mi falta de zapatos no llame mucho la atención.

-¡Oh! Disculpe, no sabía había alguien aquí.- Glup, no supe cuando abrieron la puerta. Una chica me mira sorprendida.

-Vine por esto.- tomo una venda y salgo corriendo de ahí.

Camino por el pasillo, siguiendo las señales de “ruta de evacuación” seguro llegan a las escaleras. Vamos Joey, sólo son tres pisos, si puedo escapar de las cámaras de Kaiba Corp. esto debe ser pan comido. Por fin encuentro la puerta que dice “Salida de emergencia”.

-¡Allí está!- Escucho la voz de Seto a mis espaldas, me vuelvo y lo veo correr hacia mí con un grupo de cómo siete enfermeros acompañándolo.

Empujo la puerta y bajo tan veloz como puedo. Llego al primer piso cuando oigo que la tropa de enfermeros con malévolas intenciones al servicio de Kaiba llega al cubo de las escaleras. Mejor me salgo, ojala me vayan a buscar hasta la planta baja. Al salir lo primero que veo es un directorio… pediatría para allá, maternidad para el otro lado.

Mejor niños, siempre me he llevado mejor con ellos que con los bebés, esos hacen mucho ruido y luego huelen feo.

-¡Aquí estás!- Ay no, ya fue, ya fui. Una voz femenina me llama. Cuando me giro veo a la chica que me habla, entrecierra mucho los ojos al hablarme y trae puesta una bata, así que supongo que es doctora.- llevo rato esperándote.

-¿Ah?-no sé de qué habla, pero no parece tener intenciones de atraparme.- es que me perdí

-Bueno, no importa. Sígueme, el disfraz está por acá.- ¿Disfraz? ¡Perfecto! Así nadie me va a reconocer. La sigo hasta un cuartito lleno de casilleros y banquitas de madera.- Lo encuentras colgado al fondo, puedes cambiarte aquí, yo vengo por ti en un ratito.

-¡Gracias!- Vaya, hasta que empieza a mejorar el día, dejo la venda que tomé dentro de uno de los casilleros que están abiertos. La doc. sale, entonces camino hacia donde me dijo y allí lo veo… un disfraz de perro tamaño adulto, la mejora del día es relativa. Prefiero tomar esto como una cruel coincidencia y no detenerme a analizar la ironía de este momento, la cual aumenta cuando me pruebo el traje y me queda a la medida.

Termino de vestirme y me veo en el espejo. Soy un perro gigante color miel, con un cierre en la panza, cola cortita y una pata café. Por si fuera poco el collar incluye una pequeña plaquita de metal, en forma de hueso, que tiene la letra “J” grabada. Al menos las patas del disfraz son como guantes y me las puedo sacar rápido. Suspiro y me pongo la cabeza; es enorme y algo pesada, a penas puedo ver a través de la boca del perro, hay una malla negra entonces la verdad no distingo muy bien nada. Ya que me fijo bien, veo que las dos orejas son del mismo café de la patita, igual que la mancha que cubre el ojo derecho. Ya completo voy a buscar a esa doctora.

Sólo me queda un consuelo: me escapé de la inyección. Y… bueno, como suelo decir, si esto le estuviera pasando a alguien más, me estaría riendo mucho.

-Estoy listo.- Le digo una vez que la logro encontrar. Está leyendo unos papeles, pero prácticamente pega la hoja a su nariz.

-¡Perfecto! Ahora sígueme.- Caminamos a través varios pasillos del hospital. Ella desliza una mano por las paredes constantemente.- Oye, se me olvidó preguntarte si Jack te explicó bien de qué se trata esto.

-¿Jack?- ¿Qué le digo?

-Sí, vienes a reemplazar a Jack ¿No? Como no iba a venir hoy me dijo que enviaría a alguien para que tomara su lugar…

-¡Ah! sí, sí, Jack.- Supongo que esto explica la “J” del collar.- Nop, la verdad no me dijo mucho. No me dio tiempo de preguntarle.

-Pues vas a divertir a los niños, para que se distraigan un poco, estar en el hospital no es fácil para ellos. Ahorita la mayoría está en la sala de juegos, pero hay algunos que usualmente no quieren salir; así que el punto es jugar con cualquier pequeño que te encuentres en uno de los cuartos. Y mejor pretende ser Jack, para que los niños no se confundan…- Ahora nos detenemos cerca del área donde están los cuartos.- Si ves que un niño se siente mal o algo pones en práctica lo que has visto en clase.

¡¿Qué?! Houston tenemos un problema… Yo no sé nada de niños, y menos de medicina, ¿Qué voy a hacer con un niño enfermo?

-Pero si yo no estudio medicina.

-¿Eh? ¿No? ¿Entonces…?

-Estudio economía, pero…- Piensa Joey, piensa rápido.- Conocí a Jack por una amiga en común.- termino de hablar riendo nerviosamente.

-Ya veo. No te preocupes, yo tampoco soy médico, trabajo en el departamento de psiquiatría, cuidamos el estado emocional de los niños, la bata es obligatoria. Y si ves que un niño se siente mal le dices a una enfermera o a un doctor. No creo que pase nada, hoy toca el área de recuperación.

-Muchas gracias…

-Sólo dime Kiki. Y una cosa más, el niño del cuarto 302 me quitó mis anteojos, y sin ellos no veo mucho, trata de recuperarlos por favor… de verdad lo apreciaría. Pero ten cuidado, ese pequeño tiende a morder y seguramente querrá jalarte las ojeras, procura que no se rompa el disfraz; es el que más éxito ha tenido.- Así que por eso entrecierra tanto los ojos, de seguro por eso no pudo ver que era a mí a quien buscaban.- A las tres termina esto. Estaré en la recepción de este piso… si la encuentro.

-¡Hey!- ¡Ah! ¡Pánico! Seto se acerca a nosotros con el escuadrón de enfermeros asesinos detrás.- ¿Han visto un chico rubio vestido como enfermero?

Ella niega con la cabeza. Por mi parte, comienzo a temblar de nuevo, pero reuniendo todo el valor que puedo, asiento con mi cabezota de peluche y señalo con mi pata derecha en dirección al área de maternidad. Mi novio me mira con curiosidad, luego frunce el ceño y yo sudando frío. Aún con este traje puesto siento que en su escrutinio puede descifrar quien soy.

-Gracias…- Dice no muy convencido. Llevo esa misma pata a la altura de la frente del perro, como haciendo un saludo militar para luego extenderla con algo de fuerza. Ellos se van siguiendo mis indicaciones… soy un genio.

-Ay sí, ¿oíste eso del chico que se escapó? Que feo.- Kiki habla una vez que ellos han desaparecido de nuestra vista.- Bueno ya qué, mucha suerte.- Se va caminando por el pasillo, como si nada. Esa chica es algo rara.

Empiezo a recorrer el largo pasillo del área pediátrica de recuperación en busca de algún niño que entretener, pero todas las habitaciones están vacías. Así que decidido me dirijo al cuarto 203.

Una vez que lo encuentro me asomo por la puerta y nada más hay un pequeño niño, jugando con unos lentes que de seguro pertenecen a esa chica. Entro sin hacer mucho ruido, igual y se los arrebato y ya, me deshago de este problema. Sin embargo, este plan se desmorona cuando entro y el niño me voltea a ver.

-Hola.- Le hablo despacio, casi con cuidado.

-…- él no responde. Y de repente, el pequeño se me lanza encima, gritando de la forma más chillona que he oído en toda mi vida. Por la sorpresa caigo irremediablemente, con él sobre mi pecho, y los golpes que da a mi cabeza de peluche aturden mi cabeza real.

Con un gran esfuerzo me levanto y cargo al niño que sigue pataleando y gritando como si la vida se le fuera en ello. Una vez que consigo ponerme en pie estiro los brazos para mantener a la bestiezuela a una distancia prudente de mi cuerpo por seguridad y del disfraz por si las dudas. ¡No sé qué hacer! Este niño está loco, no debería estar en pediatría, ¡sino en un manicomio!

Trato de controlar mi respiración.

-¡Oye! Oye, tranquilo… no te voy a hacer nada malo, no tengas miedo.- ya es suficiente con que uno de los dos (yo) esté aterrado.

Extrañamente parece que mis palabras funcionaron, porque poco a poco el niño se calma hasta quedarse completamente quieto. Suspiro aliviado y lo dejo sobre la cama. Ahora me siento como si estuviera de viaje en un safari y por circunstancias que aún no entiendo me viera obligado a enfrentarme a un peligroso animal… de esos que gustan de comer gente. Así, me muevo muy despacio, y con extremo cuidado tomo los anteojos que quedaron olvidados en la almohada.

-Sólo vine por esto…- Muestro los anteojos, lo miro esperando alguna reacción de su parte; él, lo único que hace es arquear una ceja (me recuerda a Seto cuando se enoja).- Ya me voy, para no molestarte más… ¿De acuerdo?

No espero que me responda, doy la vuelta y salgo de la habitación velozmente, no vaya a ser que el niño me persiga y quiera… no sé qué pueda querer, pero de seguro nada bueno para mí. Me pregunto cómo le hará el tal Jack para soportar esto.

Regreso por los pasillos tratando de recordar el camino correcto para encontrar a la doc. Mientras, ya que tengo los anteojos en mi poder, me doy cuenta del aumento que necesita esa chica para ver, con razón forzaba tanto la vista hace rato. Por fin llego a la recepción de pediatría, donde Kiki está tratando de leer un expediente.

-Hola. Toma, creo que te será más fácil si usas esto.- ella me voltea a ver con los ojos entrecerrados y su cara prácticamente se ilumina cuando le entrego sus anteojos.

-¡Gracias! No sabes lo feliz que me haces.- se los pone y me toma una pata para estrecharla con fuerza, realmente se ve agradecida.

-No fue nada…- Antes de que pueda agregar algo más, un ruido por demás curioso me interrumpe, un ruido que siento en el estómago; se hace un silencio vergonzoso que ella termina por romper soltando una sonora carcajada.- Yo, lo siento.

-No te disculpes, toma esto y ve a la cafetería.- me entrega un vale de comida que saca de su bata.- no es mucho pero al menos podrás comer algo. Aún no acaba el turno pero ve a comer y luego te cambias, si no te molesta ser Jack un rato más. Yo andaré por aquí, si necesitas cualquier cosa dime y te ayudaré.

-Gracias.- le grito justo antes de desaparecer en dirección a la cafetería.

Algo ansioso me formo en la fila. La gente se me queda viendo raro, sólo hay enfermeras y doctores, entonces ver a un enorme perro de felpa por aquí no es algo muy común. Llega mi turno y le entrego el vale a la empleada.

-¿Qué te voy a dar hijo?- me pregunta como si nada, es una simpática señora algo mayor.

-Pues, todo lo que me pueda dar a cambio de ese vale está bien, porque tengo mucha hambre.- la señora ríe de buena gana y empieza a juntar cosas en una cajita de plástico: un sándwich (el más grande), un montón de verduras cocidas, tres bolitas empanizadas, supongo que son croquetas de pescado o algo, dos gelatinas y una botella de jugo.

-Aquí tienes hijo

-Wow, ¡gracias!- La señora me sonríe dulcemente al momento de entregarme mi comida. Salgo de la fila de la cafetería y me dirijo hacia las mesas; entre miradas curiosas y risas indiscretas encuentro un lugar para sentarme. Me quito las patas del disfraz y…

¡Alto! No me puedo quitar la cabeza de perro para comer, si lo hago la gente me reconocería y entonces me obligarían a ir con el doctor que me quiere inyectar. Piensa Joey, piensa. De la nada se me prende el foco: ¡La azotea! Recojo mi caja de plástico y salgo corriendo y tropezando hacia mi escondite improvisado.

Una vez que llego me aseguro de que nadie me sigue. Me siento en el piso recargado en una pared que encierra al cubo de las escaleras. Sin perder más tiempo me retiro la cabeza y las patitas del disfraz para comer mi almuerzo. Finalmente tomo mi sándwich.

Doy la primera mordida y estoy en la gloria, cierro los ojos y saboreo, realmente moría de hambre.

-Llevo un largo rato esperándote ¿sabes?- la voz de Seto interrumpe mi momento de felicidad. Casi me ahogo con el bocado que estaba masticando.- Calma, termina de comer. No te voy a hacer nada.- Como si nada él se sienta junto a mí, me relajo un poco y sigo comiendo mientras hablamos.

-¿Cómo supiste dónde estaba?- le pregunto casualmente.

- Desde que te encontré en el pasillo de pediatría sospeché que eras tú; y sé que te gustan este tipo de lugares, en la preparatoria solías ir a la parte más alta del edificio en cada receso. - siento como toda la sangre del cuerpo se agolpa en mis mejillas.- Esta vez exageraste, ¿no te parece?

-…Sí, supongo que armé un gran alboroto.- Empiezo a comer las verduras junto con las bolitas empanizadas.

-No tienes idea.- ríe suavemente, cosa que me tranquiliza, porque quiere decir que no está realmente enojado.- Joey… ¿Por qué huiste?

-Porque me dan miedo las inyecciones.- respondo rápido y con algo de vergüenza.

-Es sólo un momento, sabes que es por tu bien. Además, no puedo creer que a tus 22 años le temas tanto a una aguja.

-Es que no lo entiendes, tú no le temes a nada. Nosotros los simples mortales sí conocemos el miedo.

- ¿Y de dónde sacas esa idea de que yo no siento miedo?

-… bueno, yo. No lo sé. Me lo he preguntado muchas veces antes, pero nunca encuentro algo a lo que puedas temer. ¡Espera! ¿Entonces sí le tienes miedo a algo?- Estoy tan sorprendido que dejo de comer para voltear a verlo.

-Sí.- guarda silencio, se ve que no quiere decir nada más, por lo que le empujo un poco con mi hombro para incitarlo a seguir hablando.-… temo que algo malo les ocurra a Mokuba o a ti.- ahora me mira muy serio, sus ojos parecen estar teñidos por un toque de vulnerabilidad. No es como si a Seto le fascinara hablar de sus sentimientos.

-Lo lamento.- Siento la necesidad de pedir perdón. Agacho la cabeza y vuelvo a ver al frente…y termino la gelatina, ni siquiera supe cuando fue que empecé a comerla.

-No te disculpes. Ustedes son lo más importante que tengo, es lógico que me preocupe por su bienestar.

- Vamos, el doc nos debe estar esperando.- digo tratando de sonar lo más convencido que puedo, pero la verdad me siento como una vaca frente a una hamburguesa. Ya terminé de comer, así que guardo toda la basura en la caja de plástico. Mientras, Seto se levanta y ya frente a mí, extiende su mano para ayudarme a ponerme de pie. Una vez que lo hago me agacho para recoger la basura y las partes del disfraz que me quité.

-Joey, quisiera decirte algo antes de que nuestra pequeña tregua finalice.- su tono de voz es tan suave que me extraña, lo miro curioso y me detengo para escucharlo mejor.

-¿Qué?- Entonces hace lo que menos me esperaba: pone su mano en mi trasero para jalarme hacia su cuerpo; tengo las manos ocupadas, por lo que no puedo hacer nada para detenerlo. Junta nuestros rostros ligeramente, sólo lo necesario para poder susurrar sobre mis labios.

-Te ves peligrosamente apetecible con ese traje.- ya se me hacía raro que no hubiera dicho algo sobre mi disfraz… justo antes de que pueda reclamarle lo que acaba de decir, me besa, de una forma tan deliciosa que olvido lo molesto que estaba hace un momento.

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Debí hacer algo muy grave y malo en otra vida, si no, no encuentro una explicación lo suficientemente lógica para que yo esté sufriendo tanto.

-¡Ahhhhhhh! ¡Duele! ¡Duele mucho!- grito tan alto que no reconozco mi voz.

Mientras siento el doloroso líquido entrar en mi cuerpo, las lágrimas se me salen solitas y Seto me abraza fuerte, escondo mi cara en su pecho.

-Cachorro, debes animarte, ya sólo restan cinco dosis más.- ¿qué clase de consuelo es ese…?


Fin.

Notas finales:

¿Y qué tal?

Bueno espero que les haya gustado. Y también espero leerlas en los comentarios ^__^

Besos y sean felices


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