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Perdonar no es nada fácil por Himemi

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Notas del fanfic:

Momentos de aburrimiento. Tengo un montón más de fanfics por terminar, pero este se me ha ocurrido de golpe y necesitaba sacármelo de la cabeza. Historia típica, de chico conoce chico, se llevan a matar, pero al final descubren que se quieren. (¿Qué? Ya he dicho que es típica)

Notas del capitulo: Bieen, fanfic nuevo. No creo que sea muy largo, supongo que cuatro o cinco capítulos como muchísimo. (LadoVago: Y eso ya es demasiado) En fin, os dejo con la historia

Palabras y expresiones con aclaración al final

-Hablan los personajes-

“Piensan los personajes”

(mis comentarios absurdos y sin sentido. Es decir, todas esas cosas que podéis saltaros y seguir leyendo.)

Quique corría por el patio del colegio intentando alejarse de sus compañeros de clase. -¡Ven aquí perro! –Mario consiguió agarrarlo de un brazo y tiró de él con fuerza. Otros dos chavales llegaron hasta donde estaban los niños y entre los tres agarraron a Quique, sujetándolo para que no se pudiera mover. – Eres nuestro perro y los perros deben llevar collar. –Carlos, el cabecilla de la clase, se acercó con la cuerda de su peonza en la mano y la ató alrededor del cuello del otro niño, que se debatía para soltarse, mientras hacía esfuerzos por contener las lágrimas de rabia e impotencia.

La mayor parte de las chicas de la clase observaban el espectáculo mientras soltaban risitas divertidas. Había un par de ellas que se mantenían apartadas y le miraban con lástima, pero no se atrevían a intervenir, por miedo a convertirse en el próximo objetivo. Y en aquel momento ningún profesor miraba hacia su zona. Así que estaba solo contra aquellos brutos.

Carlos apretó el nudo y proclamó en voz alta. -¡El perro ya tiene correa! ¡Paseémoslo! Pero antes de que pueda hacer nada el timbre de fin de recreo suena cortando su diversión. Carlos bufa molesto, deshace el nudo de al cuerda y sale corriendo hacia las escaleras que suben a su clase. Quique, por su parte, da gracias a los cielos porque no les haya dado tiempo a hacerle nada más y comienza a andar respirando hondo para calmar las lágrimas que no quiere ni debe dejar salir. Pues si algún profesor le pregunta que ha pasado y el responde con la verdad, sus compañeros serán castigados, pero su castigo por ser chivato será aún peor. Y a él no le gusta mentir a los profesores.

El segundo recreo es más tranquilo, ya que es cuando abren la biblioteca del colegio. El muchacho aprovecha esos momentos para hacer los deberes que le hayan mandado por la mañana o si no tiene deberes, para leer algún libro de “El barco de vapor” Le encantan los libros de Fray Perico y el pirata Garrapata. Le encanta sumergirse en las locas aventuras de los aún más locos piratas y en los problemas que tiene el pobre Perico con su burro calcetín. Lo bueno de pasarse los recreos en la biblioteca es que luego en su casa tiene muy pocos deberes por hacer y puede pasarse toda la tarde jugando con sus vecinos. Porque Quique no tiene amigos en el colegio, pero eso no significa que no tenga amigos en absoluto. Y toda la culpa es de Carlos que empezó a reírse de él por su acento y ahora toda la clase lo odia.

En realidad Quique se llama Henry y es de origen francés. …l nació en Francia como su padre y se vino a vivir a España a los diez años, cuando murió su abuela. Se mudaron por su madre, ella es española y al morir la abuela Antoinette le pidió a su padre que volvieran a España donde estaba toda su familia. Es por ella que lo llaman Quique, bueno, por ella y por su abuelo David, que era tan incapaz de pronunciar la r francesa, como Quique lo es de pronunciar la española. La maldita r española, por cuya culpa todos los de su clase, encabezados por Carlos, se ríen de él y lo martirizan.

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Todos estos recuerdos pasan por la mente de Quique mientras mantiene su dedo apretado contra el tablón de anuncios de primer curso, sin poder creerse lo que está viendo. No puede ser, es sencillamente imposible, pero el nombre de Carlos Martínez García está claramente escrito junto al suyo. Se da media vuelta para encaminarse hacia las clases, pero en cuanto da dos zancadas, vuelve sobre sus pasos a mirar de nuevo el tablón, total, solo lo ha comprobado nueve veces, necesita una décima para confirmarlo. Sí, lo ha mirado bien, es el tablón de prácticas de programación y allí está su nombre: Henry Laplace y a su lado, indicando que sería su compañero durante todo el cuatrimestre de prácticas, estaba escrito el nombre de su peor pesadilla durante el colegio.

“Cálmate Henry, es sólo una coincidencia. Ni siquiera tiene por qué ser el mismo. Martínez y García son dos apellidos muy comunes en España, ¿Y cuanto millones de Carlos puede haber? Lo más probables es que se trate de otra persona”

Quique se tranquilizó mentalmente a sí mismo y se dirigió a clase, las prácticas empezarían la semana siguiente y no iba a estar comiéndose el tarro hasta entonces. Pero a pesar de todo lo hizo, cuando llegó el martes por la tarde, apenas pudo probar bocado y se encaminó a sus dos horas de prácticas con el medio sándwich subiéndole y bajándole por el estómago. Se sentó delante de un ordenador cualquiera y esperó, la clase se fue llenando de gente conforme el resto de los alumnos iba llegando.

Quique se había puesto a jugar por Internet, para matar el tiempo, cuando oyó su nombre, o algo así. -¿Henry Laplace? - ¿Porqué todo el mundo se empeñaba en pronunciar su nombre a la inglesa? …l no era “Jenri” era “Anguí” y eso había empezado a decirle al tipo que lo estaba llamando a gritos en mitad de la clase, pero se calló a mitad de la frase, al encontrarse de nuevo, cara a cara, con su excompañero de clase.

Habían pasado ¿Cuántos? ¿Seis? ¿Siete años? Y Carlos apenas había cambiado, sí quizá había crecido un par de centímetros y su pelo, que ahora llevaba largo y recogido en una coleta se había oscurecido con el paso de los años. Pero seguía teniendo los mismos ojos que parecían estar tramando alguna travesura y la misma cara de niño. Algo que no podía ocultar ni siquiera con la desarreglada perilla que llevaba. El otro pareció darse cuenta del escrutinio al que estaba siendo sometido, porque se acercó hasta él y le dijo –Hola, tú debes de ser Henry ¿No? ¿Te pasa algo? ¿Es que tengo monos en la cara? -Herny por fin reaccionó y respondió con la frase que había dejado a medias. –Es “Anguí” no “Jenri”

Carlos lo miró algo confuso por la respuesta tan seca que había recibido, no esperaba que su compañero lo recibiese con fuegos artificiales, pero tampoco se merecía aquella respuesta cortante ¿no? Bueno, a lo mejor se trataba de algún Erasmus con problemas con el idioma. Tal vez, no hubiese intentado ser borde, quizá es que no sabía explicarse mejor ¿No? Al fin y al cabo, esa era la explicación más probable, dado el nombre que tenía. Así que volvió a intentar entablar conversación con el chico.

-Me llamo Carlos. Seré tu compañero de prácticas. Ya sabes, trabajaremos juntos. –Había decidido explicarse con frases cortas y concisas, para que el otro lo entendiese, pero la respuesta de Quique lo dejó helado. –Ya se como te llamas. Y hablo perfectamente el castellano, así que no es necesario que me grites ni que me hables como si tuviese cinco años. –Carlos se volvió a quedar de piedra. ¡Vaya tío borde que le había tocado de compañero! Pero aún así no se rindió, si iban a ser compañeros durante todo el curso, lo mejor sería que se llevasen bien. Así que volvió de nuevo a la carga intentado romper la tensa atmósfera. –Y dime, ¿Es la primera vez que haces esta asignatura? Yo sí, pero tengo un par de amigos que repiten y puede que nos quieran echar una mano. –Henry se volvió hacia él y si las miradas matasen, Carlos estaba seguro de que a aquel tío le caían por lo menos veinte años, por asesinato con alevosía. ¿Pero qué le había hecho él? –Mira, Carlos, te agradecería que redujeses la charla al mínimo posible. Voy a hacer estas prácticas contigo porque no me queda otra, pero esa es toda la relación que pienso tener contigo ¿estamos? Así que mientras no entre el profesor y nos diga lo que tenemos que hacer, por favor, deja de molestarme.

Carlos se quedó mudo, no tenía muy claro por qué Henry estaba siendo tan seco con él. Quizá le había molestado que pronunciase mal su nombre, pero ¿Qué culpa tenía él de eso? ¿Cómo iba a saber que su compañero era francés y no inglés? Así que cogió el ordenador que estaba al lado del de Quique y se puso a leer el Marca por Internet, intentando no molestar más a aquel extraño chico.

Por su parte Quique se estaba quedando asombrado de su propio comportamiento. ¿Por qué estaba siendo tan borde? Vale, Carlos le había hecho la vida imposible en el colegio. ¡Pero por el amor de Dios! Habían pasado seis años y al parecer ni si quiera lo recordaba. No tenía sentido seguir con aquella pelea de niños. Pero algo en su interior se revolvía cada vez que intentaba hablar con él, quizá fuese un mecanismo de autodefensa, pues aún tenía el recuerdo de todas las humillaciones sufridas durante la primaria. Pero aún así… Se estaba pasando un montón, y lo sabía, pero era incapaz de actuar con normalidad delante del que había sido su peor enemigo hasta los doce años.

La clase fue bastante tensa para los dos, Carlos porque no sabía a qué se debía el comportamiento de Henry y Quique porque aunque en su interior sabía que estaba actuando de una forma despreciable, no podía evitar actuar de aquella manera con el otro. Cuando terminaron por fin las dos horas de clase, Carlos estuvo tentado de salir de allí corriendo para ir a lamentarse de su mala suerte con sus amigos, pero sabía que tenían que terminar lo que no les había dado tiempo a hacer durante la clase. Y también sabía que no podía quedarse mucho más tiempo si no quería llegar tarde a la academia.

Así que no tuvo más remedio que armarse de valor e intentar entablar de nuevo una conversación. –Henry, verás yo me tengo que ir, porque si no voy a llegar tarde a la academia. ¿Me das tu e-mail y quedamos otro día para terminar esto? –Quique apartó la vista de la pantalla, donde llevaba varios minutos intentando encontrar el maldito error que estaba haciendo que el programa no funcionase y la clavó en Carlos, que volvió a sentir aquella sensación de que si el otro tuviese una pistola, él ya estaría criando malvas. Aún así, cortó un trozo de las hojas que habían estado usando para ayudarse y garabateó una dirección de e-mail. En cualquier otra ocasión, Carlos habría sugerido que le diese también su móvil, por si alguno no podía ver el correo, pero en aquella decidió no tentar a la suerte y se conformó con la dirección de correo. Aún así el cogió otra hoja y garabateó tanto su dirección como su número de móvil. –Te dejo también mi número de móvil, por si acaso. – Y salió corriendo del laboratorio como si lo persiguiese algún demonio, y es que después de la tensa clase que había sufrido, quería poner tierra de por medio entre él y aquel extraño ser que le había tocado por compañero.

Notas finales: Bueno, una introducción cortita, prometo que el próximo capítulo será más largo y pasarán más cosas. Y si me dejáis un review os lo agradeceré desde el fondo de mi corazón.(Aunque solo sea para decirme lo mal que escribo y típìca que es la historia)

GLOSARIO

El barco de vapor: Es una editorial de libros infantiles y juveniles muy famosa en España. Los libros que se mencionan existen en la realidad y son de Juan Muñoz Martín

Comerse el tarro: Darle vueltas a algo en la cabeza. Pensar de forma obsesiva sobre algo

“Jenri” y “Anguí”: No tengo un alfabeto fonético, pero así más o menos (Inner: más menos que mas, pero bueno) es como se pronunciarían las dos variantes del nombre, dependiendo de si es inglés o francés.

Erasmus: Las becas Erasmus son unas becas de movilidad que se conceden a estudiantes europeos, para ir a estudiar a universidades de otros países de la Unión Europea. A los alumnos que obtienen estas becas también se los suele llamar Erasmus. (LadoVago: Es para abreviar, que estudiante de Erasmus es muy largo :P:P)

Marca: Periódico deportivo de los más leídos de España.


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