Morir…
Aquella palabra sonaba tan bien, tan pacífica, tan suave… tan tentadora…
¿Se puede morir de amor?
Era difícil dejar de pensar en la muerte cuando parecía la única salida para poder velarla desde algún lugar que nos espera más allá… incluso si el descanso eterno significa cerrar los ojos y olvidar para siempre… estoy de acuerdo… deseo hacerlo. Quiero que este desasosiego deje de empañar mi alma sucia. Quiero que su rostro, sus historias, sus sonrisas y sus silencios dejen de conquistar mi mente… si es para siempre mejor…
Que este sentimiento autodestructivo deje de mordisquearme las entrañas con sus palabras… alegrarme de todo cuanto dice… de todo lo que de él la hace feliz.
Pero no lo consigo… lloro en silencio, echando de menos los momentos felices… y en los buenos momentos… escuchando… leyendo sus sentimientos.
Cuando consigo cerrar los ojos y dejar que el mar de mis párpados echados me lleve a lo más hondo de sus negras aguas, aparecen sus ojos entre la bruma, su fantasma me seduce con una mirada, para después comenzar navegando hasta perderse en la lejanía.
Peleo contra la oscura presa del agua, ensimismada con su luz, con su oscuridad. Bebiendo ávida de todos los efluvios de su esencia que he podido recoger en mis respiraciones y suspiros. Todos han sido por ella…
Ella se aleja y no sé si es la bruma o la en el fondo ansiada ceguera la que me impide verla el rostro.
Tengo miedo de que lo que encuentre en él sea una sonrisa, en vez de lágrimas. Compasión y lástima en vez de desgarradora tristeza.
Tu dolor, reflejado en un espejo, mírame, cariño… estoy detrás de ti. Tu dolor es mi dolor.
Mira hacia atrás, por favor, déjame observar tus ojos una vez más sin las brumas de la distancia entorpeciendo en mi felicidad. Por favor…
Cuando por fin pareces darte cuenta de lo que ocurre y te dispones a mirarme, tu rostro ya no muestra nada, tus cuencas vacías, tu alma prisionera de ti misma.
Egoístas son estas líneas, y así lo siento… por favor… dame la mano, no te vayas más lejos… te lo suplico…
Dos pozos negros, rebosantes de nada. Aunque no podrías darme nada más… desconoces que demando de ti, que deseo poder susurrarte y encontrar en tus ojos que sientes lo mismo, que las palabras sobran y se quedaron cortas hace ya mucho tiempo.
Absurdas fantasías y terroríficas pesadillas las que encarcelan mi mente, haciendo ver cosas que no son, que parecen ser y se jubilaron de su empleo antes de empezar.
Quiero sentirte bajo mi abrazo como un cuerpo cálido y firme, que palpita vivo y respira.
Aún deseo poder mirar hacia delante y verte ahí a ti, descubrir que te giras y que tus ojos aun brillan, que aunque no te haya visto nunca sabes quién soy… que puedes leer lo que siento y no hace falta separar los labios para expresarlo.
Sigo sin saber cuándo me tragué el yunque que hoy llevo en el estómago.
Recuerdo lo que me has dicho, lo que dices de él, lo que sientes por él, y salen a flote las ganas de recobrar las malas costumbres, y volver a empezar.
Sé que te gano y te pierdo a la vez en esta batalla. Que cuando parece que te tengo te vas un poco más lejos para recordarme quien soy, porque estoy aquí y porque tú no.
Es entonces cuando no sé si debo darte las gracias o pedírtelas.
Cada kilómetro es una daga atravesando mi corazón como el arcón de un ilusionista.
La distancia y el miedo, dañan más que las espadas. Tengo miedo de que cuando apenas unos centímetros nos separen, huyas, despavorida, que descubras lo que hay más allá de mis bromas y yo a mi vez que me descubra llorando en silencio, echándote de menos aun pudiendo observarte como nunca antes lo he hecho.
Creo que sé leer la necesidad de ti en mis actos… sácame de dudas… por favor…
Cuantas pupilas que pasen por estas letras podrán desentrañar mi secreto, el mensaje oculto tras los negros caracteres que atraviesan esta carta. Y si entre ellas están las tuyas, sé que sonreiré porque jamás soy yo la que te envía esta carta.
Amor y el desamor se complementan y tu a mi me llenas de lo primero, y yo me vacío, dejando en su lugar de lo segundo.
Deseo cerrar los ojos, para siempre y llevarme el recuerdo nunca ocurrido de tus labios acariciando los míos, de mis ojos observando los tuyos… y de las imágenes que confecciono en mi mente para no aburrirme antes de irme a dormir.
Para tratar de llenar los espacios en los que entró una vez esperanza… hoy desbordan a su hermana con la que comparte apellido, de nombre Des.
Y ahora, vive al margen de todo lo que me haces sentir, que lejos de recordarme estar viva, me recuerda que sigo esperando a que se acabe para siempre.
El camino que recorres mientras mueres espero llegue a su fin, antes de que te haya entregado todo y no tenga nada más que pagarle al Demonio.
Te llevaste mi alma… y hoy te llevas esta carta.
Siempre tuya en cuerpo y alma…
FFoaoland.
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