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NÓMADAS por Svetlana

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Notas del fanfic:

No mucho que decir... una histroia que se me ocurrió una noche de insomnio. Disfrútenla...

Notas del capitulo: Es tan sólo la introducción. Déjenme algún comentario...
Sus ojos marrones miraban atentos a su alrededor, su corazón latía impaciente, una extraña emoción la invadía. Tal vez era que allá a dónde iba, sería el inicio de una nueva vida, un nuevo comienzo lejos, tan lejos que al fin podría respirar con tranquilidad, no preocupaciones, no más tentaciones, no más...

El automóvil en el que viajaba iba a una velocidad considerable y el viento acariciaba su rostro, el clima de aquella ciudad era muy distinto al de su ciudad natal, era más caluroso y la brisa cálida era lo más disfrutable que se habría podido imaginar. Miró hacia el retrovisor, ahí estaba ella, sentada sin saber que esperar; el calor había provocado un ligero rubor en sus mejillas, mientras el viento movía sus largos cabellos castaños. Siempre se consideró una chica sin encanto, muy delgada y muy alta, su piel era blanca y sin ninguna clase de imperfecciones, su nariz era recta y fina y sus ojos muy profundos, tal vez por la combinación del color café y las larguísimas pestañas que poseía. El fleco se había hecho a un lado rindiéndose ante la fuerza del viento, sin embargo, solía usarlo recto, cubriendo las cejas y un poco los ojos. Su mejor atributo, según la genta, eran sus labios, un tanto carnosos y con un ligero color rojo, eran unos labios antojables según A...

- La mejor temporada para venir a la playa es en verano, el clima es perfecto. En estas épocas hace un poco de frío. – el conductor había llevado un buen tramo del camino observando a la chica, la consideraba bella y tomando en cuenta que era muy raro ver a alguien así en el asiento trasero, debía aprovechar.

La castaña sonrió, más para sí misma que para el conductor.
- Pues creo que deberé acostumbrarme... para mí esto ya es más que caluroso.

El joven hombre notó en seguida el español algo forzado de su cliente.
- Puedo asegurarle que una vez que se acostumbre, ya no querrá dejar Barcelona. Usted no es de España ¿cierto?

La chica se había ausentado por un instante, mirando hacia el frente... como esperando algo que ni ella misma sabía.
- No, soy de Dinamarca.



La madrugada se extendía por toda la ciudad, tranquila y silenciosa, era probable que la mayoría estuviera dormida, pero en el edificio 14 interior 3C, la noche se volvía un tormento diario. En aquel apartamento sólo se escuchaban unos ahogados sollozos, los cuales provenían de la alcoba principal y ahí, en medio de la cama un cuerpo trataba de descansar. La chica se incorporó algo desesperada y en seguida encendió su lámpara de noche, abrió el pequeño cajón de su buró buscando algo que en seguida encontró: cigarrillos, tomó uno y lo encendió... exhalar el tabaco le hacía sentir alguna clase de confort.

La chica se miró en el espejo preguntándose cómo una sola persona podía provocar la destrucción de otra, cómo se podía sufrir tanto por alguien, cómo la vida arrebata de una manera tan cruel... haló con más fuerza esta vez, no dejaba de verse. Alguna vez aquel reflejo había sido tan atractivo y coqueto, había poseído unos ojos verde-grisáceos que eran capaces de enamorar a quien fuese, labios rojos y sensuales con un pequeño lunar que se localizaba cerca de ellos. Su piel blanca tenía por marco un largo y brillante cabello rubio cenizo, que terminaba graciosamente con ondas; era alta y su cuerpo esbelto y curvo... así era la chica dos años atrás. Ahora, esos ojos estaban ojerosos, su piel estaba pálida por las constantes noches de insomnio, y su cuerpo había perdido peso. La depresión la carcomía y ella no luchaba contra ella.

La rubia miró el reloj, eran las 3:00 am, el tiempo transcurría tan lentamente. El cigarrillo se había consumido, apagó la lámpara y se dispuso a intentar dormir, rogándole a Dios que el sueño se apoderara de ella, para ya no sentir y tal vez, sólo tal vez, en sueños podría volver a ver su cabello castaño obscuro, lacio y brillante, sus ojos igualmente café obscuros que poseían una chispeante vida, sobretodo cuando reía... tal vez podría ver esa hermosa sonrisa, tan transparente que se podía ver su alma. Tal vez podría volver a sentir su perfume, dulce y embriagante; volver a sentir su bronceada piel, tersa y delicada... tal vez podría sentir de nuevo la seguridad que le brindaba esa mujer... extrañaba esa seguridad, extrañaba ser protegida por ella, ser amada por ella... Un par de lágrimas resbalaron por sus coloradas mejillas, mientras el cansancio se apoderaba de ella:
- Laura – fue su última palabra antes de quedarse profundamente dormida.
Notas finales: Pues bien, esa fue la introducción. Pronto subiré el primer capítulo...

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