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Accidentes Innecesarios por chibiichigo

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Notas del fanfic:

Disclaimer: La obra Naruto es propiedad de Masahi Kishimoto. Yo no gano nada por escribir, pero estoy aburrida de momento.

 

Claúsula de liberación de responsabilidad: Fush, creo que esto no te gustaría. ¡Deten tus impulsos, esto comprende una historia Anti-Fush!

Notas del capitulo: Hola. Seguro se preguntan por qué estoy subiendo esto. La respuesta es precaria y limpia: Estaba aburrida.

Espero que les guste... y aprendan de estos fics para SIEMPRE utilizar condones xDD

 

¿Cómo le había ocurrido? No lo sabía…Bueno, sí sabía.

 

 

-Maldito Uchiha de mierda- puteó al tiempo que empezó a arrojar los instrumentos de limpieza personal del lavabo. Estaba furioso con la vida, con su pareja, con el sexo… con las aves, los pájaros y las nubes. Todo lo que tuviera la mala fortuna de existir a menos de veinte kilómetros de donde él se encontraba había ganado un lugar especial en su lista de repudios.

Y ahí, irguiéndose con orgullo como el feliz vencedor, aquel que había causado estragos en la ecuanimidad del pelirrojo y causante, al mismo tiempo, del empañamiento de unos orbes aguamarina cargados de ira reverberante: Una prueba de embarazo.

Miró el objeto con odio mientras esperaba el veredicto final, casi como si quisiera intimidarlo para que marcara en azul y no en el temido color rosa, adornado pobremente con una carita feliz. No quería ni pensar en qué le depararía el destino si, por caprichos del universo, al dichoso dispositivo casero se le ocurriera marcar una maternidad que él ni quería ni necesitaba.

Miró a un punto fijo en el espejo del baño y sus pensamientos flotaron libres hasta posarse en una cabellera ébano que lo enloquecía. Quería, porque en verdad deseaba con vehemencia, acribillar a aquel ser de mirada soberbia y pedantería sin límites en aquel momento. Y es que sólo un pensamiento a manera de excusa para sí resonaba en su cabeza: Si algo pasaba, era por culpa del Uchiha.

Resopló tan pronto consideró que la prueba debía tener el resultado anhelado, topándose casi de bruces con una de las consabidas Leyes de Murphy. Cuando tenías prisa por algo, el tiempo se tornaba tan lento que parecía estar detenido por alguna mano invisible reguladora del cosmos, matando así por lo insoportable de la incertidumbre.

-Mierda- volvió a externar una de sus frases predilectas, mientras remembraba la situación que lo había llevado hasta el sanitario portando una prueba de embarazo aquel día.

 

-Vamos- indicó casi con súplica su concubino, pero sólo casi. Cualquiera que hubiera pasado cerca mientras la discusión de consumaba habría pensado en aquella frase con intenciones de sorna, pero para Gaara sólo significaba un indicio de derrota.

-No bastardo- se cruzó de brazos y dedicó una de sus ausentes miradas al más alto, que recargado con los codos sobre el mostrador de la cocina intentaba jugar a la indiferencia.

-Sé que te divertirás… Se siente más así- soltó como quien no quiere la cosa.

-Pero yo soy un doncel, y dudo que quieras que me crezca un vientre de globo aerostático y luego me salga una bestia de las entrañas.- rebatió con un argumento que, si se analizaba podía ser desagradablemente escatológico. Sasuke meneó suavemente la cabeza y enarcó una ceja.

-¿Por qué tenemos que limitar el sexo por ello? Digo, no es mi culpa que tú seas un híbrido entre hombre y mujer.

-Tampoco, que tampoco es la mía que tú seas un híbrido entre mula y hombre pero así me tengo que aguantar- finalizó el otro con hostilidad.

Había estado escuchando aquel argumento sobre deshacerse del “amiguito de látex” desde hacía meses y estaba cada día más cerca de ceder y dejar al Uchiha hacer su maldita voluntad. Excepto cuando empezaba con su faramalla idiota, entonces sólo se enfadaba más. Era entonces que se ponía en su papel intransigente y se recordaba a sí mismo que, pese a que disfrutaba el sexo sin “aditamentos” ni “envoltorios”, era propenso a parir.

¡Y por nada en el mundo pasaría aquello! No después de que se enterara de cómo nacían los bebés en los hombres… Grotesco.

 

Después del enésimo intento de plática civilizada aquella tarde, de muchos enfados y de amenazas burdas por ambas partes, el eco de un “vamos” murió antes siquiera de nacer de los labios del de carmesíes mechas.

Su cuerpo emanaba unas gotillas de rocío que tonificaba su cuerpo y le daba una apariencia más deseable para aquel que se posaba sobre él. Jadeaba con tanto placer que sentía podía tocar al mismísimo Dios con los dedos.

-Vamos- jadeó un poco más, sintiendo las estocadas agresivas y compulsivas del moreno. El más alto sólo sonrió de medio lado mientras un perlado se mostraba por su frente y sus pectorales. Todo tan delicioso que le hastiaba y nunca le saciaba.

Sí, Sasuke Uchiha, después de meses había ganado su estúpido y egoísta argumento con una simple seguidilla de besos apasionados después de una moderada abstinencia. Había cumplido con todo aquello que buscaba tan sólo haciendo uso oportuno de los arranques hormonales de su novio.

Ruin y despreciable, denotando un amplio dominio de su propia concupiscencia, sí. Pero lo había conseguido.

 

 

Curioso le parecía al carmesí el hecho de encontrarse ahora a solas con quien parecía ser su verdugo. Y sin embargo eso no alteraba la situación en lo más mínimo ni tampoco menguaba el hecho de que sus más profundos deseos consistieran en castrar a Sasuke Uchiha de una forma lenta y dolorosa. Una nueva oleada de angustia le sacudió.

Era el momento, el veredicto final estaba por ser pronunciado en aquel momento…

Se acercó a aquel instrumento de tortura mental del siglo XX esperando lo peor, pero deseando con un extraño fulgor en sus ojos lo mejor. Una vorágine inundaba sus pensamientos, haciendo imposible seleccionar alguno de sus poquísimos sentimientos para definir su situación. Aquella nimia paleta de emociones no era tan sencilla de descifrar.

Se detuvo un segundo, cuando la duda colisionó fuertemente contra su pecho, pero retomó su actividad después de que su raciocinio le indicase lo patético y emocional que resultaba aquello. Si algo había de ser hecho, se hacía y punto.

Su corazón golpeteaba de manera agitada, por mucho que su estoicismo facial ocultara aquel hecho del mundo.

Mientras tanto, casi con una mueca burlona en su rostro inexistente, la prueba de embarazo le miraba.

 

Rosa…

 

Mierda…

La necesaria interrogante fue a darle un gancho al hígado: ¿Cómo se lo diría a Sasuke? O mejor planteado, ¿de qué manera asesinaría a aquel mediocre ser que había iniciado un bizarro proceso de gestación de una vida dentro de su vientre?

 

Notas finales: Usen condón y dejen reviews.

Kissus,

c.

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