Despertó a la mitad de la noche con un extraño dejo de hiperactividad. El corazón le latía rápido aparentemente sin motivo y no lograba siquiera concentrarse en su derredor; el sueño se había marchado como agua corriendo por entre sus dedos y una sensación a la que no estaba acostumbrado en absoluto se había hecho palpable.
Bajó por una taza de café a la oscura mientras intentaba cavilar sobre todo aquello que le aquejaba y, casi sin quererlo, hacía hincapié en el momento previo a su vigilia. No podía recordar nada de aquello que había rondado por su subconsciente y ello le resultaba molesto. Maldijo en voz baja a todo aquello que le era pensable maldecir antes de dar el primer sorbo al preciado líquido.
Estaba confundido.
Su corazón palpitaba agitado, como si quisiera salírsele del pecho en cualquier momento y ponerse a bailar mambo a la mitad de la estancia, cosa que le resultaba tan atípica en él, siempre ecuánime y controlado. Era bastante incómodo saberse así, aunque en honor a la verdad no le desagradaba del todo.
-Mierda- bisbisó hastiado, llevándose la taza a la boca y notando desde la ventana cómo se asomaba la Luna por entre un par de nubes.
Se veía tan blanca y hermosa que no pudo evitar quedar embelesado mientras le daba Replay por enésima vez esa noche a ese agolpamiento enfermizo de su corazón, y para esa instancia, la delicada y desdibujada sonrisa que se le marcaba de vez en vez en la cara cada vez que recibía un mensaje o que sabía iba a ver a uno de sus amigos. Pensaba en Sasuke Uchiha tan frecuentemente que le parecía escabroso, terriblemente inmoral y extraño.
Imaginó tan sólo uno segundos la actividad que debía estar desarrollando el de cabellos oscuros en ese momento y, tras decidir que era algo terriblemente estúpido por su parte, además de extraño rayando lo patológico, se regañó mentalmente. De igual manera culpó al ébano por ponerlo, incluso si no era intención suya, en un momento tan desagradable y en donde se sentía un extraño en su propio cuerpo. ¿Qué era lo que le ocurría? Digo, que era Sabaku no Gaara y, si bien no era un erudito en lo que a sentimientos refería, sabía que dentro de su reducida gama de sentimientos no debía existir nada similar.
Volvió a su habitación tan pronto su silenciosa amante nocturna fue cubierta de nueva cuenta por una sábana de nubes, sintiéndose poco más que estúpido consigo mismo por no poder erradicar aquella sensación malsana que parecía estarle gritando desde el pecho en un idioma raro. Una lengua muerta.
Se metió pesadamente a su cama, sabiendo que no podría volver a dormir en lo que le restaba de noche, pero decidido a no darle más rodeos a ese golpeteo hasta que el amanecer trajera consigo la cordura que añoraba. En esos momentos le parecía casi imposible contener la efusividad que se acumulaba en su pecho esperando el más mínimo momento para explotar, una felicidad ansiosa que deseaba no tener y que se marcaba en una imperceptible sonrisa eufórica… Y no se podía quitar al Uchiha en la cabeza.
Tomó su celular entre las manos sin una razón en concreto, sólo para pasar el rato y ser víctima de la monotonía para caer a los brazos de Morfeo, cuando notó un parpadeo rojizo en la parte superior del aparato. ¿Qué diablos era eso? ¿Qué cerdo desconsiderado le habría enviado un mensaje a las tres de la mañana?
Abrió su carpeta de mensajes y, no sin sorpresa, abrió el mensaje recién recibido.
De: Uchiha Sasuke
Enviado a las: 02:58
Texto: No puedo dormir y no tengo una puta idea del porqué. En fin… sólo quería decirte eso. Buenas noches =]
Y ahí estaba de nuevo, con recobrados ánimos y golpeteándole vehementemente en el pecho. Estúpida sensación que le invadía cada vez que hacía referencia a Sasuke Uchiha. Casi se sentía como su hermana cuando le entraba algún ataque de estupidez mientras hablaba con su novio…
Sintió una revelación caerle casi como balde de agua helada.
Las pistas estaban ahí: Sonrisas, pensamientos constantes acerca de él, su aparente incapacidad para separar su existencia de aquel ser...
Sí, tenía que ser imbécil para no haberlo visto. Estaba actuando como Temari justo porque le ocurría lo mismo que a ella.
Con toda seguridad podía decir que estaba enamorado de esos ojos negros, de esa actitud indiferente y soberbia tan similar a la suya, de ese sarcasmo hiriente, de esa parca actitud, de esos mensajes de texto que llegaban a todas horas sólo para comunicarle cosas sin importancia pero que curiosamente le parecían de lo más relevante en el planeta.
Estaba enamorado de Sasuke Uchiha, y quizás, sólo quizás, fuera correspondido.
-Pamplinas… no puede ser- dijo mientras se echaba de nuevo sobre la almohada y se cubría para no percibir el brillo que tenían sus ojos.
Sí, estaba seguro de estar enamorado de Sasuke…pero no lo admitiría por nada del mundo. Ni siquiera ante sí mismo.