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El lago por Xkanleox Ixquic

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Notas del fanfic:

El lugar de este fanfic está inspirado en dos que he visitado: el lago de Catemaco y Tepoztlán. Me puse a observar a la gente y... bueno, salió esto. Por supuesto que es AU, inventen ustedes el nombre del sitio. Bleach no me pertenece... bli, bli... ni lo uso para fines de lucro... bli bli...

EL LAGO
Uryuu entreabrió los ojos y no supo qué vio durante un buen rato, pues su vista estaba borrosa. Se quedó así un buen rato hasta que pensó un poco y recordó. Se sentó, aún revuelto entre las sábanas, y tocó su cabeza con fastidio, frotándose un ojo con la otra mano y alcanzando a divisar el cielo rosado grisáceo de la mañana.
Estaba solo, y nada de lo que había sido en la madrugada hacía algunas horas seguía vivo. Todo se le escapó de las manos cuando se quedó dormido, tan sólo quedando vagos recuerdos de lo que había sido la noche y lo que siguió a partir de que tuvo la primera copa encima, menguando sus sentidos poco a poco, hasta quedar como estaba ahora.
Desnudo, solo y, carajo, sin respuestas.
La resaca no era tan mala como le habían contado que era, o al menos la molestia no se comparaba con la que causaba el dolor que llevaba en el pecho por angustia. Su corazón destilaba veneno para sí mismo, porque simplemente era incapaz de hacerlo para él. Se puso las gafas, sentía que se caería en cualquier momento del mareo, y se dirigió al baño a tomar una ducha.
Se miró al espejo, la mirada dolida, enmarcada con el tinte oscuro del cansancio, y la tez más pálida de lo normal. Uryu, eres un imbécil. Se quitó las gafas y abrió la llave de la regadera, sin importarle que el agua estuviera fría (que, de cualquier forma, el clima se prestaba a eso).
Mientras el agua corría por su piel, tomó la esponja y la restregó en su cuerpo con fuerza, dejando surcos y marcas rojas en el albo manto. Quería borrar todo, como si los caminos de saliva que antes le habían causado tanto embeleso ahora se hubieran convertido en hiel que diera asco. Pero no había llegado al pecho cuando soltó un quejido y el agua salada de su rostro comenzó a mezclarse con el agua de la regadera.
Salió de la ducha y se vistió con lo primero que encontró en su maleta. Sabía que él no regresaría, que tan sólo lo había usado. Pero en su estúpido deseo de ser suyo aunque fuera por una noche le había ganado. No fue el alcohol, ni su depresión, ni siquiera el hecho de saber que Orihime era una estúpida que adoraba a su novio sobre todas las cosas y creía en su palabra fielmente y jamás se daría cuenta de nada, como tantas veces había pasado.
Se asomó por el balcón, la palma del techo se movía suavemente con la brisa. Entre el clima tropical se sintió abochornado, a pesar de que aún no hiciera calor. Dejó salir un “hmph” y se metió de nuevo, cerrando la puerta corrediza de cristal. Estaba a punto de abrir la puerta de la habitación cuando alguien llamó a ella. Con la mano temblorosa, se decidió a abrir.
- ¿Rukia? ¿Qué se supone que haces aquí? – la mujercita lo traspasó seriamente con sus ojos violetas.
- Vengo a hablar contigo. Creí que te gustaría saber qué hiciste anoche para que puedas desmentir los rumores que lleguen a hacerse sobre ti. – Uryuu frunció el ceño.
- No me importa saber lo que hice ayer.
- No me importa si lo quieres saber o no. Tienes que saberlo. – ella entró y trató de ignorar el desastre de la habitación. – Antes necesito saber qué recuerdas.
- No es algo que quiera recordar. Ahora vete por favor. – ella miró hacia el ventanal.
- ¿Ni siquiera que hiciste que Ichigo cortara con Orihime? – Uryu abrió grandes los ojos.
- ¡¿Qué yo hice qué?! – enseguida cerró la puerta y sentó a Rukia en una silla de mimbre tejido, en cuyo asiento había un cojín. – De eso no recuerdo nada.
- ¿Esperabas recordar eso cuando entonces ya te habías tragado como tres vasos de vodka con tequila y no sé qué más? – las pálidas mejillas dejaron subir un cúmulo de sangre.
- ¿Qué fue lo que hice?
- ¿Quieres saber todo o sólo lo de Orihime?
- Todo. – murmuró, después de un suspiro de derrota.
- Bien, supongo que recuerdas el comienzo de la fiesta, fue cuando Renji y Hisagi comenzaron a beber que le siguieron el paso los problemas. Y, de ser una fiesta, se convirtió tan sólo en una borrachera con música. ¿Recuerdas qué hiciste después de la primera copa que te tomaste?
- Sí, todo. Me puse a contar chistes que no sé ni cómo me sabía. Después Ichigo me sirvió otra de brandy, pero me sirvió demasiado, y él ya estaba algo tomado.
Todos comenzaron a gritar “fondo” y ambos se empinaron su respectivo vaso en los labios, tragando la bebida lo más rápido que pudieron. Minutos después estaban más tambaleantes que antes. No podía imaginar por qué había aceptado tomarse todo eso, pero se sentía bien, sobre todo porque lo estaba haciendo con Ichigo.
Algunos bailaban torpemente y otros tan sólo hablaban, la juventud y la brisa del extenso lago que más bien parecía mar refrescaban la noche. Pronto, comenzaron a desaparecer parejas de la vista de los demás invitados. Ni el Kurosaki ni el Ishida lo habían notado, estaban demasiado ensimismados en su propia plática.
- Ishigo, te jurho que nunca quise sher tu enemigo. De verdad que me caíste bien desde que te conocí. Cuando te vi, me dije: esste amigo va a sser mi hermano parha toda la vida.
- Pues yo te voy a decir la verdad: me caías de la sshingada. Perho ahora eres mi mejor amigo. – tomó el vaso medio vacío – Brindemos, Uryu, ¡por nueshtra amistad!
- ¡Por nuestra amistad! – y de nuevo bebieron hasta el fondo. Después de un silencio, Ichigo se acercó un poco más. Estaban sentados en un sillón de tres plazas de mimbre con algas* y cojines de distintos colores y diseños llamativos: era común encontrarlos en esas cabañas. Y la mesa donde ponían sus bebidas era del mismo material con un cristal circular cubriendo alcatraces tallados en madera.
- ¿Sabes, Uryu? Nunca te dije que te vess muy sexy sin tu estúpida ropa semiformal.
- ¿Mm? – fue entonces que hubo un indicio de que algo andaba mal. No debía estar haciendo eso.
- Me encantó ver la mezclilla pegada a tu cuerpo… - dijo, pasando su mano por la pierna del pelinegro.
- Ichigo, espera, no. Esto no está bien. – intentó levantarse, y lo logró pero sólo por un par de segundos. Después Ichigo volvió a jalarlo hacia el sillón.
- ¿Por qué te vas?
- ¿Adónde fueron todos? – preguntó asustado, al ver que casi no había nadie en el sitio. Sólo la música a un volumen fuerte y las luces de las lámparas de luces de colores con orificios de distintas formas – lunas, estrellas, soles, lagartijas… - alumbrando.
- ¿No es obvio? A revolcarse por ahí, o a dormir. Quizá es hora de que hagamos lo mishmo, ¿no crees? – murmuró, acercando su aguardentoso aliento a la boca de Uryu, quien no opuso mucha resistencia. Siempre lo había deseado. Cuando se separó, se recostó en el sillón.
- ¿Y Orihime? – Ichigo dejó salir una risa.
- Esa zorra me engaña como yo a ella. Ni ssiquiera es buena en la cama. Si la ves inocente, así de idiota has de estar…
- Ichigo… - no lo dejó continuar, ya estaba desabotonando su propia camisa. Se besaron un largo rato, metiendo las manos bajo la ropa.
No tardaron en estar en la habitación de Uryuu, desnudos y no, sus manos deslizándose en el contraste bronceado-pálido, pegando ambos mosaicos tan suaves como la seda, sintiéndose con el pecho, el abdomen, los muslos…. Ichigo tiró al jadeante pelinegro a la cama y recorrió con su lengua desde sus rodillas, pasando por la parte interna de sus piernas, hasta su pecho, mordisqueando los pezones rosados.
Uryuu sólo se limitaba a gemir, el efecto de la droga que había ingerido antes estaba siendo reemplazado por otra. Sintió una calidez húmeda en su entrepierna que lo hizo arquear su espalda y perderse en ese placer de tenerse así. Un delirante movimiento de su lengua bastó para que su alma se fundiera a su merced.
- Siempre te quise tener así. Quise romper con todo tu esquema, deshacerte y volver a armarte a mi antojo, Uryu, hacerte más hermoso de lo que eres. Y ahora – besó su cuello detenidamente, como si supiera qué camino de sensibilidad recorrer – voy a rehacerte y a marcarte.
- No, Ichigo, ¡espera! – Ichigo tomó de la bolsa de su pantalón una botella de plástico de la mitad de la palma de su mano. Se oyó el “click” de cuando la abrió, y enseguida Uryu sintió algo frío resbalando por su perineo.
- Necesitas que te ayude con eso, ¿cierto? – dijo, deslizando sus dedos para hacer llegar el líquido al ano del pálido joven. Notó que no sólo había en su sexo, sino que también los dedos de Ichigo ya estaban previamente mojados en esa sustancia. Metió dos dedos de golpe, y al oír el grito de dolor de Uryuu, se dejó sorprender.
- ¡Basta! Esto está mal, Ichigo, no debemos…
- ¿Quieres regresar a la orilla del puente colgante cuando estás a la mitad? Yo pienso que deberíamos correr de una vez al otro lado, porque puede que no resista mucho y ambos caigamos al precipicio…
- Duele.
- Nunca pensé que fueras virgen. Es tan perfecto que guardaré este recuerdo por siempre. – removió sus dedos dentro del orificio de su compañero hasta alcanzar su próstata. Por respuesta recibió un gemido.
- ¡Ah, Ichigo! – entonces no esperó más. Tomó una pierna de Uryuu y la levantó para penetrarlo. Dolió sólo un poco, sentir dentro los lances cortos pero impetuosos que le daba el moreno era como estar en el paraíso.
Pronto, el líquido se mezcló con el néctar de Ichigo. Jadeos, gemidos, respiración entrecortada, gritos, suspiros, murmullos, Ichigoteamo, aspaviento, gruñido, risas nerviosas, sábanas revueltas, humedad en la tela, nopuedeser, juramento, desazón.
- En serio, te amo. – repitió tímidamente. Ichigo se sentó a su lado y frunció el ceño.
- Tenías que arruinarlo, ¿verdad? – Uryuu se desconcertó.
- ¿Arruinar qué?
- Mañana me voy a vivir a Italia. Me iré a un intercambio a estudiar historia del arte. Recuerdas la beca que te mencioné, ¿no? Pues me la dieron en una escuela de allá. Lo siento, no voy a corresponderte si va a ser funcional sólo por unas horas. Fue increíble tenerte en la cama. – dijo, levantándose y buscando su ropa. La sorpresa cayó como un avión en llamas en medio de un bosque hermoso.
- ¿Qué dijiste? ¿Qué va a pasar entonces? ¡No puedes dejarme así, maldita sea, Kurosaki!
- Te enviaré una postal y fotos cuando llegue allá. Y veré qué regalillo. Bueno, Uryuu, fue un gusto poder estar contigo antes de mi vuelo. Nos veremos en las próximas vacaciones de invierno. – le dio un beso en las comisuras y se marchó.

Uryuu se quedó inmóvil e incrédulo de lo que acababa de pasar. Se lamentó hasta quedar dormido.
Jamás te perdonaré esto, Kurosaki Ichigo.

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