Se levantó de su cama a las seis de la mañana como su padre ya lo había establecido, al abrir su ojos y quitar la colcha de sus pies descubrió que era un día bastante agradable algo inesperado por que el verano parecía estar en todo su esplendor; de prisa se puso su bata y bajo al piso inferior, el olor de los huevos que su madre cocinaba fue lo primero que lo recibió en la cocina, su padre sentado a la mesa estaba sintonizando una pequeña radio portátil que él mismo le había dado para su cumpleaños hace cuatro meses atrás, después de darle los buenos días a ambos se dirigió hacia el refrigerador, su madre inmediatamente lo detuvo diciéndole que esa mañana había ido al mercado y que había encontrado unas naranjas maravillosas por lo que no pudo resistirse a traer alguna para preparar un delicioso jugo el cual al parecer ya estaba servido y se encontraba sobre la mesa del comedor. - Nada fuero de lo normal - pensó el joven para sí mismo, la misma rutina de todas las mañanas, y no es que deseara que algo extraordinario le sucediera simplemente quería bajar por esas escaleras y ver una escena diferente.
John tenía 15 años, sus buenas calificaciones y su apariencia lo hacía una persona que no pasaba desapercibida de ninguna manera, tenía un aire de desinterés a su alrededor no miraba a nadie y tampoco le gustaba que lo miraran; quería mucho a su madre le perecía una persona admirable con su padre tenía algunos conflictos de vez en cuando pero nada grave o por lo cual se le debía llamar fuertemente la atención; socializar no era unas de sus especialidades pero tampoco era un reprimido social tenia la filosofía de: “si tú me hablas yo te contestare”, no tenía ningún pasatiempo o interés en especial a parte de salir todas las mañanas a caminar lo cual encontraba muy placentero y de alguna manera enriquecedor, nunca había tenido novia de hecho creía que los sentimiento románticos eran absurdos, no los entendía pero tampoco le interesaba entenderlos, por lo menos no por los momentos.
Luego del desayuno regreso a su habitación y cogió su reloj, se puso sus zapatos deportivos, unos jeans, una camiseta blanca y una sudadera azul y bajo de nuevo a la cocina en donde su madre aun se encontraba para decirle que iba a salir a caminar; se había propuesto una meta, desde que las vacaciones habían comenzado John se había propuesto hacer caminatas todos los días, no recorría ninguna ruta en especial escogió una calle al azar y simplemente camino por ella sin tomar ningún desvío y hasta donde sus pasos le permitieran llegar, cada vez que se cansaba y se detenía decía que el día siguiente llegaría mas lejos, no le importaba si sólo avanzaba un metro o una cuadra más pero John cumplía todos los días con lo prometido mas sin embrago esa mañana fue especial. Después de caminar en línea recta por más de dos horas se percato de que había llegado hasta un pequeño establecimiento de bebidas y con lo casado que estaba le pareció buena idea tomar algo antes de regresar a casa, se acerco al no muy colorido establecimiento, un joven se encontraba sentado dando se aire que un abanico quien al percatarse de la presencia de John se levantó enseguida y se dispuso a tomar su orden.
Al día siguiente John hizo lo mismo pero se dio cuenta que en esta ocasión había avanzado en su recorrido lo mismo que el día anterior le pareció curioso y una pena no haber llegado más lejos pero en el momento que llego al descuidado establecimiento de venta de bebidas, simplemente sintió que ya no quería andar más. -Qué extraño-, pensó, dado que el mayor placer que sentía al caminar era cuando se daba cuanta que había llegado más lejos que el día anterior; no quiso pensar más en ello y decidió ordenar la misma bebida. John miraba al joven mientras este sacaba la bebida del congelador, sus ojos seguían sus pasos y cada una de los movimientos que esa persona realizaba, momentáneamente se percató de algo pero decidió ignorarlo.
Al día siguiente hizo lo mismo, salió a caminar, se detuvo en el mismo lugar y ordeno la misma bebida, pero algo cambió, esta vez al terminar su bebida no se fue inmediatamente a su casa si no que decidió permanecer en ese lugar un tiempo más, miraba a sus alrededores sin interés alguno sin siquiera prestar la mas mínima atención, miraba simplemente por mirar, lo hacía por el simple hecho de mantenerse distraído; por su parte al joven le parecía curioso que la misma persona hubiese llegado a la tienda por tres días consecutivos y casi a la misma hora, lo miraba y trataba de imaginarse que clase de persona ese chico era, pensó que podría ser algo superficial y que se interesase de más en su físico pues mirándolo no le parecía que fuera alguien que necesitase ejercitarse todos los días, -pero puede ser que se preocupe por su salud-.
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