En el capitulo anterior:
Sueño ahora, con qué te encuentre y me muestres tú sonrisa boba de henachoko y así aspirar la sensación de tus mejillas arder cuando descaradamente te abrace y te diga —Henachoko— y tú cabello brille…
El barco anclo. La puerta comienza a descender y sin oír nada, me echo a correr.
La vela blanca se desplegar con el viento abrazador, los marinos no la pueden detener, pero yo no puedo ayudarlos.
¿Yuuri, dónde estarás?
Se qué cuando te encuentre estarás bien e iremos nuevamente a una nueva aventura…
Nuestra aventura sin fin, dónde sólo nosotros dos viajaremos…
Yuuri…Yuuri…Yuuri…
Sólo corro internándome en Caloría, todos corren, el fuego es abrumador, pero no me daré por vencido…
¡Yuuri, te encontraré!
Capitulo II
Más allá del fuego
El fuego se extiende por todos lados. Las personas corren para salvar sus vidas. A lo lejos se puede observar las viviendas en llamas, algunas se están cayendo.
Mi corazón se acelera. Mi mente comienza a nublarse y sólo mi cuerpo responde. Yuuri, espérame… Pronto estaré contigo.
Mis pies comienzan a moverse, no me puedo detener. Sólo espérame, pronto estaré contigo… A medida que me voy aproximándome al centro, el calor me abraza. No tengo miedo y tampoco voy a declinar en buscarte. Algunas personas viene hacia mí, corren horrorizadas, algo está sucediendo. Me apresuro. Veo como una niña cae el piso, golpeándose las rodillas, llorando. Se parece a Greta. Me acercó; sé qué debería ir a buscarte, pero yo no puedo dejarla o ¿si?
— ¡Mamá!— lloraba. La agarré entre mis brazos y comencé a correr a algún refugio donde la niña pudiera sobrevivir.
Dime Yuuri, esto es lo que debo hacer, ¿verdad? Y mis pasos comienzan a alejarse del fuego. Se qué me estás esperando, lo sé; sólo un poco más, pronto estaré a tú lado, ¡espérame! Pronto iré a rescatarte.
Yuuri, me estás esperando, ¿no es cierto?
La niña se aferrá a mis brazos, me sostiene fuertemente, sin soltarme. Aún llora, puedo sentir su miedo cada vez acercándose más…Creó que tengo miedo; tengo miedo…Yuuri, ¿por qué no me das un signo de qué estás bien? Mientras más corro más miedo me da y menos seguro me siento.
A lo lejos logro divisar un refugio, se qué ahí estará segura; no hay que temer, digo en mi mente. Hay mucha gente refugiada, su madre nos divisa (creó que es su madre); la mujer se acerca y la pequeña se intenta alejar de mis para ir a los protectores brazos de su madre; cuando el peso se va de mi, mi cuerpo se gira y parto una vez más a buscar a Yuuri.
¡Debo encontrarlo! ¡Debo encontrarlo! Yuuri…Yuuri…Yuuri…
El fuego es abrazador, no se puede hacer nada. Ni mil hombres lo podrán controlar; y yo no lo puedo manejar; no es un fuego normal, tiene algo extraño y no se lo que es.
Yuuri, ¿Dónde estás? ¿Dónde te has metido?
Corrí por toda la cuidad…Toda. ¿Dónde estás? Dime, ¿Dónde? Pero no te encuentro, por más que intento encontrarte no te halló.
Yuuri, ¿no estás aquí? Aunque se qué sí. Te encontraré, esa es mi misión: encontrarte y protegerte.
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