Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

A pesar del tiempo por 130 8a kiku

[Reviews - 17]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Bien aquí les traigo otro songfic, o al menos el primer capitulo, este es ItaSasu con leve ItaDei, me cuesta no verlos juntos XD, ahí me dicen que le parece... onegai...

Muchas gracias a las personitas que me dejaron review en Entre mis Brazos, gracias a ustedes este vio la luz XD.

Notas del capitulo: Disclaimer: los personajes de Naruto no me pertenecen, son del increíble ingenio de Kishimoto sensei.

Canción: Esta ausencia Interprete: David Bisbal.
Despertar en el frío abismo de tu ausencia
Es rodar por las horas perdidas en mi habitación
Recordar cada lágrima que fue tan nuestra
Me desangra el alma, me desangra el alma


Se escuchaba claramente el aullido de viento y constante goteo de la lluvia, una escasa luz matinal se filtraba por la ventana, el latoso sonido de la alarma, despertó a un muchacho, que de inmediato se puso de pie, dio una vista a su ordenada habitación y sus ojos involuntariamente se posaron en una foto, la tomo entre sus manos, se perdió en el par de personas que se encuentran ahí.

Con una mueca de disgusto la dejo caer en su cama; preparándose para el día, intentando ignorar, la punzada de dolor en su corazón, el frío que le enchina la piel, los recuerdos que constantemente le atormentan, los sueños que no lo abandonan y le hacen recordarlo día a día.

Caminando a paso lento, se dirige a la regadera, quitándose en el proceso la ropa, dejando lucir, su nívea piel, su recién formado abdomen, delicadamente marcado, con su mano abre la regadera, mientras las gotas caen sobre su nocturna cabellera negra, cierra sus ojos, grises como una tormenta que se avecina, con la frialdad, fuerza, rencor que cualquiera diría que traen, e incluso hay lluvia, lagrimas disimuladas con el caer del agua, con el jabón que adorna su cuerpo.

— ¿Por qué, me dejaste después de aquello? — Suspiró, con dolor— Te odio, solo jugaste conmigo.

*|*|*|*|*|*|*|*|*

Desandar el sendero que escribimos juntos
Es tocar un silencio profundo en el corazón
Escapar por las brechas de un amor profundo
Es mentir de nuevo
Por negar tu ausencia


Sentado en el fondo de una camioneta negra, un joven de largo cabello negro, que a la vista lucía suave dándole una sensual presencia, de piel como porcelana, con unos ojos tan negros como un pozo sin fondo, profundos con pequeñas tonalidades escarlatas, que derretían y atemorizaban a la par, que encerraban en una hermosa ilusión y hacían difícil el dejar de contemplarlos.

Posaba su mirada en el paisaje que aparecía efímeramente por la ventana, pensando, recordando, temblando por dentro ante el hecho de verlo otra vez, tenía que volver, él lo sabía, pero no quería.

Hacerle frente a sus actos, a sus sentimientos, al monstruo que llevaba dentro, era tan complicado, que le carcomía por dentro, le tocaba las fibras más oscuras y dolorosas del corazón, las que prefería mantener enterradas.

Mentir y negar su existencia, huir como lo hizo, hace tres años y no verlo.

Actuar de manera responsable como acostumbraba iba más allá de sus capacidades y sin embargo se encontraba en esa triste y penosa situación. En un camino donde ya no había retorno.

*|*|*|*|*|*|*|*|*

Esta ausencia tan grande, tan fría, tan honda
Que quiebra en pedazos mi razón
Esta ausencia desnuda de dudas y sombras
Me clava tu amor
Esta ausencia que duele en el fondo del alma
Que quema por dentro mi sueño y mi calma


Bajó al comedor para desayunar, su padres de viaje como era una costumbre le dejaron una nota, que anunciaba su regreso para la tarde, la servidumbre arreglaba todo lo necesario y él hacía un inútil intento por digerir la comida, aunque era cosa de todos los días desayunar solo, no dejaba de incomodarlo, de hacer que su mente divagara, que trajera de vuelta el pasado y viviera eternamente en él.

Recordaba a su hermano, su compañía, sus protectores abrazos, su dulce y tranquilizadora mirada, sus insípidos y falsos pretextos para justificar la constante ausencia e indiferencia de sus padres, sus escasas sonrisas, sus miradas llenas de comprensión y amor, la ternura de sus caricias, su indescriptible aroma, su ronca voz, las palabras que le dedicaba, el tiempo, la paciencia, la educación que le dio.

Y ahora, nada, soledad, vacio. Un hondo, seco y cruel vacio, que calaba, que se metía y no abandonaba, esas huecas y mentirosas palabras, promesas. Cuando creyó que le daba la muestra más clara de amor, le fallaba, le abandonaba. Lo utilizaba.

Dolía, pero si era lo que quería, era lo que tendría; odio. Un deseo nuevo surgió en su mente, venganza. Su victima se arrepentiría, tarde o temprano regresaría, si no lo hacía el lo buscaría, le devolvería todo. Sabría lo que es sentirse utilizado y olvidado. Pero estaba equivocado si alguna vez creyó que jugaba con Sasuke Uchiha, ¿irónico? No, él le enseño ser así.

Una sonrisa se dibujo en sus facciones, distorsionando un poco su belleza. Una maléfica emoción le provocó un ligero temblor.

*|*|*|*|*|*|*|*


Esta ausencia de hielo, de piedra y silencio
Que corta las horas sin piedad
Esta ausencia infinita de noches y días
No tiene final
Fue tan fácil decir que el adiós sanaría
Las espinas clavadas en tu alma y la mía
Esta ausencia me grita
Que se acaba la vida
Porque no volverás, volverás


Cerro los ojos, le dolía la cabeza, se recargo en la ventana, escuchando a sus compañeros, intentando distraerse y volver a escapar aunque fuera por unos segundos de su ser.

Era curioso, se sentía solo pese a la compañía, por un momento el hilo de sus pensamientos fueron los rezos de Hidan, las quejas de Kakuzu por el dinero invertido en el viaje, claro él prefería que viajaran en burro con tal de no gastar, la interesante charla entre Kizame y Zetsu sobre los animales marinos y las plantas acuáticos, el intercambio de opiniones sobre lo que realmente era arte de Sasori y Deidara, los murmullos cariñosos de Konan y Pein y la voz de Madara hablando con sus padres.

¿Padres? No. Les acaba de informar su regreso al país, ahora decía su nombre.

—Itachi, Mikoto-san quiere hablar contigo— repuso tendiéndole el teléfono, el muchacho abrió los ojos, recibió el teléfono y hablo brevemente con su madre. Le parecía increíble, con los años sus padres no habían cambiado, por el contrario, entendió que sus viajes eran más largos. Dejaron a su pequeño hermano solo. ¿Por qué decidieron tener hijos, si no podían hacerse responsables de ellos? Era una constante pregunta que se hacía.

—Si madre—concluyó la llamada devolviéndole el teléfono a su tío. Llegarían al mismo tiempo y ahora tendría que regresar con ellos a casa. A la casa de la que técnicamente huyó, abandonándolo todo, a la personita más importante en su vida, rompiendo su palabra, el compromiso que se hizo, todo por sus insanos sentimientos.

— ¿Feliz Itachi? Hoy mismo volverás a ver a tu familia— le pregunto Kizame, el cual tenía la piel de un tono que daba el efecto óptico de ser azul, que de primera impresión uno juraría que es un tiburón parlante, que tenía un fiero y despreocupado aspecto, una enorme sonrisa pintada en su cara, con su mano se despeinaba aún más su cabello.

—Me da igual— replico monótono, culminando la conversación como solo el sabía hacerlo. Cerró nuevamente los ojos, adormilándose, alcanzando escuchar un murmullo de su semejanza con el hielo, por parte de Hidan acompañado de ‘dulces’ adjetivos.

Los ignoro nuevamente, reflexionando en lo cínicos que eran sus padres, fingiendo un falso interés, una inexistente preocupación, nunca se enteraron de nada y lo más seguro es que morirían en su ignorancia, claro que era mejor así, los recuerdos de su más grande error, solo le pertenecían a él y a su otouto.

El cual de seguro lo odiaba, el que ya había crecido para deja r de ser ese inocente y tierno niño, que temblaba al escuchar un trueno, que corría a sus brazos después de un mal sueño, ¿Cuánto quedaría de él? En más de una ocasión se pregunto si había hecho lo correcto al irse, se reprochaba constantemente su falta de control, se odiaba al tener sueños donde revivía ese perverso momento.

Se suponía que seguía lo dichos populares de: ‘el tiempo lo sana todo’, ‘hay momentos en que lo mejor es poner tierra de por medio’ y eso fue lo que hizo.

Mas la realidad lo marcaba, le echaba en cara, le gritaba, lo evidenciaba y lo consumía; el tiempo solo mata y más si lo desperdicias. Ese era su pensar, su aprendizaje.

*|*|*|*|*|*|*|*|*

Ya lo ves
Tu partida no condujo a nada
Porque nada es el tiempo a la sombra de mi soledad
Ya lo ves
Derrotado y sin hallar la calma
Que daría por verte
Y olvidarlo todo


Las clases transcurrieron con calma, sin nada digno de destacar, con las molestas chicas siguiéndole, con los patéticos intentos por manosearlo, con las burlas de su rubio y despeinado amigo, de brillantes zafiros que tenía por ojos, de zorrunas marcas y de una sonrisa capaz de iluminar y alegrarlo por un breve lapso.

Su celular sonó, con indiferencia respondió, e hizo uso de todo su autocontrol para no abrir la boca y dejar ver en su cara un enorme signo de interrogación abrazado a uno de admiración, con una copia barata de calma, respondió y camino a casa, dejando que la suave brisa que había por lluvia, enfriara sus pensamientos, intentaba recuperar la normalidad de los latidos de su corazón, desaparecer la sensación que nacía en las punta s de su cabello y terminaba en el dedo gordo del pie, desaparecer el revoloteo de su estomago.

Frustrado corrió a casa, se encerró en su cuarto y se dejo caer pesadamente en la cama, enjaulando sus lágrimas, negando el paseo de ellas por sus mejillas. Deseando poder verlo y gritarle sus verdades, sus sentimientos, cuestionándole su abandono y burlarse de su malogrado intento de evaporar la realidad.

Besarlo con pasión, desaparecer sus pensamientos matinales; entregarse con amor, confiar en la veracidad que los sucesos ocurridos le dejaban leer entre líneas. Rogar por revivir lo que existió en el pasado. Esfumar e ignorar la soledad de esos tres años.

*|*|*|*|*|*|*|*|*|*

Esta ausencia tan grande, tan fría, tan honda
Que quiebra en pedazos mi razón
Esta ausencia desnuda de dudas y sombras
Me clava tu amor
Esta ausencia que duele en el fondo del alma
Que quema por dentro mi sueño y mi calma
Esta ausencia me grita
Que se acaba la vida
Porque no volverás

La niebla se extendió por la carretera, la lluvia intensifico, se removía inquieto entre sueños:

*-*-*

Sus dedos se deslizaban por su piel, sus ojos contemplaban la maravilla colorada que tenía bajo su cuerpo, sus respiraciones se unían en una sola, sus labios se buscaban con gula, con desesperación, sus mechones de cabello acariciaban las mejillas ajenas, las gotas de sudor lo recorrían con gracia, ruiditos salían amortiguados.
La temperatura aumentaba, el corazón bombeaba con mayor rapidez, acelerando su paso, la vista se nublaba ante el contacto de piel con piel, al suave tacto. Un choque eléctrico recorrió las columnas vertebrales ante el encuentro de cuerpos.
Palabras de cariño salían de sus labios, ignorando las falsas negaciones, y el rechazo que decía todo lo contrario, la voluntad fallaba y la vergüenza era enterrada junto con la moral.
El deseo, el amor, era lo que vivía, lo que se olía y lo que se demostraba en cada acto, en cada gesto, en cada caricia, en la exploración de las partes del cuerpo, el reconocimiento y las nada inocentes marcas de propiedad…

*-*-*

Sudando abrió los ojos, la molestia en su entrepierna era apenas notoria, siendo asesinada por el remordimiento, por el juicio ante lo prohibido, por la conciencia de los malsanos pensamientos, de los oscuros actos llevados acabo, por que esa clase de amor no debería de existir. No debía ser.
Una mano se posa en su frente, un beso fugaz en la mejilla, los ausentes ojos negros se enfrentan con los marinos ojos, una sonrisa tranquilizadora ilumina el bello rostro, la dorada cabellera que cae termina de enmarcar lo que es una de las más bellas esculturas que han pisado la tierra.

—Tienes fiebre— una voz grave, ronca que no va con la figura pero si con la personalidad del dueño, la preocupación se filtra en ella y le da un brillo extra a los celestes ojos- toma esto-le dice extendiendo una pastilla y una botella de agua.

—Gracias Deidara— un guiño cómplice, mientras toma el medicamento que responde con una breve y efímera sonrisa que complacen al rubio. Aceptando los brazos, que lo acomodan para conciliar el necesario sueño, una linda amistad producida por la similitud de edades.

—No hay de que Itachi— responde quedamente para no despertar a los compañeros que prefirieron dormir, acariciando el cabello negro, el único capaz de hacerle competencia a la suavidad y belleza del propio. Velando los sueños de su amigo.
Amigo que esta erróneamente convencido que hizo un daño tan grande que lo condena, que desapareció y robo algo tan puro que no volverá a ver.

*|*|*|*|*|*|*


Y me desangra tu partida
Y tu recuerdo hace temblar mi corazón
Cómo olvidarte si no quiero
Porque este amor por ti yo me muero


Sus manos volvieron a aferrarse a la foto, abrazándola, haciendo un sordo intento por sonreír al revivir viejas memorias, el día que la tomaron, lo que hubo alrededor de él, los que le precedieron, los que le siguieron, los malditos o benditos recuerdos que le provocaban un temblar igual de fuerte como si lo estuviera viviendo nuevamente.

Quería olvidarlo…

No.

Ese era el motivo, la verdadera razón que lo martirizaba, no negaba ser un masoquista, pero no se le daba la gana fingir que nunca ocurrió, ¿Por que negar lo más hermoso en su vida?, el sentimiento inigualable que lo embargaba. No. Así lo matara irónicamente viviría encadenado a él. Era su decisión y a diferencia suya él si daría la cara y no lo dejaría con el rabo entre las patas. Era capaz de levantar el rostro y gritarlo.

Reconocerlo.

*|*|*|*|*|*|*|*|*|*

Esta ausencia de hielo, de piedra y silencio
Que corta las horas sin piedad
Esta ausencia infinita de noches y días
No tiene final
Fue tan fácil decir que el adiós sanaría
Las espinas clavadas en tu alma y la mía
Esta ausencia me grita
Que se acaba la vida
Porque no volverás, volverás, volverás...


Breves escalofríos lo recorrían, intento dormir pero no lo logró, añeja costumbre, aún así prefirió, quedarse en la misma posición, cómoda, fingiendo nuevamente.
Odiaba los relojes, cortaban el tiempo, lo delimitaban y no conformes con lo anterior te lo restregaban en la cara, y ahora se lo marcaban, faltaba menos, ya casi llegaría. No necesitaba de ellos para saberlo.

Pagaría las consecuencias, e intentaría afrontarlas, por más complicado que fuera.

¿Quién fue el que dijo que la ausencia lo sanaría?, ¿Cuándo lo creyó?, ¿A dónde lo llevó? A un círculo infinito, donde no perdonaba.

Seguridad.

El tiempo desperdiciado, no regresa. Si, lo vería después de tres años, pero no sería lo que conoció, maduro, creció, y el no estuvo para verlo, para acompañarlo y guiarlo.
Y eso era lo que no volvería, lo que murió, en el mismo instante que se fue.

*/*/*/*/*/*/*/*/*
Notas finales: Onegai cualquier error ortográfico de redacción me lo dicen, si les gusto, si no, su opinión es súper importante para mi...para saber si lo continuo o no...

Besos, byebye

Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).