El objeto de mi deseo
Ya estaba deseoso de llegar a su destino, quitarse de encima toda la suciedad de su cuerpo, relajarse, tranquilizarse y pasar una noche ardiente como solamente una persona en el mundo saba darle.
Se escuchaban los caballos de la caravana del prncipe regresando victoriosos de otra batalla ms, a juzgar por el estruendoso sonido de las trompetas y tambores, as como los gritos de victoria de sus hombres.
Las enormes puertas de la amurallada ciudad se abrieron para dar paso a los valientes guerreros del reino, quienes traan consigo una nueva victoria y con ella ms riquezas para el rey.
Rpidamente el prncipe se dirigi a su castillo para descansar del agotador viaje.
Se dispona a saludar a su padre y su madre, trayndoles regalos especiales de las ciudades conquistadas, adems de notificarles por adelantado y con un deje informal todos sus logros y riquezas aadidas al reino; seguido se retir a uno de sus aposentos a baarse como todo un prncipe, ya sus padres le haban mandado a preparar un bao real con dos de sus concubinas para que lo baen como todo un prncipe.
El sudor, la suciedad o el cansancio no jams pudieron opacar la enorme belleza que portaba el prncipe, un hombre deseable por dondequiera que se le mire.
Cada uno de sus esculpidos msculos se relajaba mientras eran masajeados con maestra por las hermosas concubinas, mientras su mente estaba algo lejos, posada en esa personita especial que lo vuelve loco desde hace tiempo y que l desde hace tanto tiempo ya quera poseer.
A decir verdad, el mejor regalo que su to le ha dado en toda su vida, estaba realmente agradecido por tal presente, el cual le ha dado tantos momentos felices y ha despertado una pasin que jams crey que llegara a tener.
Sus orbes negras, tan oscuras como la noche se posaron en un punto indefinido de la habitacin cuando ya le lavaban con habilidad el pelo, retirando restos de sangre ajena, polvo y suciedad del trayecto, dejando todo su cuerpo impecable y el joven prncipe incapaz de quitarse esos pensamientos nada sanos durante todo el bao.
“Deb pensarlo mejor y haber hecho que l me baara”- el bao aquel le provocaba morbo y ms deseo del que traa.
-Anko, ve y encrgate de que lo preparen para hoy despus de la cena en mi alcoba, ya sabes como.- le orden a una de sus acompaantes justo antes de terminar con su bao, justo despus le dio permiso de irse a la otra, no es que fuera un holgazn como para que tuvieran que ponerle la ropa tambin.
Todo transcurri con normalidad, una cena espectacular, muchas charlas y alegra desbordaba por todo el palacio, pero el prncipe Itachi ira a compartir su alegra, o mejor dicho, a “alegrarse” la noche en otro lugar por lo que se retir en direccin a su alcoba algo temprano de la fiesta.
Al entrar se percat de la dulce y agradable aroma caracterstica de su esclavo preferido, pero aparentemente no estaba. Se adentr un poco ms y una msica empez a sonar desde la parte de atrs de un gigantesco velo rojo, llamando su atencin.
Su habitacin se encontraba repleta de velos rojos y completamente perfumada, as como su cama tambin estaba perfectamente arreglada, dando un toque excitante al lugar.
No pudo asimilar bien la meloda, cuando ya tena a su tan deseado Deidara, justo como lo haba estado imaginando todo el da, pero ahora era mucho mejor, pues era real.
All estaba l, a unos pocos metros frente a Itachi, ataviado con las ms finas sedas, de una forma ms que sensual, su atuendo dejaba ver claramente sus tersas, blancas y bien formadas piernas.
Sus brazos y caderas danzaban al son de la meloda, un baile sensual e incitante, que a cada movimiento pona a prueba el enorme autocontrol del azabache, que en cualquier momento se le tiraba encima a poseerlo como si fuera la ltima vez. Esa mirada azul ligeramente delineada en negro que lo volva loco, posada solo sobre l, haciendo que se pierda completamente en ella.
Estaba perfumado en todo su cuerpo, un aroma atrayente y deliciosa que enloqueca sus sentidos. As como tambin traa untado en el cuerpo una sustancia especial que funcionaba como afrodisaco.
Su largo cabello rubio se encontraba atado en una coleta alta, dejando su cuello y pecho al descubierto. A todo esto se suma la gran cantidad de joyas que portaba el hermoso joven por todo su cuerpo, brazaletes, cadenas, anillos, etc.
Un atractivo piercing en el ombligo, a peticin del moreno, como tambin le orden haca ya un tiempo que se hiciera otro en su lengua.
Tena tatuado en su brazo izquierdo el smbolo Uchiha, obligatorio para los esclavos de la familia. En su caso era especial, nicamente serva a Itachi cuando ste le solicitara. Por lo que al smbolo le acompaaban tres tomoe (la figurita parecida a una gota en el sharingan) alrededor, para limitar su uso a solo Itachi.
“Se ve tan violable…….” (casi se babea)
Justo al salir de su ensimismamiento, se percat de lo cerca que estaba Deidara, moviendo sus caderas de una forma muy provocativa. Intent tomarlo y de una vez por todas hacerlo suyo de la manera ms salvaje que ha hecho, pero Deidara no se dej, con un grcil movimiento se alej sin detener su danza.
Continu bailando unos instantes ms, sintiendo la lasciva y constante mirada de Itachi sobre l. De un momento a otro la msica se detuvo y se escuch como los msicos se retiraban del lugar. Deidara se qued observando al moreno, con mucho deseo, ya haca bastante tiempo que deseaba sentirlo, sentirlo dentro, sentirse posedo con frenes como sola hacerlo el Uchiha. En un principio fue un esclavo rebelde, pero tuvo que aceptar que ya era propiedad del azabache y deba, por tanto servirle, hasta que lleg el momento en que comenz a disfrutarlo.
-Que esperas, ven a complacer a tu dueo- solt el moreno con una amplia sonrisa en sus labios y sentndose sobre la cama sin quitar sus ojos del rubio.
Deidara por su parte, respondi a su orden acercndose con parsimonia, Itachi, ya impaciente, inmediatamente estuvo lo suficientemente cerca, le atrajo a su cuerpo del brazo, enroscndolo en un fuete abrazo, quedando el rubio entre sus piernas y sus rostros a escasos centmetros. El rubio le bes con salvajismo, apoyando sus manos a cada lado del rostro del moreno, introduciendo su lengua en la cavidad contraria, explorndolo, que con el piercing, se senta diferente y juguetn el beso. Al mismo tiempo lo recostaba de la cama y se posicionaba sobre l.
El menor era rebelde y tena un carcter algo impulsivo, cosa que volva loco a Itachi, cada vez que lo tomaba, se senta como si domara a una fiera. Por eso en un principio se dej hacer.
En unos instantes tom el control de la situacin, encimndose en el rubio, apresando sus muecas y besando con locura su cuello.
La alcoba real del prncipe esa noche se vio inundada de gemidos, gruidos, gritos de placer y todos los sonidos que podran producirse en una noche de pasin. Donde el rubio fue sometido una y otra vez ante los deseos de su dueo.
Al amanecer, se escucha un gutural gemido salir de la boca del rubio, seguido de un gruido por parte del azabache. Aquel fue el ltimo orgasmo de la velada.
Ambos estaban exhaustos, permanecieron horas tras horas haciendo el amor sin parar y ahora estaba el moreno apoyando sus codos a cada lado de Deidara, tratando ambos de normalizar su respiracin mientras el mayor segua dentro del rubio.
Deidara tena un sonrojo muy notable un su rostro se encontraba perlado de sudor, respiraba muy agitado y sus ojos entreabiertos mirando a Itachi, dndole una apariencia seductora. Itachi ya no aguantaba ms y le declar lo que ya hacia algunas semanas quera decirle.
-Deidara……….quiero tener………….un hijo……………..y lo quiero tener contigo……….t lo llevars en tu vientre.- le dijo con una sonrisa marcada en sus labios mirando cada detalle de la expresin facial de su rubio………..
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