Personas despidiéndose de sus hijos, padres, abuelos, viejos amigos, esposos y esposas, que la mayoría, probablemente, nunca volverían a ver.
Los pasajeros de aquel gran barco lanzando besos a los que se quedaban en tierra, éstos, los recibían gustosos y los devolvían, deseándoles también un buen viaje.
Quién iba a pensar, que un barco tan lujoso digno de un rey e incluso más, podría haber sufrido el mayor hundimiento de la historia y también la más romántica historia de amor jamás contada hasta hoy. Claro que, ésto último, se desconocería hasta ochenta y cuatro años después.
Dos naves marinas de tamaño mediano con cuatro focos en la parte delantera y dos hombres en el interior de cada una bajaron hasta lo más profundo del océano Atlántico Norte. Una vez que llegaron al fondo comenzaron a avanzar un par de metros sobre el suelo.
- Trece metros, deberías verlo. - Dijo una voz masculina a la vez que observaba un radar en el que se podía distinguir la mitad de la proa.
Un hombre de aspecto joven, de ojos color perla y pelo largo castaño recojido en un coleta baja estaba mirando por una de las ventanas de la nave. - Bien. Súbelo y pásalo por encima de la barandilla de proa. - Ordenó al hombre que lo acompañaba.
…ste obedeció y subió la nave para evitar chocarse.
- Atención, pásamos por encima de la proa. Seguidnos. - Ordenó el mismo joven esta vez a la otra nave.
Ambas naves se fueron elevando hasta alcanzar la altura necesaria para no dañar la proa. Y, ahí estaba, el barco más grande y conocido que jamás se construyó, toda la proa estaba cubierta de carambános de óxido, muy oxidada y degradada. La cubierta de madera y todos los objetos exteriores de éste material habían desaparecido. Únicamente estaba presente la base de hierro.
- Bien Kiba, estamos rodando. - Volvió hablar el castaño con una cámara en la mano y enfocándose a sí mismo. - Siempre que veo aparecer en la oscuridad sus restos me impresiona. Es realmente un barco fantasma. - Hizo una pequeña pasa a la vez que dejaba la cámara a un lado pero sin dejar de mirar por la pequeña ventana. - Puedo ver lo que queda del gran barco descansando dónde se posó... a las dos y media de la madrugada del quince de abril de 1912... tras su larga caída desde la superficie del mar. - Finalizó.
- Hehe, eres único para soltar royos jefe. Hehehe. - Contestó un joven de pelo alborotado castaño y con dos triangulos rojos invertidos en sus mejillas.
Las naves siguieron avanzando lentamente. Observaban los diferentes pisos del barco cubiertos de concreciones marinas.
- Sexta inmersión. Volvemos a estar sobre la cubierta del Titanic. - Volvió a hablar el de ojos de color perla mientras grababa por la ventana. - A dos millas y media de profundidad, es decir, a 3.800 metros, la presión exterior del agua es de tres toneladas por cada dos centímetros cuadrados, nuestros ojos de buey son de veintitrés centímetros, si se rompieran, seríamos sayonara en dos microsegundos. Está bien, basta del Titanic. - Dijo explicando su situación inicial. Se puso un jersey de color verde sobre el mono azul que llevaba y dio otra orden. - Depositadlo sobre las cabinas de los oficiales igual que la otra vez.
- Correcto.
- Bien MIR 2. - Dijo refiriéndose a la otra nave. - Estamos justo encima de la escalinata, ¿listos para el lanzamiento chicos?
- Estamos preparados para lanzar el bunque. - Dijo un hombre mas mayor con acento ruso. - Adelante.
Tras la orden soltaron una nave más pequeña con una cámara en el interior para grabar todo el interior de los restos del Titanic.
- Soltando cable. - Volvió a decir el mayor.
- Soltando. - Dijo otro también con acento ruso pero de aspecto más joven.
- Cable suelto. - Aseguró una última persona.
- Nos dirijimos a lo largo del casco. - Informó de nuevo el mayor.
- Recibido. Bajadlo y que entre por la puerta de esa escalerilla de primera clase. - Ordenó el de ojos perla nuevamente. - Quiero que trabajeis en la cubierta B, en la zona de recepciones y el salón principal.
- Recibido.
La nave pequeña comenzó a entrar cuidadosamente por la sala de recepciones. En un principio había dos puertas pero por los destrozos sólo quedaba una, los hierros que formaban los adornos en la parte superior central de la puerta estaban oxidados.
- Sigue por el buen camino. Bajamos por el hueco de la escalera.
La pequeña nave siguió bajando impulsada por dos pequeñas hélices en la parte posterior.
- Bien. Bajamos a la cubierta B. Cubierta B. Entra, entra.
El castaño de pelo revuelto siguió las ordenes de su jefe y con cuidado dirigió la nave por una pequeña puerta que llevaba a la cubierta B. En el pasillo de la cubierta B aún se conserbaba una lámpara de cristales que colgaba del techo. En el suelo había una vieja bota negra y un par de gafas rotas. Siguió más adelante encontrando una puerta que llevaba a uno de los camerinos.
- Cuidado con el marco de esa puerta.
- A ver.
- Cuidado cuidado. - Avisó el jefe. Casi había entrado la nave por completo cuando rozó uno de los marcos de la puerta. - Bájalo un poco.
- Lo siento. Cálmate jefe.
Una vez hubo entrado la nave pudieron observar desde la nave mayor algún que otro pez curioso. Poco a poco la nave fue acercándose a una especie de estantería de media altura.
- Muy bien, dale la vuelta.
- Soltando el cable.
- Gira la cámara, gírala poco a poco. Gira a la pared, poco a poco.
- Ey, Neji, estamo ya en el piano. ¿Me recibes?.
- Sí, te recibo. - Contestó. La nave fue acercándose a un piano forrado de concreciones marinas de estar tantos años bajo el agua y con numerosas teclas medio sueltas. En el que seguramente hace más de 80 años se interpretaban hermosas melodías.
- Perfecto. Vamos bien vamos bien. - Siguieron más adelante y encontraron una puerta. - ¡Eso es! ¡…sa es la puerta del domitorio! ¡Ahí está! ¡Ahí está!
- La veo, la veo. - Dijo Kiba intentando calmarlo un poco. Se veía que Neji estabá muy ilusionado con haberlo encontrado al fin.
Lentamente entraron a la habitación, en ella se podía observar el somier de la cama destrozado.
- Estamos dentro. Entramos, pequeño, entramos. - Volvió a hablar Kiba.
- Esa es la cama de Gaara, es donde dormía el muy cabrón.
- Hahaha. - Rió Kiba ante el insulto.
Entraron al baño.
- Parece que alguien se dejó el grifo abierto. - Dijo el de ojos marrones intentando hacer la gracia.
- Espera, vuelve a la derecha, a la derecha.
Dirigió la maquina hacia donde había dicho Neji, muebles rotos, tirados por el suelo...
- Acércate a esa puerta de armario. - Dijo refiriéndose a un armario tumbado en el suelo.
- ¿Hueles algo jefe?
- Quiero ver que hay debajo.
- Déjalo en mis manos chico.
La maquina sacó dos ganchos como si fueran brazos y comenzó a levantar la puerta del armario con cuidado.
- Con cuidado, podría destrozarse. Eso es, dale la vuelta. - Dijo mientras veía como le daba la vuelta al armario. - ¡Ahora, suéltala! -
E hizo lo que le ordenó su jefe encontrando así una caja fuerte.
- Oh, pequeño, pequeño, ¿Estás viendo eso jefe? - Dijo Kiba ilusionado por el gran hallazgo.
- Día de paga chicos. - Dijo también ilusionado por la misma razón que el anterior.
En la superficie, una gran plataforma blanco que ayudaba en la investigación del Titanic ayudó a sacar las naves del océano.
- Misión cumplida. Lo hemos conseguido Kiba. - Dijo un orgulloso Neji abrazando a su amigo.
- Sí. ¿Quién es el mejor? - Dijo Kiba posicionándose detrás de Neji, puso las manos sobre sus hombros y se acercaron a la desgastada caja fuerte. - Tú eres el mejor Neji. - Respondió a su propia pregunta y le dio un amistoso beso en la mejilla.
Uno de los trabajadores cogió una sierra mecánica y comenzó a partir la puerta. Kiba agitó y descorchó una botella de champagne, saliendo éste disparado hacia el cielo, lo movió hacia los lados para mojar a todos sus compañeros y seguidamente beber un poco.
- Muy bien, abridla.
Tiraron de una cadena hasta que la puerta se desencajó de su lugar. Todos los objetos del interior estaban empapados, por lo tanto deshechos y comenzó a salir un espeso líquido color marrón rojizo manchando todo el suelo. El ojiperla se acercó a la caja, metió la mano y comenzó a sacar trozos de papeles deshechos por el agua, a su alrededor, sin perderse ni un sólo detalle varios cámaras grabando en directo para sus respectivas cadenas de televisión intentando conseguir un mejor reportaje que los demás. Siguió sacando más papeles y un viejo cuaderno en dibujo que ni se molestó en observar. Su sonrisa desaparecía de la cara a la vez que pasaba el tiempo y se perdían sus esperanzas de encontrar lo que tanto ansiaba.
- Joder.
- No hay diamante. - Dijo uno de los ayudantes, aunque, el resto, ya habían perdido las esperanzas de encontralo ahí.
- Lo siento jefe. Lo mismo le ocurrió a Geraldo y su carrera nunca se recuperó.
Lentamente el ojiperla se levantó desilusionado, observó que una cámara estaba rodando y le dijo... - Deja de rodar ¿quiéres?
- Neji, los jefes quieren saber cómo va el trabajo. - Dijo a la vez que le pasaba el teléfono.
- Ey, Hiashi hola. No, no estaba en la caja fuerte, pero, ey, no os preocupeis, sigue habiendo muchos lugares en los que puede estar. - En esos momentos, una trabajadora lavaba delicadamente un viejo dibujo que se encontró en la caja fuerte, en éste salía un joven de cabellos y ojos claros, completamente desnudo, lo único que lo cubria era un collar en forma de corazón a la altura del pecho. - Pues claro, entre los escombros, en el suelo de la suite. - Seguía hablando Neji. - En el camarote de la madre, en la caja fuerte de la cubierta C, y una docena de lugares más, chicos teneis que fiaros de mis instintos. Sé que estamos a punto de conseguirlo. Tenemos que seguir un proceso de eliminación... Esperad un segundo. - Fijó su vista en un monitor que tenía enfrente y pudo obsevar el desgastado dibujo que la ayudante se encargaba de lavar.
Fue hasta la ayudante y la apartó suavemente. - Dejadme ver eso. - Cogió el dibujo y lo observó un par de segundos. - ¿Donde está la foto del collar?
- Enseguida os llamamos. - Colgó el teléfono un joven de gruesas cejas y cabello negro. Señaló una mesa de al lado a Neji indicándole que ahí se encontraba la foto que buscaba.
El ojiperla cogió la foto en el que salía el mismo collar que llevaba el joven del dibujó. Comparó la foto verificando que era el mismo collar. Observó la esquina inferior derecha del dibujo, contenía la fecha en la que se realizó, 14 de abril de 1912, y una firma. - Que me cuelguen sino es el mismo.
- Tenemos en conexión directa a Neji Hyūga. Conocido buscador de tesoros marinos. Ahora está en el Atlántico Norte intentando llegar al más famoso barco hundido, el Titanic. Hola Neji.
En la casa, dónde se oían estas noticias de televisión, unas delicadas y ancianas manos pertenecientes a un ojiazul moldeaban arcilla en un torno dándole forma.
- Hola Sakura, supongo que todos han oído hablar de las famosas historias del Titanic. Pero lo que a mi me interesan son las historias que desconocemos, hay muchos secretos que se ocultan en el casco del Titanic.
El anciano, al oír que se hablaba sobre el Titanic, dejó su labor de moldear arcilla, haciendo que ésta perdiera toda su forma y se deshiciera. En esa misma casa una joven de cabello y ojos negros de unos veinte años ordenaba el salón. El anciano difícilmente se levantó de su asiento y se dirigió hacia la televisión ayudado por su bastón.
- Su expedición ha creado cierta polémica sobre los objetos recuperados. Algunos le llaman ladrón de tumbas...
- ¿Qué te ocurre? - Le preguntó la azabache preocupada por la delicada salud de su abuelo.
- Sube el volumen cariño. - La azabache hizo lo que le pidió.
- Hemos contratado a profesionales expertos para intentar que las reliquias recuperadas sean adecuadamente conservadas y catalogadas. Hechen un vistazo a este dibujo que acabamos de encontrar hoy. - Mostraban a la televisión aquel dibujo que anteriormente había sido recuperado y examinado. - Un trozo de papel que lleva 84 años bajo el agua. Mi equipo técnico ha logrado recuperarlo intacto. ¿Debería quizás haber permanecido oculto debajo del mar por toda la eternidad? - Dijo Neji dirigiéndose especialmente a los que se atrevían a llamarlo ladrón de tumbas. - Gracias a Dios, ahora podemos verlo y disfrutarlo.
- No puedo creer lo que veo. - Dijo un muy sorprendido anciano.
En la plataforma en la que se realizaban todas las investigaciones sobre el Titanic.
- Ey Neji, hay una llamada para ti vía satélite. - Avisó Lee
- Podrían esperar, las naves están listas para ser lanzadas al agua.
- Créeme, lo que te van a decir te sorprenderá.
- Espero que valga la pena.
- Tienes que hablar alto, es un anciano. - Le recomendo el azabache.
- Magnífico. - Dijo Neji con sarcasmo cogiendo el teléfono. - Soy Neji Hyūga, en qué puedo ayudarle, señor... - Miró a su amigo preguntándole con la mirada el nombre del anciano y tapándo el auricular del teléfono.
- Calver, Naruto Calver.
- Señor Calver.
- La verdad, quería saber si habían encontrado el corazón de la mar, señor Hyūga. - Contestó Naruto desde su casa.
Al oír aquella pregunta por parte del anciano Neji abrió aún más sus ojos sorprendido de que alguien conociera el dato de que ese collar se hallaba en el Titanic cuando hundió. Miró al azabache.
- Ya te dije que te iba a sorprender.
- Tiene toda mi atención Naruto. - Dijo lentamente para hacerse entender. - ¿Puede decirme quién es el joven del dibujo?
- Oh, desde luego, el joven del dibujo soy yo. - Contestó con una sonrisa en su cara.
Un helicóptero llevó a Naruto, a su nieta y a su perro hasta la plataforma.
- Seguró que es un maldito embustero. - Repitió una vez más Kiba. - Algún chiflado que busca dinero o publicidad. Sólo Dios sabrá por qué. Como esa tipi rusa, Anestesia o algo así. - Dijo realmente histérico.
- Están llegando. - Avisó el de cejas gruesas señalando el helicóptero.
- Oficialmente Naruto Uzumaki Namikaze murió en el Titanic a los 17 años.
- Eso parece. - Coincidió Neji.
- Y aunque hubiera sobrevivido ahora tendría más de 100 años.
- 101 el mes que viene.
- Está bien, pues en ese caso es un embustero muy viejo. - Volvió a replicar Kiba haciendo énfasis en la palabra muy. - Por si te interesa, e indagado en el pasado de ese hombre y he reducido hasta los años 20, al parecer trabajaba en el teatro. Un actor. …sa es tu primera pista Sherlock. Se llamaba Naruto Uchiha por esa época. Luego se casó con un tal Calver se trasladaron a otra ciudad y echó al mundo un par de críos. Ahora Calver ha muerto, y según me han dicho ya no vive en esa ciudad.
- Todos los que saben algo sobre el diamante están muertos o a bordo de este barco. - Lo cortó Neji. - Pero él sabe algo.
El helicóptero aterrizó en la plataforma flotante. Los trabajadores comenzaron a bajar todo el equipaje de los visitantes.
- No lleva lo que llamaríamos un equipaje ligero ¿verdad? - Habló Kiba más nadie lo escuchó.
Depués de descargar todo el equipaje continuaron con el ojiazul, éste iba en silla de ruedas para facilitarle todo.
- Señor Calver yo soy Neji Hyūga. Bienvenido. Bien llevadlo adentro. Encantado señorita Calver, bienvenida usted también. - Le dijo esta vez a la nieta una vez que hubo bajado. …sta llevaba su largo pelo negro recojido en una coleta baja y unas gafas de sol.
- Hola. - Contestó. - Deje, gracias, ya lo llevo yo. - Dijo tomando la silla de ruedas en la que iba su abuelo y caminando hacia delante.
- Neji. Neji. - Llamó su atención uno de los ayudantes. - Toma. - Dijo entregándole una pecera con dos pequeños peces naranjas.
Instalaron a Naruto en una pequeña habitación con una cama y un mueble en el cual comenzó a colocar todas sus fotografías.
- ¿Le gusta su camarote? - Preguntó Neji.
- Oh, sí, es muy reconfortable. Por cierto, conoce a mi nieta Miu. Ella cuida de mí.
- Nos conocimos hace unos minutos en cubierta. ¿Recuerdas nana? Ellos nos recibieron. - Recordó la única mujer en la sala.
- Oh. Sí. - Dijo rozándose la frente con dos de sus dedos. - En fin, debe de ser la edad. Me gusta llevar mis fotografías cuando viajo.
- ¿Quiére que le traiga algo? ¿Necesita alguna cosa?
- Sí. Estoy deseando ver mi dibujo.
Neji y Kiba los guiaron hasta la sala en al que tenían todos los objetos recuperados del Titanic.
Naruto se asomó a una bandeja de cristal llena de agua en cuyo interior se encontraba el dibujo.
Le llegó el recuerdo de aquel joven de ojos tan negros como la mismísma noche, siempre estaba él en su cabeza. Aquel joven dibujándolo y observándolo atentamente para plasmar su cuerpo en el papel.
Naruto estaba con los ojos cerrados.
- Luis XVI llevaba una piedra fabulosa en su corona. - Informó Neji sacándolo de su recuerdo. - Se llamaba el diamante azul. Desapareció en 1792, más o menos en la época en que Luis XVI lo perdió todo del cuello para arriba. Según la leyenda el diamante de la corona también fue cortado, lo retallaron en forma de corazón y llegó a conocerse como el corazón de la mar. Hoy tendría más valor que el diamante de la esperanza.
- Hum. - Dijo Naruto con un deje de risa. - Ese pedrusco pesaba como un condenado, sólo me lo puse esa vez.
- ¿De verás crees que eres tú nana?
- Claro que soy yo cariño, ¿a qué era una hermosura?
- Lo encontré entre más polizas de seguros. Una vieja reclamación que por lo visto se solucionó bajo un secreto absoluto. ¿Puede decirme quién era el demandante Naruto? - Dijo Neji a la vez que se arrodillaba quedando a la altura de Naruto.
- Imagino que era alguien llamado Yashamaru. - Respondió con un poco de asco al pronunciar ese nombre.
- Sabaku No Yashamaru exactamente. - Corrigió Neji. - Un magnate. La reclamación era por un diamante que su hijo Gaara le compró a su prometida. Usted. Una semana antes de embarcarse en el Titanic, y se archivó después del naufragio. Así que el diamante debió hundirse con el barco. - Dedujo. - ¿Puede leer la fecha?
- 14 de abril de 1912. - Respondió la azabache de nombre Miu.
- Lo que significa que si su abuela es quien dice ser, llevaba el diamante puesto el día que se hundió el Titanic. - Dijo Kiba.
- Y eso la convierte a usted en uno de mis mejores amigos. - Dijo Neji con una sonrisa en la cara. - Aquí tenemos algunas cosas que hemos recuperado de su camarote.
Naruto cogió un espejo de mano plateado y lo observó detenidamente. - Esto, esto era mío. - Dijo ilusionado. - Es extraordinario, está igual que la última vez que lo ví, aunque, el reflejo ha cambiado un poco. - Dijo dejando cuidadosamente el espejo en la mesa.
- ¿Está dispuesto de volver al Titanic?
Naruto afirmó con la cabeza.
- Bien, allá vamos. - Comenzó Kiba a la vez que en un monitor había una representación gráfica del hundimiento del Titanic. - El barco chocó contra el iceberg por el lado de estribor, así, la masa de hielo acuchilló imperceptiblemente por estribor, pero abrió una mecha de diez metros que condenó sin remedio al trasantlántico. - Naruto observaba seriamente la pantalla. - Empezaron a inundarse los seis primeros compartimentos estancos de proa, a medida que subía el nivel del agua esta se derramo por encima de los mamparos herméticos, que, por desgracia, no llegaban más arriba de la cubierta E. A medida que la proa se hundía en el mar la popa se iba levantando, lentamente al principio, y luego más y más rápido hasta que finalmente tiene todo el trasero levantado en el aire. - Naruto iba a decir unas palabras pero Kiba lo interrumpió. - Y es un culo muy grande, hablamos de unas veinte o treinta mil toneladas. El casco no está diseñado para soportar tanta presión, así que, qué ocurrio, se partió en dos a lo largo de la quilla, y la popa volvió a posarse en el mar. A medida que se hundía la proa se levantaba la popa verticalmente hasta que se desencajaron las dos partes. La sección de popa se quedó flotando como un corcho durante un par de minutos. Se inundó. Y finalmente se hundió alrededor de las 2:20 de la madrugada, 2 horas y 40 minutos después de la colisión. La sección de proa se alejó planeando a 25 km/h posándose en el suelo de una gran llanura submarina a 3800 metros bajo el mar. ¿No está mal, eh? - Preguntó al fin Kiba orgulloso de su gran explicación del hundimiento.
- Gracias por ese magnífico análisis forense señor Inuzuka. Claro que... la experiencia que viví... fue algo diferente.
- ¿La compartiría con nosotros? - Cuestionó el ojiperla.
Naruto se levantó lentamente de la silla de ruedas y se acercó con un poco de dificultad a los distintos monitores que mostraban el Titanic en su estado actual. Se fijó en uno en especial, que mostraba las puertas de madera desgastada y el hierro que formaba el adorno. Otro recuerdo. Dos elegantes porteros, ambos vestidos de traje, abriendo esas puertas que daban paso a la recepción y hermosa música de violines. El recuerdo cesó, sólo duró un segundo. Comenzaron a humedecerse sus ojos azules, puso las manos en su boca y comenzó a sollozar levemente, pero audible.
- Necesita descansar. - Sugirió Miu.
- No.
- Vamos nana. - Dijo suavemente.
- No. - Dijo esta vez con más fuerza el ojiazul.
Volvió a sentarse en su silla de ruedas. Con un gesto de su mano, Neji pidió una grabadora. La encendió y se sentó en un silla.
- Cuéntenos Naruto.
- Han pasado 84 años.
- No se preocupe, sólo intente recordar lo que pueda. Lo que sea.
- Bien, ¿quiére oírlo o no, señor Hyūga? - Neji sonrió levemente. - Han pasado 84 años, y aún percibo el olor a recien pintado, la vajilla nunca había sido usada, nadie había dormido entre aquellas sábanas. Llamaban al Titanic... El Buque de los Sueños. Y lo era. Realmente lo era.